Desgrabación
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los
buenos” que emite AM580 Radio Universidad de Córdoba.
MUCHAS LUCES, MAYOR
SEGURIDAD
Uno de los argumentos de mayor
peso en el tema inseguridad ciudadana, es la falta de iluminación adecuada
porque es en las penumbras que la delincuencia que nos viene asolando, se
muestra más cómoda y con mejores posibilidades de operar.
Las oscuridades bien sabemos
que son ocasionadas por desperfectos en las luminarias y su falta de reposición
por cuestiones presupuestarias a veces y porque el personal encargado de
reemplazarlas está de paro o de asamblea.
Pero otra de las alternativas
para que nunca sea suficiente la luz especialmente en los barrios, es el
vandalismo del que son objeto tanto las lámparas como los postes, el cablerío y
todo otro elemento que sirva para poner el sistema en acción.
La policía a veces se ocupa de
aprehender a algunos pícaros que tienen como deporte
hondear las columnas del
alumbrado, especialmente en La Cañada más cerca de Bella Vista que del centro.
Por eso ahora, con la
iluminación “a giorno” que generan las lámparas led, será más complicado
reincidir en esa lamentable conducta de hacer daño para asegurarse impunidad.
La Municipalidad de Córdoba ha
encarado un plan de reemplazo de la vetusta red de alumbrado público servida
por anticuadas luminarias de poca duración y escasa efectividad. El nuevo
sistema es de una calidad excepcional y bien vale decirlo, así como a veces
criticamos lo que no se hace, esta vez debemos ponernos contentos porque algo
bueno se viene haciendo.
Dicen que en tiempo más o menos
perentorio podremos gozar de nuevos tendidos de cables con el sistema led, lo
que aporta una luminosidad espectacular y por el tipo de instalación, es menos
vulnerable a la acción de los vándalos.
Bienvenido sea entonces este
baño más de luz que de frescura, que los cordobeses estábamos necesitando para
intentar al menos volver a esa vieja costumbre de salir de noche, dejando para
el recuerdo aquellos fantasmas que nos impedían tener la certeza de volver a
nuestras casas.
Era hora que se avivaran que
para el hampa, la mejor ciudad es la que menos luces tiene, tanto en las calles
como en las cabezas de los funcionarios que la gobiernan.
OBJETIVA EVALUACIÓN
DEL PARO GENERAL
Bien sabemos que la mayoría de
la dirigencia sindical argentina tiene una serial y marcada propensión a la
ignorancia en materia de respeto por la ley, al abrigo de cierta impunidad que
durante tantos años le viene regalando la autoridad, porque desde el poder se
privilegia un falso “no conflicto” que ampara desmanes, ataques de diversa
índole y variadas prepotencias.
A eso de burlarse de la ley en
perjuicio del ciudadano lo venimos viendo desde el fondo de la historia no tan
reciente con el uso de la peligrosa y cáustica pirotecnia, los intempestivos
cortes de vías de circulación, el aislamiento al que son sometidos cientos de
comerciantes, el “apriete” del que son víctimas quienes no adhieren a una
medida de acción directa, la agresión acústica y los desmanes emergentes de
cada concentración o a la hora de desconcentrarse.
Todo esto sucede porque son
escasos los fiscales que tienen la ocurrencia de actuar de oficio porque es más
cómodo mirar hacia otro lado o seguir las sugerencias que reciben, por el
manejo político que se hace de las situaciones que debieran enmarcarse
innegociablemente en lo jurídico, en defensa de la sociedad.
Pareciera que es necesario que
alguien muera para que se activen los resortes de una acción judicial que
operando al iniciarse el problema, hubiera evitado cualquier fatal desenlace.
El paro del pasado jueves
decretado por la dirigencia cegetista cediendo a presiones extrasindicales y
con evidentes argumentos políticos y partidistas, se desarrolló con cierta
normalidad porque al menos en Capital Federal la presencia preventiva de
fuerzas de seguridad despejó los bloqueos totales con algunas escaramuzas, con
el único argumento del respeto por la ley.
En pocas palabras, aquellos que
decidieron a conciencia no plegarse a la medida y trabajar,
La protesta tuvo sus
justificativos si dejamos de lado el impulso ideológico que la motorizara,
incluyendo la desmemoria de cuántos años viene gobernando un determinado signo
partidario sin lograr mejorar la macrosituación de los argentinos.
Esa dirigencia sindical
empachada de privilegios y de utilidades, no se animaría ni loca, ebria ni
dormida a permitir que la ley se aplicara en su absoluta dimensión de letra y
espíritu: respetando la voluntad de todos aquellos que no coinciden en que es
la única manera de hacerse escuchar, porque no son pocos los que piensan que
sólo con la cultura del trabajo y del esfuerzo podremos recuperarnos.
Nunca nadie, en la historia,
superó una crisis a través de la vagancia.
MENTIROSO OPTIMISMO
CEGETISTA
La verdad, desconfiaría de las
fuentes que me brindaran información equivocada acerca de un paro, si de ello
dependiera ponerme contento o amargarme; buscar el diálogo o redoblar la
apuesta; tragarme el sapo como si todo hubiera sido gremialmente provechoso y
dejar traslucir que un nuevo paro se podía decidir casi de inmediato.
Y la verdad sea dicha sin
vueltas ni ocultamientos, que si el transporte hubiera funcionado a no más del
50 por ciento de su capacidad en todo el país, el paro cegetista ni se hubiera
notado.
Lo que son los contrasentidos:
fue un gran paro del transporte, sector laboral privilegiado con sueldos altos
y convenios ventajosos, que trabajan para empresas poderosas a las que
subsidiamos o sea que les garantizamos utilidades así presten como en muchos
casos un servicio de porquería.
La paralización del país se dio
por el acatamiento de todo el transporte, pese a lo cual hubo actitudes responsables
COMO hacer trasladar a los trabajadores en taxis o en remises, o la buena
acción de cientos de generosos particulares que disponían de espacio en sus
coches para que al menos fueran muchos los que se “acercaran” a sus lugares de
tareas.
Que entonces los gordos de las
tres CGT no se aten los moños del éxito porque no lo merecen ni es un reflejo
de la realidad y para que se les meta en sus cabezotas: el paro fue del
transporte, más que del resto de las actividades productivas y cotidianas.
No hay que negarlo porque sería
una necedad, que existen motivos inquietantes para la protesta, pero que tal
argumento no se utilice inapropiadamente porque así los dirigentes quedan como
charlatanes, vendedores de humo y de grasa de serpiente, ante la masa
trabajadora que no come vidrio y se entera de la realidad.
La dirigencia obrera del país
debiera entender que existen otros métodos de protesta
cuando se agota el
diálogo, pero que entonces no deben huirle a esa mecánica de la búsqueda de
consensos reemplazándola por la
violencia de la paralización, que por lo general aprovechan los vivillos de
siempre en propio beneficio y en el de la mayoría de la sociedad laboriosa.
Al respecto y por último, otro
detalle: fue demasiado evidente que los encumbrados dirigentes sindicales,
mimetizados con la prosperidad propia de los empresarios, debieron ceder a las
presiones de otro sector al que tubieron que rendirse: el de los delirantes que
les exigieron la declaración del paro con evidentes y marcadas intenciones más
que políticas, partidistas que responden a los nostálgicos que no se prepararon
para perder el poder y ahora andan errantes convocando helicópteros en lugar de
instar a sus superiores, más que a volver, a devolver lo que se llevaron.
Ni siquiera en apoyo de esa
remota posibilidad serían capaces de convocar a una medida de fuerza.
LA MEGACAUSA SIGUE
ACTIVA
María
está presa, y por enésima vez volverá a ser juzgada acusándola de haber
participado en una estafa de la causa del Registro de l Propiedad de Córdoba.
Su
caso comenzó hace más de 10 años, cuando repentinamente fue encerrada en
prisión preventiva mientras el Fiscal decía investigar. Llegó al primer juicio
con sobrada condena cumplida por las dudas, lo que facilitó la sentencia de
culpabilidad.
Pese a
contar con toda la información sobre ella desde el principio, a que las
acusaciones datan de la misma fecha y a que estando en la cárcel no pudo
obstaculizar ninguna investigación, se decidió una rara modalidad de desglosar
sus acciones para juzgarla intermitente e interminablemente, ya sea que
estuviera presa, próxima a recuperar su libertad, en libertad o intentando
retomar su vida.
No vaya
nadie a creer que hablamos de una persona que repite un supuesto delito, sino
que se trata de una misma causa, mirada por partes desde hace 12 años, a cargo
de una misma y única comisión especial juzgadora. Se diría que le disputan el
podio a Torquemada, calcinando la categoría de libre.
Semejante
injusticia se comprende menos cuando leemos que un diario de esta semana relató
que los miembros del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba se
mostraron molestos porque en los medios había trascendido un reclamo de
los integrantes del Poder Judicial, referido a un supuesto colapso del fuero
penal por abarrotamiento de causas, ante lo cual informaron que ya
estaban trabajando en algunas soluciones para el tema.
