5 de septiembre de 2021

S.L.B.: LA INSEGURIDAD Y EL SILENCIO DEL PODER NO SON BUENOS COMPAÑEROS PARA LA SOCIEDAD - PROFUNDA CRISIS DE LA ECONOMÍA ARGENTINA NACIONAL & POPULAR, SEGÚN PRAT GAY - EN LA MEGACAUSA SE IMPONE LUCHAR MÁS QUE POR EL DERECHO, POR LA JUSTICIA - UNA FUNCIONARIA KIRCHNERISTA GENEROSA MANEJANDO LA CHEQUERA DEL ESTADO - PARA UNOS ANSIADO REGRESO A CLASES Y APRESURADA COMO PELIGROSA MEDIDA PARA OTROS - DESDE MEDIO ORIENTE, UN VALIOSO TESTIMONIO PERIODÍSTICO SOBRE LA REALIDAD DE LOS TALIBANES - BONUS TRACK: LA CONTROVERSIA TRIBUNALICIA – SUIZA “LA ABURRIDA” Y LA CAMPAÑA.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del domingo 5/9/21 emitido por la AM580 Radio Universidad Nacional de Córdoba.

Absurdo negacionismo
LA  INSEGURIDAD Y EL SILENCIO  DEL  PODER
NO SUELEN SER LOS MEJORES COMPAÑEROS
 
   Sería un esfuerzo periodístico inútil por lo vano y desoído volver como siempre y como desde hace demasiado tiempo, a ventilar las angustias de la gente que se mezcla con impotencia y mucho de sorpresa, si de analizar el escenario de inseguridad que ya es Córdoba tanto capital como el interior, lo que ha transformado a la provincia -y no es novedad volver a señalarlo- en una gigantesca y ominosa zona roja, donde se consolida el absurdo que los decentes están -estamos- obligados a permanecer encerrados mientras los delincuentes gozan de libertad e impunidad para hacer lo que les viene en gana.
   La situación se agrava, si es que existe margen para ello, cuando es también ominoso y ofensivo el silencio que baja desde el poder, al advertir que quienes debieran dar la cara más que las explicaciones, insisten y reiteran esa percudida vocación por el silencio y lo que es más ofensivo todavía, una malsana propensión a negar una realidad que nos abruma.
   Hay que entender la situación, especialmente porque transitamos por un inestable período precomicial, donde la adopción de medidas drásticas representa un precio demasiado oneroso para quienes manejan los destinos de la provincia, mientras los esfuerzos se dirigen -por la gravedad de la situación- a mostrar obras que de ninguna manera son prioritarias, por encima de la merecida tranquilidad que se le debe a la gente; al pueblo que sufre las actividades marginales de una delincuencia virtualmente intocable, aunque de vez en cuando se exagere publicitando a diestra y siniestra la importancia de procedimientos livianos con relación a la gravedad de la situación.
   En cualquier país del mundo, medianamente organizado, el precio de la inoperancia se paga con un alejamiento pero aquí si siquiera eso ha servido cuando se optó por tales medidas con sus correspondientes y prometedores reemplazos, por supuesto lejos de elecciones y se insiste en métodos que más son remiendos y parches que se aplican en improvisaciones, en lugar de optar, alguna vez y para siempre por diseñar, legislar, aplicar y controlar una política integral de seguridad que comience desde la base, que es la correcta integración de los planteles policiales, su profesionalización a través de una formación a nivel universitario, la adecuación de las leyes y un divorcio de la fuerza azul con los mandatos políticos que la transforman en fuente laboral para el pago de compromisos.
   La negación de lo que vivimos cotidianamente es una de las peores actitudes que se pueden sostener desde el poder, porque es caer al ridículo de pretender que creamos, pisando la tierra, que ahora tenemos una disminución de la actividad delictiva con relación a dos o tres años atrás, olvidando olímpicamente un detalle revelador que no figura en los dibujos estadísticos que se diseñan para esta política de ocultamientos y engaños: la enorme cantidad de hechos delictivos que no se denuncian y perdería mi tiempo si les volviera explicar cuáles son las causas de tal actitud, que seguramente sería parte vital de las estadísticas si éstas se hicieran con honestidad y apego a la verdad.
   En materia de inseguridad y por los ocultamientos que de manera tan brutal vemos que ocurren, los cordobeses sentimos que estamos en una provincia con hermosos caminos, bellos hoteles de turismo, rutas que deben hacerse varias veces porque responden, si evocamos al tango, a aquella descripción de Estercita, los hombres te han hecho mal…
   Y este sombrío panorama se fortalece con mucho de hipocresía estatal, que en lugar de sincerar una situación que sin dudas la ha desbordado, se opta por el mutismo; por hacerles mover la boca a voceros de segunda línea que creen llegar al alma de la gente con el desvarío de la negación.
   Estamos a una semana de las elecciones y no es tampoco el asunto de castigar a los que mandan por su ineptitud rayana en la indiferencia, con relación a su prójimo del llano, sino que urge un serio y contundente llamado de atención para que los altos funcionarios se acostumbren a dar la cara y no tan solo para sonreírle a las cámaras que los usan para ilustrar sus promesas precomiciales.
   Que aparezcan, que confiesen, que reconozcan sus errores y que tengan la grandeza de la sinceridad, para que así como somos capital del folklore, del cuarteto, de la coca con fernet y de otras nominaciones, no pasemos a ser distinguidos como Capital Nacional del Silencio…
 
Pandemia aparte…
EN PROFUNDA CRISIS LA ECONOMÍA
ARGENTINA NACIONAL  &  POPULAR
 
  La verdad y no por confesarla debiera asumir el papel de ignorante en la materia, aunque mis conocimientos acerca de la economía de un país no son lo suficientemente consolidados como para evaluar situaciones y más aún, cuando son conflictivas por el juego de intereses que las rodean no tan solo en su propio campo, sino en el escenario mayor de la política lo que se agrava frente a la inminencia de los cercanos actos electorales.
   Es lógico que cada uno de los técnicos involucrados en las porfías y discusiones tiene su propia biblioteca, sus propios conocimientos y su propia inclinación ideológica, pero cuando uno encuentra alguien que con fundamentos se expresa, sin que sea necesario compartir plenamente sus conceptos, suenan serios y oportunos.
   Sabemos que Alfonso Prat Gay fue ministro de Hacienda y Finanzas durante la gestión de Mauricio Macri, y hace pocas horas sorprendió, y me sorprendió, su afirmación que “es falso que Macri endeudó más en dólares que Cristina de Kirchner”, con relación a la vieja discusión en tal sentido que nos viene abrumando de dudas.
   Y en su cuenta de twitter, el ex funcionario remarcó que “Como se les cayó el mito de ´Macri endeudó más que Cristina´, ahora intentan con ´Macri endeudó más en dólares´. Tengo malas noticias para los K, -agrega Prat Gay- este mito también es falso: CFK: US$ 116.000 MM: US$ 64.000  refiriéndose al aumento de deuda neta, en millones de verdes, considerando que, textualmente dicho, “esta nueva mentira es muy peligrosa”.
   Y ya que estaba, se ocupó de apuntar contra el actual ministro de Economía Martín Guzmán al sostener que “Entre los 100 mil que denuncia falsamente Guzmán, hay 1.4 que emitió Guzmán en diciembre de 2019 (sí, el mismo Guzmán), más una deuda vencida por con CIADI, Bolivia, Paraguay, Gas Plus, Petróleo Plus, CAMMESA y Vialidad que dejó la Sra. Cristina sin registrar, y 18 con holdouts, todas las que fueron canceladas por Mauricio Macri.
   El ex ministro subrayó de paso que “de los 100 que denuncian como loros quedan 74; 10 de los cuales terminaron engrosando las reservas del BCRA y en conclusión donde se ve “Macri nos endeudó por 100 mil millones de dólares”, debe leerse 64, no obstante lo cual aludió de inmediato a lo que pasó con los pasivos netos en dólares durante el mandato de la Sra. De Kirchner y en tal sentido destacó que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner dejó su gobierno tras ocho años de gestión con USD 179.000 millones de deuda en moneda extranjera registrada y no registrada al 30 de septiembre de 2015.
   Luego en una maraña de cifras para entendidos y curiosos, Prat Gay dijo que ella “Había arrancado con US$ 103.000 millones. 179-103=76. Bien, ahora restemos la variación de reservas del BCRA que cayeron 40 (¿se “fugaron”?) durante CFK. 76+40=116″, continuó.
   Agregó que además de mentir con los números de la deuda en dólares, “el Frente de Todos hace una peligrosa distinción entre una y otra deuda: sugieren que la deuda en pesos no es deuda porque se paga con emisión. Ignoran lo que pasó en los ‘80 con el déficit cuasifiscal”.
   Concluyó su análisis calificando “Tragicómico: antes de las elecciones se rasgaban las vestiduras por la deuda en pesos del BCRA (Leliqs); ahora que son gobierno te quieren hacer creer que la deuda en pesos no es deuda, sino un pagadios”.
   Mauricio Macri aseguró que la deuda crece bajo el gobierno de Alberto Fernández más rápido que lo que lo hizo durante su mandato, detallando que “La deuda promedio por año que tomó el Gobierno de Cristina Kirchner, da USD 17.000 millones, USD 12.000 millones nosotros. Y este es el desastre de lo que está haciendo el Gobierno ahora de vuelta, el kirchnerismo en su nueva versión. Récord de deuda en un sólo año. Casi USD 34.000 millones en un sólo año. Y en el segundo van, proyectado, USD 27.000 millones”, dijo el ex jefe de Estado.
   “Esta es la información científica. Y lo peor de todo, lo que estamos aprendiendo, es que la deuda es hija de déficit. O sea, si en tu casa gastás más de lo que te ingresa, te estás endeudando con la tarjeta de crédito. Esto es igual”, comentó. Esa interpretación fue continuada por la candidata a diputada y ex gobernadora María Eugenia Vidal.
   Luego el ministro Guzmán salió a contestarle desde un acto en Tucumán: “Una ex gobernadora dice: ‘Fernández lleva en este año y medio un endeudamiento de USD 30.000 millones, se está endeudando más rápido por año que Macri’”. Guzmán calificó como “un engaño absoluto”, la afirmación de Vidal.
   Mire, la verdad, estoy medio mareado con tantos números y lo mejor es dejar que los técnicos se ocupen de ellos y nosotros de creerles o descartar lo que ellos dicen.
   Pero hay una verdad que es absoluta e irrebatible: las matemáticas no mienten, lo que suma suma y lo que resta, resta.
   Así se utilice o en cierta medida se haya utilizado a la pandemia como elemento que pueda servir para taponar cualquier sospecha, de las muchas que tenemos el derecho a sostener.
 
Megacausa del Registro
MANTENER  AQUELLO  DE  LUCHAR POR EL
DERECHO PERO MÁS AUN POR LA JUSTICIA
 
   El número cuatro, de los diez mandamientos para ser un buen abogado, según el jurista Juan Couture, aconseja con meridiana claridad: “Tu deber es luchar por el derecho; pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.”
   En la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, el uso sistemático de la prisión preventiva, que debe ser excepcional, el juicio después de la condena y la presencia de una comisión especial para juzgar, enfrentan claramente derecho y justicia.
   Jugando con ideas, actitud que suele resultar interesante, se me ocurrió pensar qué pasaría si en los expedientes de la causa que nos ocupa desde más de una década atrás, los imputados se mencionaran con nombres ficticios o con algún código, en lugar de sus nombres reales, por supuesto sin cambiar el relato detallado, los antecedentes, contactos, relaciones o conexiones que el acusado pudiese tener. Todo igual, excepto el nombre.
   Tomemos como ejemplo al Juez que encarceló a dos imputados reconociendo que no había ninguna prueba contra ellos, ni ningún testigo que los acusara, pero igual, él estaba convencido, ¿hubiese hecho lo mismo si el caso fuese anónimo y el encerrado pudiera ser su pariente, amigo, vecino o  algún influyente miembro del Poder? Y a la inversa, cuando se ignoran las acusaciones contra altos funcionarios o poderosos personajes, ¿se obraría igual si el caso se manejara como un anónimo? 
   Casi seguro que no.  
   Por esto, aunque el proyecto suene descabellado o poco práctico, tal vez sea el camino para encontrar la Justicia y cumplir con el precepto.
 
Romina Picolotti
UNA  FUNCIONARIA “K” GENEROSA  A  LA
HORA DE MOVER LA CHEQUERA ESTATAL
 
   Debe ser enorme la tentación de tener en poder personal una chequera   cuya cuenta positiva nunca se agota, como a veces ocurre con las disponibilidades para endeudarse con el plástico, con la protección de algún generoso o generosa patrocinante o padrino o madrina, o después de haber abultado los números por ganar el Quini 6, el Loto, el Brinco, haber desbancado a un casino de Las Vegas o ser el alma de un cártel de narcos con la imdemnidad de los Monos rosarinos o los grandes distribuidores que operan en esta Córdoba de las impunidades.
   Algo parecido a esa sensación de poder y de falta de límites tanto bancarios como de ética y moral, habrán anidado en la mente y en el alma de esta piba de nombre Romina y apellido Picolotti, cordobesa ella, quien tuviera a su cargo tengo como seguro durante el kirchnerato, una secretaría que creo fue la de Medio Ambiente de la Nación.
   Juvenilmente entusiasmada con la lapicera y pensando que nadie sospecharía, sin dudas, se inscribió en el plantel de aquellos que consideran propio todo, todo lo que les rodea, incluyendo el dinero del Estado al que dicen y juran servir hasta que Dios y la Patria se lo reclamen: gastó miles de pesos en la compra de bienes personales, buena bebida, lujoso alojamiento en hoteles, viajes, etc. que luego no tuvo cómo justificar a la hora de la rendición de cuentas que no tardó en requerirle la Patria frente a las sospechas que existían, de acuerdo con lo que se conoció mediáticamente.
   Tengo entendido porque nunca presto tanta atención a noticias de la farándula amiga de lo ajeno, que habría sido sancionada con el Código Penal de por medio y existiría una inhabilitación para ocupar cargos públicos.
   Muy bien hecho por todas esas medidas adoptadas, especialmente por la última. 
   Porque si seguía en funciones, se hubiera guardado para si, seguramente, el otro medio ambiente que manejaba.
   Para mí, que allí intervino Dios.
 
