Desgrabación de los
comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos”
edición n° 629 del 12/07/20 emitido en dúplex por la AM580 y la FM88.5 ambas de
Radio Universidad Nacional de Córdoba.
No es el mejor camino
EL ASISTENCIALISMO NO PUEDE ESTAR POR
ENCIMA DE LA
RECUPERACIÓN ECONÓMICA
Es probable que solamente se trate de una sensación que se
percibe, especialmente en los que nos vemos obligados a transitar por una
realidad de carencias, angustias, dudas y vacilaciones que se acentúan frente a
la ciclotimia del poder en cuanto a encarar planes o proyectos con miras al
tiempo siguiente que vendrá tras la pandemia, con sus consecuencias y secuelas
a inmediato y largo plazo.
Es esa especie de desorientación frente a
una crisis inédita que hace comprensible esa manera ambigua de encarar la
recuperación que mucho tiene que ver con lo social, ahora por el temor fundado
ciertamente en el peligro de un desborde popular motivado por carencias en cuanto
a la subsistencia y desde otro punto de vista, frente a las exigencias
estatales en cuanto a tributos y valores de servicios esenciales que en lugar
de ser subsidiados, se encarecen y aumentan las incertidumbres de la gente.
Es cierto que eso del creciente riesgo de
darle a la maquinita, de esas que quería vender Boudou, porque la inflación
emergente sería galopante de acuerdo con los agoreros pronósticos de muchos
especialistas, pero peor es la postración de saber que en la misma medida que
caiga nuestra moneda se elevarán los índices de desocupación, que es a la
vez la
aguja que lleva la pobreza hasta límites insospechados y peor aún, los menos
deseados.
En consecuencia no quedarían otras armas que
consolidar la aplicación del asistencialismo, bandera del populismo, para
calmar a una sociedad que dejó o está muy próxima a dejar de contar con esa
clase media motorizadora del gasto como lógica consecuencia de la existencia de
impostergables, ansiadas y necesarias fuentes de trabajo.
En pocas palabras, el Estado tendrá que
seguir subsidiando planeros porque todo parece indicar que carece de imaginación
y ejecutividad para reemplazar esa mecánica de la dádiva por la creación de
fuentes laborales, más allá de la dispendiosa generosidad que viene mostrando
en la
ocupación de vacantes dependientes del Estado, o inventándolas para
cubrirlas.
Sea como fuere, la situación es demasiado
delicada como para seguir con las improvisaciones, los remiendos y los parches
en una economía que por efectos de la pandemia entre otros lastres, viene
arrastrando una crisis que no me quieran vender que es del último lustro sino
que tiene su nacimiento varios años atrás.
De todas maneras manejar un auto fijándonos
más en el espejo retrovisor que en el parabrisas, es una actitud suicida que
inevitablemente lleva al desastre y es por eso que los gobernantes debieran
tenerlo en cuenta a la hora de planificar un futuro próximo del que ellos como
nadie, no tenemos la más mínima idea de cómo se presentará.
Pero lo más importante, al menos, sería
obrar con la necesaria mesura en materia económica y sobre todo a la hora de
seguir tomando deuda, porque dentro de los egoísmos políticos figura ese
detalle de ensartarnos ahora, para que lo paguen las futuras generaciones.
Lo peor del caso es que las generaciones
actuales ya no tienen más lugar para guardar los resúmenes de lo que nos vienen
reclamando.
Y si es por negociarlos, no olvidar de
abandonar la soberbia política porque los deudores somos nosotros…
No es bueno perder la calma
UNA ADVERTENCIA DE ALARMA PORQUE LAS
PROTESTAS SON CADA VEZ
MÁS VIOLENTAS
Todas las protestas en general, tienen un componente de
violencia que va desde lo moderado hasta lo incontrolable y de lo suavemente
exigente hasta el colmo del respeto por la vida ajena y es una realidad que
lejos de ser exagerada, es el espejo donde a diario y con alarmante frecuencia
rayana en la costumbre, nos estamos mirando los argentinos.
