5 de abril de 2017

El paro general de mañana jueves ----------------

INUTILIDAD DE UNA ACCION POLITICA
DISFRAZADA DE PROTESTA SINDICAL
   A medida que transcurren los días y los cercos de la Justicia se van cerrando en torno de quienes íntimamente se saben responsables del saqueo, es que aumenta el nerviosismo y es cuando al pinchazo de tal sentimiento de culpa, se perpetran las acciones más descabelladas e impensables.
   ¿Cuál es la motivación real del paro general dispuesto para mañana por las CGT e impulsado por la desesperación de un kirchnerismo en retirada?. Los motivos expuestos son tan reales como conocidos, porque hay que ser ciego y sordo como para no advertir el crítico escenario del país, atribuible tanto a la herencia recibida -que va perdiendo su condición de pretexto- como a los errores que se cometen desde la conducción nacional.
   La cruda realidad muestra baches que desde algunos sectores se visualizan pero a la vez torpemente se niegan. Simplezas tales como la ausencia de directivos sindicales de la docencia en Santa Cruz, donde el ofrecimiento de aumento se comenta que fue del 3 por ciento, en la provincia gobernada por la cuñada de Ella, La Que Ahora Quiere Volver. Otro detalle, el presentismo actual del 70 por ciento en las escuelas de Buenos Aires, lo que denuncia el agotamiento de la medida, el capricho gremial basado en la indemnidad de sus dirigentes a quienes poco importan los descuentos por no trabajar –el que es su estado natural- y un aire fresco que renueva el respeto hacia las víctimas principales que son los educandos.
   La histórica prepotencia ya anticipó actos violentos, como las manifestaciones de un
dirigente de taxistas que ahora debe responder por ellas ante la Justicia. Un clima al que se pretende enrarecer en otra repetida y clásica actitud de instaurar el miedo como principal cómplice de un éxito desde ya cuestionable.
   Paralizar a un país durante un día es para agravar todo lo negativo y alejar la posibilidad de una toma de conciencia acerca de la realidad. Y es un pecado de conciencia no advertir que nada se soluciona no trabajando cuando las circunstancias aconsejan e imponen no bajar los brazos, porque será la producción lo que nos rescate de la malaria y no la vagancia que pretenden imponer los que desde hace tiempo abandonaron la cultura del esfuerzo.
   Más allá de todos los argumentos que racionalmente se puedan oponer, basta recordar algunos dichos de iluminados pensadores en cuyo marco incluyo al padre del Justicialismo argentino, sostenedor de que el movimiento obrero es la columna vertebral, precisamente de un movimiento que trascendió a las geografías y a los tiempos.
   De sus discursos, aún resuenan palabras de Perón tales como “No existe para el Peronismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan. El trabajo es un derecho que crea la dignidad del hombre y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume. Ningún peronista debe sentirse más de lo que es, ni menos de lo que debe ser. Cuando un peronista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca”.
   Es desde la propia dirigencia que se esgrime a “la presión de las bases” como motivante del paro, cuando la realidad indica que las bases lo que quieren es trabajar y producir para cobrar más y vivir mejor. El sindicalismo peronista exhibe la perversa costumbre del paro mientras el gobierno nacional no sea de su signo y pretende justificar su lucrativo “pancismo” con una combatividad de pólvora mojada, pero efectiva para el rebaño del tontaje, nostálgico de pasados aunque cercanos esplendores.
   Un buen comienzo para ayudar a que las cosas cambien, es hacer la inversa de lo que por nerviosismo político y alergia a los barrotes, proponen quienes son conscientes de su oscuro futuro personal: no prestarse al juego de una paralización que a nada conduce, aunque existan motivos de desencantos y frustraciones que bien pueden manifestarse de
maneras más civilizadas y menos dañinas.
   El miedo es un pésimo asesor de actitudes, pero viene al caso citar otro de los famosos dichos de Perón: “Cuando los pueblos agotan su paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento”, aunque el dicho cuadre lo mismo para gobernados como para gobernantes.
   Sabio era Gandhi al sostener que “Dios ha creado al hombre para que gane su sustento trabajando. Ha dicho que aquel que come sin trabajar es un ladrón”, una dureza que contrasta con la dulzura de Goethe: “Cuando he estado trabajando todo el día, un buen atardecer me sale al encuentro”.
   Esperemos a conciencia y con compromiso de honestidad hacia el futuro, el atardecer de mañana.
   No hay argumentos sólidos ni válidos que justifiquen el paro, salvo hacerle llegar al gobierno nacional un mensaje que lee todos los días.

Gonio Ferrari



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