29 de agosto de 2021

S.L.B.: LA “INTELIGENCIA POLICIAL” Y EL PUENTE 15 – EL TRANSPORTE URBANO, ETERNO PROBLEMA – CUANDO MÁS NECESITAMOS SERENIDAD HAY BROTES DE HISTERIA Y DESEQUILIBRIO – ADOCTRINAMIENTO IDEOLÓGICO DE NIÑOS Y ADOLESCENTES, UNA VIEJA PRÁCTICA – CADENA DE INTERROGANTES EN LA MEGACAUSA DEL REGISTRO – MILAGROS QUE NOS OBSEQUIA LA PROXIMIDAD DE ELECCIONES – CIERTA DIRIGENCIA SINDICAL Y SU PROPENSIÓN AL AHORRO, ETC.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición nº 688 del domingo 29/08/2021 emitida en dúplex por AM580 y la FM88.5 ambas dependientes de Radio Universidad Nacional de Córdoba.

¡Y después hablan de prevención!
ES BUENO  AVISARLE A “LA INTELIGENCIA POLICIAL” QUE
EL PUENTE 15 ES UN HISTÓRICO ESCENARIO DE ASALTOS
 
   Si existe en esta extendida ciudad de Córdoba un lugar que pueda ser considerado emblemático y habitual escenario de asaltos, arrebatos y crímenes a mano armada, ese es el Puente 15 y sus adyacencias, de triste fama, tan triste como la indiferencia que se advierte en las autoridades policiales con relación a la impunidad allí existente por carencia de prevención.
   Seguro que me saltarán a la yugular sosteniendo y poniendo las pruebas a mi alcance, que en buena parte del día suele estar allí una consigna de personal uniformado, haciendo funciones de gatos, para evitar que los ratones siquiera se acerquen, pero es una medida tan variable que es como si no existiera.
   Eso que le llaman “inteligencia policial” debiera saber y estoy seguro que no lo ignoran aunque muchos lo disimulen, que el ladrón por lo general aprovecha que no están ellos, los hombres y mujeres de azul, para delinquir a gusto y placer, muchas veces y dejando de lado lo material, con penosas consecuencias para las víctimas porque la cercanía a minoristas de sustancias prohibidas en cada rincón de la ciudad y no es exageración, potencia eso que entre los hampones se llama “tener huevos” aunque sea consecuencia del atontamiento que provocan las adicciones.
   La crónica periodística se ha cansado de reincidir en hacer notar de mil maneras la peligrosidad de ese lugar a toda hora, lo que se agrava cuando las sombras y las oscuridades juegan a favor de los cacos en las horas que la vigilancia debiera acentuarse, y ahora seguramente nadie se hará responsable ni tendrá argumentos para justificar tan grave omisión de sus propios deberes, como funcionarios públicos que son.
   El último episodio allí acaecido desnudó una vez más, por si hiciera falta, un desamparo tal, con el agravante que la población está indefensa en los barrios considerados más peligrosos, mientras en muchos puentes sobre el Suquía los uniformados siguen oficiando de zorros grises, limitándose algunas veces a controlar a motociclistas y con sus bastones luminosos hacen señas a los automovilistas que deben circular, salvo en los aislados casos en que verifican el interior de taxis y remisses.
   Si esa es la seguridad que las autoridades prometen brindarnos cada vez que suceden hechos delictivos de trascendencia, mejor sería que optaran desde el poder por un decoroso silencio, ya que la frecuente negación de la gravedad de la situación y las promesas siempre incumplidas, son una ofensa en el sentido de creer que somos una población de imbéciles que creemos cualquier tontera de las que frecuentemente nos hacen destinatarios.
   Nada cambiará en este sombrío panorama y quiero afirmarlo por enésima vez aunque se acentúe la sordera del poder, mientras se dilaten los tiempos en diseñar, legislar, aplicar y controlar, una política integral de seguridad que no sea maquillaje epidérmico o medidas laxativas como lo son ahora, cada vez que deben remover o reemplazar a algún funcionario, creyendo que con eso la población cordobesa recuperará la tranquilidad de vivir segura, sin sobresaltos ni lamentaciones.
   Mientras no tengamos una policía profesionalizada que deje de ser bolsa de trabajo para el pago de compromisos partidarios y se afinen los mecanismos de selección, instrucción y actuación del personal, caeremos en cuenta con más espanto sumado a todo lo que ahora nos atormenta, que tenemos réplicas del puente 15 en cada rincón de esta Córdoba agobiada por la delincuencia pese a los elevados tributos que nos imponen pagar. Si la prioridad son los caminos y aunque exagere, tratemos de recuperar la seguridad para que no deje de haber cordobeses que los utilicen.
 
