LOS NÚMEROS DE LA PACIENCIA
REPOSAN ENTRE 60 Y 4.380
DÍAS
“Todo prospera a su hora. No hay que
apresurarse”, decía
el pensador Lin Yutang reforzado luego
por Balzac: “Todo
poder humano se forma de paciencia y
de tiempo”.¡Cierto!
Es imposible abrir un sinuoso camino entre las montañas
sin dinamitar algún tramo y horadar la piedra para ahorrar trayectos y costos,
como para aportar un ejemplo simple y barato con relación a la situación
nacional y las lógicas preocupaciones y angustias de una sociedad que
apoyándose en legítimas ansias, se inclina hacia el facilismo de reclamar
milagros.
Y los milagros -con perdón de todas las religiones y los cultos,
ateísmos al margen- no existen salvo en la interesada y a veces edulcorada literatura
de sus catecismos o libros sagrados.
No es posible acomodar los muebles ni los enseres de una casa
desordenada si antes no removemos los escombros y buscamos y encontramos y
reparamos los daños emergentes del descuido, de los errores del dueño -o la
dueña- de la vivienda que terminó su contrato y se mudó hacia alguna lejanía.
Porque ahora, quienes eran oficialismo con vocación y casi certeza de
eternidad mueven las telarañas de su pachorra, exigen que en tiempos perentorios
se solucionen los desquicios cuando primero que nada hay que poner orden,
acomodar las alacenas y ahuyentar a las ratas cebadas de impunidad que aún
resisten en sus cuevas.
La única trampa que terminará con ellas donde lo merezcan no es otra que
el respeto por la ley y el imperio de la Justicia evitando los apresuramientos que por lo
general conducen a errores o fracasos, alternativas que los argentinos no
estamos en condiciones de volver a padecer.
El hecho de ansiar una mejor calidad de vida, fortalecer las
instituciones de la
República e igualar hacia arriba, no lleva la implícita
intención de descalificar lo que se haya hecho bien en beneficio de la
sociedad, los logros alcanzados y algunas metas cumplidas a lo largo de tres
períodos de un modelo calificado como nacional y popular, pero que desnudó
falencias, demoras, frustraciones y
apetitos personales nacidos de la sensualidad del poder.
¿Es acaso negativo investigar, hurgar, averiguar cuáles son los agujeros
negros por donde se esfumaron nuestras riquezas, tantos esfuerzos y enormes
sacrificios?
Cuando Perón ejerció por primera vez la Presidencia y según
los memoriosos de su corriente, no se podía caminar por las bóvedas del Banco
Central porque ”molestaban” las barras de oro acumuladas, que eran el pago de
nuestras exportaciones por parte de los aliados y los Estados Unidos de
Norteamérica.
Si la culpa ha sido de las sucesivas administraciones o de las
dictaduras, si fue un error cambiar la industrialización por la dependencia del
agro o viceversa son cuestiones que juzgará la historia, pero es lo antes
posible que necesitamos salir a flote porque el ciudadano se agota de vivir
condenado a la incertidumbre que empaña su futuro.
No es lógico, posible ni inteligente entonces pretender que en 60 días
se enmienden “milagrosamente” los desaciertos que nos agobiaron a lo largo de
4.380 días que son 12 años, aunque dejemos como beneficio de inventario lo
positivo que pudiera haber tenido el modelo “K”.
En este caso no es un acto de “militancia” periodística porque los
argumentos tienen la solidez de la realidad que todos hemos vivido, a menos que
busquemos la ceguera voluntaria o la deformación de la historia reciente.
¿Se puede en sólo 60 días reprocharle algo al gobierno de Macri?
A
decir verdad y tomando en cuenta el pensamiento mayoritario, es cuestionable o
al menos curioso que habiéndose destapado tantos nichos de corrupción, cáncer
nacional, nadie esté entre rejas pese a las acusaciones y las probanzas
existentes.
Seguramente quienes todavía aplauden mirando hacia atrás y se niegan a
asumir la legítima derrota, no tienen ninguna prisa en tal sentido, como la
prisa que declaman con relación a todo lo que realmente resta por hacer.
Atesorado desde una pila de años atrás, y en este punto como homenaje
personal a la paciencia, viene al caso citar a Shakespeare: “El tiempo es un
magistrado muy antiguo que más tarde o más temprano llama a todos a su
tribunal”.
Gonio Ferrari
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado