12 de julio de 2020

S.L.B.: ASISTENCIALISMO Y RECUPERACIÓN DE LA ECONOMÍA - PROTESTAS CADA VEZ MÁS VIOLENTAS - MEGACAUSA Y LOS FENÓMENOS PARANORMALES - NUESTRO HIMNO NACIONAL EN SU VERSIÓN CUARTETERA - LA CIUDAD CON NOTORIOS DESCUIDOS - EL TEMA DE LOS ODIADORES SERIALES, PARA UN CONGRESO DE PSIQUIATRAS - ¿EXISTE ALGUNA FORMULA QUE APORTE EXCELENCIA AL TRANSPORTE URBANO?


Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición n° 629 del 12/07/20 emitido en dúplex por la AM580 y la FM88.5 ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba.

No es el mejor camino
EL ASISTENCIALISMO NO PUEDE ESTAR POR
ENCIMA DE  LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA
   Es probable que solamente se trate de una sensación que se percibe, especialmente en los que nos vemos obligados a transitar por una realidad de carencias, angustias, dudas y vacilaciones que se acentúan frente a la ciclotimia del poder en cuanto a encarar planes o proyectos con miras al tiempo siguiente que vendrá tras la pandemia, con sus consecuencias y secuelas a inmediato y largo plazo.
   Es esa especie de desorientación frente a una crisis inédita que hace comprensible esa manera ambigua de encarar la recuperación que mucho tiene que ver con lo social, ahora por el temor fundado ciertamente en el peligro de un desborde popular motivado por carencias en cuanto a la subsistencia y desde otro punto de vista, frente a las exigencias estatales en cuanto a tributos y valores de servicios esenciales que en lugar de ser subsidiados, se encarecen y aumentan las incertidumbres de la gente.
   Es cierto que eso del creciente riesgo de darle a la maquinita, de esas que quería vender Boudou, porque la inflación emergente sería galopante de acuerdo con los agoreros pronósticos de muchos especialistas, pero peor es la postración de saber que en la misma medida que caiga nuestra moneda se elevarán los índices de desocupación, que es a la
vez la aguja que lleva la pobreza hasta límites insospechados y peor aún, los menos deseados.
   En consecuencia no quedarían otras armas que consolidar la aplicación del asistencialismo, bandera del populismo, para calmar a una sociedad que dejó o está muy próxima a dejar de contar con esa clase media motorizadora del gasto como lógica consecuencia de la existencia de impostergables, ansiadas y necesarias fuentes de trabajo.
   En pocas palabras, el Estado tendrá que seguir subsidiando planeros porque todo parece indicar que carece de imaginación y ejecutividad para reemplazar esa mecánica de la dádiva por la creación de fuentes laborales, más allá de la dispendiosa generosidad que viene mostrando en la
ocupación de vacantes dependientes del Estado, o inventándolas para cubrirlas.
   Sea como fuere, la situación es demasiado delicada como para seguir con las improvisaciones, los remiendos y los parches en una economía que por efectos de la pandemia entre otros lastres, viene arrastrando una crisis que no me quieran vender que es del último lustro sino que tiene su nacimiento varios años atrás.
   De todas maneras manejar un auto fijándonos más en el espejo retrovisor que en el parabrisas, es una actitud suicida que inevitablemente lleva al desastre y es por eso que los gobernantes debieran tenerlo en cuenta a la hora de planificar un futuro próximo del que ellos como nadie, no tenemos la más mínima idea de cómo se presentará.
   Pero lo más importante, al menos, sería obrar con la necesaria mesura en materia económica y sobre todo a la hora de seguir tomando deuda, porque dentro de los egoísmos políticos figura ese detalle de ensartarnos ahora, para que lo paguen las futuras generaciones.
   Lo peor del caso es que las generaciones actuales ya no tienen más lugar para guardar los resúmenes de lo que nos vienen reclamando.
   Y si es por negociarlos, no olvidar de abandonar la soberbia política porque los deudores somos nosotros…