Empeora a cada día…
¿ES  QUE  NADIE  LE  ENCUENTRA  LA  VUELTA AL
ETERNO PROBLEMA DEL TRANSPORTE URBANO?
 
   Si en la ciudad padecemos un problema tan antiguo como insólitamente alejado de todo lo que pudiera significar una solución, estoy hablando del servicio de transporte urbano de pasajeros con su trípode que es la Muni como poder concedente, la FETAP como servidora a través de las empresas prestatarias y los trabajadores de la UTA responsables de la cuestión prestaciones.
   En realidad faltaría una de las patas que vaya ironía, es la más importante por su condición de víctima y en tal calidad están los usuarios transformados en rehenes de equivocaciones, caprichos, remiendos, desplantes, presiones y sospechosas connivencias entre propietarios y servidores a la hora de plantarse con sus habituales exigencias, sin que les importen en absoluto las consecuencias de ciertas medidas que considerarlas salvajes de ninguna manera es una exageración.
   Y no lo es porque en posición dominante de la situación, es malsana la alevosía con la que perjudican al resto de los trabajadores que por carecer de un servicio vital a la hora de trasladarse para cumplir con sus obligaciones, se pierden beneficios extras en concepto de puntualidad y asistencia.
   Este panorama que se repite cada vez que se les ocurre diseñar medidas conjuntas en procura de una actualización de la tarifa -que proporcionalmente sigue siendo la más alta del país- goza por lo general de la abulia municipal que por su pasividad frente a cada crisis agrava las penurias de la gente. que bien conceptúa a tal actitud como dolorosa indiferencia.
   Y lo es porque pueden pasar tres días, dos semanas o un par de meses, pero siempre, inevitablemente y pese a ciertos anuncios en contrario, la tarifa se actualiza a pedido de los demandantes unidos en el reclamo, lo que les permite por una parte gozar de sueldos acomodados y por la otra, una creciente toma de utilidades por parte del sector empresario que jamás afloja en su actitud lacrimógena, porque si fueran realmente a pérdida, ya hubieran cambiado varias veces de actividad.
   El problema, otra paradoja, es la solución o una salida que puede llevar su tiempo pero que serviría para superar de una buena vez y con garantía de perdurabilidad, una situación que ha entrado ya al terreno de la injuria hacia la gente, principal perjudicada.
   Rediseñar integralmente la prestación, optar por un llamado a concurso con la participación de empresas serias sin la intervención, solapada o conocida, de ningún funcionario en forma directa o sospechada, para que con el tiempo los cordobeses podamos estar orgullosos de un servicio que actualmente es calamitoso.     
   Y que los sectores involucrados no le echen la culpa a la pandemia porque el drama de nuestro transporte urbano es más viejo que la espalda.
   Sería cuestión de poner manos a la obra, terminar con las dilaciones y las actitudes ciclotímicas y comenzar cuanto antes, aunque duela, porque mientras más demoremos en recuperar la dignidad como personas necesitadas de un servicio, pocos imaginan lo importante que sería mejorar nuestra calidad de vida.
   Porque así, como estamos ahora, aquella calidad de vida que ahora exigimos demorará demasiado tiempo en reinstaurarse, una demora que por la acumulación de tantas injurias, no merecemos padecer ni soportar.
 
¿El desquicio es una pandemia?
CUANDO MÁS TRANQUILOS NECESITAMOS ESTAR NO SON
BUENOS  TANTOS  BROTES DE HISTERIA Y DESEQUILIBRIO