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Algunos años atrás el colega Gustavo Ferrari, cronista en La Voz del Interior, optó por buscar nuevos horizontes profesionales en el lejano Medio Oriente y tras un paso por Irán se radicó en Kuwait hace 40 años, erigiéndose en referente periodístico por aquellas lejanías, hasta llegar a la cobertura de importantes acontecimientos incluyendo junto a su hermano Gonio la cobertura parcial de la que fuera titulada Guerra del Golfo, en el comienzo de la década de los ’90. Le tocó también como tarea integrarse con un grupo de combatientes afganos, más precisamente de los conocidos como “talibanes”, de los que tanto se habló y se sigue hablando. Desde el campamento donde se instaló para las incursiones que fueron realizando, elaboró luego un informe que le requiriera La Voz del Interior, que a continuación se transcribe, como preámbulo de la comunicación que durante “Síganme los buenos” del domingo 5 de septiembre de 2021 mantuvieron los hermanos y colegas.
 
Experiencia invalorable
UNOS DÍAS  CON  LOS TALIBANES, VIVENCIA
IMPOSIBLE DE ENCRIPTAR EN LOS OLVIDOS
 
   “Yo soy afgano de Kandahar”, me explicaba Mohammed y se golpeaba el pecho con la palma de su mano enorme. “Mi pueblo es famoso por la bravura de sus hombres”, seguía diciendo mientras conducía el jeep a 150 kph por un camino de dos manos que tenía el ancho de un auto mediano.
   Yo miraba aterrorizado a los vehículos que venían en dirección contraria. En un instante pasaban de ser un puntito en la distancia a convertirse en un viejo camión Bedford con un radiador del tamaño de un ropero. Cuando ya podía verse el color de la barba del otro conductor y el choque frontal era inevitable, Mohammed exclamaba “¡¡¡Bismillah!!!” (en el nombre de Alá) y pegaba un violento pero preciso volantazo hacia la izquierda. Dejaba las dos ruedas derechas sobre el castigado pavimento, en la mismísima fracción de segundo que el barbudo del Bedford hacía exactamente lo mismo.
   El viento y el polvo de los dos bólidos al rozarse entraba como una tromba por la ventanilla y producía un trueno que hacía temblar las puertas. Ninguno de los dos conductores había siquiera considerado el uso del freno. Ibamos viajando de Peshawar, en Pakistán, hacia Jalalabad, en Afganistán. Atravesábamos las montañas del Hindhu Kush por el legendario Paso de Jiber, que ha visto desintegrarse a varios ejércitos invasores. Desde Alejandro Magno hasta el Ejército imperial inglés. En esas tierras desoladas, pobladas por una maraña de clanes, razas y tribus, la historia es testigo del coraje de este pueblo para luchar contra los invasores extranjeros. Pero cuando les ha faltado la amalgama moral para combatir al enemigo foráneo, se han enzarzado en interminables luchas fratricidas, como la que en el nuevo milenio libraron los talibanes contra las fuerzas de Ahmed Shah Massoud.
 
ARQUETIPO

    Aquellos eran los años de la guerra contra el poderío militar de la Unión Soviética que sustentaba al Gobierno comunista de Najibullah, en Kabul. Los guerrilleros islámicos mujaidines, apoyados por Irán y por el Gobierno de Washington, llegarían a convertirse años más tarde en los actuales talibanes, acérrimos enemigos de los Estados Unidos.
Mohammed de Kandahar era uno de ellos. El arquetipo del mujaidín. Un metro noventa de estatura, cerca de 130 kilos de peso, espesa y renegrida barba, ojos negros y vivaces, gorro afgano de áspera lana marrón. Túnica hasta las rodillas, bolsudos bombachones y sandalias de cuero sobre pies desnudos hasta en las montañas, donde hacía 15 grados bajo cero. Una gruesa bandolera con balas del 7,65 para su Kalashnikov y, cuando la situación lo requería, un negro chaleco con múltiples bolsillos de donde asomaban los bruñidos conos verdes de las RPG (granadas propulsadas con cohetes).
   Una noche sin luna íbamos atravesando un desierto salitroso, viajando de Queta a Shamalam. Hacía varias horas que el jeep cargado con cinco mujaidines armados hasta los dientes rebotaba de duna en duna. No había ningún camino, ninguna huella. El haz de luz del vehículo no revelaba ningún rasgo distinguible en la inmensidad de arena endurecida por la sequía. Mohammed conducía a su velocidad usual y de cuando en cuando giraba hacia un lado y seguía en ese rumbo por largos trechos. Luego, imprevistamente cambiaba de orientación y seguía sin dudar, sin aminorar la marcha. Mostraba una seguridad total, como si hubiésemos ido por una moderna autopista.
   Después de más de cuatro horas de esa carrera por la nada, le pregunté: --Mohammed, ¿cómo sabés por dónde doblar, por dónde retomar el rumbo?--
   Sin mirarme siquiera, levantó su gran pulgar apuntando al cielo y dijo: --Las estrellas, hermano, las estrellas--.
 
