Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 2/5/21 emitido por la AM580 Radio Universidad, dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba.
Mientras no haya
escarmiento…
LA CORRUPCIÓN RESIDUAL DE VACUNATORIOS PARA
ELEGIDOS REPLICÓ EN EL AEROPUERTO DE EZEIZA
En nuestro íntimo interior
argentino no tan solo nacional & popular sino seguidores de cualquier
corriente de pensamiento, albergamos esa curiosa certeza de ser pícaros,
ventajeros y más vivos que cualquier otro, con el agregado que esas actitudes
cuando trascienden en hechos concretos, despiertan simpatía en algunos y
repulsa en muchos otros.
Eso de adelantarse haciéndose el bobina en la cola para la caja del súper, en la de esperar el ómnibus o para la ventanilla del banco o del cajero automático, más se acercan a chiquilinadas que a vocación por sacar partido de las distracciones ajenas.
Aquella hijaputesca picardía de beneficiar con primicia vacunatoria a notorios personajes de la política, el mundillo legislativo, del deporte, el empresariado y otros especímenes acostumbrados a los privilegios y más si son gratuitos, ha venido consolidando nuestra fama de aprovechadores y en tal sentido como tales nos tienen por ejemplo los hermanos chilenos que nos vendieron atados a los ingleses, los uruguayos que viven del turismo argentino, los paraguayos del campo rentado de la política sucia que cruzan el rio para votar en nuestras urnas y otros terráqueos de distintas latitudes que no caen en cuenta que, a su modo, también son ventajeros.
La trascendencia mundial que tuvieron las maniobras urdidas desde la anterior gestión de GGG, nos ubicó en la consideración mundial con acciones de seriedad en baja en la bolsa universal de la confianza, tras lo cual se conocieron otras vacunaciones preferenciales a capitostes del sindicalismo -esos que pregonan la igualdad entre todos- incluyendo a sus familiares que no les movieron las agujas de la autocrítica para asumir algo que desde la mismísima presidencia de la Nación se proclamó que ni siquiera se trataba de un delito.
No se tuvo en cuenta, por eso de algunos que sienten un especial desprecio por la vida y el sufrimiento ajeno, que una de esas vacunas reemplazaba a la de algún prójimo vulnerable que ahora mira crecer el pasto desde abajo.
El naufragio del sentido solidario de algunos egoístas no forma parte de las excepciones que pueden ser íntimamente sentidas, dejando prevalecer aquella inclinación hacia la trampa, hacia el atajo, todo direccionado en función de apetencias personales que no toman en cuenta el daño que a cabal conciencia lastima a sus semejantes.
No habían pasado los efectos de aquel papelón internacional de los vacunatorios VIP instrumentados desde algunos personajes estrechamente vinculados con el poder, cuando sucedieron otros hechos repudiables tomando el del médico trucho que dependía del Estado y nadie se hizo cargo de haber instrumentado ni tolerado esa patraña, hasta que el caso se diluyó en un absurdo taponamiento del hecho porque quien apadrinó al peligroso impostor no debe figurar, seguramente, en los niveles medios de la conducción provincial sino algún escalón más encumbrado.
Y llegamos a Ezeiza, donde se montó una especie de industria de la estafa a la vida propia, sin dudas nacida de la maldita creatividad de quienes, vale repetirlo, sienten un insano desprecio por la salud ajena.
Dos minitributistas inscriptos en el nivel de los kioskos de barrio, se llenaron de dinero mintiendo hisopados a los inocentes e incautos que creyeron estar protegidos por un Estado ausente a la hora de los controles y de las verificaciones.
Luego del daño aplicado se conoció la verdad y la situación pasó al ámbito de la Justicia.
Roguemos que ese caso, doloroso y criminal, no se diluya como aquello del médico que sin ser descubierto en sus bisoños 19 años, dictó clases, certificó defunciones, indicó medicamentos y provocó, lo que hasta ahora se sabe, al menos una muerte evitable.
Es hora que el poder, en materia de prevención y más en tiempos de pandemia, actúe con algo de seriedad.
No es mucho lo que se pide, aunque resulte políticamente costoso hacerlo realidad.
Franklin fue certero en su comentario: “Si los pícaros fuesen capaces de conocer las ventajas que hay en ser hombres de bien, serían hombres de bien por picardía”…
47 años atrás en la
memoria y la historia
CUANDO PERÓN LOS ECHÓ DE PLAZA DE MAYO JAMÁS
HABRÍA IMAGINADO QUE REGRESARÍAN CON PODER
Bullía la Plaza de Mayo, las
expectativas eran enormes aquel Día del Trabajador en que Juan Domingo Perón,
47 años atrás, pronunciaría su discurso de circunstancias, en momentos
difíciles para el país.
Las columnas de partidarios llegaban al gigantesco escenario enfrente de la Casa Rosada portando sus banderas, estandartes, cartelones y entonando las clásicas consignas del histórico folklore peronista, aguardando que salieran triunfalmente al amplio balcón los principales actores de esa fiesta multitudinaria, sonora y entusiasta hasta los límites del delirio.
La aparición del líder levantó una de las ovaciones de mayores decibeles que recuerden los memoriosos, y fueron repitiéndose los vítores hacia Isabelita, tercera esposa de Perón, su secretario José López Rega y los otros integrantes de la plana mayor gobernante.
