EL CUENTO CHINO,
AHORA
TRADUCIDO AL CORDOBÉS
Vaya Dios a saber cuántos miles de dólares
nos costaron a los cordobeses, ahora que las finanzas provinciales no están
para “manchanchas”, los viajes de varios funcionarios con viáticos, horas
extras, desarraigo y otras gangas, sumado todo esto a las facturas de las empresas
consultoras seguramente requeridas y contratadas a elevados valores, para que
verificaran, estudiaran, compararan y evaluaran la conveniencia o no, de
meternos con la banca china para el financiamiento de necesarios gasoductos
troncales en el territorio del cordobesismo.
Los ministros Fabián López, de Agua,
Ambiente y Servicios Públicos y Ricardo Sosa, de Inversión y Financiamiento
negociaron con dos bancos de aquel superpoblado país, por el financiamiento de
más de la mitad del costo de los gasoductos troncales, operaciones para las que
se requerían los avales de la Nación, que oportunamente fueron anunciados allá
por diciembre del 2016.
Y recién ahora, cuando los gastos erogados
en estudios, viajes, consultorías y onerosas menudencias bien se podrían haber
afectado a otras cuestiones pendientes, nos salen con que han descubierto que los
chinos -que son chinos pero no bobos- son demasiado exigentes, leoninos a la
hora de los contratos y otras adversidades que si no fueron detectadas en su
momento por los técnicos y los funcionarios que se mostraron tan seguros de la
operación, es porque no saben un corno, les vendieron un tranvía cargado de buzones
o hay otras cuestiones íntimas de por medio que hicieron abortar el parto
cuando ya asomaba la cabeza de la criatura.
A mediados de
diciembre se anunció, bombos y platillos de por medio, que “La mayor obra de infraestructura de
la provincia de Córdoba tiene financiamiento chino. Dos bancos chinos: el ICBC
y el Bank of China financiarán el 80% de los 8.400 millones de pesos de la obra
de gasoductos troncales…”
Y no perdamos de vista algunos nombres que últimamente nos resultan
demasiado familiares, vinculados con algunas sospechas, al leer en un diario de
entonces que “El mapa de los diez sistemas de ductos
troncales había sido repartido en tres grupos. El primero asignado a la
constructora brasilera Odebrecht. El
segundo a la constructora China Communications Construction Company y a la
constructora argentina Iecsa S.A. Y el tercero a la constructora China Petroleum
Pipeline y a la empresa argentina Electroingeniería”
y que “Una de las formalidades que debía cumplir la provincia era contar con
los avales del Gobierno nacional para acceder a financiamiento externo y a la
vez garantizar esa deuda con fondos de la coparticipación federal”. La
negociación con los bancos chinos estuvo a cargo del ministro Sosa, quien -vale
recordarlo- ya había acompañado a Schiaretti en la intervención federal a
Santiago del Estero donde dejaron imborrables recuerdos.
Llama la
atención una información que casi de inmediato
indicaba que las obras se habían iniciado el 14 de Agosto anterior “a
cargo de la constructora brasileña Odebrecht.
Esta fue la única empresa adjudicada que presentó financiamiento propio
para la obra y no depende de préstamos de bancos chinos”.
¿Empezaron o
no con las obras?
No es el
único interrogante que flota en el aire, porque tanto Sosa como López deberán
concurrir a la Unicameral a ofrecer las explicaciones del caso, los motivos del
fracaso de la operación y no deberían esquivar el bulto cuando tengan que
rendir cuentas a la tibia oposición, de cuánto nos cuesta el aborto de algo que
anunciaron como seguro y cuándo piensan volver a llamar a licitación para esos
gasoductos que se les escaparon.
De todas
maneras, harán como los chicos malos que confesarán una travesura a su papá y
ese papá, condescendiente con la picardía de los pequeños, les hará un
chas-chas cola, los intimará con el “¡que no se repita!” y dejará que vuelvan a
sus juegos mientras su mamá creerá que los ha retado.
Son las
ventajas de la mayoría propia.
Y sobre todo,
cuando la mamá es tímida minoría…
Gonio Ferrari
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