UN LATROCIDA (COMO EDGARDO KUEIDER)
NI
SIQUIERA MERECE JUICIO DE LA DEMOCRACIA
Es un curioso caso como para sostener que “ya está todo dicho” y sería un
pecado cívico demorarnos en cabildeos y
entramados escuchando las previsibles declaraciones de alguien tan
“Infragantemente” pescado y sin posibilidades de justificar lo que hizo, que
seguramente sea la reiteración de una repudiable conducta.
Los argentinos, que vivimos
tiempos de crisis, no merecemos que en nombre de ciertas prisas de la política,
debamos perder tan lastimosamente el
tiempo, cuando lo que necesitamos es sostener y fortalecer una dinámica que nos
permita recuperar los meses y los años vividos en la boca del cráter y el
imperio de la corrupción.
No permitamos entonces que la
impunidad cómplice sea más veloz que una necesaria, veloz y contundente
justicia.
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