Si a la festividad pascual de hoy
la despojamos de sus connotaciones religiosas, queda solo el marco de la
reunión familiar, ampliamente convocante, bulliciosa y por lo general dentro de
un tentador escenario gastronómico donde el lucimiento es para el ácido úrico y
el colesterol.
Pero al enfocarlo desde el
mirador de la fé, es el reencuentro con la vida; es la resurrección de los
valores y sintetizando, es un anhelo de reconciliación universal.
Roguemos que al menos sirva para
eso.
En el seno de la familia, que es
la base de la sociedad, las rencillas y las diferencias terminan cuando
prevalece el atávico y fraternal concepto de unión que la consolida; el amor,
la tolerancia y el sentido solidario.
Se me ocurre que comparándola con
la ciudad ocurre lo mismo, pero en escala mayor, porque la ciudad es la casa
grande, de la gran familia, donde convivimos.
Ni que hablar entonces de la
situación en la provincia y en el país, que nos demandan siempre mayor
indulgencia, para combatir la propia y cerrada incomprensión que por lo
general se ha enquistado en muchos de
quienes nos gobiernan.
Que esta Pascua, fiesta religiosa
para la mayoría, y sin distinción de creencias, sirva también a la hora de
plantearnos la reconciliación nacional, en momentos críticos para los
argentinos postergados y marginados, pese al maquillaje de frescura y lozanía
que algunos buscan instalar en la sociedad, como desconociendo la crisis.
Los que hemos llegado a cierta
edad ya no soportamos la cosmética y menos aún, como mágica solución a los
problemas.
Que la Pascua nos una y nos abrace
para glorificar el sacrificio en la cruz, y poder asegurar para nosotros, para
nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos, que nuestra propia
resurrección también es posible.
Hoy se cumplen cinco años desde que,
en el 2012, motivados por el reclamo de los familiares, comenzamos a comentar
la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba.
Repasando las noticias de cada domingo de
Pascua desde entonces, en el año 2013 la Federación Argentina de Colegios
de Abogados reclamaba la libertad de los detenidos en prisión preventiva,
expresando que el estado cordobés invertía el orden lógico, impidiendo el goce
de las garantías constitucionales que tiene la obligación de asegurar y
resguardar.
En el año 2014 el Fallo de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación instaba a Córdoba a cambiar su postura en lo que
respecta a la prisión preventiva y ajustarse a las normas constitucionales e
internacionales.
En el 2015, a la par de reflexionar acerca
de figuras como Jesús, Gandhi, Luther King o Mandela, que conocieron el rigor
del encarcelamiento sin haber cometido delitos, cuestionamos la persistencia de
la prisión preventiva sistemática en la causa y de la “comisión especial”
única, juzgando repetidamente a los mismos imputados por lo mismo.
Y en el año 2016 recordamos que Pascua
significa “paso” o “salida” de una situación de injusticia y opresión a manos
de algún poderoso de turno, recreando un compromiso activo con la justicia
pendiente.
Es fácil apreciar que el legítimo reclamo en
contra del abuso de la prisión preventiva de quienes son por principio del
derecho inocentes, en 2017 aún aguarda su Pascua.
De aquellos presos inocentes de la historia,
deberá imitarse también la paciencia, a fin de no claudicar en la
búsqueda de la verdad.
Nosotros, ni los parientes de las víctimas
de injusticias, somos de entregarnos ni de bajar los brazos.
Fueron muchas, demasiadas,
horribles, las horas que los argentinos vivimos en vilo, al borde del
desastre con la posibilidad de un retorno a los tiempos del espanto, del secuestro,
de la capucha, de la tortura y de la muerte.
Allá en el ‘87, cuando la elite militar argentina aún conservaba poder,
armas y nostalgias, ese señor que ocupó la presidencia de la Nación tuvo el
compromiso, la templanza, la valentía y la grandeza cívica de enjuiciarlos,
cuando todavía perduraban entre ellos la soberbia, la revancha y ansias de
impunidad, distintivos de la derrota a manos de la democracia.
Si la historia, los derechos humanos y el nunca más tienen un padre, ese
es Raúl Alfonsín porque enfrentó a la ignominia del cuartelazo en días que las
sangrantes heridas recién comenzaban a cicatrizar.
Después, descolgar cuadros de uniformados era fácil porque ya habían
mordido el polvo del fracaso, lo mismo que reflotar una dudosa paternidad de
aquellos derechos humanos, reivindicados por el ejemplar restaurador de la
democracia y de la libertad.
Han pasado 30 años, demasiado pocos en la historia pero suficientes para
ser honestos y sinceros cuando miramos hacia atrás.
Nunca es bueno apropiarse de banderas ajenas.
Ni siquiera en calidad de préstamo por algunos años, porque el tiempo,
siempre el tiempo y la memoria, son los únicos e insobornables dueños de la
verdad.
Angela de Palacio fue la autora
también para cuarto grado de “La
Argentina de Perón” -aparecido en marzo de 1954- con ilustraciones propias
del folklore peronista. Contenía un poema, titulado Tu obsequio, relato de ultratumba que glorificaba a Eva Perón.
El tiempo pasó como pasaron los gobernantes que no alcanzaron pese a sus
empeños a apagar esa llama de peronismo que aún ardía en el país. Claro está
que al regreso a la vigencia del movimiento, aquel estilo se mantuvo
parcialmente, alentado por los viejos militantes hasta que ciertos vientos
fueron alterando el eje ideológico.
Sin Evita no era lo mismo porque la figura de María Estela “Isabelita”
no le llegaba ni a la planta del pie en el recuerdo, a la Abanderada de los humildes.
Alta vigencia tuvo en el juvenil nivel de aprendizaje la UES, Unión de
Estudiantes Secundarios en cuyo nombre, por ejemplo, regalaban motonetas a sus
más comprometidos activistas, bonanza que se terminó con el golpe de 1955.
Surgieron posteriormente otros
personajes igualmente inolvidables como olvidables. El viejo líder en el ocaso
de su vida, que en su inteligencia era consciente de “estar plumereando el
nicho” con la gloria a su alcance, usó en provecho propio a un sector extremo
de sus acólitos y luego les mostró tarjeta roja en una tarde memorable.
La penetración ideológica en las escuelas no era tan escandalosa y sus
mentores prefirieron hacerlo adoctrinando en los últimos tramos de la
secundaria y más en el nivel universitario, cuando los jóvenes están más cerca
de votar.
Pasó lo que pasó, desde el comienzo del reinado cristinista existió una enfermiza preocupación por captar el
sufragio de esa franja etaria apelando a mil subterfugios -muchos legales y
otros no tanto- con tal de asegurarse la victoria electoral.
Apareció La Cámpora -resabio
izquierdoso- llevando su plataforma a los chicos a los que sólo les preocupaban
la play, el viaje a Bariloche y el sexo opuesto y allí aprovechando “la edad
del pavo” plantaron la demagogia de su semillita y hasta perpetraron la
reiterada torpeza documentada de izar su bandera junto a la sagrada Enseña
Nacional en varias escuelas.
Muchos emprendimientos tanto propios como ajenos y privados tuvieron que
llevar, bajo presión, los nombres “K” como anteriormente se hiciera con Juan y
con Eva Perón, bautizando así en el siglo pasado desde provincias, hasta
paradas de ómnibus en lejanos lugares de nuestra geografía.
La Cámpora reclutó y subyugó a
una parte de la juventud, asignándole emprendimientos que en algunos casos
fueron positivos. Los “K” se esmeraron en divulgar cada acción que consideraban
de ayuda social, cuando lo saludable imponía quitarle toda connotación
partidaria porque los fondos eran del Estado y no de esa corriente política.
Puede que estén quedando en el archivo muchas otras situaciones en que
desde el poder se llevó a la confusión en cuanto al Estado y al partido
gobernante. La enorme influencia sindical en el gobierno fogoneó demandas
apenas cambiaron las autoridades tras elecciones limpias, quedando relegado el
Frente Para la Victoria que preso de su soberbia, no se preparó para la derrota
ni se resignó a perder el poder y la impunidad.
Llegaron tiempos de impaciencia y agitación, por la insana pretensión
del milagro que pusiera orden al desquicio de la herencia, una bomba de tiempo
de acción retardada que día a día estallaba en conflictos que iban -y siguen-
saltando de sector en sector de la sociedad argentina, y la actividad educativa
no fue la excepción, porque es en ese gremio -bastión “K”- donde se
atrincheraron los soldados de la derrota en apoyo de su jefa quien mostraba una
débil imagen ante el avance de la Justicia en causas que la involucran.
Se victimizaron cuando la policía impuso orden, a lo que llamaron
represión, frente al alzamiento -operación partidista- del que participaron más
activistas de otras esferas que de la docencia, como para disminuir el impacto
del fracaso dirigencial en la provincia de Buenos Aires.
En realidad, mucho les dolió la férrea actitud de la gobernadora Vidal,
aunque la Sra. Sonia Alesso, de CTERA, haya amenazado que “…con Baradel vamos a poner la carpa y vamos a dar clases cuando y
donde se nos cante el culo”.
Toda una finura.
Y ahora para el cierre, tras conocerse un informe de la Universidad de
Belgrano que ubica a Argentina como líder mundial en ausentismo docente (casi 2
puntos más que Brasil, 2,3 más que en Chile, 3,7 más que Perú y 59 veces mayor
que en Corea del Sur), aparecen Baradel con todas las dudas que ofrece y la
ministra de Educación de Santa Cruz, dirigiéndose en un discurso “a los jóvenes y las jóvenas”.
Todo lo apuntado ha venido ocurriendo en la sufrida escuela pública, lo
que desmerece el enorme y monumental trabajo de la mayoría de los docentes, su
compromiso con la sociedad y su sacrificio cotidiano, aunque alguna vez e
injustamente hayan sido acusados de trabajar 4 horas por día y tener tres meses
de vacaciones.
TRUMP Y EL DRAMA DE LOS QUE JUEGAN CON FUEGO
Si cayéramos al reduccionismo de
evaluar a una persona por su gestualidad, seguramente existe coincidencia en
sostener que Donald Trump tiene los patitos desalineados, que le están faltando
algunos jugadores, que al frasco le faltan varios caramelos o todas las
analogías que hacemos los argentinos frente a un loquito, o al menos sospechado
de tal.
Pero cuando tomamos conciencia que lleva las riendas del país más
poderoso del mundo; el que tiene a disposición miles de ojivas nucleares, que
ha consolidado una maquinaria de destrucción jamás vista y que cuenta con el
aliento de un pueblo fanatizado de nacionalismo, estamos obligados a comprender
que la soberbia del colorado tiene su fundamento.
La técnica de mojar orejas sigue vigente como parte de los mandamientos
básicos de los gobernantes norteamericanos, con un detalle revelador: eso se
hace y se repite siempre y cuando se pueda instalar el escenario bélico alejado
de sus fronteras.
De ninguna manera nadie vaya a pensar que pretendo hacer un sesudo
análisis de política internacional, primero porque conozco mis límites y
segundo porque no quiero invadir con elementos propios de la lógica, el
meticuloso estudio que los verdaderos especialistas hacen de la situación.
Kim Jong-Un es el presidente coreano del norte que nunca se las anduvo
con pequeñeces, porque hizo fusilar a un tío responsable de actos de
corrupción, pero no ante un pelotón con armas largas, sino que para asegurarse
le hizo disparar un proyectil antiaéreo después de hacerle pintar un blanco,
con centro en el pecho.
También otra hazaña: la de ordenar la ejecución de Hyon Song-Wol, su ex
novia, junto a otros 11 integrantes de una banda orquestal acusados de violar
leyes sobre pornografía.
En síntesis, ninguno de los dos es mansito ni criterioso y ambos se
dejan llevar por sus íntimas convicciones.
Habrá que ver qué papel juegan los rusos, qué hacen los coreanos del
sur, qué deciden los chinitos y recién entonces tendremos un panorama como para
aventurar la fecha de una guerra electrónica y nuclear que puede llegar a durar
48 horas.
Y sabemos ya
que la guerra siguiente, vaya Dios a saber para cuándo la decide el destino, no
será por el petróleo ni por los territorios sino por el agua y a pedradones
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