19 de junio de 2024

Creciente drama de los cordobeses

LA RECUPERACIÓN DE LA SEGURIDAD PERDIDA
JAMÁS  SE  ALCANZARÁ  CON  INCOHERENCIAS
 

   Son patéticas y pisando el umbral de lo absurdo las medidas que se toman desde el poder, en su creciente desesperación e impotencia por superar la inseguridad que entre el hampa impune y la inacción oficial, viene creciendo sin que se le encuentre una solución que supere el drama cotidiano de los cordobeses de saberse como comunidad, inermes y desprotegidos frente a la multiplicación de hechos que diariamente vulneran su tranquilidad de otrora.
   La delincuencia potenciada por el crecimiento del narcotráfico y sus previsibles consecuencias y secuelas, “vive de picnic” ante las medidas que se adoptan para combatirla, más cercanas al fracaso que a la efectividad, pese al elevado costo presupuestario que significa la cotidiana adquisición de equipamiento, comunicaciones, tecnología, movilidad, armamento e incorporación de efectivos, con todo lo cual no se ha logrado -pese a los “dibujos” oficiales en contrario- una disminución en las estadísticas reales de la situación.
   Y si a estos factores le sumamos el enorme costo que significa la exagerada promoción mediática con la que se anuncia cada compra, provisión o gasto que se proclaman como apoyatura en la lucha contra el delito, más se ensombrece un panorama que desde tiempo atrás viene siendo de una oscuridad innegable.
   Son decenas los casos que podemos citar como ejemplos negativos en la materia que le llaman “prevención” que en verdad y a la luz de los resultados no existe, pero basta con citar escuetamente dos de ellos: por razones obvias los controles en los puentes de poco sirven, las fotos con patrulleros que se incorporan tampoco porque no es cuestión de derrochar combustible y menos aún el empecinamiento de lanzar a la calle efectivos inexpertos y sólo durante la luz diurna porque dejan de recorrer la ciudad apenas oscurece, que es cuando los marginales de la ley comienzan “a trabajar” ayudados por la ausencia de vigilancia, desde el momento que la ciudad queda desprotegida y librada al mandato de la delincuencia que parece contar con un mayor nivel de inteligencia de la que se proclama como poseedora el poder, que no le encuentra la vuelta a la realidad.
   En las últimas 48 horas -y es sólo uno de los tantos ejemplos- a poco más de 100 metros de la comisaría de Alta Córdoba, en la cuadra de Urquiza 1700/1800 robaron varios elementos de bronce de los medidores callejeros del gas domiciliario -cuyo reemplazo debieron afrontar los afectados- y dentro de la misma manzana de tal asentamiento de la fuerza azul se llevaron en actitud destructiva todos los picaportes y elementos similares de las puertas, tanto de familias como de comercios; en las últimas 24 horas fueron robados tres departamentos de las inmediaciones y poco tiempo atrás los ladrones tuvieron tiempo e impunidad para llevarse alrededor de 100 metros de cables aéreos callejeros a la vuelta del mismo asentamiento policial para lo cual deben haber “trabajado” al menos un par de horas nocturnas, sin ser advertidos ni molestados por ninguna patrulla preventiva o ronda que se le parezca y en la calle Fragueiro a la vuelta del precinto y durante la siesta desvalijaron a tres coches allí estacionados y se robaron otro.
   Los vecinos del sector ya se cansaron de reuniones donde las promesas de actuar son las de siempre, como son los de siempre los nulos resultados, y sólo resta que los afectados por  tales hechos vandálicos contra la propiedad, que significan gastos fuera de los presupuestos hogareños, sean afrontados por el Estado provincial apelando a las partidas mal utilizadas, porque aquellos tributan los impuestos que les imponen, pagan sumas aparte cuando se registran retrasos y resulta que esos dineros van a parar a otros destinos que los enunciados, incluyendo los notorios e innecesarios desbordes publicitarios oficiales siempre cargados de anuncios y expectativas mentirosas que no se cumplen.
   Y si de incoherencias hablamos, hora es de terminar con esa absurda costumbre de quitar el personal bisoño y principiante que dice patrullar “de infantes” hasta el atardecer, y hacerlos recorrer con patrullas nocturnas la ciudad palmo a palmo, para que al menos aprendan a conocerla y los ladrones se sientan molestados en su incontrolada tarea cotidiana de vivir de lo que roban, al amparo de la desidia y la indiferencia que muestra el poder, actitud que ya llegó a superar los límites de la tolerancia.
   ¿Es así como iniciaron la campaña para quedarse después de terminado el actual mandato?

                       Gonio Ferrari

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