FRATRICIDAS

    Esos eran los hombres de Gulgudin Hekmatyar, presidente de la Alianza Islámica que tenía su sede temporaria en la ciudad de Peshawar, en la provincia fronteriza del noroeste, en Pakistán.
Hekmatyar sería quien llevaría a la victoria final a los cuatro grupos islámicos fundamentalistas y a los tres que representaban a las autoridades tribales tradicionales. Llegar a la victoria contra las fuerzas soviéticas fue relativamente fácil comparado con la imposible tarea que siguió: superar las diferencias ideológicas entre las siete facciones de guerreros mujaidines. El nexo más importante entre los siete grupos fue el odio hacia el gobierno pro soviético de Najibullah y una vez destronado, volvieron las miras de sus kalashnikovs unos contra otros.
   En esa lucha entre hermanos musulmanes surgieron y predominaron los talibanes que actualmente controlan el 90 por ciento del país. El obstáculo más grande que hasta ahora había impedido a los talibanes engullirse todo Afganistán acaba de sucumbir en un atentado suicida. Ahmed Shah Massoud, el León de las Montañas, legendario líder de las milicias opuestas a los talibanes, cayó con el pecho destrozado por las esquirlas de una bomba escondida dentro de una cámara de video.
Igualmente destrozados quedaron los supuestos periodistas árabes que habían conseguido entrevistarlo en su guarida del Hindhu Kush.
 
BEATÍFICOS

   Esos eran los guerreros de aspecto formidable pero de maneras beatíficas que me guiaron durante un mes y medio por los laberintos de la resistencia afgana.
--Te tenés que vestir de afgano--, fue el primer consejo que me dio el mujaidín que me esperaba en Peshawar. Mientras viajábamos hasta la central de la Alianza Islámica por un camino bordeado de tumbas marcadas con un palo o con una piedra, me decía que yo, como europeo (todo blanco es europeo o “inguilisi” inglés) --sos un trofeo muy tentador para secuestrarte y robarte--. Durante los próximos 45 días, constantemente y sin descanso, me machacaron el cerebro con frases y enseñanzas del Corán. Con una paciencia de docentes me explicaron los vicios y errores de la religión cristiana poniendo por contraposición los perfectos preceptos islámicos.
   No había conversación que no terminara con admoniciones, consejos o advertencias de lo que me esperaba en la vida eterna si no me convertía al Islam. Toda parte del día que no estuviera ocupada con alguna tarea específica la dedicaban a leer el Corán. Cada acto cotidiano iba precedido del “bismillah”, con lo cual bendecían el acto y se aseguraban que no iba a acarrear ningún castigo divino. Un día íbamos atravesando una cadena de montañas nevadas. El jeep dio un suspiro y cesó de funcionar. Mohamed de Kandahar abrió el capó y se sumergió en el motor, que se enfrió casi en el acto con los 15 grados bajo cero que cortaban la piel. Los cuatro mujaidines armados y yo quedamos adentro del vehículo, donde el hacinamiento hacía más llevadero el frío.
   El jefe de esa patrulla había venido leyendo un Corán en miniatura y siguió con su lectura, pero esta vez en un murmullo audible y monótono. Afuera, Mohamed martillaba, atornillaba, desenroscaba, bufaba, y su aliento se condensaba sobre el parabrisas que pronto quedó cubierto por una fina capa de hielo. Volvió a la cabina y con su cuchillo de caza hizo un tajo en el asiento delantero. Con una pinza cortó un pedazo de alambre del elástico. Sopló el agujerito de una pieza de metal negro, la escupió y luego la secó con un pliegue de su camisón afgano.
   Volvió a la cabina y escarbó en unas cajas de donde sacó un kit de primeros auxilios. De ahí extrajo una delgada manguerita. Salió, abrió el tanque de nafta, la introdujo y chupó hasta llenarse la boca de nafta.
Corrió hasta el motor y roció cierta parte con un fino spray de nafta con saliva. Escupió ruidosamente varias veces. Ajustó algo y volvió a la cabina a sentarse al volante. La nariz y un pómulo negros de grasa. Tenía un corte en un dedo que le sangraba. Con una mano agarrotada por el frío giró la llave de arranque al mismo tiempo que el jefe exclamaba “¡¡bismillah!!”.
   El motor tosió dos veces, el jeep se sacudió y arrancó con una humareda negra. El jefe me miró triunfante y dijo: --¿Viste lo que es el Islam?
 