No es bueno perder la calma
UNA ADVERTENCIA DE ALARMA PORQUE LAS
PROTESTAS SON CADA  VEZ MÁS VIOLENTAS
   Todas las protestas en general, tienen un componente de violencia que va desde lo moderado hasta lo incontrolable y de lo suavemente exigente hasta el colmo del respeto por la vida ajena y es una realidad que lejos de ser exagerada, es el espejo donde a diario y con alarmante frecuencia rayana en la costumbre, nos estamos mirando los argentinos.
   El peligro del desborde que nos viene quitando el sueño y encendiendo las luces de advertencia en todos los ámbitos de la sociedad, debe ser posiblemente el factor que aporta mayor demanda de urgencias en las soluciones o medidas en que se basan las innumerables protestas ya sea de las que se hacen en círculos cerrados de la comunidad o en las que ganan las calles y en muchos casos con el agregado de inútiles como repudiables vandalismos.
   Y todo indica que aquello de la grieta que ha dejado de ser una sensación que antes del virus tendía al menos intentar a diluirse, ahora ha recobrado ímpetu y agresividad, caldeando los ánimos, agriando las discusiones, vulnerando los respetos y transformando cada manifestación en unas batalla en la que se enfrentan con armas que como van las cosas dejarán de ser inofensivas, los ejércitos de ambas veredas: los que ahora mandan con la consigna de ponernos de pié, y quienes dejaron de mandar porque los actuales llegaron al poder y estos en lugar de propiciar la paz productiva se empecinan en alcanzar eso que los guerreros le llaman el placer de la venganza, más que de la justicia.
   Aunque en realidad la aplicación de una justicia real, memoriosa y equilibrada no sería para ellos muy beneficiosa, porque se viene descubriendo que el hecho de manejarla desde el poder aporta algo muy parecido a sembrar de flores legales el camino hacia la indemnidad.
   Así las cosas es tan incorrecto presionar, menoscabar, insultar y atacar a periodistas enrolados según dicen con el oficialismo, como ensañarse con los remanentes de administraciones anteriores, porque es una actitud repudiable para ambas corrientes y contiene el agravante de desorientar a la sociedad en momentos que más necesita coherencia, responsabilidad de conducción y perspectivas de paz más que de sangrienta y cercana contienda.
   El mecanismo del escrache, siempre vil por la indefensión de la víctima, no tiene que seguir avanzando y es el poder, apelando a la Justicia, quien debe ponerle punto final por el único camino que lleva a la verdad, que es el que le ha trazado la ley.
   Seguir emperrados en hacernos daños entre nosotros desnuda a una sociedad intolerante, agresiva, traicionera y deleznable y no son adjetivos que pueden ser asumidos con resignación ni orgullo cívico por sus destinatarios.
   Porque si no aseguramos la paz, la concordia, el diálogo, el respeto y la tolerancia en el disenso, nos esperan días que sin ser agorero ni tremendista, asoman como memorables de tragedias y enfrentamiento entre hermanos.
   Es para confiar, patrióticamente, que nadie quiere llegar a eso.

