22 de septiembre de 2021

Final oficial de la pandemia

SEGURAMENTE ALGUIEN PENSÓ YA
EN CREAR EL MUSEO  DEL BARBIJO
 
   Las novedades posteriores al rotundo fracaso del kirchnerismo en las PASO eran tan previsibles como el final de esa vieja y anualmente repetida película que proyectaban todos los cines en cada semana santa, titulada “Vida, pasión y muerte de Jesus”.
   Por eso ya desde ayer, cuando se advertía que el nerviosismo y la agresividad interna en el amplio espectro ideológico del peronismo/justicialismo/kirchnerismo/camporismo, etc. los oponía enfrentados irreconciliablemente, desde la inteligencia de la conducción bipartita aunque negada, debieron apresurarse a cambiar de planes diseñando para su inmediata aprobación una batería de medidas de neto corte populista, demagógico y descaradamente precomiciales.
   Fue demasiado duro el despiadado como inesperado y fuera de todos los versos de los gurúes y de los científicos de las encuestas, el golpe de las urnas sumado a los pases de facturas intercambiadas “en cercanía” aunque con una sugestiva coincidencia que es parte del ADN de quienes creen manejar las riendas del poder: las culpas son siempre ajenas.
   Como por arte de magia y por real necesidad, urgencia y desesperación colectivas, fue como si de golpe y porrazo el virus hubiera sufrido un nocaut fulminante y antes que lo retiraran de la lona ya estaba virtualmente incinerado, el mismo destino alcanzado por más de 100.000 vìctimas del manejo interesado, canallescamente obtuso y claramente visible -ahora- de todo lo relacionado con la pandemia, las vacunas, los adioses sin despedidas, las situaciones caòticas que se vivieron, los desplantes por parte de las autoridades con las medidas restrictivas que aplicaron pero que olímpicamente incumplieron y por la vigencia siempre firme de la corrupción en la compra de los inmunizantes, de su traslado, de la distribución y de la existencia de las vacunaciones de privilegio, las fiestas clandestinas en el corazón del poder y otras barbaridades que los argentinos debimos soportar, encerrados y sin derecho a protestar.
   Fueron manejando los hilos de las estadísticas con un desparpajo alucinante y jugando con los tiempos preelectorales creyendo tener asegurada la victoria suponiendo que los argentinos somos un hato de millones de imbéciles, crédulos de las fantasías, los engaños, las exageraciones y la resignación por eso tan fatalista que sembraron, del peligro de muerte masivo, a sabiendas que tal drama no los alcanzaría por haberse adelantado ellos en las filas para los pinchazos.
   Bueno… Ahora habrá dinero en todos los bolsillos, jubilaciones tempranas, crédito a largos plazos sin intereses, mayores mensualidades en el showl de planes, subsidios a los monotributistas, fronteras abiertas no tan sólo para los narcos como es ahora, turismo social, planes de vivienda, mejoras a los jubilados, bonos mensuales para todos los trabajadores, público en las tribunas, reapertura de locales de fiestas, shoppings con entrada sin restricciones, festival de Cosquín, en fin, una sarta de promesas muchas de las cuales serán solventadas por millones de dólares provenientes del odiado Fondo Monetario Internacional que originariamente estaban destinados a la lucha contra el maldito virus, pero que mágica y sorpresivamente habrían cambiado de rumbo.
   Hartaron con encierros, privaciones, inútil prolongación de restricciones, medidas que atomizaron a cientos de familias, quebrantos económicos particulares, cierres de empresas, muerte del turismo receptivo, prohibición al tránsito humano entre pueblos vecinos, pérdida de dos años en todos los ciclos lectivos, perjudiciales atrasos en la administración de justicia, brutal crecimiento de la pobreza y de la desocupación y otros males por todos conocidos y padecidos hasta extremos impensados.
   Y pretendían que creyéramos una cadena de estructuradas mentiras, lo que se alcanzó a través de la desesperación y una creciente desesperanza en el futuro.
   La pandemia quedó atrás al menos para quienes, como son los “carteludos” que están ampliamente inmunizados y son por todos conocidos. Estamos en camino a la salud en plenitud, que el poder necesita tener como rehén hasta el 14 de noviembre próximo que será para nuestra historia la auténtica hora de la verdad.
   Quiero reiterar unos conceptos que me enviara el rugbier y querido amigo Dr. J.C. “Chuncano” Villalba, sacrificado médico radicado en el Sur: “A los pavos en los días previos al de Acción de Gracias, los alimentan muy bien y les dan licores. Los pavos se enamoran de sus dueños y el día de la fiesta, les cortan el pescuezo. Lo mismo pretende este gobierno con la gente, antes de las elecciones. Los pavos no tienen escapatoria, pero nosotros en el cuarto oscuro, decidimos quien pierde la cabeza. No seamos pavos”.
   Y como seguramente se buscará pasar al olvido los símbolos de todos los sufrimientos y privaciones, se optó “desde arriba” como medida -digamos inicial y simbólica- terminar con la obligatoriedad de usar barbijos en lugares abiertos y para distender angustias y aliviar pesares, bien vale restarle aunque más no fuera un cachito así del dramatismo que los argentinos hemos venido soportando.
   Los barbijos pasarán a la historia, si no es que según lo que pase el 14 de noviembre se haga imprescindible sacarlos de su encierro, sacudirlos y volver a esa obligación de transformarnos todos en irreconocibles.
   Hay un Dios y le llamemos Cristo, Aláh, Mahoma, Vishnú, Jehová o como mejor nos parezca, y a ÈL nos entreguemos mansa y resignadamente.

Gonio Ferrari

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