TEMERARIOS
 
   Se aprestaban para un combate como quien va a una fiesta. La cercana posibilidad de morir sólo conseguía entusiasmarlos y los llenaba de una ilusionada anticipación. El edén prometido a los que mueren por el Islam estaba a la vuelta de la esquina. El paraíso con fuentes de aguas cristalinas y 40 mujeres vírgenes para cada hombre era una realidad tangible. Como quien sale del trabajo y sabe que en media hora estará sentado con su mujer y sus hijos en la mesa familiar.
   Me contaban historias de amigos guerrilleros cuyos cadáveres a los cuatro días de muertos empezaban a oler a rosas. “Es cuando entran al paraíso”, me informaban.
 
VIOLENCIA

   A la disputa afgano-soviética se sumaban los choques entre tribus, los disensos de los movimientos guerrilleros y las bandas de delincuentes comunes. En todo el territorio afgano y parte del paquistaní subsiste aún hoy un extremo machismo medieval. Un hombre no es tal si no porta una carabina o una ametralladora.
   --Aquí tiene este hermoso modelo hecho en China--, me dijo el turbantudo dueño de una de las tantas armerías que ocupan la calle principal de cualquier poblado. Puso el fusil ametralladora Kalashnikov en mis manos y me mostró la facilidad con que podía plegarse la culata de metal. --Muy cómodo para llevar en el auto--, dijo. Pedía 400 dólares como último precio y lo entregaba con dos cargadores de 30 tiros cada uno de regalo. Para terminar de convencerme me llevó a la calle, por donde deambulaban dos bueyes y varias gallinas. Levantó el caño, apuntando al tronco de un grueso árbol y le descerrajó una ráfaga que hizo zambullirse a las gallinas en una canaleta buscando parapeto. El tronco quedó marcado con nuevos impactos de balas 7,65 blindadas.
   Nunca hubo gobierno que pudiera imponer ninguna clase de ley. En aquella época había territorios a los que no se podía entrar sin guardia armada. Ni los talibanes con su brutal interpretación del Islam han podido erradicar la violencia innata en el país afgano. Los médicos de la Cruz Roja se movían escoltados por camionetas artilladas con ametralladoras calibre 50 milímetros.
   Las casas de los granjeros son fortalezas con murallas, torretas de vigilancia y mirillas por donde los fusileros pueden tirar parapetados detrás de medio metro de ladrillos de barro cocido, piedras de río, arena y cal. Altercados como un litigio por límites de un campo derivan fácilmente en combates en los que las familias en disputa se tiran con granadas, morteros y bazucas.
 
ESCARMIENTO
 
   La sangrienta guerra llegaba a sus tramos finales. Nayibullah había quedado encajonado en Kabul, y la mayor parte del territorio estaba controlado por los mujaidines. Las fuerzas comunistas habían sembrado el camino de su retirada con minas antipersonales. En los hospitales de campaña montados por los

rebeldes con ayuda financiera de todo el mundo islámico languidecían cientos de afganos.
   --La mayoría de los heridos que recibimos ahora-- me decía Ali Jaber, médico de un hospital de Parachinar en la frontera afgano-paquistaní son por explosión de minas y cazabobos. --Son heridas en los miembros inferiores -explicaba- y el daño que producen las esquirlas es tan atroz que generalmente debemos amputar--.
   El enemigo --concluía el médico egipcio-- busca el efecto psicológico más que el militar. Quieren que estos inválidos sean un renqueante escarmiento, pero lo que consiguen es el ejemplo de valor y fortaleza que nos dan estos mártires.
 
