Desgrabación de los
comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos”
que el domingo 9/9/18 emitieron en dúplex AM580 y la FM88,5 ambas de Radio
Universidad de Córdoba.
DESACTIVAR EL
“OPERATIVO HELICÓPTERO”,
DEJAR LOS DELIRIOS Y
PONERSE A TRABAJAR
El 7 de marzo del año pasado, es decir un año y medio atrás, se me dio
por comentar la realidad nacional con relación a ciertos movimientos que se
advertían en las esferas del kirchnerismo residual y en el ámbito de la
dirigencia sindical.
Ha transcurrido el tiempo y
cuando se hace necesario actualizar la situación, la memoria y el archivo me
ahorran el trabajo de analizar y es por eso que quiero remitirme a lo que decía
en aquella oportunidad: “Era
demasiado evidente desde meses atrás que la desbandada conducción del
kirchnerismo remanente, había iniciado acciones en varios frentes con el
evidente propósito de socavar todo lo que fuera parte de la gestión del
gobierno nacional.
Otros temas menores se fueron
desdibujando superados por la diaria revelación de algún hecho de corrupción
perpetrado en la última década, que han sido el eclipse de ese delirio que los
fanáticos no resignados a la derrota bautizaron en un alarde de creatividad
como “Operativo helicóptero”.
Y continuaba diciendo: “Todo lo
sucio que contiene la mala política alimentada por la frustración se puso en
marcha y basta con auscultar en las redes sociales, de qué manera los
activistas otrora ñoquis, becarios o simplemente militantes por convicción -los
únicos merecedores de respeto- se lanzaron a la divulgación de rumores
tremendistas que afectaron a la economía y al escenario social de los
argentinos.
Por su parte el movimiento
obrero de raigambre peronista -columna vertebral del movimiento justicialista-
con los gordos como gastado ariete optaron por recrear “la gran Ubaldini”
iniciando sus agoreros anuncios de paralización, con el tiempo suficiente como
para que desde el gobierno fueran a negociar al pie.
Es una suerte y la memoria
ayuda, que el pueblo aparte de sus banderías políticas o enfoques ideológicos,
advirtiera a fuerza de prepotencia sindical que los paros no conducen a nada,
salvo para los dirigentes que disfrazados de combativos cuando son en su
mayoría prósperos empresarios, consiguen perpetuarse en la conducción y no es
casual que existan casos de 25, 30 y 45 años de antigüedad con la sartén por el
mango… y los mangos también.
Más allá de las justas razones
que hayan tenido los docentes para frustrar a varios millones de alumnos, la
propia inteligencia de los educadores debiera advertirles que esas medidas son
estériles; que sólo benefician a quienes los empujan porque ellos no dejan de
cobrar y que existen otros métodos enmarcados en el diálogo civilizado para
zanjar diferencias.
Pero si todas esas acciones vienen
impuestas desde el remanente “K” con lo que caen a lo que durante años ellos
acusaron a su oposición de “destituyente”, no hacen otra cosa que mostrar la
hilacha de su falta de argumentos válidos, sin dejar de reconocer la crisis
reinante en muchos segmentos de la sociedad que dejando de lado -por percudido-
el pretexto de la herencia recibida, es pasto de ansiedades e impaciencias que
pretenden milagros que sólo figuran en los catecismos”.
“Como todo esto sin dudas forma
parte del plan de hostigamiento contra el poder central con claras metas
alocadamente desestabilizadoras, es para pensar que el “Operativo helicóptero”
tuvo su primer aterrizaje de emergencia, afortunadamente con pocos heridos y
sin pérdida de vidas.
Lo peligroso y por lo vivido en
el último año y medio, es esa ominosa certeza -soy medio brujo y ya verán que
lo dirá la historia en su momento- basada en que los kirchneristas nunca,
jamás, estuvieron preparados para perder”.
Hasta allí el comentario de
marzo del 17 que pese a su vigencia en algunos aspectos merece ser actualizado
desde el momento que piqueteros impresentables, izquierda delirante,
empresarios evasores, banqueros de manos sucias, kirchnerismo residual, sectores
del peronismo, radicales enrolados en la traición, el mismísimo Eduardo Duhalde
inventor de la pareja “K” al poder; artistas otrora beneficiarios de increíbles
subsidios y contratos, ex funcionarios desplazados acusados de la corrupción
más alevosa que registra nuestra historia y arsenal mediático sostenido por los
mismos corruptos, son los responsables de esta nueva edición de la instauración
del miedo; de la inminencia del desastre, del fracaso de las instituciones de
la República.