La Megacausa del Registro
UNA  CURIOSA  EXHIBICIÓN DE
FENÓMENOS PARANORMALES

   Los recientes hechos de violación de la normativa vigente realizando megafiestas que atentan contra el bien común me trajo a la mente la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, a la que también podría considerarse como una fiesta o megashow judicial acontecido en la última década y media en el edificio de Tribunales II. 
   Cientos de trabajadores desfilaron por el lugar acusados de planear, pensar, intentar, soñar, imaginar, conocer, presenciar, colaborar, etc, etc, la apropiación de algún inmueble. La profusa narrativa oficial ofreció un espectáculo con fenómenos fantásticos como la  telepatía, la teletransportación o la adivinación  que posibilitaron que los acusados, aunque no se conocieran entre sí, integraran peligrosas bandas dispuestas a estafar.
   También sortearon las leyes de la física, la matemática, la lógica y el sentido común para explicar cómo fue que 15 personas ingresaron a una oficina pública sin ser vistas, se comunicaron entre ellos sin verse ni llamarse o cometieron acciones a kilómetros de distancia.
   Al igual que en las fiestas recientes las leyes y normativas vigentes fueron ignoradas y los acusados terminaron encarcelados en prisión preventiva sin pasar por ningún juicio, fueron juzgados años después por una comisión especial designada por  superiores y no por sorteo y condenados por íntima convicción y no por pruebas en muchos casos. La diferencia, nada menor es que en la causa, quienes incumplen las  leyes son los mismos que deben administrarlas.

Acerca de una reciente versión
NUESTRO HIMNO NACIONAL ES FACTOR
DE UNION Y NO PARA DESENCUENTROS
    Tengo a la vista uno de los doce tomos que componen el “Gran Omeba”, diccionario enciclopédico ilustrado, edición argentina del año 1967 o sea de 53 años atrás, que casi desde su aparición fue mi mejor elemento de consulta que adopté como tal por considerarme un ardiente defensor de la pureza de nuestro rico y maltratado idioma, que sigue padeciendo estoicamente y pese a su avanzada edad, los embates de ciertos audaces innovadores que con deplorables resultados tratan de modificarlo acudiendo a torpes subterfugios y a graciosas como patéticas prácticas del variado repertorio de la estupidez disfrazada de erudición.
   Al requerir a la consulta del vocablo “sagrado, da” se lo califica como adjetivo en cuatro casos y en un restante como figura y considero ahora oportuno hacer un paréntesis para retomar el párrafo más adelante.
   Pocas horas atrás y con estrépito mediático involuntariamente oportuno ante nuestra pandémica realidad -es mejor calificarlo así- invadió canales de TV, frecuencias radiales y páginas gráficas la versión  en ritmo cuartetero de uno de nuestros más idolatrados y respetados símbolos patrios que es el Himno Nacional, cantado -de alguna manera es preciso tipificarlo-  por un artista popular del género que al decir de muchos es parte de la cultura cordobesa y no están del todo errados aunque no les guste pero lo bailen en las fiestas.
   La memoria reciente nos viene ofreciendo otros estilos musicales de la misma pieza patriótica que allá por los inicios de la segunda década del siglo XIX naciera de la creatividad de Alejandro Vicente López y Planes, a la que en 1813 le pusiera música el español Blas Parera, radicado en nuestro país y se estrenara pese a no existir fehacientes constancias de ello en la voz de Mariquita Sánchez de Thompson y su pianoforte. La letra original contenía conceptos antimonárquicos y antiespañoles pero en la intención que sirviera para un acercamiento con diplomáticos ibéricos, se abreviaron las estrofas e introdujeron cambios que eliminaban ciertos conceptos peyorativos sobre otras naciones y fue necesario aguardar hasta 1847 en que finalmente se lo llamó Himno Nacional Argentino.
   Prácticamente incólume desde entonces, nuestro Himno aguantó el cimbronazo de la versión que se le ocurriera a Charly García y que difundiera ante una multitud el 9 de julio de 1991 si es que son exactos los archivos y la memoria.
   Pueden decir lo que quieran de aquella aventura, calificarla de la manera que cada quien considere acertada, mostrar repulsión por lo que muchos la trataron como una ofensa y un menoscabo, pero nadie puede negar que nuestra canción identificada con la Patria Argentina dejó de ser un balbucear en los actos escolares, donde lentamente las raíces de la argentinidad volvieron tímidamente a germinar. Y cuando nuestros representantes nacionales en justas deportivas cumplían con un rito viejísimo de rendirle honores cantándolo, mascaban chicles, hacían “playback”, se arreglaban los rulos, escupían al piso o buscaban las cámaras que podían incorporarlos a las tapas de las revistas o a las páginas de los diarios.
   Reconozcamos el estilo de los “Pumas” del rugby que les enseñaron a los cultores de otras disciplinas, que al himno aunque no se lo cante, por lo menos hay que gritarlo desde
el corazón; desde los rincones más recónditos del alma y del sentir, sin timidez por desafinar y sin el rubor del llanto emocionado.
   Más recientemente fueron muchos los artistas y luminarias que lo cantaron dejando versiones decorosas como las de Patricia Sosa o de Jairo, Fabiana Cantilo, Fito Páez, Mecha Sosa, Ciro Martínez, Soledad y otras sin olvidar las que se hicieron con lenguaje de señas para hipoacúsicos y más recientemente, hasta con la voz y la expresión del payaso Piñón Fijo.
   ¿Qué nos puede extrañar entonces que un cuartetero cercano a su retiro, abrumado por el obligado encierro y condenado al silencio frente a las grandes multitudes haga su versión del Himno Nacional?
   Y es momento de volver al diccionario y su explicación sobre el vocablo sagrado. Dice como figura “Que, por el uso a que está destinado, merece veneración y respeto”, pero más se acerca al escenario de la novedad que recientemente nos invadiera, una de las acepciones de esa palabra, la repitamos, sagrado: “Entre los antiguos, lo que era muy difícil de conseguir por medios humanos” y eso está escrito y decretado mucho antes que naciera “La Mona” Carlitos Jimenez, vecino en barrio Luz y Fuerza junto a Bajo Palermo.
   Porque si se trata de recuperar cuando aún no es demasiado tarde la decadente cultura del respeto por los símbolos, que la modernidad ni los sectarismos sean obstáculo para que cualquier versión de nuestra Canción Patria sea no tan solo entonada sino sentida y pase a ser aceptada por la sociedad argentina sin distingos, marginaciones, discriminaciones ni estigmatizaciones de ninguna clase.
   La cante quien la cante o cómo la cante, mientras sea con un sagrado respeto por su espíritu.