Que nos
expliquen entonces, por qué una Cámara entera, una Fiscalía y un Juzgado siguen
ocupando su tiempo en condenar a las mismas Marías y a los mismos Juanes desde
hace más de una década.
AGUA INCONTROLABLE
Antes decíamos que caían cuatro
gotas locas y la ciudad se inundaba, el Suquía se llevaba algunas casitas
precarias que imprudentemente la pobreza hacía levantar a sus orillas y surgían
los problemas sempiternos de anegamientos en muchos barrios de la periferia
cordobesa.
Esta vez fueron más de cuatro
gotas locas las que sembraron inquietud, zozobra y más que nada dudas acerca
del buen criterio de quienes evalúan situaciones y aconsejan la instalación de
plantas de tratamiento del agua para consumo o de las otras, encargadas de los
efluentes.
El tema fue que la planta
purificadora de la empresa que nos provee el agua que debiera ser potable para
consumo ciudadano entró en colapso, al recibir aguas contaminadas que provenían
del desborde del dique San Roque, en cuyo lago los irresponsables e indemnes de
siempre siguen utilizando como cloaca, lo que se agrava con el daño ambiental
que producen cientos de motores de las embarcaciones que pasean y se divierten
en esas aguas.
Para colmo, las verdes algas
nuestras de cada verano se hicieron fuertes en ese espejo y aportaron sus bacterias
y otras porquerías, para empeorar el líquido fundamental que tomamos la mayoría
de los cordobeses.
Dijeron que todo estaba
arreglado.
Que el agua era técnicamente
potable y nada había que temer.
Me gustaría que la próxima vez
que se genere una situación similar a la de estos días, las
autoridades de
Algas … perdón, quise decir Aguas pero mi memoria olfativa me traicionó … Aguas
Cordobesas paguen espacios en los medios y allí públicamente beban lo que los
vecinos les lleven en envases que llenaron en sus casas.
Ya sé.
Le echarán la culpa a los
tanques sucios, al descuido de las cañerías y a cualquier otro agente
contaminante que puedan imaginar.
Pero siguiendo la costumbre
nacional y popular, me juego la cabeza que para ellos, los que nos mandan y nos
cobran un agua intomable, la culpa será siempre de los otros.
GARANTÍAS Y DERECHOS
Por lo general los argentinos estamos acostumbrados a reclamar por los
derechos y es común que no nos preocupen tanto las obligaciones.
Con el tema de los paros suele
suceder algo parecido, porque vociferamos que nos aumenten el sueldo, que
mejoren nuestras condiciones de trabajo, que nos den más tiempo de vacaciones,
que nos paguen horas extras, que acorten la jornada laboral, que nos permitan
dejar el cargo en beneficio de algún pariente y otros reclamos que se toman
luego como conquistas gremiales.
Pero a la hora de las obligaciones
es que la mayoría padece súbitos cuadros de amnesia.
Nos olvidamos que tenemos que
ser puntuales, no fingir enfermedades, no buscar un médico amigo que nos
otorgue un certificado el lunes por padecer cualquier tontera cuando en
realidad nos quedamos dormidos, o cuando formando parte de algún reclamo
sindical, perjudicamos al resto de quienes nada tienen que ver con el conflicto
y les impedimos que circulen libremente, que las barricadas no les permitan
pasar con su coche, que lo insultemos porque no coincide con nuestra demanda y
otras estupideces por el estilo.
Todo esto viene a cuento de las
situaciones que suelen plantearse en los paros generales o parciales, cuando se
avasallan los derechos ajenos, entre otros los de libre circulación, o lo
más
importante, de la opción que cada uno tiene de apoyar o no la medida de fuerza.
Porque si unos tienen esa
salida como la única, violenta, agresiva y dañina para hacerse escuchar, deben
entender que hay gente que piensa y obra de otra manera más civilizada y
respetuosa, que opta por la via del diálogo y no de la agresión gratuita al
amparo de máscaras, palos y otros elementos contundentes, sin mencionar las
armas de fuego que suelen aparecer en estos conflictos sindicales.
Es hora que las autoridades,
antes que sea demasiado tarde, hagan respetar el libre albedrío del ciudadano
con relación a las medidas de fuerza que decretan quienes dicen estar cerca de
las bases y sólo actúan llevados por sus propias y a veces miserables
apetencias de poder.
