UN IMPERDONABLE ERROR TÁCTICO
DEL CANDIDATO GUSTAVO SANTOS
Los políticos por lo general en
tiempos de proselitismo suelen apelar a conocidos u ocultos subterfugios con
tal de llamar la atención de su clientela, que vendría a ser el electorado -así
burda y livianamente descripto- pero desafío a quien quiera que me niegue la
calidad real de tal definición.
En nombre de esas ansias por trascender y ocupar lugares relevantes en la consideración de la gente se apela a estímulos tales como la mentira, la amnesia, las exageraciones, el autobombo y la activación de la máquina de prometer, elementos todos que integran el paquete de la demagogia definida una culada de años atrás por Eurìpides, como la peste que trastorna y destruye las ciudades con los discursos engañosos, las palabras bellas y no se trata de agradar a los oídos, sino que deben decirse cosas. Así de simple.
Es por eso que duele saber que uno de los más empecinados personajes por ascender en la consideración de los cordobeses, el aún joven Gustavo Santos que atesora varios años de ejercer la política, haya cometido un grave error táctico en la campaña de la que participa para ser ungido candidato a ocupar un cargo más relevante que todos los que tuvo, incluyendo el de ser la máxima autoridad en materia de turismo, designado años atrás por Mauricio Macri.
Cuando su obligación funcional era promover el turismo nacional interno pero con su corazoncito mediterráneo y ponía posiblemente su énfasis en su terruño más que en el resto del país, es doloroso que haya caído vaya a saber por qué falla intelectual o desenfoque político, en perjudicarnos de manera tan ruin y escandalosa: gastó lo que cuesta una carta documento dirigiéndose a ese lentísimo presidente de la Nación reclamándole la cesantía de un promocionado periodista, un tal Juan Alonso, supuestamente “estrella” de Radio Nacional, quien días pasados ofendió a Córdoba y a los cordobeses subrayando en declaraciones públicas que se trata de “una provincia de mierda, con gente también de mierda”.
Grave error: Santos en lugar de apresurarse y dejarse llevar seguramente por una momentánea y lógica calentura, debiera haber exigido que tal abyecto personaje, por su condición humana, fuera nominado al menos como Ilustre Ciudadano Honorario de la Provincia de Córdoba basando tal medida gubernamental en los propios conceptos y rótulos que declarara tan generosamente en su momento don Juan Alonso, rentado “investigador” de esa emisora que es del Estado pero que ahora por eso de las angurrientas mutaciones ideológicas se hace escuchar como que es del gobierno.
Y lo peor de esta situación, el incalculable daño que se le aplica a la economía y al sostenimiento de esta Córdoba sufrida y por momentos aislada del Puerto donde todo se trenza, se maquina y se decide, por la merma de turistas que tendremos en los templados días que se avecinan porque visitar una cloaca no es promoción para seducir a nadie.
Haga un paso atrás, don Gustavo Santos, gaste unos pesos más en otra carta documento y formalmente pídale disculpas al desbocado Alonso que cada mañana se lava su cara en el bidet y se la seca con papel higiénico. Y asegúrele su viaje y estadía gratuitos en esta Córdoba generosa y sospechada de independiente y docta, para que pueda sentirse a sus anchas, como buen sorete que ha demostrado ser.
Gonio Ferrari
DEL CANDIDATO GUSTAVO SANTOS
En nombre de esas ansias por trascender y ocupar lugares relevantes en la consideración de la gente se apela a estímulos tales como la mentira, la amnesia, las exageraciones, el autobombo y la activación de la máquina de prometer, elementos todos que integran el paquete de la demagogia definida una culada de años atrás por Eurìpides, como la peste que trastorna y destruye las ciudades con los discursos engañosos, las palabras bellas y no se trata de agradar a los oídos, sino que deben decirse cosas. Así de simple.
Es por eso que duele saber que uno de los más empecinados personajes por ascender en la consideración de los cordobeses, el aún joven Gustavo Santos que atesora varios años de ejercer la política, haya cometido un grave error táctico en la campaña de la que participa para ser ungido candidato a ocupar un cargo más relevante que todos los que tuvo, incluyendo el de ser la máxima autoridad en materia de turismo, designado años atrás por Mauricio Macri.
Cuando su obligación funcional era promover el turismo nacional interno pero con su corazoncito mediterráneo y ponía posiblemente su énfasis en su terruño más que en el resto del país, es doloroso que haya caído vaya a saber por qué falla intelectual o desenfoque político, en perjudicarnos de manera tan ruin y escandalosa: gastó lo que cuesta una carta documento dirigiéndose a ese lentísimo presidente de la Nación reclamándole la cesantía de un promocionado periodista, un tal Juan Alonso, supuestamente “estrella” de Radio Nacional, quien días pasados ofendió a Córdoba y a los cordobeses subrayando en declaraciones públicas que se trata de “una provincia de mierda, con gente también de mierda”.
Grave error: Santos en lugar de apresurarse y dejarse llevar seguramente por una momentánea y lógica calentura, debiera haber exigido que tal abyecto personaje, por su condición humana, fuera nominado al menos como Ilustre Ciudadano Honorario de la Provincia de Córdoba basando tal medida gubernamental en los propios conceptos y rótulos que declarara tan generosamente en su momento don Juan Alonso, rentado “investigador” de esa emisora que es del Estado pero que ahora por eso de las angurrientas mutaciones ideológicas se hace escuchar como que es del gobierno.
Y lo peor de esta situación, el incalculable daño que se le aplica a la economía y al sostenimiento de esta Córdoba sufrida y por momentos aislada del Puerto donde todo se trenza, se maquina y se decide, por la merma de turistas que tendremos en los templados días que se avecinan porque visitar una cloaca no es promoción para seducir a nadie.
Haga un paso atrás, don Gustavo Santos, gaste unos pesos más en otra carta documento y formalmente pídale disculpas al desbocado Alonso que cada mañana se lava su cara en el bidet y se la seca con papel higiénico. Y asegúrele su viaje y estadía gratuitos en esta Córdoba generosa y sospechada de independiente y docta, para que pueda sentirse a sus anchas, como buen sorete que ha demostrado ser.
Gonio Ferrari
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