El peligro del desborde que nos viene
quitando el sueño y encendiendo las luces de advertencia en todos los ámbitos
de la sociedad, debe ser posiblemente el factor que aporta mayor demanda de urgencias
en las soluciones o medidas en que se basan las innumerables protestas ya sea
de las que se hacen en círculos cerrados de la comunidad o en las que ganan las
calles y en muchos casos con el agregado de inútiles como repudiables
vandalismos.
Y todo indica que aquello de la grieta que
ha dejado de ser una sensación que antes del virus tendía al menos intentar a
diluirse, ahora ha recobrado ímpetu y agresividad, caldeando los ánimos,
agriando las discusiones, vulnerando los respetos y transformando cada
manifestación en unas batalla en la que se enfrentan con armas que como van las
cosas dejarán de ser inofensivas, los ejércitos de ambas veredas: los que ahora
mandan con la consigna de ponernos de pié, y quienes dejaron de mandar porque
los actuales llegaron al poder y estos en lugar de propiciar la paz productiva
se empecinan en alcanzar eso que los guerreros le llaman el placer de la venganza,
más que de la justicia.
Aunque en realidad la aplicación de una
justicia real, memoriosa y equilibrada no sería para ellos muy beneficiosa, porque
se viene descubriendo que el hecho de manejarla desde el poder aporta algo muy
parecido a sembrar de flores legales el camino hacia la indemnidad.
Así las cosas es tan incorrecto presionar,
menoscabar, insultar y atacar a periodistas enrolados según dicen con el
oficialismo, como ensañarse con los remanentes de administraciones anteriores,
porque es una actitud repudiable para ambas corrientes y contiene el agravante
de desorientar a la sociedad en momentos que más necesita coherencia,
responsabilidad de conducción y perspectivas de paz más que de sangrienta y
cercana contienda.
El mecanismo del escrache, siempre vil por
la indefensión de la víctima, no tiene que seguir avanzando y es el poder,
apelando a la Justicia, quien debe ponerle punto final por el único camino que
lleva a la verdad, que es el que le ha trazado la ley.
Seguir emperrados en hacernos daños entre
nosotros desnuda a una sociedad intolerante, agresiva, traicionera y deleznable
y no son adjetivos que pueden ser asumidos con resignación ni orgullo cívico por
sus destinatarios.
Porque si no aseguramos la paz, la
concordia, el diálogo, el respeto y la tolerancia en el disenso, nos esperan
días que sin ser agorero ni tremendista, asoman como memorables de tragedias y
enfrentamiento entre hermanos.
Es para confiar, patrióticamente, que nadie
quiere llegar a eso.
La Megacausa
del Registro
UNA CURIOSA EXHIBICIÓN DE
FENÓMENOS PARANORMALES
Los recientes hechos de violación de la
normativa vigente realizando megafiestas que atentan contra el bien común me
trajo a la mente la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, a la
que también podría considerarse como una fiesta o megashow judicial acontecido
en la última década y media en el edificio de Tribunales II.
Cientos de trabajadores desfilaron por el
lugar acusados de planear, pensar, intentar, soñar, imaginar, conocer,
presenciar, colaborar, etc, etc, la apropiación de algún inmueble. La profusa
narrativa oficial ofreció un espectáculo con fenómenos fantásticos como la
telepatía, la teletransportación o la adivinación que posibilitaron
que los acusados, aunque no se conocieran entre sí, integraran peligrosas
bandas dispuestas a estafar.
También sortearon las leyes de la física, la
matemática, la lógica y el sentido común para explicar cómo fue que 15 personas
ingresaron a una oficina pública sin ser vistas, se comunicaron entre ellos sin
verse ni llamarse o cometieron acciones a kilómetros de distancia.
Al igual que en las fiestas recientes las
leyes y normativas vigentes fueron ignoradas y los acusados terminaron
encarcelados en prisión preventiva sin pasar por ningún juicio, fueron juzgados
años después por una comisión especial designada por superiores y no por
sorteo y condenados por íntima convicción y no por pruebas en muchos casos. La
diferencia, nada menor es que en la causa, quienes incumplen las leyes
son los mismos que deben administrarlas.
Acerca
de una reciente versión
NUESTRO
HIMNO NACIONAL ES FACTOR
DE
UNION Y NO PARA DESENCUENTROS
Tengo a la vista uno de los doce tomos que componen el “Gran Omeba”,
diccionario enciclopédico ilustrado, edición argentina del año 1967 o sea de 53
años atrás, que casi desde su aparición fue mi mejor elemento de consulta que
adopté como tal por considerarme un ardiente defensor de la pureza de nuestro
rico y maltratado idioma, que sigue padeciendo estoicamente y pese a su
avanzada edad, los embates de ciertos audaces innovadores que con deplorables
resultados tratan de modificarlo acudiendo a torpes subterfugios y a graciosas
como patéticas prácticas del variado repertorio de la estupidez disfrazada de
erudición.
Al
requerir a la consulta del vocablo “sagrado, da” se lo califica como
adjetivo en cuatro casos y en un restante como figura y considero ahora
oportuno hacer un paréntesis para retomar el párrafo más adelante.
Pocas horas atrás y con estrépito mediático involuntariamente oportuno
ante nuestra pandémica realidad -es mejor calificarlo así- invadió canales de
TV, frecuencias radiales y páginas gráficas la versión en ritmo cuartetero de uno de nuestros más
idolatrados y respetados símbolos patrios que es el Himno Nacional, cantado -de
alguna manera es preciso tipificarlo- por un artista popular del género que al decir
de muchos es parte de la cultura cordobesa y no están del todo errados aunque
no les guste pero lo bailen en las fiestas.
La
memoria reciente nos viene ofreciendo otros estilos musicales de la misma pieza
patriótica que allá por los inicios de la segunda década del siglo XIX naciera
de la creatividad de Alejandro Vicente López y Planes, a la que en 1813 le
pusiera música el español Blas Parera, radicado en nuestro país y se estrenara pese
a no existir fehacientes constancias de ello en la voz de Mariquita Sánchez de
Thompson y su pianoforte. La letra original contenía conceptos antimonárquicos
y antiespañoles pero en la intención que sirviera para un acercamiento con
diplomáticos ibéricos, se abreviaron las estrofas e introdujeron cambios que
eliminaban ciertos conceptos peyorativos sobre otras naciones y fue necesario
aguardar hasta 1847 en que finalmente se lo llamó Himno Nacional Argentino.
Prácticamente
incólume desde entonces, nuestro Himno aguantó el cimbronazo de la versión que
se le ocurriera a Charly García y que difundiera ante una multitud el 9 de
julio de 1991 si es que son exactos los archivos y la memoria.
Pueden decir lo que quieran de aquella aventura, calificarla de la
manera que cada quien considere acertada, mostrar repulsión por lo que muchos
la trataron como una ofensa y un menoscabo, pero nadie puede negar que nuestra
canción identificada con la Patria Argentina dejó de ser un balbucear en los
actos escolares, donde lentamente las raíces de la argentinidad volvieron
tímidamente a germinar. Y cuando nuestros representantes nacionales en justas
deportivas cumplían con un rito viejísimo de rendirle honores cantándolo,
mascaban chicles, hacían “playback”, se arreglaban los rulos, escupían al piso
o buscaban las cámaras que podían incorporarlos a las tapas de las revistas o a
las páginas de los diarios.
Reconozcamos el estilo de los “Pumas” del
rugby que les enseñaron a los cultores de otras disciplinas, que al himno
aunque no se lo cante, por lo menos hay que gritarlo desde
el corazón; desde
los rincones más recónditos del alma y del sentir, sin timidez por desafinar y
sin el rubor del llanto emocionado.
Más
recientemente fueron muchos los artistas y luminarias que lo cantaron dejando
versiones decorosas como las de Patricia Sosa o de Jairo, Fabiana Cantilo, Fito
Páez, Mecha Sosa, Ciro Martínez, Soledad y otras sin olvidar las que se
hicieron con lenguaje de señas para hipoacúsicos y más recientemente, hasta con
la voz y la expresión del payaso Piñón Fijo.
¿Qué
nos puede extrañar entonces que un cuartetero cercano a su retiro, abrumado por
el obligado encierro y condenado al silencio frente a las grandes multitudes
haga su versión del Himno Nacional?
Y es
momento de volver al diccionario y su explicación sobre el vocablo sagrado.
Dice como figura “Que, por el uso a que está destinado, merece veneración y
respeto”, pero más se acerca al escenario de la novedad que recientemente nos
invadiera, una de las acepciones de esa palabra, la repitamos, sagrado:
“Entre los antiguos, lo que era muy difícil de conseguir por medios humanos” y
eso está escrito y decretado mucho antes que naciera “La Mona” Carlitos Jimenez,
vecino en barrio Luz y Fuerza junto a Bajo Palermo.
Porque si se trata de recuperar cuando aún
no es demasiado tarde la decadente cultura del respeto por los símbolos, que la
modernidad ni los sectarismos sean obstáculo para que cualquier versión de
nuestra Canción Patria sea no tan solo entonada sino sentida y pase a ser
aceptada por la sociedad argentina sin distingos, marginaciones,
discriminaciones ni estigmatizaciones de ninguna clase.
La cante quien la cante o cómo la cante,
mientras sea con un sagrado respeto por su espíritu.
Un lamentable enigma cordobés
¿ES QUE NADIE TIENE
LA FÓRMULA PARA
QUE EL TRANSPORTE URBANO SEA BUENO?
Han sido tan dolorosamente lamentables las prestaciones
del servicio urbano de pasajeros en esta ciudad mediterránea, que tendríamos
que escudriñar en varias generaciones atrás para saber si alguna vez fue, al
menos, medianamente decoroso.
Desde los tiempos del viejo y archivado
tranvía, en que comenzaran a circular aquellos ómnibus que recordamos
destartalados, o los coches verdes que les llamábamos “loros” por su color o todas
las otras incontables experiencias que encararon todos los intendentes buscando
dignificar la prestación, al menos en lo personal no recuerdo haber gozado un
servicio que mereciera ser calificado como digno de la gente, con tarifas que
nunca fueron baratas.
Y luego vinieron las concesiones, los acuerdos,
los problemas de todo orden desde la diagramación de recorridos, la aplicación
de frecuencias hasta las discusiones por el precio del boleto, que
contribuyeron a la permanente desorientación y descontento del usuario.
Se inventaron varios sistemas de
prestaciones con alternativas importadas desde otros
países no tan solo
cercanos sino de la vieja Europa, pero
ninguno pudo adecuarse a nuestras necesidades y menos aún a la
pretensión del pasajero cordobés que casi exige que el bondi pare en la puerta
de su casa y lo lleve hasta la puerta de su destino.
Todos fracasaron en cuanto a lo
prestacional, pero no fueron pocos los empresarios que la juntaron a mansalva,
llenaron sus bolsillos y se mandaron a mudar dejándonos el kilombo de un
servicio cada día más decadente, con el agravante de su costo tanto para el
poder concedente que es el Estado, como para quienes teníamos la desgracia de
depender de ellos para movilizarnos.
Ahora con el despelote actual que es una
mezcla de coacción empresaria por un precio más elevado del boleto, en
concubinato con una dirigencia gremial
insaciable que aprovecha la facilidad de contar con miles de rehenes
para que les sean concedidas sus demandas, el panorama es tan incierto como
siempre: días y días de paro que se suman a otros problemas pero la cuestión es
que caminar puede llegar a ser el problema que deban afrontar los empresarios
de la FETAP, cuando los cordobeses se convenzan de lo saludable que es caminar.