Pero en la plaza no todo era paz: las derechas y las izquierdas peronistas -ideológicamente distantes, por supuesto- se enfrentaron por obtener la mejor ubicación y desde la columna de montoneros que portaban un cartel de grandes dimensiones, partieron algunos estribillos que molestaron a Perón.
Pocos minutos después las cosas se fueron agravando hasta que desde la misma columna de izquierda surgieron algunos agravios que despertaron no la ira, sino la palabra dura, pensada y expresada con vehemencia oratoria por alguien que de luchas internas conocía más que todos los asistentes a la plaza.
Fue cuando se escucharon no más de dos minutos, cuando Perón hablaba de esos muchachos que vociferaban, y fue cuando dijo…
(La grabación de ese tramo del encendido discurso de Perón puede ser consultada en el sitio de los audios, ubicado en la columna de la derecha, parte superior, de este blog)
A medida que crecía el fervor de Perón, los montoneros se iban retirando con toda su parafernalia militante, aunque no para siempre.
Los tiempos modernos y la ausencia de Perón contribuyeron a que los viéramos en una especie de tardía resurrexión, incluyendo a la “Pato” Bullrich por si alguien no lo sabe, queriendo jugar a que son respetuosos del pueblo y de la democracia.
Y así seguimos transcurriendo una historia que no nos contaron, sino que fuimos y seguimos siendo protagonistas.
Los tocadores de oído, debieran ser respetuosos y llamarse a silencio…
Porque cuando Perón los echó de la Plaza de Mayo, jamás hubiera imaginado que regresarían con poder.
Vienen, no vienen o
ya vinieron?
LAS SEGUNDAS DOSIS TIENEN DESARROLLADO
SU SENTIDO DEL AMAGUE Y DEL ESCONDITE
Es tan incierto el panorama y
tan dispersa la comunicación entre el poder y la ciudadanía con relación a los
detalles del sistema vacunatorio implementado y su logística pendular, que la
desorientación domina especialmente a todos aquellos comprendidos en segmentos
etarios alternativamente postergados, vueltos a convocar, informados que la
espera es beneficiosa y los otros, a quienes no les llega ni siquiera la
palabra del consuelo o la resignación que no sirven para nada pero a veces son
palabras de aliento.
Lo que sí con inexplicable frecuencia inunda pantallas de TV, frecuencias de radio y expresiones del periodismo gráfico son las idas y regresos de los aviones de nuestra línea de bandera y otros de empresas extranjeras que salen a Rusia, a China, a otros destinos y regresan, pero se dice que traen y traen, que nos envían lo que estaban debiendo, pero poco se dice dónde ni en qué condiciones se almacenan, qué destino tienen y a quiénes se beneficiará con el pinchazo salvador.
La primera dosis, se sostenía con el rigor científico inicial se aplicaba y la segunda, entre los 21 y los 28 días posteriores o la inmunización fracasaba.
Cuando sobrevinieron las demoras inexplicables, surgió una excusa frente a la tardanza, con mayor base política que científica, sosteniendo que mientras más tiempo transcurriera entre las dosis, se trataba de una alternativa que aumentaba los efectos de la inmunización.
Realmente frente a la disyuntiva de a quién creerle, en la gente prevaleció la atención puesta en los resultados reales, que eran las convocatorias a vacunarse con la segunda dosis a los que inicialmente habían sido postergados.
Pero estamos como hace muchos días, más desorientados que Adán en el Día de la Madre y demasiado próximos a la desesperación y la sospecha de haber sido engañados en la reiterada y repugnante práctica de esa costumbre que dentro del poder gana día a día mayor cantidad de adeptos: la demagogia.
Se impone entonces, aunque la iniciativa seguramente no encontrará eco en los niveles oficiales porque ellos han estructurado las cosas de manera distinta, que así como con bombos y platillos se viene anunciando y mostrando la salida y el regreso de cada avión desde cualquier punto de la geografía terrestre, se instrumente un micro de sólo 10 minutos diarios por cadena nacional de radio y TV, que así servirían para algo con ese estilo que tanto éxito tuviera en inolvidables 12 años de nuestra historia reciente, para dar a conocer finamente el esquema vacunatorio a implementarse en todo el país, provincia por provincia incluyendo a esos otros países que son cada cual por su cuenta Buenos Aires y la Capital Federal.
Así, de paso, llegaríamos a volver a creer en el federalismo…
Nadie se hace cargo del fracaso
¿QUÉ SENTIDO TIENE HABLAR DE LA INSEGURIDAD
SI SOLO CON LAS ESTADÍSTICAS GANA EL HAMPA?
Es para imaginar con amplio
sentido de equidad y justicia, que no debe ser tarea simple ni estimada en
cuanto a tiempos, eso de manejar la seguridad de una ciudad tan multifacética
como lo es Córdoba, a lo que hay que sumarle la provincia que padece el mismo
flagelo aparentemente sin solución, al menos para las últimas autoridades que
tuviéramos en las dos pasadas décadas o algo más.
En realidad lo que deben acostumbrarse a manejar las autoridades del área no es la seguridad, porque es difícil y más diría imposible, ocuparse de algo que no existe, razón por la cual lo correcto sería que el ministerio respectivo sea rebautizado como “de inseguridad”, porque como verdad dolorosa, es lo que hay.
Cambian hombres, compran armas, establecen directivas tan vetustas como inútiles, actúan de forma tan previsible que el hampa siempre les lleva ventajas, incorporan personal ahora con un poquito más de exigencias, porque anteriormente era una bolsa de trabajo para aplicar pago de militancia y otras dilaciones con lo que consiguen que la delincuencia, siempre activa, les siga ganando de mano.
Esto ocurre y seguirá ocurriendo mientras no terminen de concretarse dos factores fundamentales: la instauración de una política integral de seguridad basada en la prevención real y en la profesionalización humana y mayor esmero en eso de cuidar los ingresos, porque debo repetirlo por enésima vez, si la Policía no sabe, no quiere o no puede limpiar íntegramente la mugre interna, nada podrá hacer para limpiar la mugre de afuera.
Días pasados con no poco asombro escuché declaraciones del actual ministro del área, Alfonso Mosquera, quien vaya novedad reconoció que la delincuencia es un flagelo, dijo que lo que más le inquietaban eran los asesinatos y confesó que están viviendo este momento “con profunda preocupación” y dijo que los últimos asesinatos son el tema que más inquieta a las autoridades provinciales.
“Comprendemos los reclamos, la indignación y el hartazgo de los vecinos”, aseguró y agregó: “Entendemos la realidad”. En ese sentido, Mosquera aseguró que, gracias a que Córdoba está en Fase 4, todos los recursos policiales están dispuestos para la prevención del delito y no sólo para los controles por la pandemia, pero con ver pasar el tránsito por los puentes no hacemos nada.
El Dr. Mosquera analizó el panorama nacional y lamentó que “la actividad delictiva y la violencia social se esparcieron por todo el país”. Y advirtió que “la pandemia puede dejar graves huellas a nivel social” que incidan en el nivel de delincuencia.
Personalmente, no había llegado al límite de mi asombro profesional, hasta que frente a cámaras de TV el ministro aseguró que “en Córdoba no hay sectores tomados por los narcos”, a la vez que reclamó estar “muy atentos para que no ocurra lo que pasa en otras ciudades del territorio nacional”.
Ministro: respetuosamente le pido no haga comparaciones porque a la gente no le interesan: vivimos en Córdoba y el resto del mundo es otra cosa.
Hasta aquí puedo llegar porque a veces me enternecen los contenidos de inocencia o de candidez y por eso de no ingresar a la categoría de “buchón” o de “batidor”, es para sugerir que con un simple encuentro que el integrante del gabinete provincial mantuviera con el equipo de inteligencia policial, tendría -si se lo quieren suministrar- un detalle de donde se recibe la droga, se estira, se fracciona y en un mapa los puntos de distribución, de venta mayorista y al menudeo y cada precio....
Todo radica en la voluntad de hacerlo en beneficio de la gente, aunque a veces la prudencia y el instinto de conservación le aconsejen mirar hacia otro lado.
Porque la vida, dentro de todo, es demasiado bella…
Megacausa del Registro de la Propiedad
ESTÁ EN ESCENA ALGO PARECIDO
A UN FESTIVAL DE LAS SOSPECHAS
La expresión “bajo sospecha”
significa poner en tela de juicio algún hecho o alguna afirmación. En la causa
del Registro de la Propiedad de Córdoba, en la que se juzgaron supuestas
maniobras fraudulentas millonarias que desbarataron la seguridad jurídica de la
provincia, no deja de caer “bajo sospecha” el hecho de que no haya ningún alto
funcionario ni miembro del poder político responsabilizado, pese a haber sido
denunciados, y que el asunto pretenda darse por solucionado culpando,
encarcelando y condenando a empleados, trabajadores y personas comunes sin
fortuna.
Bajo sospecha resultan también la sistemática prisión preventiva dictada a casi todos los imputados, contrariando las normativas nacionales e internacionales vigentes, la comisión especial y única designada para juzgar todos los casos, las amnesias de los investigadores judiciales que olvidan en los juicios lo que declararon frente al Fiscal, los testigos anónimos, a quienes nadie puede ver, escuchar, ni confrontar; los compradores de buena fe, que lejos de ser defendidos por la justicia, son sindicados como cómplices de la situación y los condenados por íntima convicción. Y podemos seguir con los extorsionados a declararse culpables a cambio de libertad, en contraposición a los disculpados emparentados con el Poder, en cualquiera de sus dimensiones.
El diccionario define así a “sospecha” creencias, conjeturas o dudas que se generan a partir de ciertos indicios o indefiniciones. En esta causa más que indicios, hay hechos concretos de avasallamiento de garantías, convalidados por instancias superiores autorizadas en la materia, razón por la cual, poner en “tela de juicio” los verdaderos motivos que existen ocultos, no es más que estricto ejercicio de inteligencia promedio y elemental sentido común.
Día del Trabajador y pandemia de por medio
LOS VERDADEROS MÁRTIRES MERECEN EL
HOMENAJE DE ESTE DÍA POR SU SACRIFICIO
Ayer fue celebrado el día
nuestro, de los que por convicción y alta responsabilidad hemos abrazado desde
décadas atrás la cultura del trabajo, que no deja de ser una innegociable
actitud frente a la vida que nos enaltece ante la sociedad.
Y no es tanto para festejar, sino para evocar en el respeto a los mártires de Chicago y su sacrificio de entregar sus vidas en la lucha por reivindicaciones que por aquellos años eran una de las tantas utopías para el reinado del capitalismo. No hay para qué extendernos en discursos, sino más bien en una especie de enunciación de principios, que hacen a la dignidad de trabajar.
Como siempre y en casi todo el mundo, la celebración del día del trabajo, o del trabajador, es motivo para reuniones multitudinarias como los casos de La Habana, Moscú y la inestable Caracas por ejemplo, o con la parcial inactividad y la sagrada expresión del locro, entre nosotros. Aquí el clima en los años más recientes ha sido adverso para los seguidores del criollo potaje, porque la temperatura más cercana al calor que al fresco, acentúa los efectos de una ingesta descontrolada.
Esos efectos se advierten recién por la noche o entrada la madrugada, cuando es común en los casos de los matrimonios, que se produzcan ruidosos y momentáneos divorcios o despavoridos abandonos del lecho, lo que seguramente se potencia con el obligado encierro “interpandémico” que ya superó los 14 meses.
Quiero de paso ofrecer un humilde reconocimiento a todos los dirigentes sindicales que ofrendaron buena parte de sus vidas y en muchos casos la vida misma, en la diaria fragua de la lucha gremial, sin claudicaciones ni privilegios. A los que siguieron siendo ejemplo de fervor laboral en su trabajo cotidiano y no vivieron prendidos a la licencia sindical, en cuyo nombre se cometen tantos abusos.
Y un abrazo enorme, de corazón, para todos los trabajadores afectados a tareas que tienen que ver con la pandemia. Eso sí que es trabajar sacrificada y solidariamente.
Me impongo eximir de este reconocimiento, por estrictas cuestiones de justicia, a los que se sirven de su condición de dirigentes en provecho propio, de sus familiares, de los amigos y de las amigas, porque no merecen figurar en el cuadro de honor de los honestos sino en la revista “Forbes” que califica a los financieramente poderosos.
Quiero, en definitiva, valorar el esfuerzo de tantos hombres y mujeres que se dignifican laburando, sacrificando su descanso, buscando siempre algo más para hacer; para sentirse útiles, para saberse capaces, que es la manera más maravillosa de sentirnos libres.
El actual marco referencial no es el mejor, con el preocupante número de desocupados reflejado en las estadísticas, el deterioro del salario en su poder de compra, los aumentos en mercaderías y servicios y una inflación agazapada que nos castiga sin misericordia.
Por otra parte las becas a la vagancia (algunos les llamaban y les llaman planes o subsidios) no hicieron otra cosa que robar la poca dignidad que les quedaba a muchos argentinos, que prefirieron y aún optan por eso: la dádiva en lugar de transpirar, precisamente para dignificar y adecentar lo que cobraban y miles cobran como ñoquis.
Debemos reconocer también la culpa de muchas empresas, que cuentan con dos curiosos mecanismos destinados a la reducción de sus planteles: las tecnologías aplicadas a mansalva, la utilización de jóvenes necesitados que son “empleados” porque el gobierno paga una parte del sueldo lo que sirve para “desprenderse” de trabajadores que les resultan “más caros” y la injuria del pago en negro, no para beneficiar al trabajador, sino como otra manera de evadir tributos e impuestos.
Seguramente con la madurez democrática que pese a todo aún no hemos fortalecido como para aplicarla en plenitud, llegará el momento en que la sinceridad se coloque por encima de la especulación.
Y se haga carne en los argentinos aquello que sostenía Ghandi: “Dios ha creado al hombre para que gane su sustento trabajando, y ha dicho que aquel que come sin trabajar, es un ladrón”.
La grieta no es una
sóla…
No tan sólo el país, nuestro
país sino el mundo entero, atraviesa por momentos cruciales en los que las
alternativas aunque parezca escalofriante simplemente pensarlo, son la
supervivencia o la eliminación masiva hasta volver a los lejanos inicios de la
edad de piedra.
No se trata de agorerías ni de exageraciones, pero la realidad nos viene mostrando su rostro más tétrico y hablar de cataclismo cada vez se acerca más a lo que vemos acercarse, sin ser fatalistas y sólo con mirar en nuestro alrededor basta para ser parte de lo cotidiano, aunque nos empeñemos en un optimismo más humano por naturaleza que real por circunstancias.
Es cuando esa realidad acuciante nos lleva a pensar en la necesidad imperiosa e incondicional de abrazarnos sin distinciones ni diferencias políticas ni ideológicas, porque la peste cuando llega no pregunta cómo piensa o cómo siente cada uno de nosotros, los mortales.
Y es por eso que duele ser espectadores de luchas innecesarias, de una marcada desesperación por la acumulación de poder; por esas ansias de ser superiores al resto, amasijar fortunas y encanutarlas como si el dinero y el poder fueran a inmunizarlos contra la desgracia creciente de la pandemia.
El hombre primitivo luchaba por su vida y muchas veces contra enemigos muy superiores a él y no le fue del todo mal, porque pese a todo, aquí estamos sobreviviendo o mejor dicho, para algunos agoreros, sobremuriendo y con las esperanzas derrumbadas.
Si el panorama asoma así de sombrío, volvamos a nuestra tierra para preguntarnos ¿por qué se pelean por espacios de poder, si son parte del poder mismo?
¿Por qué se enfrentan en sordas luchas cuyos resultados, sean los que fueren, afectarán a más de 44 millones de seres humanos?
¿Qué tienen en lugar de cerebro? ¿Aserrín? ¿O han sido cooptados por el virus del maldito egoísmo con la misión de contagiarnos a todos, de matar al sentido solidario, de transformar en ruinas lo que pese a todo es la convivencia?
A quien se le ocurrió relevar de funciones a un dirigente político de su palo, no se le cruzó por la cabeza que esa medida caería antipática a otro integrante -o integranta, para ser mal hablado- de su misma corriente de pensamiento, como para generar un entredicho que les afloja el andamiaje interno de ellos, los que conviven bajo los mismos colores partidarios.
No hablen nunca más, encarecidamente se los pido, de insalvables e insuperables grietas externas.
Las luchas estériles, aunque para muchos tengan trascendencia fundacional, poco aportan a una grandeza nacional que venimos persiguiendo desde siempre, para que tenga sentido esa certeza de ser un país rico, ubérrimo como lo somos, pero con un permanente pecado de infantilismo político que nos hace dar un paso adelante y dos hacia atrás.
Lo pensemos nosotros, roguemos que la dirigencia coincida y empujemos todos porque de lo contrario estamos condenados al fracaso, un fracaso que no hace distingos entre quienes piensen y obren distinto, sino que a todo se lo lleva por delante y lo sepulta.
En estos tiempos de incertidumbres, tengamos la grandeza de ser generosos en el esfuerzo por contribuir a la paz interior, porque si bajo la misma bandera partidaria se trenzan en combate, nada esperemos de una historia que poco a poco, año tras año, nos viene condenando.
LA CORRUPCIÓN RESIDUAL DE VACUNATORIOS PARA
ELEGIDOS REPLICÓ EN EL AEROPUERTO DE EZEIZA
Eso de adelantarse haciéndose el bobina en la cola para la caja del súper, en la de esperar el ómnibus o para la ventanilla del banco o del cajero automático, más se acercan a chiquilinadas que a vocación por sacar partido de las distracciones ajenas.
Aquella hijaputesca picardía de beneficiar con primicia vacunatoria a notorios personajes de la política, el mundillo legislativo, del deporte, el empresariado y otros especímenes acostumbrados a los privilegios y más si son gratuitos, ha venido consolidando nuestra fama de aprovechadores y en tal sentido como tales nos tienen por ejemplo los hermanos chilenos que nos vendieron atados a los ingleses, los uruguayos que viven del turismo argentino, los paraguayos del campo rentado de la política sucia que cruzan el rio para votar en nuestras urnas y otros terráqueos de distintas latitudes que no caen en cuenta que, a su modo, también son ventajeros.
La trascendencia mundial que tuvieron las maniobras urdidas desde la anterior gestión de GGG, nos ubicó en la consideración mundial con acciones de seriedad en baja en la bolsa universal de la confianza, tras lo cual se conocieron otras vacunaciones preferenciales a capitostes del sindicalismo -esos que pregonan la igualdad entre todos- incluyendo a sus familiares que no les movieron las agujas de la autocrítica para asumir algo que desde la mismísima presidencia de la Nación se proclamó que ni siquiera se trataba de un delito.
No se tuvo en cuenta, por eso de algunos que sienten un especial desprecio por la vida y el sufrimiento ajeno, que una de esas vacunas reemplazaba a la de algún prójimo vulnerable que ahora mira crecer el pasto desde abajo.
El naufragio del sentido solidario de algunos egoístas no forma parte de las excepciones que pueden ser íntimamente sentidas, dejando prevalecer aquella inclinación hacia la trampa, hacia el atajo, todo direccionado en función de apetencias personales que no toman en cuenta el daño que a cabal conciencia lastima a sus semejantes.
No habían pasado los efectos de aquel papelón internacional de los vacunatorios VIP instrumentados desde algunos personajes estrechamente vinculados con el poder, cuando sucedieron otros hechos repudiables tomando el del médico trucho que dependía del Estado y nadie se hizo cargo de haber instrumentado ni tolerado esa patraña, hasta que el caso se diluyó en un absurdo taponamiento del hecho porque quien apadrinó al peligroso impostor no debe figurar, seguramente, en los niveles medios de la conducción provincial sino algún escalón más encumbrado.
Y llegamos a Ezeiza, donde se montó una especie de industria de la estafa a la vida propia, sin dudas nacida de la maldita creatividad de quienes, vale repetirlo, sienten un insano desprecio por la salud ajena.
Dos minitributistas inscriptos en el nivel de los kioskos de barrio, se llenaron de dinero mintiendo hisopados a los inocentes e incautos que creyeron estar protegidos por un Estado ausente a la hora de los controles y de las verificaciones.
Luego del daño aplicado se conoció la verdad y la situación pasó al ámbito de la Justicia.
Roguemos que ese caso, doloroso y criminal, no se diluya como aquello del médico que sin ser descubierto en sus bisoños 19 años, dictó clases, certificó defunciones, indicó medicamentos y provocó, lo que hasta ahora se sabe, al menos una muerte evitable.
Es hora que el poder, en materia de prevención y más en tiempos de pandemia, actúe con algo de seriedad.
No es mucho lo que se pide, aunque resulte políticamente costoso hacerlo realidad.
Franklin fue certero en su comentario: “Si los pícaros fuesen capaces de conocer las ventajas que hay en ser hombres de bien, serían hombres de bien por picardía”…
CUANDO PERÓN LOS ECHÓ DE PLAZA DE MAYO JAMÁS
HABRÍA IMAGINADO QUE REGRESARÍAN CON PODER
Las columnas de partidarios llegaban al gigantesco escenario enfrente de la Casa Rosada portando sus banderas, estandartes, cartelones y entonando las clásicas consignas del histórico folklore peronista, aguardando que salieran triunfalmente al amplio balcón los principales actores de esa fiesta multitudinaria, sonora y entusiasta hasta los límites del delirio.