Don Roemmers, patriarca de un
gigantesco laboratorio que sobrefacturaba al Estado en más de un 25 por ciento
sus medicamentos oncológicos, fue uno de los manejadores de montos siderales en
la compra de dólares para alterar el mercado cambiario, al igual que Eurnekian y
otros capitostes del dinero.
A ellos jamás los olvidemos.
¿Recuerdan, al menos los viejos
y los memoriosos, lo de septiembre del ’55 aquel golpe civil, militar y
clerical que le llamaron revolución libertadora?
Hoy, ahora, los militares
tienen menos poder de fuego que Doña Jovita, la ciudadanía tiene ya un enorme
respeto y cariño por la Democracia que tanta sangre costó recuperar y es cada
vez menos subyugable frente a los cantos de sirena que entonan los fracasados,
aunque la cúpula del Vaticano haya enviado a sus agitadores rentados.
El dólar empezó a deprimirse,
bajó el riesgo país y se fortaleció nuestro Mercado de Valores.
Hay conciencia mayoritaria que
los autoritarismos y la prepotencia son cosas del pasado y que solamente el
esfuerzo y el respeto nos pueden salvar, siempre y cuando el gobierno entienda
que el sacrificio no siempre hay que imponérselo a la gente sino a los que más
tienen, acumulan, especulan y evaden, y que actúe en consecuencia con la mayor
sensibilidad social que pueda desplegar sin miedos.
La purificación de la banca,
del empresariado y el fin del sindicalismo panzista y su inclinación por la
prepotencia por encima del diálogo maduro, respetuoso y civilizado, serán las
claves que nos aseguren el final de las penurias, la superación de la grieta, la
felicidad tan ansiada, la tranquilidad imprescindible y el futuro que nos
merecemos.
AMBIGUA C.G.T.
MEDITERRÁNEA
Por allí es tanta la
desorientación general, que mucha gente no alcanza a comprender por cuál camino
los dirigentes emprenderán su ruta del reclamo, si por unas horas están codo a
codo con el gobierno y en otras ocasiones se los muestra alterando el orden
público, violando la ley, vulnerando derechos de los otros trabajadores y
reclamando lo que ellos tampoco serían capaces de ofrecer.
Nuevamente la CGT nacional
representante del movimiento obrero organizado y columna vertebral del
movimiento justicialista, anunció lo que mejor sabe hacer: un nuevo paro para
volver a insistir en querer demostrar que dejando de laburar vamos a superar la
cíclica crisis que ahora nos viene afectando.
Y es con la enorme masa de
dinero que dispone la organización sindical, producto de los aportes de
trabajadores, que mueve concentraciones,
voluntades, tendencias, acuerdos con las mismísimas patronales y otras lindezas
a las que ya estamos penosamente acostumbrados.
Es probable que la protesta sea
exitosa porque hay que entender y atender el malhumor social existente, algo
atemperado tras el fracaso del -llamémoslo de alguna manera- cuartelazo
cambiario que perpetraron dos o tres vivillos recontramillonarios que perdieron
ciertos privilegios cuando desde el poder se empezó a concretar eso de la
corrupción cero, y ellos eran parte de esa corriente tan rentable.
Así las cosas en Córdoba
ocurrirá lo de siempre, cortarán calles, tirarán bombas, atormentarán a la
ciudadanía con el caos callejero, pronunciarán arengas, jugarán a ser
combativos y después tendrán que volver a su habitualidad de dirigentes
privilegiados que manejan chequeras y crecen en patrimonio mientras caminan a
la perpetuidad en ese poder sindical.
Está visto que el país no
cambiará con ellos, que son los que menos quieren cambiar…
OFENSIVO TRANSPORTE
URBANO
Todo indica que el naufragio de
los subsidios nacionales al transporte urbano de Córdoba llevará a la siempre
lacrimógena actitud empresaria de amenazar con paralizar los servicios por
falta de rentabilidad e incapacidad operativa, por el aumento de todos los
insumos que intervienen en la puesta en marcha de esas prestaciones, las más
caras del país cuando de transporte urbano estamos hablando.
Es claro que durante años la
embolsaron a granel y cuando llega la hora no de perder, sino de no ganar
tanto, es que el lloro vuelve a repetirse, con el agravante que si el poder
concedente que es la Municipalidad cumple con su palabra, hasta fin de año la
tarifa es intocable.