Dicen que la solución está cercana, que las
negociaciones están avanzadas, que las posibilidades son buenas al menos en lo
que aventuran medio tímidamente desde la Municipalidad.
Quedaría por superar eso que aunque pueda
ser tomado como rumor de conventillo, en estos momentos nada debe ser
despreciado: la conveniencia del poder, al saber que por la falta de transporte
público, es mucho menor el riesgo que la gente se amontone en las calles para
protestar por todo lo que les están negando como ciudadanos.
Nada debe ser descartado, en estos tiempos
de encierros y pandemia.
Lo instaló el Sr. Presidente
EL TEMA DE LOS ODIADORES ES COMO
PARA UN CONGRESO DE PSIQUIATRAS
¡Tantas cosas se han escrito sobre el odio!
Desde tratados que auscultan en la mente humana, estudios a los irracionales,
calificación de actitudes que lo manifiestan y un sinfín de elucubraciones
científicas y otras improvisadas que no hacen otra cosa que confundir al menos
precavido.
Entre lo que recuerdo, solía decir Daudet
que el odio es la cólera de los débiles, Lord Chesterfield, el fumador
compulsivo, sostenía que la gente odia a quienes hacen sentir su propia
inferioridad y Victor Hugo quien lejos estaba de ser analfabeto era partidario
de sostener que cuando más pequeño es el corazón, más odio alberga.
Un pensador de apellido Manzoni -y una vez
lo anoté para no olvidarlo- fue terminante al declamar que ciertamente se
hallarán pocas cosas que contribuyan a corromper a un pueblo tanto como la
costumbre de odiar.
Pero como en los momentos actuales que la
desgracia mundial debiera propender y contribuir enormemente a la
reconciliación de la raza humana consigo misma, es que surgen diferencias y
broncas inimaginables casi en tiempos de normalidad y se considera tan
importante su evaluación, que el propio presidente de la Nación, Dr. Alberto
Fernández, hizo un llamado para terminar con los que calificó como odiadores
seriales, según tengo entendido porque la realidad, es que los descalificó.
Pero se me hace que cometió la travesura de
la parcialidad porque no fue amplio conceptualmente y entre otros detalles
marginó hechos que en su momento adquirieron notoriedad por lo fuertes y debo
confesar ahora que involuntariamente apelé a la memoria de una persona que
seguramente ni se enterará que lo estoy -en el buen sentido- utilizando
como archivo, a la que definiré como el señor Braulio “C”, con la letra c de camión, de casamiento o de covacha por dar ejemplos.
como archivo, a la que definiré como el señor Braulio “C”, con la letra c de camión, de casamiento o de covacha por dar ejemplos.
Y esta buena y memoriosa persona hace
alusiones que pasado el tiempo se transformarán en históricas: doña Hebe
incitando a quemar campos de soja y otras cosechas antes que los gringos las
levanten, D’Elía pidiendo que cuelguen a Macri de espaldas al pueblo en la
Plaza de Mayo, el camionero sindicalista preferido de la doña que prefiere para
el “gato” algo más benévolo como fusilarlo en la plazoleta frente a la Casa
Rosada, a la funcionaria de la Ansess que pide ver a los manifestantes pasar en
camiones frigoríficos en camino directo a la morgue, a los cultores del
Instituto Patria ¡menos mal! que escracahan a periodistas opositores al modelo
nacional & popular, a la abogada Peñafort que adelantó que si la Corte no
acepta lo que piden, lo van a conseguir con sangre…
El “Cuervo” Larroque pidió que Macri se
calle, como si él no hubiera sido agitador de masas. Y les comento que el
legislador rionegrino Juan Martín, del PRO, detectó y denunció amenazas y
presiones contra el colega periodista Baby Echecopar y se comenta por aquellos
pagos que ya se hizo cargo del caso la Justicia lugareña.
Ya me parece demasiado seguir aportando
detalles, porque la verdad sea dicha, odiadores habrá siempre y no es cuestión
de andar catalogándolos porque sería como alentar sus malsanas intenciones.
Si les parece, el domingo próximo puedo
abrir un registro de los odiadores de la otra vereda, para que nadie diga que
soy propenso a divulgar los odios parcializados.
Es una simple cuestión de necesario e impostergable
equilibrio, al menos con los odios…
Porque los amores, si son amores, se
equilibran solos, por lo general horizontalmente…
Córdoba no se resigna sólo al maquillaje
LA CIUDAD MUESTRA DEMASIADOS DESCUIDOS
COMO PARA APLICAR TAN
ALTOS IMPUESTOS
La verdad, no es bueno ponerse en la tarea
mecánica de enlistar todas las carencias urbanas de esta Córdoba siempre
sorprendente, lo que sin dudas más debe azorar a quien la administra, por el
hecho de ser un capitalino como de paso, pero sin haberla vivido a nuestra
Córdoba como los que tenemos nuestras raíces y afectos en ella.
Pero la verdad, culpa del virus, del
encierro, del estado de huelga casi permanente que distingue a los municipales,
de la dejadez, de la mala conducta de los vecinos desaprensivos y de otros
factores negativos, la ciudad en muchos aspectos ofrece una imagen deplorable y
lo que en verdad indigna y apena, es que los vecinos siguen sometidos a una
presión tributaria que no se condice con los servicios deplorables que recibe,
en el mejor de los casos cuando ciertamente se los brindan, lo que ha pasado a
ser más una excepción que una obligación municipal.
Dicen que reemplazan luminarias pero la
mayoría de los barrios sigue sumida en las tinieblas en tiempos más peligrosos
que los habituales. Es cierto que una de las culpas es del vandalismo nacido de
la falta de patrullajes y la ausencia policial, que los enemigos de la ley
aprovechan para perpetrar sus fechorías en la seguridad que cuentan con la
ayuda de las sombras que consagran su impunidad.
El descontrol en el tránsito es
irremediable; la mugre suele invadirnos cuando se encapricha el gremio de los
recolectores; el transporte si se lo califica como porquería sería un acto de
generosidad y el respeto por el vecino ha pasado al terreno de las utopías.
Mire, la verdad, no quiero atosigarlo con
pálidas, pero voy a ejemplificar el desorden con un simple y cercano ejemplo:
meses atrás, en la Córdoba AB que
significa antes del bicho, el vecinalmente histórico Parque Autóctono al pie
del nada elevado Cerro de las Rosas, era escenario de festicholas nocturnas que
generaban un sinnúmero de problemas a los vecinos por los ruidos, la mugre que
dejaban y el daño emergente a las instalaciones que pagamos todos.
Se dieron uno o dos procedimientos, creo que
policiales, que aplacaron esa costumbre de la joda, la pandemia hizo que el
parque se cerrara, pero apenas aflojó el coronavirus y las autoridades dieron
una semi piedra libre, los cultores de la joda en aquel lugar volvieron, rompieron
el candado con el que se aseguraba la puerta principal de acceso y este jueves
pasado a la noche, regresaron la música estridente, el consumo de bebidas y la
mugre que dejan al retirarse de madrugada.
Relevemos entonces a los municipales porque
siguen de paro.
Pero ¿a dónde carajo fue a parar esa policía
que nos dijeron se la pasaba patrullando la ciudad para evitar que la gente
abusara de la calle?
La verdad, si se hubieran avivado las
autoridades, mandaban dos o tres empleados con un talonario de multas y
recaudaban como para pagarles la dieta y el ansiado medio aguinaldo a los
legisladores y concejales, muchos de los cuales gozan de vacaciones desde hace
más de tres meses.
Hubiera sido un acto de impostergable
justicia, al menos para los vecinos, digo…
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