La aparición del líder levantó una de las ovaciones de mayores decibeles que recuerden los memoriosos, y fueron repitiéndose los vítores hacia Isabelita, tercera esposa de Perón, su secretario José López Rega y los otros integrantes de la plana mayor gobernante.
Pero en la plaza no todo era paz: las derechas y las izquierdas peronistas -ideológicamente distantes, por supuesto- se enfrentaron por obtener la mejor ubicación y desde la columna de montoneros que portaban un cartel de grandes dimensiones, partieron algunos estribillos que molestaron a Perón.
Pocos minutos después las cosas se fueron agravando hasta que desde la misma columna de izquierda surgieron algunos agravios que despertaron no la ira, sino la palabra dura, pensada y expresada con vehemencia oratoria por alguien que de luchas internas conocía más que todos los asistentes a la plaza.
Fue cuando se escucharon no más de dos minutos, cuando Perón hablaba de esos muchachos que vociferaban, y fue cuando dijo…
(La grabación de ese tramo del encendido discurso de Perón puede ser consultada en el sitio de los audios, ubicado en la columna de la derecha, parte superior, de este blog)
A medida que crecía el fervor de Perón, los montoneros se iban retirando con toda su parafernalia militante, aunque no para siempre.
Los tiempos modernos y la ausencia de Perón contribuyeron a que los viéramos en una especie de tardía resurrexión, incluyendo a la “Pato” Bullrich por si alguien no lo sabe, queriendo jugar a que son respetuosos del pueblo y de la democracia.
Y así seguimos transcurriendo una historia que no nos contaron, sino que fuimos y seguimos siendo protagonistas.
Los tocadores de oído, debieran ser respetuosos y llamarse a silencio…
Porque cuando Perón los echó de la Plaza de Mayo, jamás hubiera imaginado que regresarían con poder.
LAS SEGUNDAS DOSIS TIENEN DESARROLLADO
SU SENTIDO DEL AMAGUE Y DEL ESCONDITE
Lo que sí con inexplicable frecuencia inunda pantallas de TV, frecuencias de radio y expresiones del periodismo gráfico son las idas y regresos de los aviones de nuestra línea de bandera y otros de empresas extranjeras que salen a Rusia, a China, a otros destinos y regresan, pero se dice que traen y traen, que nos envían lo que estaban debiendo, pero poco se dice dónde ni en qué condiciones se almacenan, qué destino tienen y a quiénes se beneficiará con el pinchazo salvador.
La primera dosis, se sostenía con el rigor científico inicial se aplicaba y la segunda, entre los 21 y los 28 días posteriores o la inmunización fracasaba.
Cuando sobrevinieron las demoras inexplicables, surgió una excusa frente a la tardanza, con mayor base política que científica, sosteniendo que mientras más tiempo transcurriera entre las dosis, se trataba de una alternativa que aumentaba los efectos de la inmunización.
Realmente frente a la disyuntiva de a quién creerle, en la gente prevaleció la atención puesta en los resultados reales, que eran las convocatorias a vacunarse con la segunda dosis a los que inicialmente habían sido postergados.
Pero estamos como hace muchos días, más desorientados que Adán en el Día de la Madre y demasiado próximos a la desesperación y la sospecha de haber sido engañados en la reiterada y repugnante práctica de esa costumbre que dentro del poder gana día a día mayor cantidad de adeptos: la demagogia.
Se impone entonces, aunque la iniciativa seguramente no encontrará eco en los niveles oficiales porque ellos han estructurado las cosas de manera distinta, que así como con bombos y platillos se viene anunciando y mostrando la salida y el regreso de cada avión desde cualquier punto de la geografía terrestre, se instrumente un micro de sólo 10 minutos diarios por cadena nacional de radio y TV, que así servirían para algo con ese estilo que tanto éxito tuviera en inolvidables 12 años de nuestra historia reciente, para dar a conocer finamente el esquema vacunatorio a implementarse en todo el país, provincia por provincia incluyendo a esos otros países que son cada cual por su cuenta Buenos Aires y la Capital Federal.
Así, de paso, llegaríamos a volver a creer en el federalismo…
¿QUÉ SENTIDO TIENE HABLAR DE LA INSEGURIDAD
SI SOLO CON LAS ESTADÍSTICAS GANA EL HAMPA?
En realidad lo que deben acostumbrarse a manejar las autoridades del área no es la seguridad, porque es difícil y más diría imposible, ocuparse de algo que no existe, razón por la cual lo correcto sería que el ministerio respectivo sea rebautizado como “de inseguridad”, porque como verdad dolorosa, es lo que hay.
Cambian hombres, compran armas, establecen directivas tan vetustas como inútiles, actúan de forma tan previsible que el hampa siempre les lleva ventajas, incorporan personal ahora con un poquito más de exigencias, porque anteriormente era una bolsa de trabajo para aplicar pago de militancia y otras dilaciones con lo que consiguen que la delincuencia, siempre activa, les siga ganando de mano.
