28 de julio de 2017

Diputados y De Vido -------------------------------

EL TRIUNFO NUMÉRICO DE LA MINORÍA
TEMEROSA, CONSAGRÓ LA IMPUNIDAD

Gonio Ferrari *

   A veces cuando las pasiones desbordan a la razón es que solemos caer en exageraciones perniciosas, como por ejemplo considerar que fue una maniobra deleznable haber asegurado dentro del marco legal, la permanencia en su banca de un personaje reiteradamente cuestionado que si es por pintarlo, basta con saber que carga sobre sus espaldas y su conciencia la tragedia de Once, otras cuatro causas en las que está procesado, treinta en etapa de investigación sobre un total de ciento cincuenta denuncias judiciales, la compra de trenes chatarra a Portugal y España, más la acusación por un supuesto enriquecimiento ilícito.                  
   Sin embargo lo prudente es aquietar las broncas, prescindir de los odios, ahuyentar revanchas, serenar los ánimos y pensar que lo ocurrido en el Congreso Nacional no fue otra cosa que una alternativa más, en este maravilloso juego que es vivir plenamente la democracia, aunque a veces duela y ofenda de manera especial a quienes pueden mostrar la pulcra imagen de la honestidad.
   Porque si de hacer números se trata, seamos tan amplios en todo aspecto, como una forma de rendir culto a su incuestionable e insobornable exactitud: dejando aparte el mecanismo -absolutamente legal- de los dos tercios, las cifras muestran con axiomática claridad que fue un triunfo de las minorías si nos atenemos a la representatividad de cada legislador.
   ¿De quién fue la victoria? Muy simple. Fue el triunfo del miedo alimentado por ese atávico pánico a perder la libertad, un temor que les quita el sueño a muchos de quienes consagraron la indemnidad de un diputado que ahora, al amparo de sus fueros, está demostrando lo necesario que ese escudo de acogimiento y “velado perdón” no tan solo lo tuviera como único beneficiario, sino como abanderado de una causa que hace flamear, ante la atónita y ofendida mayoría de los argentinos, el estandarte de la impunidad.
   Al leer la nómina de quienes le regalaron ese paraguas momentáneo que de ninguna manera lo cubrirá eternamente, no causa ninguna sorpresa encontrarse con personajes de recientes historias de rapiñas y saqueos y otros de viejas luchas en las que se enrolaron como “románticos combatientes” cuando en realidad eran tan asesinos como los genocidas de uniforme, cuya única ventaja fue que lo hacían desde el Estado.
   Toda perpetuidad es dudosa porque nadie llegó a certificarla, pero en la gente suelen quedar heridas que duelen y cicatrices que llevan al ejercicio de la memoria que como bien sabemos es el lápiz de la historia.
   Con el paso del tiempo que no necesariamente debe ser prolongado y a la hora de optar por ser artífices de nuestros destinos, evocaremos ese día en que al amparo de la democracia por la que tantos argentinos dejaron sus vidas, menos de un centenar de legisladores levantaron sus brazos, no en representación de la honestidad republicana, sino muchos de ellos en nombre de sus propios recelos y su alergia hacia la Justicia y los barrotes.


* Periodista

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