14 de septiembre de 2021

Momento de íntimas evaluaciones

“NUNCA INTENTES VENGAR CADA AFRENTA QUE TE 
 HAGAN.  NO TENDRÍAS TIEMPO PARA  OTRA COSA”

   El viejo proverbio norteamericano es tan sentencioso que conviene tomarlo en cuenta en situaciones críticas y conflictivas como las que vivimos los argentinos, por la inestabilidad general de la situación, su agravamiento pandemónico -que es el sitio donde reinan la confusión y el desórden- y se lo considera la capital imaginaria del infierno. No es momento ni circunstancia de abalanzarse sobre el caído ni es bueno ni humano golpearlo -como en el mal boxeo- cuando está contra las cuerdas o virtualmente nocaut sobre la lona.
   Entremos antes que nada por puntualizar algunos detalles que nos llevan de viaje por la historia, ya vacunados de los olvidos y las amnesias por ese maravilloso antídoto para esos casos que es la memoria desapasionada, completa y sin manipulaciones que la muestren parcial: quienes atesoran hechos relevantes dirán que en su momento Macri nos endeudó por varias generaciones, que “exportó” fortunas malhabidas, que contrabandeó, que minimizó a un ministerio tan esencial como el de la salud, que desvalorizó escandalosamente nuestra moneda, que permitió el crecimiento de la pobreza, que no supo dominar el flagelo de la inflación, que no peleó contra la desocupación creciente, que aceptó sin chistar la libertad de muchos sospechados, acusados y procesados por ilícitos enriquecimientos; que no reprimió salvajes, dañinas y vandálicas manifestaciones “populares”, que no supo controlar a las empresas de servicios públicos y sus desmedidas apetencias y caprichos, que se negó a intervenir a organizaciones sindicales nocivas y generadoras de conflictos permanentes manejadas por dirigencias eternizadas y que viraron de “trabajadores” a prósperos empresarios y tantos otros cargos que se le pudieran echar en cara a un hombre que gobernó al país durante cuatro años.
   El resultado de una elección nacional primaria y obligatoria puso momentáneamente las cosas en su lugar y el electorado al momento de votar colocó en la balanza de sus íntimos análisis otros hechos salientes e inolvidables: el masivo crecimiento del clientelismo como argumento y accionar del populismo, la desenfrenada corrupción, los intentos por manejar a la Justicia,  el brutal desarrollo del narcotráfico y de la impunidad que lo rodea, la inestabilidad comercial, la desvalorización de la palabra empeñada, el aislamiento internacional, la creciente pobreza estructural, la desarticulación operativa de las Fuerzas Armadas, el casi hermanamiento con regímenes autoritarios como Cuba, Venezuela, China y algunos otros más, la lenta agonía de Aerolíneas Argentinas, el pésimo y oneroso “acuerdo” por Y.P.F., la penosa confusión de políticos presos por “presos políticos”, las digitadas libertades a ex funcionarios condenados por corrupción al igual que a delincuentes a quienes se beneficiara graciosamente, al sometimiento de las provincias “no alineadas” con el deshilachado proyecto nacional & popular, la instauración de una inicialmente sutil censura al periodismo libre mediante el manejo de la publicidad oficial y de oscuros mecanismos y otras acciones que fueron minando la proclamada calidad de un modelo que hacía agua por distintos flancos.
   Sobrevino la pandemia primeramente minimizada en su condición de tal, entramos a un campo de empecinada instauración del miedo, encierros renovados quincenalmente, muertes sin despedidas,  manipulación ideológica y política de la compra, traslado y distribución de vacunas y cuando desde el poder se convencieron de estar mediante esas acciones en camino a un seguro procerato, aparecieron los ocultos y apañados vacunatorios para privilegiados funcionarios y sus familias, la cantidad de argentinos a quienes le impidieron regresar, dirigentes gremiales adictos incluyendo a sus más allegados, personajes de la farándula, ìntimas fiestas de cumpleaños en la Residencia Presidencial de Olivos con conocimiento directo del máximo poder nacional mientras los errores, las improvisaciones y los remiendos obligaron al alejamiento de dirigentes de nociva actuación. Lo positivo fue que trascendieron acciones maravillosas, sacrificios impensados, entregas conmovedoras por parte de los que luchaban en serio, patrióticamente contra el coronavirus, sin hacer distingos de pensamientos o inclinaciones políticas.