    Mirando hacia atrás no muchos días pero sí con bastante indulgencia, es posible que nos topemos con algún célebre pensador como por ejemplo Descartes, quien aconsejaba dividir las dificultades que examines en tantas partes como sea posible, para su mejor solución.
   O una genialidad, como la que sostenía Einstein, al proclamar que no podremos resolver los problemas que nos aquejan con la misma mentalidad, personas y mecanismos que los generaron.
   Burdamente resumido y trasladado a una barata reducción es para sintetizar que si no hay cambios en profundidad, seguiremos padeciendo los mismos dramas que ahora nos aquejan por vaya Dios a saber cuánto tiempo.
   Sin dudas que un escenario como el apuntado no condice con el optimismo ni el apresurado triunfalismo que se escucha y se transmite desde el poder, con expresiones tales como que la pandemia ya pasó, que las vacunas alcanzan para todes, que la inflación viene cediendo y la desocupación y la pobreza son algo así como dramas que estamos superando y los vemos alejarse.
   La trampita del discurso está en el origen de tantas cifras que se ventilan como si estuviéramos en Suiza o en Dinamarca y no se nos vaya a ocurrir hablar de Alemania porque según el delirio de algunos, allí hay más pobreza que entre nosotros.
   Si a los números los manejan quienes sostienen que estamos en el Paraíso, es más que lógico que seamos la envidia mundial aunque la realidad, cada día, nos aplique sus inhumanas cachetadas que nos hacen pisar la tierra, angustiarnos y llevarnos a ser ávidos consumidores de ansiolíticos y de esas otras fantasías medicamentosas que quitan las penas, alegran el espíritu y nos trasladan a las utopías de la plena felicidad.
   Y como esos brebajes o elementos no están al alcance de todos, es que advertimos en la sociedad una peligrosa propensión a zanjar diferencias de manera violenta: todo el mundo quiere boxear, destruir al adversario o llevarlo a los estrados donde las leyes en forma de correctivos no siempre aceptados ni asumidos, se abalanzan sobre el ciudadano crédulo de las bondades de la democracia.
   El estado de nerviosismo es tan dañino como comprensible y no está reservado únicamente para quienes con responsabilidades de mando, sino que alcanza y envuelve al ciudadano común con su cotidiano drama del dinero que no alcanza, de los servicios caros y malos, de los abusos incontrolables en los precios y de tantos otros factores negativos que llegan, incluso, a debilitar los cimientos de las familias.
   Lo malo del tema es que desde el poder tomado como ejemplo obligado, poco se hace en nombre de la seriedad institucional, ni el respeto por quienes piensan distinto, ni la consideración que merecen posiciones antagónicas acerca de cualquier cuestión porque el capricho se antepone al análisis o la prepotencia que enfrenta a las mejores intenciones, por el simple hecho de no coincidir.
   Es imposible pacificar los espíritus si en la cúpula de la conducción nacional se pelean por un micrófono, si el mediático abogado Dalbón, enfático defensor de la Sra. Vicepresidente de la Nación se burla de jueces y fiscales, Luis D’Elía públicamente se subleva ante la ley vulnerando su tobillera electrónica en un alarde de impunidad mal entendida, o los activistas del oficialismo que por esconder las piedras de la protesta por los más de 100.000 muertos que llevamos, trascendieron a los cuatro vientos como sacrílegos aprovechadores de dolores que no saben mitigar.
   Si seguimos con los casos puntuales de situaciones absurdas con sólo compararlas, a Maru Botana la multaron con más de 4 millones de pesos por violar el encierro, mientras que el Presidente de la Nación en un arranque de patriótica generosidad ofrece pagar 400 lucas en cuatro cuotas mensuales -que es dinero del pueblo porque es parte de su sueldo- como reparación por la realización de un concurrido festejo de cumpleaños durante el aislamiento obligatorio por pandemia, en la residencia presidencial de Olivos como agasajo a la primera dama, o sea que se deja al infractor evaluar el costo de su trasgresión a un decreto que, irónicamente, lleva su propia firma.
   Tengo entendido que la ley 23.183 entre sus disposiciones, le impide al Presidente de la Nación el ejercicio de la abogacía, pese a lo cual el Dr. Fernández, experto en Derecho Penal, obra presentándose en una causa que lo involucra.
   Y lo más reciente aunque se comenta que no fue la única vez, que una profesora de Historia, Laura Radetich, en una escuela secundaria de La Matanza, maltrató a un joven alumno porque no coincidía con los principios ideológicos del muchacho, en una abierta inclinación de la docente por hacerle cambiar su enfoque a través del desquicio, la ofensa y la descalificación conceptual y según testimonios de alumnos, los gritos de la profesora se escuchaban desde los pasillos.
   El corolario de esta cuestión es antológico: mientras desde el Ministerio de Educación partió la decisión de separar a la docente al menos temporariamente, el Sr. Presidente de todos los argentinos recalcó que la actitud agresiva de la profesora había conseguido abrir la cabeza del alumno, que es lo que demanda la sociedad.
   ¿Qué pasaría -me pregunto- si apeláramos al ejercicio de la memoria, integral, desapasionada y sin escondrijos?
   Más de uno de esos intolerantes, desaforados y agresivos tendrían que llamarse a silencio o mandarse a mudar…
 
