FRENTE AL PREMATURO Y
TIERNO
COMIENZO DEL SERVICIO
MILITAR
Hay criaturas que a los tres años
tienen un pico envidiable, les encanta escucharse, forman frases y oraciones,
lloran cuando extrañan, se encaprichan con la comida o un juguete, necesitan
que les comiencen a indicar límites en varios aspectos, ignoran eso que se
llama peligro y muchos todavía usan pañales.
Aunque sea terreno exclusivo de los especialistas -sicólogos,
sicopedagogos, docentes, pediatras, maestras jardineras, padres avezados, curas
progresistas, etc.- se me ocurren tantas cosas en defensa de la inocencia, la
pureza y el pleno ejercicio y práctica de la niñez, que temo caer en el fangoso
terreno de los opinólogos que perpetran análisis delirantes e inconducentes.
Apegándome a la realidad, el conocimiento autodidacta y maravillosas
vivencias como padre y abuelo, me despacharé entonces con una artillería de
dudas e inquietudes dirigidas a la evaluación de los cráneos -seguramente lo
son- que consideraron esa edad, los 3 años, para que la criatura fuera incorporada
por obligación a una especie de prematuro servicio militar, tema que en forma
casi paralela -sólo aplicable como antes, a los 18 o 19 años- se ha sumado a la
opinión de funcionarios de alto nivel y pintado una sonrisa de nostalgia a
muchos integrantes de nuestras desmembradas fuerzas armadas.
Me saltarán a la yugular y con razón los padres obligados a trabajar
fuera de casa, para quienes será una solución; me tratarán de ignorante y
también con razón los pediatras enrolados en esa corriente de derivación de los
niños y que alguien se haga cargo, para la necesaria comodidad de sus padres;
me descalificarán porque con sólo dos hijos y cuatro nietos nadie me otorgaría
un diploma de experiencia, ante todo lo cual opondré simples y elementales
cuestiones de propio criterio.
Primero, que el anuncio se hizo para dentro de tres años, con un inicio
experimental en 2017 y entonces alcanzaría el tiempo para montar una estructura
de enseñanza, especialización y las obras imprescindibles que aseguren una
amplia y cómoda contención edilicia.
Cualquier establecimiento que contara con jardín de 3 necesitaría
ambulancias y presencia pediátrica permanente en todos sus turnos con
estructura de atención primaria, porque sería imprudente apostar a la dudosa
eficiencia y las inevitables demoras y trabas burocráticas de servicios
externos.
Tales jardines de 3 años tendrían que contar con un “seguro contra paros
y asambleas” porque esas interrupciones de tareas provocarían desastres en el
tierno alumnado y destartalarían el prolijo esquema montado por los padres,
quienes seguramente tendrán sus propios compromisos laborales.
Si la intención del gobierno de la provincia es genuina y no demagógica,
con certeza que el plan de salas de 3 se instrumenta para cimentar de mejor
manera la educación y la formación del ciudadano desde su pre-infancia, para lo
cual habrá que contar con un nutrido y calificado plantel de profesionales
especializados en tal actividad y no utilizar esas vacantes para cubrirlas con
compromisos políticos, pagos de favores o bolsa de trabajo destinada a la
parentela.
Y si ahora no alcanzan los docentes ni las aulas siquiera para cumplir
con el jardín de 4 sería una imprudencia frente a la falta de estructura,
“ensardinarlos” para tener espacio destinado a los aún bebés o hacinarlos como
ya ocurrió con los mayorcitos en contenedores o en locales inadecuados por la
delicadeza de los niños a cargo.
Ahora basta con un monitor y la conexión a Internet para tener el aula
en la casa, en colores, con movimiento y sonido, bajo el control de los mayores.
Lo único irreemplazable en la mentalidad del niño mientras crece es el
amor, la ternura, los mimos y ese atávico placer de verlos crecer que emboba a
sus padres y a toda la familia.
Dejarlos desde los 3 años en manos ajenas no será lo mismo que
entregarlos a una academia militar, pero es probable que sirva para iniciarlos tempranamente
en el conocimiento de los límites propios y del respeto hacia el prójimo, dos
valores fundamentales en el desarrollo humano.
Pueden aplicar los sistemas que mejor convengan o seguir los dictados de
experiencias propias o foráneas.
Pero lo más importante, humano y respetable, que no signifique robarles
la niñez.
Gonio Ferrari
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado