RECUERDOS DESDE “MAMÁ ME
“Viva Perón. Perón es un buen gobernante. Manda y
ordena con firmeza. ¡Viva el líder! ¡Viva la bandera argentina! El líder nos
ama a todos. ¡Viva la bandera Argentina!
¡Viva el general Perón!”.
Angela C. de Palacio
fue la autora también para cuarto grado de “La
Argentina de Perón” -aparecido en marzo de 1954- con ilustraciones propias
del folklore peronista. Contenía un poema, titulado Tu obsequio, relato de
ultratumba que decía: “He recibido el
obsequio/ que mandas, querida Evita/ Desde aquí yo te bendigo/ mi segunda
madrecita/ Eres mujer, eres ángel/ con un corazón hermoso/ que miras por los
ancianos/ para que sean dichosos/ Con Perón y con Evita/ desde este humilde
rincón/ ¡que Dios bendiga a esos seres!/ lo pido de corazón/ ¡Evita! ¡Evita
querida!/ siempre estoy pensando en ti/ Si no fuera por tu amparo/ hoy ¿qué
sería de mí?”.
El tiempo pasó como pasaron los
gobernantes que no alcanzaron pese a sus empeños a apagar esa llama de
peronismo que aún ardía en el país. Claro está que al regreso a la vigencia del
movimiento aquel estilo se mantuvo parcialmente, alentado por los viejos
militantes hasta que ciertos vientos fueron alterando el eje ideológico.
Sin Evita no era lo mismo
porque la figura de María Estela “Isabelita” no le llegaba ni a la planta del
pie en el recuerdo y los talones de la Abanderada
de los humildes le quedaban demasiado altos. Surgieron otros personajes
igualmente inolvidables como olvidables. El viejo líder que en su inteligencia
era consciente de “estar plumereando el nicho” con la gloria a su alcance, usó
en provecho propio a un sector extremo de sus acólitos y luego les mostró
tarjeta roja en una tarde memorable.
La penetración ideológica en
las escuelas no era tan escandalosa y sus mentores prefirieron hacerlo de
maneras más discretas, como por ejemplo adoctrinando en los últimos tramos de
la secundaria y más en el nivel universitario, cuando los estudiantes están más
cerca de votar.
Pasó lo que pasó, desde el
comienzo del reinado cristinista
existió una enfermiza
preocupación por captar el sufragio de esa franja etaria
apelando a mil subterfugios -muchos legales y otros no tanto- con tal de sumar
en los pronósticos y asegurarse la victoria electoral.
Apareció La Cámpora -resabio izquierdoso- llevando su plataforma a los
chicos a los que sólo les preocupaban la play, el viaje a Bariloche y el sexo opuesto
y allí aprovechando “la edad del pavo” plantaron la demagogia de su semillita y
hasta perpetraron la reiterada torpeza documentada de izar su bandera junto a la
sagrada Enseña Nacional en varias escuelas.
Muchos emprendimientos tanto
propios como ajenos y privados tuvieron que llevar, bajo presión, los nombres
“K” como anteriormente se hiciera con Juan y con Eva Perón, bautizando así a mediados
del siglo pasado desde provincias, hasta paradas de ómnibus en remotos lugares
de la geografía argentina.
La Cámpora reclutó y subyugó a una parte de la juventud,
asignándole emprendimientos que en algunos casos fueron positivos, pero toda
esa tarea benéfica se diluía cuando aparecían ataviados con ropas tipo uniforme
para hacerse ver y en otros casos con alarde de armamento y de preparación para
una recreación de la lucha armada que tanto daño le hizo al país y a sus
instituciones. Los “K” se esmeraron en divulgar cada acción que consideraban de
ayuda social, cuando lo saludable imponía quitarle toda connotación partidaria
porque los fondos eran del Estado y no de esa corriente política.
Puede que estén quedando en el
archivo muchas otras situaciones en que desde el poder se llevó a la confusión
en cuanto al Estado y al partido gobernante. La enorme influencia sindical en
el gobierno fogoneó demandas apenas cambiaron las autoridades tras elecciones
limpias, quedando relegado el FPV que preso de su soberbia no se preparó para
la derrota ni se resignó a perder el poder y la impunidad.
Entonces llegaron los tiempos
de la impaciencia y la agitación, por la insana pretensión del milagro que
pusiera orden al desquicio de la herencia, una bomba de tiempo de acción
retardada que día a día estallaba en conflictos que iban -y siguen- saltando de
sector en sector de la sociedad argentina, y la actividad educativa no fue la
excepción, porque es en ese gremio -bastión “K”- donde se atrincheraron los
soldados de la derrota en apoyo de su jefa quien mostraba una débil imagen ante
el avance de la Justicia en causas que la involucran.
Se victimizaron cuando la
policía impuso orden, a lo que llamaron represión, frente al alzamiento
-operación partidista- del que participaron más activistas de otras esferas que
de la docencia, como para disminuir el impacto del fracaso dirigencial en la
provincia de Buenos Aires. En realidad, mucho les
dolió la férrea actitud de la
gobernadora Vidal, aunque la Sra. Sonia Alesso, de CTERA, haya amenazado que “…con
Baradel vamos a poner la carpa y vamos a dar clases cuando y donde se nos cante
el culo”.
Toda una finura.
Y ahora para el cierre, tras
conocerse un informe de la Universidad de Belgrano que ubica a Argentina como
líder mundial en ausentismo docente (casi 2 puntos más que Brasil, 2,3 más que
en Chile, 3,7 más que Perú y 59 veces mayor que en Corea del Sur), aparecen
Baradel con todas las dudas que ofrece y la ministra de Educación de Santa
Cruz, dirigiéndose en un discurso “a los jóvenes y las jóvenas”.
Todo lo apuntado ha venido
ocurriendo en la sufrida escuela pública, lo que desmerece el enorme y
monumental trabajo de la mayoría de los docentes, su compromiso con la sociedad
y su sacrificio cotidiano, aunque alguna vez e injustamente hayan sido acusados
de trabajar 4 horas por día y tener tres meses de vacaciones.
Gonio
Ferrari
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