Adoctrinamiento a niños y adolescentes
UN COMETIDO QUE NO ES DE AHORA, PORQUE YA
SE PRACTICABA DURANTE EL PERONISMO INICIAL
 
   La verdad, lo que pienso abordar ahora no quiero que sea tomado como una pretendida lección de historia medianamente reciente, sino para establecer más que parecidos, algunas curiosas coincidencias irrebatibles, en base al simple y a veces imprescindible ejercicio de la memoria que se ocupa de poner a ciertas situaciones en su correcto lugar.
   Fuera de nuestro país ya en la Alemania nazi de Hitler y en la Italia del “duce” Benito Mussolini era moneda corriente adoctrinar a la población empezando por los más chiquitos, naturalmente permeables a influencias e instauración de tendencias, en aquellos casos del campo ideológico y del terreno político, como base de sustentación de acciones que impulsaban desde la máxima dirigencia de aquellas geografías.
   Y como siempre entre nosotros se rindió y se rinde culto a imitar o copiar lo ajeno y para colmo, lo peor de lo foráneo, allá por mediados del siglo pasado ya teníamos libros de lectura que prolijamente se encargaban de ensalzar las figuras y las buenas acciones de Perón y de su segunda esposa, la recordada María Eva Duarte, Evita, abanderada de los humildes y Jefa Espiritual de la Nación y su inconmensurable tarea de ayudar a los más desposeídos.
   No es para entrar en detalles de aquellas acciones, pero a la luz de los primarios resultados, no es un error catalogarlos como exitosos, lo que fue refrendado por la vigencia doctrinaria de esa corriente de pensamiento aunque el tiempo, el mismo tiempo, se encargara luego de cuestionar los métodos por invasivos e improcedentes.
   Testimonios recientes de alumnos de la Escuela Secundaria Técnica Nº2 “María Eva Duarte”, de la localidad bonaerense de Ciudad Evita, partido de La Matanza refieren que los gritos de la profesora Laura Radetich, quien además se desempeña en el Instituto Superior de Formación Docente y Técnica Nº46, donde es jefa del área de Historia y Geografía y capacita a futuros docentes, solían escucharse desde los pasillos.
   Algunos comentarios periodísticos en medios lugareños consignan, y lo voy a leer, que “militantes exaltados que dan “clases” de política subidos al púlpito del esclarecimiento absoluto y la superioridad moral, no es la primera vez que vemos. Casi que estamos acostumbrados. Son una frecuente caricatura de muchos políticos K, quienes a su vez son la parodia de los políticos de verdad”.  Y como conclusión agregan: “Pero que esa clase haya sido impartida por una profesora de historia a alumnos de cuarto año del secundario, es algo que hubiésemos preferido que no fuera cierto”.
   Ocurrió que un joven estudiante planteó sus discrepancias con posturas del gobierno central, lo que encendió la furia de la docente quien, si escuchamos y vemos con atención el video que un alumno atinó a filmar con su celular, coincidiremos que se extralimitó en el maltrato con un lenguaje impropio, descalificando groseramente la postura del muchacho -quien en todo momento fue respetuoso en su planteo- y reivindicando medidas que adoptaran desde el sector político al que sin dudas la educadora responde.
   Para abreviar, es para consignar que al tomar estado público el enojoso episodio, desde la Jefatura de la Distrital 1 de La Matanza iniciaron una investigación aunque el sindicato respectivo mantuvo sugestivo  silencio pero seguramente las autoridades podrán tomar en cuenta ciertos detalles reveladores, como por ejemplo que el alumno no se alteró buscando intercambiar ideas, otro joven registró la escena con su celular, lo que equivale a sostener, coincidiendo con análisis periodísticos recientes, la resultante que “Alguien que advierte que lo que está pasando en clase está mal y que nos abre los ojos, sobre lo que puede ocurrir puertas adentro en un aula de la Provincia de Buenos Aires y hasta dónde se puede llegar.”
   Para el Sr. Presidente quien en los últimos tiempos viene demostrando cierta propensión a la desubicación en tiempo, memoria y espacio, lo de la docente kirchnerista de La Matanza, vale reiterar lo que les apuntara en un comentario anterior, “Fue un debate formidable que le abre la cabeza al alumno”.
   Debiera recordar el agudo penalista quien tiene una particular concepción de lo que es un delito, cuántas cabezas se abrieron aquella vez que activistas de su corriente en una escuela primaria bonaerense, les enseñaban a los niños a escupir una fotografía de la eterna Mirtha Legrand y de periodistas que no integraban el rebaño de aplaudidores.
 
Megacausa del Registro de la Propiedad
UNA CADENA DE INTERROGANTES  RELACIONADA
CON EL SENTIDO COMÚN O SU PENOSA CARENCIA
 
   A propósito del caso comentado la semana pasada de la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, podríamos reflexionar con algunas preguntas sobre el “sentido común”, sentido también encarcelado en esta causa. 
   ¿Con qué sentido un juez dice que no tiene ninguna prueba contra un imputado, pero igual lo encierra en prisión preventiva por su convicción? 
   ¿Con qué sentido se dice que un imputado que no tiene antecedentes penales es un peligroso delincuente? 
   ¿Con qué sentido se dice que una persona sin fortuna participa en negocios millonarios? 
   ¿Con qué sentido se encarcela a personas inocentes durante tres años sin llevarlas a juicio? 
   ¿Con qué sentido se designa una comisión especial en lugar de los jueces que por sorteo corresponden? 
   ¿Con qué sentido se juzga repetidamente a los mismos imputados? 
   ¿Con qué sentido se ignoran las acusaciones de los testigos contra altos funcionarios?
   La lista de preguntas podría continuar hasta el infinito.
   El sentido común se define como la capacidad natural de juzgar los acontecimientos de forma lógica y razonable, evitando el absurdo.  Los jueces deben aplicarlo bajo el nombre de “sana crítica racional”, y si acaso les faltara, apegándose rigurosamente a la ley. 
   Ninguna de estas definiciones se aplica en las decisiones judiciales de la causa.
   Ni sentido común, ni sana crítica, ni apego a la ley y sí, en su lugar, absurdo, sinrazón y distancia de la ley.  
   Pero con qué sentido, es lo que falta aún desentrañar, más allá de los nombres, por simple y estricta cuestión de Justicia.                
  
Si recordamos, nunca fue distinto…
PREVISIBLES MILAGROS  QUE  NOS  REGALAN
LOS DÍAS PREVIOS A UN ACTO ELECCIONARIO
 
   No es una práctica ni el descubrimiento de los gobernantes actuales, sino que es casi una moda que como por encanto se instaura siempre, siempre, en las cercanías de cualquier acto eleccionario que requiriera la masiva participación obligada de la ciudadanía para cumplir con ese maravilloso acto de la democracia que es el hecho de poder votar.
   Se arreglan caminos, se tapan baches, los políticos sonríen para las fotos, simpatizan su mensaje, caminan por la peatonal, se construyen carreteras, se arreglan escuelas, aumentan los montos en el corriente festival nacional de los subsidios y las becas y hasta se acuerdan de los jubilados, el sector más postergado de la sociedad argentina al menos en los últimos años.
   Los hospitales tienen gasa, alcohol y todos los insumos necesarios; la policía incorpora, al cuete como se dice pero incorpora más y más personal, más patrulleros, más motos, más armamento, vemos a los agentes que patrullan ciertos barrios menos donde están los minoristas de sustancias prohibidas, hay gente que se ocupa de hermosear las plazas, de podar los árboles, de barrer la basura, de arreglar los juegos para niños…
   El país florece de actividades olvidadas durante demasiado tiempo aunque hay un detalle que sobresale por encima de cualquier otra loca especulación en estos días de angustiante pandemia, temores, errores, remiendos, consecuencias, falta de adioses a seres queridos que parten, absurdos encierros de gente que cobra por rascarse las pudendeces y debiera estar trabajando y un sinnúmero de otras situaciones que por lo ridículas, provocan más nerviosa gracia que pesar.
   Una de ellas, o la más relevante para los tiempos actuales, es la milagrosa aparición de vacunas en cantidades tan abrumadoras al menos en lo que se informa desde el poder, que hasta podremos vacunar a nuestras mascotas y guardar algunas dosis prolijamente encriptadas en el freezer a 18 grados bajo cero, por si las moscas…
   Se manoseó tanto hasta el delirio el número de vacunas que venían, que demoraban, que se perdían, que estaban asignadas pero que no veíamos, que llegarán para el no tan lejano 2022, que se vencieron cuántas veces los días oportunamente informados con base científica para los segundos pinchazos pero que luego mágicamente y desde las mismas fuentes prolongaban casi indefinidamente…
   Todo este panorama de incertidumbres, al final nos estamos avivando, seguramente mucho tiene que ver con la inminencia de actos electorales donde jugarse la cabeza, el futuro y hasta la propia libertad están en juego, para muchos exponentes de esa actividad cada vez menos respetada aunque sea maravillosa, que es la política precisamente por culpa de los malos que impunemente la ejercen.
   Basta ya de ofender la inteligencia colectiva de la ciudadanía.
   La verdad, bueno sería que hubiera elecciones cada 15 días, así los argentinos obligaríamos a todos y a todas e incluso a todes los que viven de la política, del color, el pensamiento y la tendencia que sean, que nosotros somos quienes tenemos las llaves que les abren las puertas cuando sus promesas nos tocan el timbre, y que es la misma puerta por donde, a conciencia y en ejercicio de nuestro derecho y en legítima defensa, también los podemos echar a patadones…
 