   Llegamos a superar los 110.000 muertos y pese a una cifra tan ominosamente abrumadora la preocupación del poder estaba más centrada en que la cifra no creciera ni trascendiera, porque la proximidad de las PASO le imponía manipular la situación de tal manera que no significara un desgaste mayor a su ya deteriorada imagen, hasta el punto de llevarnos a pensar que si en su momento y por coincidencia ideológica inventaron 30 mil muertos, ahora les resultaba imposible esconder o negar a 110 mil.
   Y llegamos a las PASO y se comenta que quien más fogoneara su concreción fue el heredero del imperio “K”, Máximo el ahorrativo de dinero y de esfuerzo. Creyeron que dominando Provincia de Buenos Aires y dos o tres distritos más tendrían “la vaca atada” y operaron en tal sentido motorizando un obsceno festival de planes y subsidios (que en su momento Macri no neutralizó) mientras lentamente se derrumbaba la economía y crecían exponencialmente la pobreza, la inflación, el dólar marginal, la desocupación y otros indicadores sociales.
   En el nivel del cordobesismo las grietas se ahondaron y uno de los principales referentes del kirchnerismo, optó por enfrentar al único gobernador que al menos en cierta forma no cedió a las imposiciones del puerto y se rebeló frente a medidas restrictivas de la libertad de decisión, que cabe a un mandatario provincial en ejercicio del federalismo. Y así le fue al “hombre fuerte de Punilla” que cosechó en las urnas un escaso caudal de voluntades y quien fuera su amigo, dueño de una proclama tendiente a cosechar el voto femenino pensó “en ellas” sin tomar en cuenta -entre otros detalles- que el pueblo cordobés no olvida que “Juan” olvidó a la madre del joven Blas Correas, asesinado por su policía.
   Una ola amarillenta se abatió sobre la provincia de Buenos Aires asestándole un cívico e impensado garrotazo a la dupla Fernández & Fernández y dejando en el desamparo al irresoluto muchacho gobernante del idioma innovador, quien fuera elegido para un cargo que demostró le quedaba demasiado holgado y ni siquiera La Pampa y San Luis, históricamente peronistas que con Chaco y Santiago del Estero acompañaron las intenciones del ahora kirchnerismo remanente.
   Así como las vacunas necesarias para la inmunización casi masiva aparecieron virtualmente en simultaneo con las urnas para las PASO al igual que la brusca caída de las estadísticas de víctimas fatales conformando un milagro inédito, es para ponernos en guardia que en estos 60 días próximos no vaya a querer recrudecer la pandemia que vuelva a sumirnos en el miedo y en los encierros.
   El acto eleccionario fue prolijo aunque las ausencias no hayan sido pocas y no trascendieron hechos para ser considerados anormales, salvo aquellos casos de muertos habilitados para sufragar, o extranjeros de países vecinos que en los últimos tiempos tomaron la rentada costumbre de venir a visitarnos los días de elecciones.
   Antes de la medianoche del domingo 12 cundieron en forma paralela el espanto y la alegría para muchxs y la alarma para todes. Porque en tan escaso tiempo no aparece posible un cambio de rumbo en el electorado, de tal dimensión, que revierta las cifras como para ahuyentar en muchos ese previsible síndrome de alergia a los barrotes.
   El Pueblo se ha manifestado en libertad elevando un canto de respeto y adhesión a la Democracia tantas veces mancillada pero por fortuna ya recuperada y en vías de fortalecimiento, aunque lleve un tiempo alcanzar tan patriótico objetivo.
   Rescatando un párrafo del interesante libro “Maquiavelo no conoció a los argentinos”
del cordobés Enrique N’Haux me permito transcribirlo: “La teoría del italiano gira alrededor de que en una sociedad donde predominaban los valores de la corrupción, el conductor político no debía tener reparos en utilizar prácticas de ese tipo para asegurar una buena gobernabilidad y garantizar la prosperidad de su país”.
   Sospechemos entonces y nadie relaje la guardia, si vemos aparecer en el horizonte cercano, nubes de nuevos subsidios y planes como para recuperar votos perdidos y capturar a los que se mostraron remisos a sufragar.
   Jamás olvidemos a los grandes pensadores cuando se refieren, entre otros temas, a la venganza, la revancha o como quieran llamarles a las actitudes similares: que en la venganza el débil es siempre el más feroz. Que el que se dedica a la venganza conserva frescas sus heridas y que la venganza es un placer que sólo dura un día y la generosidad es un sentimiento que en todo momento puede alegrarte.
   En consecuencia, tengamos la grandeza cívica de optar por la generosidad en el disenso, el respeto por el adversario y la indulgencia frente a los errores, pero sin olvidos.
   Y menos aún, a la hora de votar.
Gonio Ferrari

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