Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del domingo 02/09/18 emitido en dúplex por AM580
y FM 88.5 ambas de Radio Universidad de Córdoba.
S.M. EL DÓLAR, CAMPOS
MINADOS, CORRIDAS
PREVISIBLES Y
APROXIMACIONES AL DELIRIO
En la Casa Rosada no faltaban los que reclamaban medidas urgentes en
materia económica, presagiando que cualquier demora o equivocación llevaría la
unidad del billete verde a 50 pesos en pocas horas.
Fue cuando arreciaron las versiones de cambios tan apresurados como
inminentes que pusieron al país en vilo, desataron corridas en procura de
preservar el valor de lo que cada quien tenía depositado o a disposición y en
tratar de dilucidar un panorama que por lo medianamente imprevisto, impactó
duramente.
Hay que entender que como en medicina, también en la economía y sus
variantes antes que nada hay que observar los síntomas, estudiar su evolución y
luego realizar el preciso diagnóstico que es la guía para una correcta terapia,
dentro de un caos que reinaba tanto en la sala de espera como en el propio
quirófano.
Así anunciaran relevos, enroques, alejamientos y nuevas designaciones la
situación no se descomprimiría y peor aún, se agravaría por indecisión o
impericia política.
Papel preponderante cumplieron las usinas generadoras del desencanto,
del fracaso y de la caída prematura, que a través de bancos “amigos” movieron
el tablero de la moneda yanky y según sostienen aunque callan los entendidos,
disponiendo de la enorme masa de dinero rapiñado que no aparece, aunque hayan
salido a la luz las maniobras perpetradas, sus responsables ideológicos y sus
autores materiales y por más que se pretenda defenderlos, en la actualidad
superando ampliamente y por confesiones, el estatus de sospechosos.
Alguien que todos conocemos y casi nos jugamos la cabeza que es así,
manejó remotamente los hilos del operativo con la complicidad de importantes
bancos depositarios del saqueo y la ayuda inapreciable de una corporación
mediática que se niega hacia adentro pero que existe, magnificando cotizaciones
y vendiendo carne podrida que muchos compraron, incluso aquí, en Córdoba.
No es tranquilizante si evaluamos objetiva y desapasionadamente que esta
acción no ha sido un inocente globo de ensayo para medir reacciones, porque
también lo fueron el tema del aborto, los eternos conflictos docentes, el caso
Maldonado y otros elementos que conmocionaron a la opinión pública.
Ahora puede que la intención haya sido socavar los cimientos del poder,
debilitar a sus principales figuras y crear las condiciones para episodios más
graves que suponen violencia en cualquiera de sus variadas manifestaciones.
Lo conseguido hasta ahora elevando artificialmente el valor del dólar y
depreciando nuestra moneda, no puede ser considerado un triunfo porque la
mayoría de la gente ha descartado al vidrio como parte de su dieta y sabe dónde
y quienes originan estas situaciones de conflicto que pretenden conducir al
quiebre de la voluntad popular consagrada en las urnas.
Es cierto que la gente sufre, que las penurias no son pocas, que la
desesperanza abruma, que los precios son incontenibles en mercaderías y en
servicios, pero todo esto, y si no es así veamos quién es el dueño de la
verdad, que asegure científicamente que no es el arsenal de las bombas de
tiempo que nos dejaron como regalo los que se fueron y ahora, sin devolver,
quieren volver.
Buena parte de la culpa, hay que reconocerlo y gritarlo, es de muchos
inútiles que se creyeron gurúes de un milagro imposible y esos son los que tendrán
que irse cantando bajito y si es posible, pidiendo perdón por sus desaciertos.
Y que venga gente no tan solo nueva, sino buena, idónea, despojada de soberbia y dispuesta a obrar con honestidad sin subterfugios y comprobada decencia y limpieza prontuarial.
Y que venga gente no tan solo nueva, sino buena, idónea, despojada de soberbia y dispuesta a obrar con honestidad sin subterfugios y comprobada decencia y limpieza prontuarial.
No será simple encontrarlos con tantas virtudes y tendremos que seguir
con la inveterada costumbre de optar por los menos malos, pero algo es algo si
queremos encaminarnos hacia la perfección.
Y los malos comprobados, los ansiosos por recuperar una impunidad a la
que se acostumbraron, que apelen a reglas claras y honestas de las tantas que
les regala un sistema democrático que se empeñan en vulnerar.