Esto ocurre y seguirá ocurriendo mientras no terminen de concretarse dos factores fundamentales: la instauración de una política integral de seguridad basada en la prevención real y en la profesionalización humana y mayor esmero en eso de cuidar los ingresos, porque debo repetirlo por enésima vez, si la Policía no sabe, no quiere o no puede limpiar íntegramente la mugre interna, nada podrá hacer para limpiar la mugre de afuera.
Días pasados con no poco asombro escuché declaraciones del actual ministro del área, Alfonso Mosquera, quien vaya novedad reconoció que la delincuencia es un flagelo, dijo que lo que más le inquietaban eran los asesinatos y confesó que están viviendo este momento “con profunda preocupación” y dijo que los últimos asesinatos son el tema que más inquieta a las autoridades provinciales.
“Comprendemos los reclamos, la indignación y el hartazgo de los vecinos”, aseguró y agregó: “Entendemos la realidad”. En ese sentido, Mosquera aseguró que, gracias a que Córdoba está en Fase 4, todos los recursos policiales están dispuestos para la prevención del delito y no sólo para los controles por la pandemia, pero con ver pasar el tránsito por los puentes no hacemos nada.
El Dr. Mosquera analizó el panorama nacional y lamentó que “la actividad delictiva y la violencia social se esparcieron por todo el país”. Y advirtió que “la pandemia puede dejar graves huellas a nivel social” que incidan en el nivel de delincuencia.
Personalmente, no había llegado al límite de mi asombro profesional, hasta que frente a cámaras de TV el ministro aseguró que “en Córdoba no hay sectores tomados por los narcos”, a la vez que reclamó estar “muy atentos para que no ocurra lo que pasa en otras ciudades del territorio nacional”.
Ministro: respetuosamente le pido no haga comparaciones porque a la gente no le interesan: vivimos en Córdoba y el resto del mundo es otra cosa.
Hasta aquí puedo llegar porque a veces me enternecen los contenidos de inocencia o de candidez y por eso de no ingresar a la categoría de “buchón” o de “batidor”, es para sugerir que con un simple encuentro que el integrante del gabinete provincial mantuviera con el equipo de inteligencia policial, tendría -si se lo quieren suministrar- un detalle de donde se recibe la droga, se estira, se fracciona y en un mapa los puntos de distribución, de venta mayorista y al menudeo y cada precio....
Todo radica en la voluntad de hacerlo en beneficio de la gente, aunque a veces la prudencia y el instinto de conservación le aconsejen mirar hacia otro lado.
Porque la vida, dentro de todo, es demasiado bella…
ESTÁ EN ESCENA ALGO PARECIDO
A UN FESTIVAL DE LAS SOSPECHAS
Bajo sospecha resultan también la sistemática prisión preventiva dictada a casi todos los imputados, contrariando las normativas nacionales e internacionales vigentes, la comisión especial y única designada para juzgar todos los casos, las amnesias de los investigadores judiciales que olvidan en los juicios lo que declararon frente al Fiscal, los testigos anónimos, a quienes nadie puede ver, escuchar, ni confrontar; los compradores de buena fe, que lejos de ser defendidos por la justicia, son sindicados como cómplices de la situación y los condenados por íntima convicción. Y podemos seguir con los extorsionados a declararse culpables a cambio de libertad, en contraposición a los disculpados emparentados con el Poder, en cualquiera de sus dimensiones.
El diccionario define así a “sospecha” creencias, conjeturas o dudas que se generan a partir de ciertos indicios o indefiniciones. En esta causa más que indicios, hay hechos concretos de avasallamiento de garantías, convalidados por instancias superiores autorizadas en la materia, razón por la cual, poner en “tela de juicio” los verdaderos motivos que existen ocultos, no es más que estricto ejercicio de inteligencia promedio y elemental sentido común.
LOS VERDADEROS MÁRTIRES MERECEN EL
HOMENAJE DE ESTE DÍA POR SU SACRIFICIO
Y no es tanto para festejar, sino para evocar en el respeto a los mártires de Chicago y su sacrificio de entregar sus vidas en la lucha por reivindicaciones que por aquellos años eran una de las tantas utopías para el reinado del capitalismo. No hay para qué extendernos en discursos, sino más bien en una especie de enunciación de principios, que hacen a la dignidad de trabajar.
Como siempre y en casi todo el mundo, la celebración del día del trabajo, o del trabajador, es motivo para reuniones multitudinarias como los casos de La Habana, Moscú y la inestable Caracas por ejemplo, o con la parcial inactividad y la sagrada expresión del locro, entre nosotros. Aquí el clima en los años más recientes ha sido adverso para los seguidores del criollo potaje, porque la temperatura más cercana al calor que al fresco, acentúa los efectos de una ingesta descontrolada.
Esos efectos se advierten recién por la noche o entrada la madrugada, cuando es común en los casos de los matrimonios, que se produzcan ruidosos y momentáneos divorcios o despavoridos abandonos del lecho, lo que seguramente se potencia con el obligado encierro “interpandémico” que ya superó los 14 meses.
Quiero de paso ofrecer un humilde reconocimiento a todos los dirigentes sindicales que ofrendaron buena parte de sus vidas y en muchos casos la vida misma, en la diaria fragua de la lucha gremial, sin claudicaciones ni privilegios. A los que siguieron siendo ejemplo de fervor laboral en su trabajo cotidiano y no vivieron prendidos a la licencia sindical, en cuyo nombre se cometen tantos abusos.
Y un abrazo enorme, de corazón, para todos los trabajadores afectados a tareas que tienen que ver con la pandemia. Eso sí que es trabajar sacrificada y solidariamente.
Me impongo eximir de este reconocimiento, por estrictas cuestiones de justicia, a los que se sirven de su condición de dirigentes en provecho propio, de sus familiares, de los amigos y de las amigas, porque no merecen figurar en el cuadro de honor de los honestos sino en la revista “Forbes” que califica a los financieramente poderosos.
Quiero, en definitiva, valorar el esfuerzo de tantos hombres y mujeres que se dignifican laburando, sacrificando su descanso, buscando siempre algo más para hacer; para sentirse útiles, para saberse capaces, que es la manera más maravillosa de sentirnos libres.
El actual marco referencial no es el mejor, con el preocupante número de desocupados reflejado en las estadísticas, el deterioro del salario en su poder de compra, los aumentos en mercaderías y servicios y una inflación agazapada que nos castiga sin misericordia.
Por otra parte las becas a la vagancia (algunos les llamaban y les llaman planes o subsidios) no hicieron otra cosa que robar la poca dignidad que les quedaba a muchos argentinos, que prefirieron y aún optan por eso: la dádiva en lugar de transpirar, precisamente para dignificar y adecentar lo que cobraban y miles cobran como ñoquis.
Debemos reconocer también la culpa de muchas empresas, que cuentan con dos curiosos mecanismos destinados a la reducción de sus planteles: las tecnologías aplicadas a mansalva, la utilización de jóvenes necesitados que son “empleados” porque el gobierno paga una parte del sueldo lo que sirve para “desprenderse” de trabajadores que les resultan “más caros” y la injuria del pago en negro, no para beneficiar al trabajador, sino como otra manera de evadir tributos e impuestos.
Seguramente con la madurez democrática que pese a todo aún no hemos fortalecido como para aplicarla en plenitud, llegará el momento en que la sinceridad se coloque por encima de la especulación.
Y se haga carne en los argentinos aquello que sostenía Ghandi: “Dios ha creado al hombre para que gane su sustento trabajando, y ha dicho que aquel que come sin trabajar, es un ladrón”.
EL SAINETE INTERNO DEL PODER OBLIGA A PENSAR QUE LA PELEA ENTRE ELLOS ES HASTA EL NOCAUT O EL ABANDONO
No se trata de agorerías ni de exageraciones, pero la realidad nos viene mostrando su rostro más tétrico y hablar de cataclismo cada vez se acerca más a lo que vemos acercarse, sin ser fatalistas y sólo con mirar en nuestro alrededor basta para ser parte de lo cotidiano, aunque nos empeñemos en un optimismo más humano por naturaleza que real por circunstancias.
Es cuando esa realidad acuciante nos lleva a pensar en la necesidad imperiosa e incondicional de abrazarnos sin distinciones ni diferencias políticas ni ideológicas, porque la peste cuando llega no pregunta cómo piensa o cómo siente cada uno de nosotros, los mortales.
Y es por eso que duele ser espectadores de luchas innecesarias, de una marcada desesperación por la acumulación de poder; por esas ansias de ser superiores al resto, amasijar fortunas y encanutarlas como si el dinero y el poder fueran a inmunizarlos contra la desgracia creciente de la pandemia.
El hombre primitivo luchaba por su vida y muchas veces contra enemigos muy superiores a él y no le fue del todo mal, porque pese a todo, aquí estamos sobreviviendo o mejor dicho, para algunos agoreros, sobremuriendo y con las esperanzas derrumbadas.
Si el panorama asoma así de sombrío, volvamos a nuestra tierra para preguntarnos ¿por qué se pelean por espacios de poder, si son parte del poder mismo?
¿Por qué se enfrentan en sordas luchas cuyos resultados, sean los que fueren, afectarán a más de 44 millones de seres humanos?
¿Qué tienen en lugar de cerebro? ¿Aserrín? ¿O han sido cooptados por el virus del maldito egoísmo con la misión de contagiarnos a todos, de matar al sentido solidario, de transformar en ruinas lo que pese a todo es la convivencia?
A quien se le ocurrió relevar de funciones a un dirigente político de su palo, no se le cruzó por la cabeza que esa medida caería antipática a otro integrante -o integranta, para ser mal hablado- de su misma corriente de pensamiento, como para generar un entredicho que les afloja el andamiaje interno de ellos, los que conviven bajo los mismos colores partidarios.
No hablen nunca más, encarecidamente se los pido, de insalvables e insuperables grietas externas.
Las luchas estériles, aunque para muchos tengan trascendencia fundacional, poco aportan a una grandeza nacional que venimos persiguiendo desde siempre, para que tenga sentido esa certeza de ser un país rico, ubérrimo como lo somos, pero con un permanente pecado de infantilismo político que nos hace dar un paso adelante y dos hacia atrás.
Lo pensemos nosotros, roguemos que la dirigencia coincida y empujemos todos porque de lo contrario estamos condenados al fracaso, un fracaso que no hace distingos entre quienes piensen y obren distinto, sino que a todo se lo lleva por delante y lo sepulta.
En estos tiempos de incertidumbres, tengamos la grandeza de ser generosos en el esfuerzo por contribuir a la paz interior, porque si bajo la misma bandera partidaria se trenzan en combate, nada esperemos de una historia que poco a poco, año tras año, nos viene condenando.
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