¿Revancha de privaciones padecidas?
ALGUNA VEZ LA SOCIEDAD VALORARÁ EL ESFUERZO
DE MUCHOS DIRIGENTES  SINDICALES POR AHORRAR
 
   Hay tantas y variadas cosas para decir sobre lo que es el ahorro y más aún con la mirada puesta en los seres ahorrativos, que los grandes pensadores se han ocupado del tema, en la mayoría de los casos con una simpleza extraordinaria dentro de la profundidad que encierra cada una de las indiscutibles definiciones.
   Chésterton que no era un tipo de tomar las cosas con seriedad extrema y más se inclinaba hacia la ironía inteligente, definió al ahorro como poético porque es creador; el derroche no es poético porque es destructor, sentenciaba ese inglés amante de la lírica, el periodismo y otros quehaceres, conocido también como “el príncipe de las paradojas”.
   Si Chésterton hubiera conocido a Tosco, seguramente lo tendría como romántico, o poeta, por la creatividad y la humildad del “Gringo” entre otras artes, para posicionarse en el manejo de un gremio altamente conflictivo por obligación y peleador por convicción, lo que determinaba -y todavía lo determina- que sus trabajadores se ubiquen en la cresta de la ola en materia de conquistas sindicales y no incluyo en tal concepto a la dirigencia actual, sospechada de maniobras de enriquecimiento ilícito, que han ido a parar a la Justicia.
   El romano Lucio Séneca, distinguido como “el joven” para sus amigos para diferenciarlo de su padre, quien a la hora de las definiciones tenía la contundencia de un alarido y cristalina claridad, aconsejaba comprar solamente lo necesario y no lo conveniente porque lo innecesario, aunque costara sólo un céntimo, era caro.
   Todos estos pensamientos me están llevando a una especie de vicio que caracteriza a muchos exponentes de nuestra folklórica dirigencia sindical argentina, vista y analizada desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad, salvo en las conocidas interrupciones de su vigencia al frente de poderosas organizaciones.
   La mayoría de los capitostes viene demostrando una marcada inclinación por la perpetuidad en el poder, y esa certeza es la que me lleva a seguir dependiendo de los grandes de la Humanidad para encuadrarlos y al acudir a sus sentencias me encontré de golpe, sorprendido y asombrado, con unas pocas palabras del bostoniano Benjamín Franklin, que no es tan sólo el nombre de un termómetro para detectar la fiebre sino también periodista, inventor del pararrayos a partir de un barrilete, líder en la guerra de independencia de los Estados Unidos y como si toda esa mínima parte de su curriculum no alcanzara para definirlo, fue co redactor de la Declaración de la Independencia del actual imperio.
   “Mientras puedas -sostenía el ‘Benja’ Franklin- ahorra para la vejez y la necesidad porque el sol de la mañana no dura todo el día”.
   Si a eso lo hubieran entendido y llevado a la práctica ejemplares tales como el “Pata” Medina, el bueno del camionero Moyano y compañía, el cordobés Suarez y otros especímenes del circo sindical bajo sospecha, nunca hubieran cortado clavos ni bulones como seguramente lo están haciendo, aunque se muestren seguros y felices, sobre todo por eso que el sol no dura todo el día y a eso lo debieran respetar.
   La opulencia y los barrotes nunca fueron buenos amigos.

 

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