LA FUERZA

   Sobrecogido por la aprehensión, entré con mis cámaras colgadas al cuello a la sala ortopédica de un pobre hospital en Landi Muhammad. Las paredes de adobe y paja blanqueadas con cal despedían olor a humedad. Los vidrios quebrados de una ventana dejaban entrar ráfagas de viento helado por entre los parches de cinta para embalar.
En dos filas de 10 camas yacían 20 mutilados: dos niños de unos 13 años, varios jóvenes de entre 18 y 25 años y algunos ancianos.
   Los amputados, varios de ellos de las dos piernas y otros enredados en complejas poleas, se aprestaron para la fotografía. Alisaron sus raídas frazadas, acomodaron los frasquitos en sus mesitas de noche y sonrieron para la cámara. Ningún signo de abatimiento ni derrota. Ningún gesto de sufrimiento.
   Saqué varias fotos y atendí las explicaciones del médico de guardia.
   Llegó entonces la hora de la plegaria vespertina. Los que pudieron se sentaron en sus camas. Otros, con las piernas colgadas de las poleas, comenzaron en profunda unción una mímica estremecedora. Siguiendo el precepto del Corán que ordena con la mano derecha lavarse la izquierda hasta el codo y luego hacer lo mismo con la izquierda, los mujaidines mojaban sus manos en una imaginaria fuente. Se “lavaban” y luego se sumían en una oración que en un reverente murmullo se elevó por las descascaradas paredes.
  --Esa es nuestra arma--, me dijo el médico.
  --Los rusos no contaban con la fuerza del Islam—
 
GUSTAVO FERRARI
Periodista cordobés
El audio de la conversación que mantuvieron Gustavo y Gonio Ferrari durante la emisión de este domingo de “Síganme los buenos” ha quedado archivada y puede ser consultada en el sector respectivo, ubicado en la parte superior de la columna de la derecha de este blog.
 
BONUS TRACK:
 
¿Vacunarse o no?
ENOJOSO  DIFERENDO EN  UN ÁMBITO  DONDE
LA JUSTICIA TENDRÍA QUE SER MÁS DINÁMICA
 
    Otra de las controversias de las que tanto rodean a la sociedad es la planteada en los Tribunales de la provincia con relación a la vacunación o no, disyuntiva conectada a la presencialidad o no en la tarea cotidiana, que arrastra un curioso estilo de no trabajar al ritmo de siempre pero cobrar como si todo fuera normal.
   Hay que destacar, en reconocimiento al personal que debe quedarse en su casa y trabajar allí remotamente, que si no les pagan algún adicional por la utilización de su equipo computarizado, el gasto de energía para alimentarlo, la luz, etc. se estaría configurando una injusticia que de alguna manera tendría que reconocerse y obrar en consecuencia con un merecido suplemento dinerario.
   Está bien que para el empleado no hay gastos de transporte, la ropa no requiere tanta dedicación y tal medida contribuye a un incremento de la seguridad de no contagiarse dada la menor exposición pública, la atención de barandilla y otros trámites de cuando la actividad es normal.
   Hay que establecer si les asiste la razón a quienes se niegan a vacunarse, por eso del respeto por la libertad individual de decidir, pero si es así, nada mejor que quedarse en sus casas con un valor agregado: que si están contaminados, dejan de ser potenciales vehículos de contagio para sus compañeros lo mismo que al público que en muchos casos deben atender.
   Alrededor de 60 empleados que se niegan al pinchazo interpusieron en conjunto un pedido de reconsideración ante el Tribunal Superior de Justicia que impone para que concurran a trabajar, sólo si se realizan un análisis PCR cada 72 horas y por otra parte, la antagónica postura de quienes cumplen con el esquema de vacunación y no están dispuestos a compartir los espacios con los que se obstinan en no recibir la inmunización.
   En estos casos en que elementos tales como las convicciones son activos argumentos para el sostenimiento de una postura y por otro lado están las imposiciones de la autoridad, nada mejor y más tratándose de personal que se supone tiene un alto concepto de la Justicia y de su majestad, se tendrán que allanar a su dictamen o presentar si cabe, las apelaciones que consideren procedentes. Pero que de una buena vez se deben reactivar los mecanismos de la Justicia que ya sin pandemia tiene rótulo de pachorrienta, es un clamor de la sociedad en su conjunto.
   El recurso de reconsideración de quienes no se vacunaron pretende que los agentes que eligen no vacunarse no se hagan el PCR porque sostienen que es “invasivo”.
   Como mero observador, es para pensar que muchas veces por descuido, capricho o por lo que fuere, el bicho es más invasivo que cualquier falta de prevención.
 
Diferentes enfoques
ANSIADO REGRESO A CLASES  PARA  UNOS
Y PELIGROSA MEDIDA QUE ES PARA OTROS
 
