En consideración al operativo periodístico dispuesto por los SRT
para este domingo con motivo de las elecciones en distintos puntos del país,
“SIGANME LOS BUENOS” fiel a su compromiso con la audiencia, decidió encarar
esta experiencia para superar aunque sea en parte el hecho de no disponer del
habitual espacio entre las 16,30 y las 18,30 por AM580 Radio Universidad. Invitamos
a los oyentes a chatear directamente con SLB a través del recuadro que aparece
en la parte superior derecha de este blog, hasta las 19. A continuación, los
comentarios del conductor, Gonio Ferrari, con los temas previstos para esta
edición. Quienes quieran deleitarse con la música utilizada como cortina del
espacio, deben buscar en Youtube: La Campanella de Paganini, violinista Uto Ughi. ¡Los
estamos esperando!
LOS NN DE LA
DECADA GANADA
No se trata tan solo de una nimia diferencia de enfoques, discursos,
números o apreciaciones cuando colisionan las cifras que maliciosamente se
dibujan desde el poder y una realidad tan palpable que es difícil negarla de
sur a norte y de este a oeste del territorio nacional y últimamente no tan
popular.
Vemos la pobreza en cada rincón, a la vuelta de cualquier esquina y no
la pobreza limitada a la escasa alimentación, sino en otros aspectos que hacen
a la calidad de vida de los argentinos, aunque existan sectores marginados de
ese drama tan creciente como desatendido pese a las declamaciones que en tal
sentido nos abruman tanto como el crecimiento de la indigencia.
Es cierto; absolutamente cierto y palpable y sería una idiotez, negar el
progreso de algunos sectores de la sociedad que beneficiados con su trabajo, su
esfuerzo y en muchos casos el asistencialismo, no tienen la obligación de saber
que hay postergados y marginados en un país donde se pregona la inclusión
social como un elevado logro de los últimos años.
Pero de allí a sostener a nivel internacional que tenemos menos pobreza
que en Alemania -por citar solo un ejemplo- nos ubica en el reino del delirio,
la ensoñación o la ceguera para asombro del mundo que si por experiencias
históricas tendía a creernos poco, ahora nos respeta menos.
Cuando los funcionarios antes de hablar rompan las barreras de Puerto
Madero, de los coquetos barrios amurallados que hay en todo el país de los
opulentos que también existen, se encontrarán con el descarnado paisaje de
privaciones -vale repetirlo- no tan solo de comida sino de trabajo, de
seguridad, de educación, de salud, de justicia y de tantos otros componentes de
la extensa nómina de los tan pregonados, apoderados y usados derechos humanos.
Ignorarlos apelando a estadísticas menos creíbles que la existencia de
los reyes magos es una perversa manera de evitar la búsqueda de soluciones integrales,
porque esconder a los pobres es una forma atroz de hacerlos desaparecer de la
escena.
Salvando las distancias -que las hay- y apelando al archivo que también
atesora lo malo, Videla con su sanguinario cinismo sostenía que los
desaparecidos eran eso: desaparecidos sin entidad.
Por favor, si algo se les puede pedir a los mentores de la década
ganada, es que los pobres no corran esa suerte tan impía y cruel.
PARO BUENO
O MALO
Los paros en si no son buenos ni malos, sino útiles o nó según se trate
de beneficiarios o de víctimas.
Resumiendo, los paros son un atentado a la libertad de trabajar para
aquellos que no están de acuerdo con las motivaciones de la paralización, una
merma en el sueldo para quienes quieren trabajar y los activistas no los dejan
y un beneficio o perjuicio político para la dirigencia que los impone, con la
ventaja que a ellos no les descuentan ni una moneda.
Y para el país en su conjunto, si hablamos de paros nacionales, es una
especie de freno a la producción, a la actividad industrial y económica y un
masivo descuento a los más necesitados, en el rubro presentismo.
A los paros generales, perverso mecanismo de protesta que deja el tendal
de víctimas, los preparan aquellos exponentes del sindicalismo que necesitan
posicionarse para luego adherir a una determinada corriente partidista que con
el tiempo los gratifique con una banca legislativa o algún otro puesto de alta
rentabilidad y poco esfuerzo.
En pocas palabras los paros solo sirven para evaluar adhesiones o
rechazos en el espectro ideológico, para presionar por medidas, flexibilizar
políticas o imponer criterios contrarios a los que sostiene el gobierno, por
caso la absurda confiscación rotulada como impuesto a las ganancias, cuando el
sueldo o más aún la jubilación, de ninguna manera pueden ser consideradas
ganancias.
Para lo que sí sirven los paros, es para desenmascarar a los hipócritas,
que frente a una medida de fuerza de alta repercusión y acatamiento, lo toman
como una traición a la Patria ,
olvidado que cuando les tocó ser oposición usaron los paros, si en muchos
casos, como maniobras desgastantes y destituyentes.
Entonces, si sinceramos las cosas, no es una simple cuestión de
descalificarlos, ningunearlos o empequeñecer sus efectos, porque eso equivale a
cvensurar tontamente una práctica cientos de veces aplicada cuando sde está en
la vereda de enfrente.
Al menos, que los paros con sus secuelas sirvan para que la comunidad
sepa cabalmente quien es quien.
ESTADÍSTICAS
¿PARA QUÉ?
Los históricos dibujos del Indec para divulgar la inflación ya son parte
de los risueños y graciosos archivos de los argentinos, que mes a mes se iban
-nos íbamos- sorprendiendo menos y riendo más como benévolo reemplazo de la
tristeza y la impotencia.
Con eso, las estadísticas comenzaron a frecuentar el tobogán hacia la
poca seriedad, la improvisación y la lisa y llana mentira, tendenciosa manera
de confundir a la opinión pública y atenuar los efectos negativos de ciertos
números.
Muchos de los índices llegaron a representar tanta decadencia que los
organismos encargados de elaborarlos prefirieron la piedad del silencio y es lo
que ocurrió, entre otros rubros, con las estimaciones de pobreza y de
indigencia, que para el poder andan rondando el cinco por ciento y para la Iglesia Católica superan el 25
y descubren la certeza de una enorme mentira o de una apátrida exageración.
Tamaña diferencia es lo que más alienta la desconfianza, a la vez que
certifica una maquinaria de embustes destinados a restarle credibilidad a una
realidad que cada día nos castiga y nos abruma con mayor intensidad, como si lo
ocurrido en Chaco, en Formosa, en Tucumán y en otros puntos del país fueran
solo el resultado de operaciones mediáticas de los grupos concentrados.
Porque si las estadísticas fueran serias el gobierno obraría en
consecuencia asumiéndolas en primer lugar, para luego aplicar las políticas
paliativas que hagan superar las situaciones críticas.
Ningún problema se soluciona escondiéndolo.
Debajo de la alfombra a donde van a parar muchos reclamos e inquietudes,
ya no hay lugar para la charlatanería, el vistagordismo y el maquillaje de los
aspectos negativos.
Alguna vez debemos sacar patente de seriedad no tan solo hacia el
exterior sino hacia adentro, que es donde más golpean el infortunio, la
desocupación, la inflación, la inseguridad y otros males que nos aquejan.
Muchos se quejan de la condescendencia papal en las visitas de la Sra. Presidenta de todos los
argentinos e incluso llegan a pensar que Francisco se ha convertido a un
kirchnerismo que se esmerara en descalificarlo y estigmatizarlo en nombre de
los derechos humanos.
No se equivoquen: el Santo Padre no es tonto; es un gran político que
sabe escuchar, luego analiza y por último juzga, absuelve o condena.
Y lo hace con una sonrisa, la sonrisa de la conciencia en paz y no con
la burda carcajada de los que festejan victorias inexistentes.
Como por ejemplo, frente al fracaso de las estadísticas.
LOS
EXITOSOS PATRIMONIOS
Realmente hay que tener un elevado sentido del ahorro para acrecentar
tan ostensiblemente un patrimonio, tomando en cuenta el agravante que siempre,
siempre e inexorablemente, algo se esconde, se falsea o se reacomoda a la hora
de la declaración de bienes de los funcionarios, así sea de un concejal de
algún perdido pueblito o de las más encumbradas autoridades.
No quiero caer al ejemplo fácil del reciente presidente uruguayo que
conserva su fitito, no lucía trajes Dior en los actos protocolares del
exterior, viajaba en clase turista en el avión de su linea de bandera y no
lucía en su muñeca un Rolex Presidente o algún otro “tacho” similar.
Tampoco es cuestión de emular a Gandhi, siempre envuelto en su sábana de
tela cuyos hilos personalmente se encargaba de ovillar, lo que fue tomado como
un ejemplo de austeridad, sencillez y recato.
Pero no suena decente al enterarnos de ciertos desmesurados crecimientos
patrimoniales, en un escenario donde las privaciones castigan a los sectores
más postergados de la sociedad, porque a la vez establece una especie de
cortina infranqueable entre los gobernantes y su pueblo, haciendo flotar en el
aire una aureola de inequidad y discriminación.
Por supuesto que todas esas declaraciones de bienes, realizadas por
expertos en economía y en leyes, no dejan aparentemente lugar a lógicas dudas y
eso es lo que más molesta, porque no suena normal tamaño enriquecimiento entre
la pobreza.
ANARQUIZADO
TRANSPORTE URBANO
No es la primera vez que suceden situaciones que nos llevan a pensar que
la seguridad total y absoluta solo se alcanzaría en la ciudad si hubiera un policía
en cada farmacia, en cada quiosco, en cada tienda, en cada joyería, en cada
casa, en cada taxi o en cada ómnibus del servicio urbano de pasajeros.
Esta afirmación viene a cuento de los reiterados paros -abiertos o
encubiertos por “asambleas”- en dichas
prestaciones, justificados desde la dirigencia tanto gremial como empresaria
como reacción ante tentativas de despojos o asaltos contra los choferes, como
si fueran los únicos que están expuestos frente a una delincuencia
incontrolable.
La policía, que ni siquiera puede terminar con su delincuencia interna,
no está en condiciones de garantizar la prestación de ningún servicio por
carencias lógicas en muchos casos y por falta de políticas coherentes e
integrales, por otro.
Como consecuencia, loas cordobeses vivimos con la espada de Damocles por
no saber si pasará el ómnibus que nos lleve al trabajo o vendrá el que nos
tiene que traer de regreso porque en los ómnibus se expenden más incertidumbres
que boletos porque se han encaprichado en parar cada vez que hay cualquier
hecho delictivo que los afecta.
Con ese egoísta criterio y frente a la inocultable e insuperable
inacción policial (anteayer esos móviles de “reacción instantánea” demoraron 20
minutos en llegar a Quebrada de las Rosas, lugar de un grave hecho) no tendrá
que extrañarnos que un buen día cierren las farmacias, los quioscos, los
supermercados, las joyerías, las tiendas y paren los taxis porque alguien los
asaltó.
La falla está en las autoridades que no le encuentran solución a una
problemática que las ha superado amplia y cómodamente, mien tras sigue
funcionando el “promesómetro” preelectoralista que desde años atrás viene
repitiendo como los loros siempre el mismo falso discurso, de garantizar la
seguridad si los votan a ellos.
Ya los votaron más de una vez, ganaron, están en el poder y los ladrones
y los hechos delictivos se multiplican.
Tanto como ellos multiplican sus patrimonios.
GLORIA
PERLA GRIMAUT
Era hija de uno de los auténticos -quizás el que más- inventor del
cordobesismo, don Azor Grimaut, escritor y periodista, costumbrista y recordado
autor de “Ancua”, libro difícil de conseguir en estos tiempos, que registró
numerosas ediciones.
Era la mamá de Carlitos “la
Larva ” Milich que es mi amigo; de Cristina, madre política de
Mónica Luján y abuela regalona de Juan, Leticia y Elisa.
Hermana del Chacho Grimaut, también periodista y de Rodolfo, cantor y
guitarrero, quienes nos dejaron años atrás.
Era una bella jovencita cuando se enamoró perdidamente del pizarrón, de
la tiza, de los cuadernos, del tañido de la campana y de todos los niños que
eran sus alumnos.
Fue mi maestra de sexto grado en la Escuela Olmos , que
ni siquiera soñaba su postrero e injusto destino de Shopping y me arrepiento de
no haberle regalado nunca una manzana o una flor, cuando ella nos regalaba sus
ojazos.
Solo por eso, por haber lidiado con tantos vándalos de guardapolvos
almidonados, debe haberse ganado el cielo.
Y allí estará con un pizarrón de nubes, desburrando ángeles después de
haberlo intentado con nosotros, que debemos haber sido una precoz asociación
delictivo infantil de Córdoba.
Su partida ocurrió el lunes pasado pisando las nueve décadas en la
serena paz de su casa, que es donde quería despedirse.
No es tanto lo que falta para que nos volvamos a encontrar.
Y seguramente será un placer, como lo fue haber sido su alumno.
MEGACAUSA
DEL REGISTRO
Según expresa textualmente una publicación de La Voz del Interior del 21 de
julio del 2011refiriéndose a una reunión entre nuestro actual gobernador y
un grupo de empresarios, el mandatario: “expresó su satisfacción porque la
llamada “mafia” del Registro pasará varios años a la sombra” equivalente a un
pronóstico adelantado de muchas sentencias.
En mayo de 2014 el Ministerio de Finanzas publicó en la página de la Provincia un detallado
informe sobre la “Mega Causa del Registro”, dando cuentas inclusive del
accionar judicial al detallar que a instancias de ese Ministerio se unificaron
las causas en la misma Fiscalía.
El informe incluye un prolijo gráfico con la cantidad de juicios
realizados y personas condenadas a prisión efectiva, obviando el detalle de
mencionar el número de los que pasaron por prisión preventiva o la condena
internacional recibida por tal situación. Posteriormente desarrolla en varias
páginas los cambios realizados para evitar nuevos hechos.
Esto no resultaría llamativo de ser postura habitual. Otra publicación
de La Voz informa
que, en ocasión de realizar una investigación sobre el delicado tema de los
abusos sexuales, solicitó información al Ministerio de Justicia sobre el número
de violadores presos y las acciones para curarlos, recibiendo como respuesta
que “al Ejecutivo no le parecía conveniente informar a la población sobre los
violadores”
Es en este marco que el celo puesto por el Ejecutivo en informar sobre
la causa y las superposiciones con el trabajo Judicial siembran dudas
sobre la legitimidad del trabajo realizado.
Sin independencia de Poderes no hay Justicia creíble.
Y cuando la Justicia
no es creíble el justiciable se transforma en víctima.
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