¿Qué pasará? La respuesta es
trágicamente simple: sobre la porquería que es el actual servicio en muchos
recorridos, la situación habrá de empeorar porque habrá restricción de
frecuencias para no perder rentabilidad.
En definitiva, el usuario toma a la FETAP
como un antro donde los poderosos e insensibles, decretan para muchos otros
laburantes la muerte del presentismo, de la puntualidad y de otras conquistas
legítimamente logradas en la lucha sindical o en el marco de negociaciones y
acuerdos con las patronales.
Eso de fomentar directa o
indirectamente la evitable lucha de pobres contra pobres no deja de ser una
actitud canalla, porque el empresariado frente a la desidia municipal de no
tomar con seriedad el problema del transporte urbano, demuestra su ya
desembozada actitud de manejar a su antojo y conveniencia las frecuencias, con
lo que se salvaguarda la enorme rentabilidad que para ellos significa este
servicio penoso, ofensivo y lucrativo.
LA MEGACAUSA Y LOS PRIVILEGIOS
La Real Academia Española define al privilegio como ventaja exclusiva o especial que goza alguien por
concesión de un superior o por determinada circunstancia propia.
La historia nos tiene acostumbrados a ciertos personajes “privilegiados”,
que se repiten hoy en los dueños del poder
y es así que en la causa del Registro de la Propiedad de
Córdoba, a la par que se imputó y encarceló sistemáticamente a trabajadores
comunes, se omitió cualquier accionar contra poderosos o
funcionarios.
Mientras con los primeros ni siquiera se respetó la ley de la
libertad como regla, con los segundos se embanderaron los
privilegios.
Y no son los únicos porque hace un tiempo dos miembros de la “comisión
especial” de esta causa protagonizaron un escandalete cuando el
Fiscal denunció al Juez por haber recibido coimas y el Juez le recordó con
aparente ofensa todas las veces que le había dado la razón.
Aunque suene grave, la noticia pasó pronto a los predios del olvido,
otro Juez determinó que no había mérito, archivó el hecho y el denunciado se
jubiló, sin problemas ni descuentos.
Nada se explicó de esa denuncia, que de no ser cierta debió merecer una
imputación por falsedad.
Este viernes se ha hecho público un pedido de Jury contra ese mismo
Fiscal por un hecho ocurrido hace varios años en el que habría atropellado a
dos trabajadores que iban en moto. Lo denunciado es que el hecho fue
encubierto y que, además, el damnificado fue imputado en lugar del Fiscal.
Más allá del resultado de esta investigación, si es que la hay, lo claro
es que “sin igualdad” y “con privilegios” la Justicia no existe.
Y por ello no puede extrañar que es creciente en la gente que no todos
confíen en ella.
ES INSALUBRE GUARDAR
LA MUGRE HASTA DICIEMBRE
Parece que una empresa ya puso
la firma en la renovación del convenio, pero falta su hermana casi melliza que
capotó al demostrar y quedar en dolorosa e insalubre evidencia, la devaluada
calidad de sus prestaciones.
El problema que es una afrenta
a la salubridad pública y un permanente atentado con futuro de pestes por la
concentración de porquerías en toda la ciudad, lo que debiera ser una prioridad
ahora y no cuando haya que enfrentar las consecuencias de la contaminación
ambiental que seguramente será la emergente de este atroz descuido de las
autoridades y la indiferencia de las prestatarias más dedicadas a la mentirosa
autopromoción que al servicio de la población.
Hace días que no aburren con el
sonsonete de los consejos para el tratamiento domiciliario de los residuos, por
la simple razón que la recolección no respeta ningún esquema, recorrido ni
horario como se hacía cuando asumieron una responsabilidad que ahora eluden
olímpicamente.
Si es cierto que para
normalizar las prestaciones tenemos que esperar hasta diciembre amenazados y
cercados por la mugre, los olores y el espectáculo callejero poco edificante,
será negocio más que rentable comprar barbijos y máscaras antigases, para
vender a buen precio con explosiva
demanda.
Con certeza que serán los
elementos que más necesiten los vecinos, porque está visto que reclamarle a las
autoridades de poco sirve.
Por ahora, la basura viene
ganando la batalla por muerte
…
FORMADORES DE PRECIOS
Y ESPECULACIÓN
Es gracioso y a la vez
alarmante que por ejemplo el salame de la colonia en cualquiera de sus
llamémosles modelos, la deliciosa bondiola o el queso casero de cabra o de
búfala, se manejen también por la cotización del dólar.