Un lamentable enigma cordobés
¿ES  QUE  NADIE TIENE  LA  FÓRMULA PARA
QUE EL TRANSPORTE URBANO SEA BUENO?
  Han sido tan dolorosamente lamentables las prestaciones del servicio urbano de pasajeros en esta ciudad mediterránea, que tendríamos que escudriñar en varias generaciones atrás para saber si alguna vez fue, al menos, medianamente decoroso.
   Desde los tiempos del viejo y archivado tranvía, en que comenzaran a circular aquellos ómnibus que recordamos destartalados, o los coches verdes que les llamábamos “loros” por su color o todas las otras incontables experiencias que encararon todos los intendentes buscando dignificar la prestación, al menos en lo personal no recuerdo haber gozado un servicio que mereciera ser calificado como digno de la gente, con tarifas que nunca fueron baratas.
   Y luego vinieron las concesiones, los acuerdos, los problemas de todo orden desde la diagramación de recorridos, la aplicación de frecuencias hasta las discusiones por el precio del boleto, que contribuyeron a la permanente desorientación y descontento del usuario.
   Se inventaron varios sistemas de prestaciones con alternativas importadas desde otros
países no tan solo cercanos sino de la vieja Europa, pero  ninguno pudo adecuarse a nuestras necesidades y menos aún a la pretensión del pasajero cordobés que casi exige que el bondi pare en la puerta de su casa y lo lleve hasta la puerta de su destino.
   Todos fracasaron en cuanto a lo prestacional, pero no fueron pocos los empresarios que la juntaron a mansalva, llenaron sus bolsillos y se mandaron a mudar dejándonos el kilombo de un servicio cada día más decadente, con el agravante de su costo tanto para el poder concedente que es el Estado, como para quienes teníamos la desgracia de depender de ellos para movilizarnos.
   Ahora con el despelote actual que es una mezcla de coacción empresaria por un precio más elevado del boleto, en concubinato con una dirigencia gremial  insaciable que aprovecha la facilidad de contar con miles de rehenes para que les sean concedidas sus demandas, el panorama es tan incierto como siempre: días y días de paro que se suman a otros problemas pero la cuestión es que caminar puede llegar a ser el problema que deban afrontar los empresarios de la FETAP, cuando los cordobeses se convenzan de lo saludable que es caminar.
   Dicen que la solución está cercana, que las negociaciones están avanzadas, que las posibilidades son buenas al menos en lo que aventuran medio tímidamente desde la Municipalidad.
   Quedaría por superar eso que aunque pueda ser tomado como rumor de conventillo, en estos momentos nada debe ser despreciado: la conveniencia del poder, al saber que por la falta de transporte público, es mucho menor el riesgo que la gente se amontone en las calles para protestar por todo lo que les están negando como ciudadanos.
   Nada debe ser descartado, en estos tiempos de encierros y pandemia.

Lo instaló el Sr. Presidente
EL TEMA DE LOS ODIADORES ES COMO
PARA UN  CONGRESO DE PSIQUIATRAS
   ¡Tantas cosas se han escrito sobre el odio! Desde tratados que auscultan en la mente humana, estudios a los irracionales, calificación de actitudes que lo manifiestan y un sinfín de elucubraciones científicas y otras improvisadas que no hacen otra cosa que confundir al menos precavido.
   Entre lo que recuerdo, solía decir Daudet que el odio es la cólera de los débiles, Lord Chesterfield, el fumador compulsivo, sostenía que la gente odia a quienes hacen sentir su propia inferioridad y Victor Hugo quien lejos estaba de ser analfabeto era partidario de sostener que cuando más pequeño es el corazón, más odio alberga.
   Un pensador de apellido Manzoni -y una vez lo anoté para no olvidarlo- fue terminante al declamar que ciertamente se hallarán pocas cosas que contribuyan a corromper a un pueblo tanto como la costumbre de odiar.
   Pero como en los momentos actuales que la desgracia mundial debiera propender y contribuir enormemente a la reconciliación de la raza humana consigo misma, es que surgen diferencias y broncas inimaginables casi en tiempos de normalidad y se considera tan importante su evaluación, que el propio presidente de la Nación, Dr. Alberto Fernández, hizo un llamado para terminar con los que calificó como odiadores seriales, según tengo entendido porque la realidad, es que los descalificó.
   Pero se me hace que cometió la travesura de la parcialidad porque no fue amplio conceptualmente y entre otros detalles marginó hechos que en su momento adquirieron notoriedad por lo fuertes y debo confesar ahora que involuntariamente apelé a la memoria de una persona que seguramente ni se enterará que lo estoy -en el buen sentido- utilizando
como archivo,  a la que definiré como el señor Braulio “C”, con la letra c de camión, de casamiento o de covacha por dar ejemplos.
   Y esta buena y memoriosa persona hace alusiones que pasado el tiempo se transformarán en históricas: doña Hebe incitando a quemar campos de soja y otras cosechas antes que los gringos las levanten, D’Elía pidiendo que cuelguen a Macri de espaldas al pueblo en la Plaza de Mayo, el camionero sindicalista preferido de la doña que prefiere para el “gato” algo más benévolo como fusilarlo en la plazoleta frente a la Casa Rosada, a la funcionaria de la Ansess que pide ver a los manifestantes pasar en camiones frigoríficos en camino directo a la morgue, a los cultores del Instituto Patria ¡menos mal! que escracahan a periodistas opositores al modelo nacional & popular, a la abogada Peñafort que adelantó que si la Corte no acepta lo que piden, lo van a conseguir con sangre…
   El “Cuervo” Larroque pidió que Macri se calle, como si él no hubiera sido agitador de masas. Y les comento que el legislador rionegrino Juan Martín, del PRO, detectó y denunció amenazas y presiones contra el colega periodista Baby Echecopar y se comenta por aquellos pagos que ya se hizo cargo del caso la Justicia lugareña.
   Ya me parece demasiado seguir aportando detalles, porque la verdad sea dicha, odiadores habrá siempre y no es cuestión de andar catalogándolos porque sería como alentar sus malsanas intenciones.
   Si les parece, el domingo próximo puedo abrir un registro de los odiadores de la otra vereda, para que nadie diga que soy propenso a divulgar los odios parcializados.
   Es una simple cuestión de necesario e impostergable equilibrio, al menos con los odios…
   Porque los amores, si son amores, se equilibran solos, por lo general horizontalmente…