   Era de esperarse la aguda controversia cuando los días fueron pasando, las presiones de los sectores en pugna recrudecieron y a la vez, se acercaba ese día de elecciones que para muchos políticos, algunos exagerando y otros minimizando, consideran una especie de bisagra tanto para la historia como para sus enfoques y perspectivas personales.
   No olvidemos a otros tres grandes protagonistas de esta cuestión que son los niños, su familia y los docentes, cada uno con sus propios enfoques en positivo o en negativo, en todos los casos con atendibles y sólidas razones.
   El gremio se opuso a la reiniciación de clases presenciales y la primera objeción es parecida a una acusación de acción dicriminatoria, porque es todavía alto el porcentaje de hogares en la mayoría de los casos humildes, que no cuenta con equipamiento como para seguir las clases a través de las redes.
   Por otro, el riesgo que significa asumir la responsabilidad de recomenzar las clases con dictado presencial aunque haya burbujas, distancia, gel, barbijos y otras precauciones más todas las prevenciones que se puedan adoptar, porque el bicho todavía hace turismo ambiental y de aire y eso que ni hablemos de la consolidación de esa ola nueva con otra cepa, cuya capacidad de expansión virtualmente es desconocida, pero que crece, advertimos que no deja de crecer.
   Los padres en la enorme mayoría de los casos ya no saben cómo contener a su “tropa” menor porque ya ni siquiera la play -para quienes la tienen- es de contención porque llegando los calorcitos ya quieren la pelopincho, la pileta, el rio, las salidas grupales y otras maneras de socializar, todo lo que aparece objetivamente como poco recomendable.
   Falta en esta evaluación sin pretensiones, aludir al papel del Estado, del poder, apretado por miles de circunstancias que los llevan a tomar esta medida que para mucha gente aparece como apresurada y poco feliz, porque dejan abierta la posibilidad de nuevos y masivos contagios, cuando el exitismo desde arriba indica que los casos están cediendo, que las demandas de terapia intensiva decaen y otras victorias parciales que se atribuyen.
   La verdad sólo llegará a ser conocida por la historia y no de ahora sino de unos años más lejanos hacia el futuro: muchas veces la inminencia de elecciones mueve a tomar medidas efectistas más que positivas, y no son pocos los que sospechan que la motivación esencial no es otra.
   Así quedarán contentos algunos y apenados los otros, y solo restaría saber, qué cantidades de unos y de otros serán parte de las estadísticas.
   Pero las cosas, para bien o para desastre, ya estarán hechas
y los arrepentimientos, como siempre, de poco servirán…
                          
Ya nada nos sorprende…
SUIZA “LA ABURRIDA”, LOS “SPOTS” DE CAMPAÑA, LA
MAMÁ DE RANDAZZO Y LAS  COPIAS DE ARGUMENTOS
 
   Las campañas políticas suelen ser el ring donde la violencia verbal y muchas veces física con penosas consecuencias es lo que reina, a diferencia del boxeo que en la generalidad de los casos los rivales terminan la pelea, ensangrentados y todo, sudorosos y chivosos se abrazan y luego lo más probable es que se junten a festejar la trascendencia del hecho deportivo.
   El ring de la política es distinto aunque suelen dominar los golpes bajos, eso de meterles el dedo gordo del guante en un ojo del adversario, lo de insultarse porque no hay protector bucal que lo impida y si cabe y el árbitro mira para otro lado, pisarle la punta de un pie al rival y arrebatarlo de su trompadón ascendente que le una la dentadura inferior con el paladar.
   Así son las cosas, así las vemos y ejemplos en todos estos sentidos son los que sobran, con que sólo nos remitamos a la historia del último medio siglo en que fueron abundantes las situaciones violentas, no en el campo boxístico sino en las previas de las contiendas comiciales.
   Lo de ahora venía liviano, hasta que Randazzo tuvo la ocurrencia de hacer intervenir a su Mamá, telefónicamente, en un corto televisivo que tuvo impactante éxito y por ende, beneficioso para su principal protagonista.
   El contragolpe no se hizo esperar porque pocas horas después uno de sus adversarios, en este caso ese polifacético muchacho Sergio Berni, candidato a una banca creo que porteña o nacional, amigo de las imitaciones a los héroes cinematográficos, apresurado interviniente en el caso del asesinato del fiscal Nismann, quien sin pensar siquiera en la palabra plagio o robo de ideas, hizo su spot haciendo participar allí también a su Mamá, por supuesto que a través de su teléfono celular.
   Todo esto, tomado como acción más cómica que política, suaviza en parte todas las asperezas que hemos venido viendo, y las que sin dudas todavía restan de ver en la proximidad de instancias decisivas, que para muchos puede significar la permanencia en el poder o la despedida de sus mieles, y para otros el seguir gozando esa maravilla que se llama libertad en contraposición a la sombra de barrotes que a no pocos viene quitándoles el sueño.
   Y casi me olvido de ese temita de la “Suiza aburrida”, porque si así lo fuera, habría que ver qué otros motivos son los que tanto atraen a muchos políticos de todos los colores, que por lo general después de despedirse del poder o cuando más inmersos están en su interior, más se empeñan en visitar y depositar allí sus mejores recuerdos.
   Lo único que falta, es que a alguien se le ocurra sostener que las islas Seychelles también son aburridas…

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