23 de abril de 2023

S.L.B.: EL POR QUÉ DE UN PROGRAMA REDUCIDO - LOS TRIUNFOS TIENEN MUCHOS PADRES PERO LOS FRACASOS SON HUÉRFANOS - UNA ACTITUD DE SOBERBIA NO APORTA SEGURIDAD NI TRANQUILIDAD - LA MEGACAUSA QUE NO PIERDE ACTUALIDAD - LOS DOCENTES Y UN HOSTIL ESTADO DE CONFLICTO - NO FALTAN LOS MALVADOS EN REACTIVAR EL "CLUB DEL HELICÓPTERO", ETC.

 Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” emisión nº 775 del domingo 23 de abril de 2023, difundido por la AM580 Radio Universidad Nacional de Córdoba.

 
Nuestra edición de este domingo 
TENER MEDIA HORA MENOS NO ES 
ACHICARSE SINO  SER  GENEROSO
 
  
   Por una determinación superior, esta edición nº 775 de “Síganme los buenos” que desde años atrás se difunde los domingos de 16,30 a 18,30 por la AM580 Radio Universidad, tendrá por este domingo media hora menos de extensión, para dedicar dicho espacio que dejamos liberado, a una transmisión deportiva.
   Este equipo de producción periodística y realización técnica, a lo que sumamos la inclusión de los contenidos en el faceboock esta misma tarde, y como homenaje a la elevada cantidad de lectores que la frecuentan en las redes, asume la obligación ética de pedir disculpas a los anunciantes por tal motivo, que nos fuera comunicado cuando el esquema de SLB ya estaba elaborado, contemplando por supuesto la intervención de los auspiciantes.
   Esperamos que esta situación no pase a ser una costumbre, en homenaje al respeto que merece nuestra creciente audiencia, agradeciéndoles especialmente a los oyentes y a los sostenedores del programa, por su tolerancia y comprensión. 
 
Demasiados dueños de los silencios
ASÍ  COMO  LOS TRIUNFOS  TIENEN  MUCHOS  PADRES
LOS FRACASOS SON  INEVITABLEMENTE  HUÉRFANOS
 
   Sostienen los historiadores seguramente por noticias que circularon siglos atrás, cuando las redes sociales no eran ni siquiera tema para Julio Verne y ahora se lo atribuyen a San Pablo, que “su fin será el que corresponde a sus obras” y la verdad sea dicha, no pude encontrar buscando en mi nutrida biblioteca, una definición más contundente y sobre todo más acorde con la realidad que estamos viviendo los argentinos.
   El conventillo político nacional y sin distinción de colores ni ideologías por más encontradas que sean entre ellas, no creo que atesore en su historia situaciones más enquilombadas, controvertidas, curiosas e inéditas que puedan compararse con lo que estamos viviendo, aun sosteniendo que las pretendidas sorpresas ya no sorprenden a nadie porque en tal aspecto ya estamos curados por la vía del espanto para la mayoría de los argentinos y la resignación para el resto.
   Dentro de todo viene al caso recordar una cita que se me ocurre es de autor anónimo, pero muchas veces me atormentó por la fuerza conceptual que contiene, que en su incomparable cobardía la sociedad de nuestros tiempos opta por legalizar los errores en lugar de combatirlos.
   Las noticias más recientes contienen una velada como tardía confesión de fracaso, especialmente porque sus consecuencias no tienen solución al menos en el breve plazo, con el agravante que su inmodificable proyección a futuro no tan remoto nos augura instancias todavía más difíciles que las que estamos padeciendo.
   Y es cuando nos preguntamos y creo no ser el único que íntimamente se lo plantea, ¿por qué tiempo atrás, cuando vimos recrudecer el mal, desde el poder no lo atacaron, remediaron, atenuaron y peor, lo agravaron? ¿Por qué ese empecinamiento en reincidir en equivocaciones que tanto daño indiscriminado nos siguen haciendo? ¿Por qué no tener la grandeza ni el patriotismo de la honesta y olvidada autocrítica, que impulse a corregir rumbos?.
   Se insistió hasta la demencia política en tropezar con la misma piedra y todo por esa angurria de estar en la cúpula, mal sentado y viendo que desde abajo y desde los costados te están moviendo el sillón aunque la explicación, humana explicación al fin, que la angurria que muchos pretenden disfrazar de sensualidad del poder, no es otra meta que permanecer, atornillarse, perdurar, mantenerse como fuera, porque dentro de todo el componente de asegurarse la impunidad, es tan fuerte que alucina y lleva al empecinamiento suicida.
 Ya está… Ya se sacó la mochila con plomo que le tocó llevar desde que -creo que la Biblia- debió soportar desde su tapa hasta la última página, el peso de la hipocresía de quienes juraron sobre ella sabiendo por experiencia que Dios ni la Patria podrían demandarlos.
   Si la Patria en su sacro concepto es el pueblo, el altar para rezar está en cada urna que defina nuestro destino como Nación.
   Una nación hermosa, generosa, con millones de oportunidades y gente maravillosa y ansiosa para ser  felizmente insuperable, que no merece que ningún aventurero ni sediento de poder la siga esquilmando.
 
El absurdo de negar la cruda realidad
SI LA CÚPULA PECA DE SOBERBIA, POCO AYUDA A LA
SOCIEDAD  QUE  VIVE CADA DÍA MÁS SOBRESALTADA
 
   Desorienta muchas veces advertir en algunos personajes de la conducción política, profesional o de cualquier otro ámbito, esa penosa inclinación hacia la indiferencia, como si negar la realidad fuera aunque más no sea un paliativo a lo que racionalmente reclama desde su intimidad la propia conciencia, y en tal sentido creo que eso de la conciencia es tan opinable e indefinible como la cuadratura del círculo o el sexo de los ángeles.
   Si se hiciera una encuesta seria, documentada y certificada por su calidad, en cuanto a qué sensación tienen o tenemos los cordobeses, acerca de la seguridad que no nos asegura el poder o de las consecuencias que acarrea su virtual inexistencia, nos encontraríamos con una masiva respuesta, que derrumbaría todo lo contrario que desde ese mismo poder somnoliento pretenden inútilmente hacernos creer, para lo cual incluso  dilapidan dineros en propaganda exagerada, que bien pudieran destinar a la aplicación de soluciones, y más en estos delicados tiempos precomiciales.
   Así como un ministro nacional confesó pocos días atrás sin ponerse colorado y luego no se desdijo, que la batalla contra el narcotráfico la había ganado el hampa, más cerca de nosotros nos impactó duramente aunque sin causarnos sorpresa, que la jefa de nuestra policía sostuviera, también sin sonrojarse ni asumir culpas, que la institución azul del cordobesismo no había sido desbordada.
   Señora, por favor… Aparte de ofender la inteligencia de los cordobeses, incurre en un pecado que no es venial, sino de enorme gravedad institucional, que es negar una realidad que a usted la castiga desde adentro en cierta medida, e impíamente desde afuera, cuando la delincuencia se agranda día a día al amparo de la impunidad que le obsequia la falta de prevención, y otras carencias que usted no ignora y estoy seguro que también padece.
   Y no quiero caer al facilismo de evocar ejemplos, mejor dicho pésimos ejemplos, porque nada se gana con una actitud que le recuerde lo que seguramente es inolvidable, como las responsabilidades funcionales en el desgraciado caso del adolescente asesinado por una persona que desde su criterio, no estaba inhabilitada para usar armas, detalles que todavía dependen de la profundización de la causa por parte de la Justicia, desde donde se la calificó con dureza, al dictaminar que fue un caso de violencia institucional, cubierta en su momento hasta llegar al ministerio del área, dique de contención que evitó al menos por ahora, que el tema siguiera su escala ascendente en el poder.
   Las bandas de pirañas operan a su antojo ya en cualquier punto de la ciudad, a plena luz y sólo el accionar de los vecinos y en cierta medida alguna casualidad obtuvieron algunos resultados positivos.
   En uno de esos casos, perpetrado a 50 metros de un puesto policial, ante el reclamo de los afectados a esos efectivos, la respuesta fue que había que llamar un patrullero.
   ¿Entiende usted la desesperación de las víctimas?
   Con el reciente y sangriento asalto a un taxista, quedó demostrado que los controles en los puentes y otros lugares previsibles son sólo para que la gente vea que algo se hace, cuando para nada sirven, lo mismo que la reiterada difusión de fotografías con decenas de coches equipados a full, que parecen sólo preparados para los desfiles, porque poco se los ve después que las fotografías aparecen en los diarios, en la TV y ahora invadiendo onerosamente las redes sociales, transformando esos mensajes en propaganda preelectoral, disfrazados de la obligada difusión de actos de gobierno.
   Los ladrones motorizados han copado la ciudad a cualquier hora; las cámaras obtienen rostros casi de foto carnet y bueno sería saber a cuántos delincuentes de ese estilo de asaltos, muchas veces violentos y con utilización de armas, han sido resueltos, aunque ese sistema se aproveche en sociedad con el municipio multador que más que nunca necesita recaudar.
   Puede que existan razones para sostener que podemos haber llegado al hartazgo encarando con enfermante frecuencia el tema de la inseguridad, y en tal caso les reconozco la razón.
   ¿Pero sabe una cosa, doña?
   Soy un amante de la vida, de la paz, de la tranquilidad de sentirme y sentirnos protegidos por un Estado que cobra por decir que lo hace y fracasa.
   Por pregonar que se ocupa y son otras sus prioridades.
   Por vendernos la falsedad que se desnuda cada día, ¿de qué manera?
   Lo que son las cosas… se desnuda nada menos que leyendo los diarios, escuchando la radio o mirando los noticiarios de la televisión…
   La soberbia es un pecado capital, y no es aconsejable caer en ella al igual que la gula, la lujuria, la ira, la pereza, la avaricia y la envidia…
   Todo esto es para no olvidarlo jamás… jamás.
 
¿Cuántos días de clases se perdieron?
EL CONFLICTO TAN MANOSEADO QUE ENCARAJINA UN
ESCENARIO CON ALUMNOS, LAS VÍCTIMAS INOCENTES
 
   Todos los años, como es obligación y costumbre, desde la autoridad se determinan cuántos serán los días de clases en el ciclo lectivo y al menos es así en el nivel primario de la enseñanza.
   Obviamente quienes asisten a clases dentro de ese segmento son niños de hasta unos 11 o 12 años, plenos de apetitos por aprender, miembros de familias que en muchos casos se sacrifican a veces más allá de sus posibilidades económicas, para satisfacerlos en esa necesidad que los hará útiles a la sociedad y a la Patria en su conjunto.
   Pero cuando desde afuera se observa que los conflictos gremiales se agudizan, se llega a la convicción que los mayormente perjudicados son los alumnos, y por factores indirectos también la familia porque se alteran las costumbres y las obligaciones hogareñas, como por ejemplo las idas y regresos al aula.
   Las conducciones sindicales debieran tomar conciencia del perjuicio que se les ocasiona a los pequeños que resultan inocentes víctimas, lo que es solucionable aplicando otras modalidades de protesta que no signifiquen un menoscabo a los convenios suscriptos ni al aprendizaje y a la concurrencia a clases.
   Pero el Estado, por naturaleza con la obligación de ser protector, debiera ajustar todo lo concerniente a un justo pago a la docencia, pilar fundamental del crecimiento de una nación y salvaguarda del futuro, inclinándose por la justicia en las desparejas retribuciones, y no es por poner siempre en la picota a los funcionarios y legisladores, que nunca dejan de cobrar aunque en el caso de los, llamémosles fabricantes de leyes, su esfuerzo no es para comparar con el que distingue a la vocación docente y su ejercicio.
   Es claro… algunos sostienen mezquinamente que los maestros gozan tres meses de vacaciones, el intervalo de clases en el invierno y algunas otras ventajas que no son tantas… Pero olvidan u omiten que el maestro, la maestra, se llevan trabajo a sus casas, trabajan varias horas al margen de su obligación de asistencia y en la escuela ofician de consejeras de conductas,  mediadoras en diferendos, asesoras en materia de sexo disipando curiosidades de los pre adolescentes y en muchos casos hasta cocineras de sus alumnos.  
   Lo ideal sería que con la menor cantidad posible de días inactivos, concilien posiciones o busquen otros estilos menos traumáticos de llegar a soluciones a las que siempre arriban, pero dejan un tendal de consecuencias.
   Es una simple cuestión de sentido común, inteligencia del poder y amor por la educación y la formación, por lo que cobra mayor fuerza y vigencia eso que sostiene con justa razón que si la educación es cara para el Estado, que se pruebe con la ignorancia.
 
Megacausa del Registro, siempre activa
LA CUESTIÓN DE LAS DECISIONES LLEVA TANTO A
DUDAS COMO A MÁS  QUE  CURIOSAS INSTANCIAS
 
    Puede llegar a ser interesante proponer un debate, en algún foro académico pero fuera de Córdoba, sobre algunos escritos de la causa del Registro de la Propiedad, como por ejemplo el del Juez que reconoce la inexistencia de pruebas en contra de los imputados, aclarando que no hay testimonios en su contra; el que acusó a alguien de apropiarse de un inmueble que era  de su legítima propiedad (por lo que después de juzgarlo y condenarlo se lo devolvieron), aquellos en los que los sospechados nunca pisaron el lugar de los hechos, u otros en los que se formaron bandas con personas que no se conocían.    
   Lo debatible sería que en todos los casos la decisión fue la prisión preventiva y la Real Academia Española define al término “decisión” como una resolución que se toma en una cosa dudosa.
   En el ámbito legal los Códigos y la Constitución regulan con claridad el camino de las resoluciones judiciales, estableciendo para el caso la prohibición de cualquier prisión por las dudas.    
   Por ello, el razonamiento lógico, aún sin ser experto en la materia, no permite entender la decisión de la prisión sistemática dictada aún en ausencia de duda, como tampoco, la decisión de no actuar ante las denuncias contra altos funcionarios, o de no buscar otros culpables si muchos de los encarcelados, y aún condenados, no fueron los enriquecidos con las maniobras.
   Y es claro y fácil de entender que genera gran intriga conocer las causas que motivaron, guiaron, indicaron, solicitaron, etc, etc, a los magistrados actuantes del Poder Judicial, el camino de estas decisiones. 
 
Aquel tanguero sentir del dolor en carne propia
¿SERÁ POSIBLE QUE ALGUNOS MALVADOS REFLOTEN
EL DOLOROSO TEMA DEL “CLUB  DEL HELICÓPTERO”?
 
   Si hay algún dolor político que todavía revuelva el estómago de algunos y las conciencias de otros, es volver la memoria hacia los principios de este siglo y sorprendernos con aquella imagen del helicóptero abandonando el helipuerto de la Casa Rosada con rumbo incierto, con su principal pasajero que era el entonces renunciante Presidente de la Nación, cumpliéndose con lo que la oposición lo trataba de “prescindente”.
   Aunque en realidad, De la Rúa había renunciado ese 20 de diciembre del 2001 a las 19:45 tras cumplir algo así como la mitad de su mandato constitucional, pero acosado por la economía, los gremios peronistas y de la izquierda, parte de sus propios adherentes y el resultado de 9 muertos y decenas de heridos por los disturbios originados en el centro porteño.
   Eso es, si no me equivoco en los recuerdos, parte de la historia que luego la creatividad popular instauró la existencia del “Club del helicóptero” como una especie de símbolo emergente de los fracasos.
   Ahora con una inflación mayor al ciento por ciento interanual que supera incluso a la de Venezuela, proyección de desastre económico, más de 10 dólares distintos, el que se designaba para ahorro cotizando a 450 pesos la unidad, desocupación tan alarmante como escondida, crecimientos exponenciales tanto de la pobreza, el hambre, los subsidios a la vagancia, el colapso de la dignidad del trabajo, la expansión imparable del narcotráfico, la inseguridad apabullante y todos los otros conflictos, es que no faltan aquellos memoriosos que imaginan el resurgimiento de aquel Club del Helicóptero, aunque para el caso actual no bastaría solo con uno, sino con una flota de ellos.
   Por aquellos ayeres, la situación no era tan desesperante como ahora lo es como fruto de la inestabilidad social, las luchas tan internas como despiadadas en las fuerzas políticas y todo esto en un escenario cercano a elecciones presidenciales, de gobernadores y de otras autoridades.
   Roguemos que prevalezca la calma, que los fantasmas que agitan desde ciertas conducciones sindicales se moderen o se dejen de joder, que regrese la concordia que no fue muy pródiga en los argentinos y que alguna vez pensemos con memoria no parcial y grandeza de objetivos más que con apetencias de poder.  
   Y menos, con esos intentos de eternizarse en las cúpulas, después de haber demostrado que ese fracaso que tiempo atrás echaban en cara a quienes gobernaban, también los alcanzó a quienes prometieron la grandeza de la Patria que ahora por falencias propias y parte por una herencia que no fue tan gravosa como las que ahora se deja, estuvimos a punto del estallido.
   Roguemos que no sean necesarios miles de helicópteros…
 

2 comentarios:

  1. Anónimo10:42 a.m.

    Excelente su capacidad de analisis!

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  2. Anónimo4:35 p.m.

    Como siempre coincido con tus análisis. Esta vez tengo esperanzas. No pueden seguir humillándonos. Con qué derecho separaron nuestras familias? Dos de mis tres nietas se fueron lejos. No sé cuando las volveré a ver. Ellas como tantos jóvenes . No tienen perdón. Abrazo grandote. Soy Cristina Urtubey.

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