Si lo tomamos desde el punto de vista práctico, una de las maneras más
correctas es aguardar al año próximo, tratar de unirse dejando de lado sus
profundas diferencias internas y en las urnas consagrarse si el pueblo con su
voto así lo dictamina.
Todo lo que se haga en contrario, sería la versión civil e ideológica
del despreciable cuartelazo.
Y eso, bien sabemos cómo termina…
LA E.P.E.C. NECESITA
MÁS DINERO Y LOS
CORDOBESES SIGUEN
SIENDO REHENES
De todas maneras no significó ninguna
sorpresa enterarnos que la EPEC volvería a burlarse de los cordobeses aplicando
aumentos escalonados hasta fin de año, sobre la tarifa que desde tiempo atrás
es la más cara del país.
Pero los cráneos de esta empresa deficitaria
se defienden pretextando que el costo no es por la generación de energía o algo
parecido, sino por el transporte, haciendo gala de ese viejo deporte argentino
que consiste en cero autocrítica y que las culpas sean siempre ajenas.
Los técnicos y los políticos comprometidos
con la ciclotímica prestación que muestra más remiendos que progresos en
materia de calidad necesitan de alguna forma justificar los desaciertos de la
conducción, que en su momento encarara un enfrentamiento con el gremio y
después de tener el asunto en la Justicia es como si algo hubiera llevado ese
asunto al congelador, porque poco ha progresado, dentro de lo que se conoce.
Y nada ha cambiado, salvo esa irrefrenable
costumbre de hacerle pagar al usuario todos los desaciertos que cometen desde
la empresa, con el beneplácito de ese organismo que le llaman Ente Regulador de
Servicios Públicos, que es un sello que lo único que hace es convalidar sin
protestar cada incremento de tarifas que se dispone desde la conducción de la
empresa, por la aplicación de la obediencia debida.
Y desde el gobierno, poco se hace para controlar este desmadre tarifario que nos afecta a todos, pero de manera especial al usuario residencial porque el sector empresario tengo entendido que goza una tarifa especial.
Y desde el gobierno, poco se hace para controlar este desmadre tarifario que nos afecta a todos, pero de manera especial al usuario residencial porque el sector empresario tengo entendido que goza una tarifa especial.
Los beneficiarios de la gratuidad legal son
pocos porque los empleados de la EPEC no son tantos con relación al resto de la
población y pese a la vigencia de una tarifa social los eternos colgadores de
ganchos siguen haciendo el doble daño de no pagar un mísero peso y sobrecargar
la demanda en perjuicio de quienes pagamos.
Así las cosas, el costo Córdoba continúa
creciendo pero parece no importarles a los que mandan, porque total, una deuda
más que tenga la provincia, será para que la paguen otros y no ellos.
Como siempre ha venido ocurriendo…
BASURA, AL TACHO DE
LOS OLVIDOS
Es como si todos los dioses de las basuras,
los olores, las mugres y las pestes se hubieran abatido sobre distintos
sectores de la ciudad para hacerle peligrosa y sin exagerar, dramática, la vida
de los cordobeses capitalinos.
El servicio de recolección de residuos
domiciliarios y limpieza de calles se presta menos que a medias, por un
problema que según me comentaron, se debe a la dilación en el tratamiento y
renovación, o no, del nuevo contrato con las prestadoras.
En consecuencia, la acumulación de
porquerías en cualquier rincón de la ciudad incluida la concurrida y turística
zona del centro y sus adyacencias, ha provocado la gratuita realización de un
hediondo y poco aconsejable festival de la mosca, que con el frio algo se
suaviza, pero las narices sufren el impiadoso y nauseabundo ataque.
En cuando a lo visual, los turistas que
pasean por el centro se solazan con las imágenes de las bolsas acumuladas, de
los contenedores rebalsados y maltratados en su estructura, de la porquería en
calles y veredas y del líquido agregado del sistema cloacal que sale desde las
entrañas de sus cañerías en su afán de no perderse el espectáculo.
No es una urbana visión apocalíptica de la
situación, sino el retrato de una realidad que parecen no ver las autoridades
municipales, los sanitaristas, los ediles y todos aquellos comprometidos con la
salud de la ciudad y de sus habitantes, a quienes presionan cada vez más con
impuestos y otros despojos, para no hacer nada, salvo cobrar sueldos suculentos.
Es hora que se pongan a trabajar en serio,
porque los cordobeses y el ambiente no merecen tamaña falta de respeto y todo indica
que los días seguirán pasando, mientras con las obras que sí se están
concretando, se pretende acallar los efectos de todos los olvidos y las
inacciones que demandan soluciones urgentes e integrales.
Es gracioso y doloroso a la vez, advertir que
la Muni y la policía se pelean en adjudicarse responsabilidades con respecto a
la creciente e inmanejable inseguridad que es uno de nuestros más despreciables
distintivos, sin tener en cuenta que el hampa se fortalece en las penumbras y
el ciudadano, aunque algunos tengan luces en sus calles, advierte que su
policía no la ampara, porque ni siquiera puede limpiar su propia casa.
MEGACAUSA Y ANTICORRUPCIÓN AUSENTE
Parece existir una curiosa lentitud
de la justicia cordobesa a la hora de investigar denuncias de corrupción que
incluyan relación con altos funcionarios o dueños del poder.
¿Qué pasó finalmente con el Fuero
Anticorrupción?
Se rumoreó su desaparición, salió a
la luz su falta de efectividad, se habló de crear otra instancia, pero
finalmente nada se hizo.
Está y no está.
Las denuncias de corrupción en serio,
terminan allí como en un negro agujero sin fondo y como contraparte, hace años
se creó una Fiscalía de delitos complejos para investigar la causa del Registro
de la Propiedad de Córdoba que, formando una comisión especial con un Juez y
una Cámara, juzgaron y condenaron a cientos de personas.
No está de más aclarar, que la
mayoría de esos condenados eran y son trabajadores comunes, carentes de
fortuna, y que en nada se ajustan a las definiciones de delitos de
guante blanco o delitos VIP, con las que se los escrachó con gran despliegue y
pompa mediática.
He sabido, porque todo trasciende que
aún continúa citando algunos imputados para más juicios por lo mismo.
¿Acaso no sería más lógico y también económico, que esta Fiscalía que ya
cuenta con presupuesto y recursos asignados para el tema y además,
con supuesta experiencia, se encargara de las denuncias de
corrupción pública en serio?
Sin intención de desmerecer a nadie, digo y subrayo “en serio”, porque
al lado de las denuncias de operaciones millonarias contra figuras públicas de
frondosos patrimonios, la persecución sin fin y por las dudas, a trabajadores
comunes sin fortuna, representa un chiste, no sólo de mal gusto, sino también
de pésima justicia.
LLEGÓ LA HORA DE
TERMINAR CON ESA
FEA ACTITUD DE PELIGROSA SOBERBIA
Es doloroso advertir, y para esto no existen
los atenuantes, las disculpas ni las justificaciones, cuando desde el poder es
como si algunos buscaran devaluar la inteligencia de la gente con medidas que
en lo suave pueden ser consideradas antipáticas pero que para muchos son de
gravedad y que en ciertos casos, llegar a transformarse en ignominias difíciles
de tolerar.
Así como San Agustín supo sostener que “la
soberbia no es grandeza sino hinchazón y lo que está hinchado parece grande,
pero no está sano” es todo un acierto, es imposible pensar que las autoridades
pueden estar convencidas de haber hecho bien las cosas, porque el resultado
demuestra lo contrario.
Dejando de lado muchas de las censurables
actitudes de los eternos nostálgicos que jamás se prepararon para perder, es
lógico que por más necesidad y urgencia que nos impusiera la gravedad de la
situación frente a una vieja crisis, molesta que se obre dejando de lado las
angustias y las necesidades de la gente.
Pensando con mucho de liviandad pero sin
dejar de lado la seriedad que demanda la situación, no pocos piensan que una
crisis desde el poder ofrece una visión distinta, porque los dueños de ese
poder no sufren ni por lejos, ninguna de las angustias y las privaciones que
sufren los de abajo.
Eso se llama soberbia, que en este caso
estaría emparentada con mucho de insensibilidad social que por lo general suele
ser atributo de los poderosos.
Por eso es que la realidad, más que los
imprescindibles correctivos que necesita el rumbo que le están dando al país, reclama
una elevada cuota de cordura y respeto por las necesidades del prójimo así sean
industriales, campesinos, comerciantes, empleados o ciudadanos comunes y
corrientes dejando de lado la actitud soberbia de creerse y sentirse infalibles
tanto con el diagnóstico como con la terapia que se aplica.
La gente acompañará como la mayoría lo ha
venido haciendo, todas las decisiones que sean racionales y no hará lo mismo
con las determinaciones nacidas en el empecinamiento político ni en el
desconocimiento o la deformación de una realidad acuciante y penosa para muchos
sectores.
Abandonar la soberbia puede ser una buena
señal no tan solo de humildad y decencia, sino de darle lugar a medidas que
aunque duelan, puedan servir para superar una crisis que es sólo terminal para
los pesimistas alimentados a nostalgias por una parte y alergia a los barrotes
por la otra.
Porque ahora y sin que pueda ser tomado como
una visión apocalíptica, es como si para salvarnos la vida nos estuvieran
operando el corazón sin anestesia.
Y eso, supongo, es muy doloroso y para peor,
mortal…
QUEDARON EN EVIDENCIA
LOS GOLPISTAS
DE OPERETA, NOSTÁLGICOS
DE IMPUNIDAD
Desde días antes ya se venía insinuando una
campaña que procuraba reinstalar esa vieja y percudida costumbre nacional y
popular de meterle miedo a la gente con los fantasmas de saqueos, la imagen del
helicóptero y el fracaso absoluto del gobierno, que obligara a una entrega
anticipada del poder.
Hasta Duhalde, autor intelectual y material
de la doble candidatura kirchnerista entró en acción pontificando ahora, cuando
debió obrar con cordura años atrás luego de la apresurada caída de De la Rúa.
En las redes sociales se intentó viralizar
situaciones de saqueos en supermercados de distintos puntos del país,
utilizando viejas imágenes incluso de episodios acaecidos en otros países
convulsionados.
Un impresentable e inimputable como lo es ahora
Luis D’Elía deudor en varias causas con la Justicia, agitador e incitador a la
violencia que actúa en el campo rentado desde su mini-partido piquetero,
integrado por algunos violentos que le vienen escapando el traste a la jeringa
de la ley con sus traseros blindados de vagancia y agresividad, fue otro de los
artífices de este operativo de los nostálgicos.
D’Elía, ese patotero disfrazado de activista
social que facilitó la trenza con Irán para encubrir el más espantoso atentado
que se perpetrara en Argentina contra la Amia, ese mismo que se dice pobre y se
desplaza en coches de alta gama y viaja por el mundo pagado por sus protectores
árabes.
El supuestamente serio canal de televisión
C5N propiedad de un empresario estrechamente vinculado con los “K”, detenido
por haberle afanado al Estado 18 millones, no recuerdo si de dólares o pesos,
pero 18 palos al fin, transmitió al exterior una situación de saqueos
incontrolables que nadie creyó.
Incluso los troskos hicieron de las suyas,
después que se les deshilachó el argumento anterior del artesano Maldonado, de
donde no fueron pocos los que engrosaron sus billeteras y aún algunos las
siguen engrosando.
Es
aceptable dentro de la Democracia el uso de razones y argumentos que incluyan
la mayor y más sana vehemencia argumental e ideológica, pero el hombre
argentino aprendió a fuerza de tiranías, a rechazar todo aquello que sea
violencia inútil, autoritarismos e imposiciones por las armas.
El miedo no puede suplantar a la razón
porque estaríamos entregando la racionalidad a la violencia que pretende
recrearse como base para la recuperación de un poder que no supieron conservar
ni preservar a través de las urnas.
Duele a muchos eso de tener que unirse,
dejar de lado sus profundas diferencias internas y consolidarse para ofrecer
pelea con el voto porque íntimamente saben que no será tarea fácil, en virtud
de todo lo que ahora se viene ventilando acerca de lo realizado durante los últimos
años en perjuicio del país, de su gente y de la imagen argentina en el
exterior.
Avivar las llamas intelectualmente puede ser
saludable en política, pero agregarle combustible al fuego no deja de ser una
hijaputez.
Cuidemos todos a esta Democracia que tanta
sangre nos costó y tengamos la grandeza del respeto para forjar el destino que
nos merecemos.
Queremos ser la Argentina que soñamos.
No queremos ser Venezuela…
Entonces ¿cuál es la mejor salida a la
crisis?
Cambiemos la historia: del “que se vayan
todos” al “que no escape ninguno” de cualquier color político.
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