Córdoba no se resigna sólo al maquillaje
LA CIUDAD MUESTRA DEMASIADOS DESCUIDOS
COMO  PARA  APLICAR TAN  ALTOS IMPUESTOS
   La verdad, no es bueno ponerse en la tarea mecánica de enlistar todas las carencias urbanas de esta Córdoba siempre sorprendente, lo que sin dudas más debe azorar a quien la administra, por el hecho de ser un capitalino como de paso, pero sin haberla vivido a nuestra Córdoba como los que tenemos nuestras raíces y afectos en ella.
   Pero la verdad, culpa del virus, del encierro, del estado de huelga casi permanente que distingue a los municipales, de la dejadez, de la mala conducta de los vecinos desaprensivos y de otros factores negativos, la ciudad en muchos aspectos ofrece una imagen deplorable y lo que en verdad indigna y apena, es que los vecinos siguen sometidos a una presión tributaria que no se condice con los servicios deplorables que recibe, en el mejor de los casos cuando ciertamente se los brindan, lo que ha pasado a ser más una excepción que una obligación municipal.
   Dicen que reemplazan luminarias pero la mayoría de los barrios sigue sumida en las tinieblas en tiempos más peligrosos que los habituales. Es cierto que una de las culpas es del vandalismo nacido de la falta de patrullajes y la ausencia policial, que los enemigos de la ley aprovechan para perpetrar sus fechorías en la seguridad que cuentan con la ayuda de las sombras que consagran su impunidad.
   El descontrol en el tránsito es irremediable; la mugre suele invadirnos cuando se encapricha el gremio de los recolectores; el transporte si se lo califica como porquería sería un acto de generosidad y el respeto por el vecino ha pasado al terreno de las utopías.
   Mire, la verdad, no quiero atosigarlo con pálidas, pero voy a ejemplificar el desorden con un simple y cercano ejemplo: meses atrás, en la Córdoba AB que significa antes del bicho, el vecinalmente histórico Parque Autóctono al pie del nada elevado Cerro de las Rosas, era escenario de festicholas nocturnas que generaban un sinnúmero de problemas a los vecinos por los ruidos, la mugre que dejaban y el daño emergente a las instalaciones que pagamos todos.
   Se dieron uno o dos procedimientos, creo que policiales, que aplacaron esa costumbre de la joda, la pandemia hizo que el parque se cerrara, pero apenas aflojó el coronavirus y las autoridades dieron una semi piedra libre, los cultores de la joda en aquel lugar volvieron, rompieron el candado con el que se aseguraba la puerta principal de acceso y este jueves pasado a la noche, regresaron la música estridente, el consumo de bebidas y la mugre que dejan al retirarse de madrugada.
   Relevemos entonces a los municipales porque siguen de paro.
   Pero ¿a dónde carajo fue a parar esa policía que nos dijeron se la pasaba patrullando la ciudad para evitar que la gente abusara de la calle?
   La verdad, si se hubieran avivado las autoridades, mandaban dos o tres empleados con un talonario de multas y recaudaban como para pagarles la dieta y el ansiado medio aguinaldo a los legisladores y concejales, muchos de los cuales gozan de vacaciones desde hace más de tres meses.
   Hubiera sido un acto de impostergable justicia, al menos para los vecinos, digo…


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