Y cuando tomamos conciencia, que
para muchos es una actitud en extinción, que los combustibles se regulan por el
valor internacional del crudo, inevitablemente nos empujan a sostener que
estamos siendo manejados y vapuleados por una sarta de individuos con
mentalidades genocidas, porque no les cabe otro calificativo cuando con sus
abusos fabrican situaciones de hambre y otras privaciones.
Supongamos, siendo buenitos y
bien pensados e intencionados, que ahora con la baja del dólar no muy notable
pero si un par de pesos por cada billete verde, los salames bajarán de precio y
podremos excluirlos de las obligadas privaciones como otros productos de
primera necesidad.
Y que cuando en los mercados
internacionales retroceda el valor del crudo, es para imaginar que así como
aumentan los combustibles tomándolo como parámetro, lo mismo hagan pero hacia
abajo, los que dicen manejar nuestra economía.
Pero es soñar despiertos,
porque los precios de las naftas y similares jamás bajaron en nuestro país con
las fluctuaciones del crudo, salvo una vez hace poco tiempo, que tuvieron la
generosidad de bajar algo así como 10 centavos por litro.
Pero aquí nadie quiere asumir
la responsabilidad de ser formador de precios y todos le esquivan a ese rótulo
en verdad socialmente descalificante en tiempos de crisis e inflación porque
nadie quiere reconocer culpas y como siempre las culpas son ajenas, tanto para
el gobierno como para el empresariado.
No hay caso… este es el país de
los vivos, por la sencilla razón que los tontos, que somos mayoría, toleramos
que eso sea ya parte del ADN argentino…
CUMPLIR 60 AÑOS NO ES
POCA COSA EN UNA
PROFESIÓN TAN
INVADIDA COMO LA NUESTRA
Debo confesar
gallardamente que no pensaba recordar (me) la fecha de ayer, en que caí en
cuenta que habían pasado seis décadas, o doce lustros, o 60 años o más o menos
525.600 horas de aquella tarde en que pisé como quien camina con escarpines en
una nube, el crujiente piso de lustroso parquet en la redacción de La Voz del
Interior de la Avenida Colón 37, a la hora en que los próceres del periodismo
de entonces hacían tiritar las Rémington y en
los escritorios lucían las
cuartillas en blanco y las otras, ya listas para ser devoradas por las hambrientas
linotipos que mágicamente cambiaban esos latidos en papel por un humeante tufo
del plomo derretido, padre de todos los saturnismos.
Fue mi primer
día, 8 de septiembre de 1958, el de mi bautismo sin bendición, cuando comenzara
a escribir para comer y me rindiera a la pasión desenfrenada del periodismo
artesanal, aquel que no mostraba diplomas ni certificados sino la firme
vocación de transformar en vicio y en pasión esas ansias por comunicar.
Malcolm
Forbes, quien para pensar no era tonto, sostuvo tiempo atrás que “La jubilación
mata más gente que el trabajo”.
Y es cierto,
porque si a uno le toca -como a la enorme mayoría- la mala suerte de no cobrar
una jubilación de privilegio, corre el penoso riesgo de pasar a las huestes de
los desposeídos.
Por eso,
porque me encantan los manjares, el buen vino, viajar y esquivarle a las
penurias, no me jubilé de mi vocación y he seguido trabajando, para llegar,
precisamente hoy, a cumplir 60 años ininterrumpidos en el ejercicio del
periodismo que para mí no es un trabajo sino una pasión, una adicción, un
saludable vicio.
Ya ni me
acuerdo por cuántas redacciones de diarios, revistas, radios, noticieros de
cine y canales de televisión he pasado, en muchos tramos de mi vida con una
curiosa simultaneidad, que a la hora de hacer números, suman 110 años
efectivos.
No es lo mío
un acontecimiento social ni es para tapa de diarios, recibir distinciones,
reconocimientos, estatuillas, transformarme mágicamente en ciudadano ilustre o
que me envíen almidonados saludos protocolares.
Los que
abrazamos esta profesión, sin dudas la más invadida del universo, sabemos que
nuestra lucha es hacia afuera y hacia adentro, contra los oportunistas y los
avivados de siempre que se cuelgan de una ideología, de un personaje o de una
promesa; pontifican aquí y allá a los cuatro vientos, juegan a que son
comunicadores impolutos y por su militancia, más que por la profesión, reciben
jugosos beneficios disfrazados de publicidad oficial que por lo general, vía
impuestos, pagamos todos nosotros.
Puede que eso
sea divertido, que les permita facturar y socializar mejor que si fueran
carpinteros, farmacéuticos o artesanos -solo por citar casos distintos- pero
cuando desnudan su liviandad de conceptos o el compromiso es solo parcial,
interesado y sectorizado, es que descubrimos a los invasores de los que hablaba, por más títulos o diplomas que
puedan exhibir.
Lo quiero
festejar simbólicamente, sin ceremonias, misas de acción de gracias ni nada
parecido.
Todavía tengo
amigos de fierro y colegas a los que admiro y frecuento, porque quiero seguir
aprendiendo.
Quiero
celebrarlo evocando momentos, trayendo al alma instantes únicos, recordando a
los afectos que me acompañaron y me acompañan: a mi familia que le tocó sufrir
las persecuciones que me agobiaron, las presiones, las amenazas y los malos
ratos.
De no ser por
ellos, probablemente hubieran tambaleado mis convicciones y al primer traspié
hubiera cedido al retiro.
Debo ser
agradecido con los que me enseñaron, cuando el periodismo se ejercía y no había
aulas para aprender.
Debo también
caer a la folklórica simpleza de confesar que mi universidad fue la calle, las
angustias, conocer el mundo, acercarme al horror, vivir instancias mágicas,
llorar a escondidas y ser feliz con la sencillez de un abrazo, de una caricia o
de un oportuno consejo.
Porque pese a
los contratiempos, al sufrimiento, a la marginación laboral de algunos
sectores, cada uno de nosotros tiene el mejor antídoto contra eso de sentirse
libre, que es la certeza de sentirse útil.
Solo esto
quería decirles, como una confesión de vida, que en 60 años de trabajo me colmó
de sorpresas.
En este
mundo, aquí donde nadie regala nada salvo que sea un despreciable demagogo, no
existe placer mayor que seguir trabajando; no abandonar lo alcanzado, porque la
meta está siempre enfrente de nosotros.
Y los malos
momentos, la indiferencia y las traiciones, en lugar de amontonarlos para que
te hagan daño, hay que seguir el dictado de Roberto Stevenson, quien tuvo la
genialidad de decir “Mi memoria es magnífica para olvidar”.
A mi edad y
con 60 años de periodismo sobre mis hombros y dentro del alma, no es necesario
que le toque el timbre a la nostalgia.
Esa dama
sensual e imprescindible, amante sin tiempos ni preguntas; sin celos pero
brutalmente apasionada, tiene siempre sus puertas abiertas…
OCUPACIÓN ESTÉRIL Y
DESGASTANTE
Como resulta demasiado
complicado dilucidar los motivos, las causas y los efectos de una actitud
grupal con su inevitable juego de intereses y de pasiones ideológicas, bien
vale como introducción una humorada que si bien puede asomar como un acto
discriminatorio, nos muestra distintos enfoques de un mismo caso, con un sano
componente, como lo es el humor.
Tiempo atrás en la mayoría de
los ómnibus del transporte urbano de las grandes ciudades argentinas había un
cartelito que advertía, textualmente “Está prohibido conversar con el
conductor”.
Dicen que en los transportes
públicos de París también hay carteles por el estilo pero con aditamentos
llamativos: “No distraiga al chofer hablándole de mujeres, de champagne o de
buenos quesos” mientras que en el transporte público londinense son más
lacónicos: “Si usted distrae al operador de esta unidad hablando de habanos, de
la humedad o de la niebla, puede provocar evitables accidentes”.
Como se advierte, son todos
coincidentes en materia de prevención y pintan claramente la idiosincrasia de
cada pueblo.
Pero comentan que en el mundo
hay un caso que echó por tierra con todas las especulaciones acerca del mismo
tema y con sentido dramáticamente práctico formula una sabia advertencia,
encerrada en las pocas palabras de una pregunta: en el servicio de transporte
público de Israel, según me comentó un paisano amigo, el cartel es el que mejor
efecto provoca en los pasajeros, porque dice: “¿Qué gana, hablando con el
conductor?”.
Una maravilla de síntesis,
contundencia y efectos que bien viene para preguntarse y aunque parezca
descolgada la comparación, cuál es el beneficio comunitario y civilizado, que
se obtiene manteniendo ocupado el Rectorado de nuestra cuatrisecular
Universidad Nacional cuando el problema que la motivara está en etapa de
conversaciones y negociaciones intersectoriales.
Muchas veces, cuando los
argumentos de los ocupantes no lucen la solidez necesaria, suelen darse estos
casos de inexplicables caprichos…
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