LA JUSTICIA
DESCONTROLADA
Es indignante en los últimos tiempos advertir con qué ligereza ciertos
fiscales o jueces manejan los antecedentes o las condenas de algunos
delincuentes, a los que finalmente reducen penas o disponen su libertad, cuando
en realidad han demostrado una peligrosidad que fue pasada por alto, vaya a
saberse por qué.
Y también es doloroso que la
historia contará luego cuántos casos de femicidios pudieron evitarse, si no se
hubiera actuado con ligereza tal, que permitiera liberar a verdaderos lobos,
criminales incorregibles e irrescatables, que ni bien se liberaron de sus
cadenas volvieron a atacar, por lo general con mayor ferocidad que cuando
mataron y luego resultaron condenados.
¿De quién es la responsabilidad?
Habrá que dilucidar si le
corresponde a quien firma la libertad, a las leyes demasiado benignas, a la
ignorancia de quienes elaboran las leyes y luego se promulgan por haber sido
aprobadas?
¿Es la autoridad de aplicación,
que no toma con seriedad los antecedentes de los condenados y por mostrar una
fingida buena conducta aconsejan reinstalarlos en la sociedad, siendo
potencialmente peligrosos?
Se les pueden buscar mil
explicaciones, es posble instaurar cientos de dudas más, pero se haga lo que se
quiera hacer, no se logrará volver a la vida a tantas víctimas inocentes que
encontraron la muerte a manos de estos asesinos disfrazados de recuperados.
Habrá que terminar entonces con
las condenas virtuales, porque si a un delincuente le aplican 15 años de prisión
y después sale a los cinco años por buena conducta, abogados chicaneros, jueces
garantistas u otros pretextos, las condenas pierden efectividad y se
transforman en un premio para quien ha delinquido.
Es posible que se trate de un
planteo reduccionista, probablemente elemental y primario, pero me gustaría que
cualquiera de esos jueces que reducen penas, que se dejan timar por hampones
que son más inteligentes que ellos, sería capaz de enfrentar a los padres,
hermanos, hijos o parientes de alguna víctima, que no hubiera llegado a ser tal
si la condena se hubiera cumplido como fue aplicada.
Porque liberan a un
delincuente, y lo único que consiguen es multiplicar víctimas.
EL “CABEZÓN” CARRANZA
Y SU ÚLTIMO CLICK
Fueron muchas las horas que me
tocó compartir con Pedro René “El Cabezón” Carranza, fotógrafo autodidacta que
encaró esa profesión dejando otros menesteres menos artísticos y creativos como
lo eran pasar la escoba, limpiar los escritorios y rodearse de papeles ya
inservibles hasta quedar casi tapado por ellos.
Era un niño grandote,
inocentón, por momentos cándido y quienes lo conocíamos de cerca, advertíamos
en su personalidad un dejo de vívida humildad pero un enorme sentido del
compromiso profesional, a la hora de exponer el cuero; de hacer un paso más adelante
desafiando al peligro y cuando lo superaba, su risa ancha y sonora era un canto
al triunfo; a la satisfacción por el deber cumplido; por la imagen lograda.
Compañeros de trabajo en La Voz del Interior nos tocó entre otras
tareas vivir codo a codo las horas y los lugares más bravos durante el
Cordobazo y el Cabezón jamás se rindió al sueño, al cansancio o al riesgo que
lo balearan desde una vereda o desde la otra, donde los soldaditos
inexperientes y sus fusiles temblaban de incertidumbre, de miedo y de sorpresa.
El destino con los años nos
separó en cuanto a proximidad pero los afectos a veces se fortalecen con las
distancias, cuando la amistad ha sido puesta a prueba en ocasiones críticas, o
en circunstancias difíciles donde los pasos atrás están vedados por la propia
responsabilidad de cada uno en cumplir con la tarea encomendada.
Apasionado por la cámara
fotográfica, pasó a ser parte de su cuerpo integrado en la cerrada penumbra del
cuarto oscuro, las cubetas, la ampliadora, los líquidos, las pinzas y los
papeles donde plasmaba cada instante que robaba su objetivo inquieto, curioso e
irrenunciable.
Hace tres días, Pedro René “El
Cabezón” Carranza partió, adelantándose en el camino que todos inexorablemente
vamos a recorrer.
Cuando nos abrazamos la última
vez, dos meses atrás y lo saludé como cualquier día, el obturador de su amistad
me hizo el último click, que ahora atesoro como la mejor toma que le haya visto
hacer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado