29 de junio de 2020

Camarógrafos


UN FELIZ DÍA PARA TODOS ESOS
“LADRONES DE IMÁGENES” QUE
NOS  HACEN  VIVIR LA REALIDAD

  Con escaso o casi nulo despliegue en el conocimiento de la gente, hoy se conmemora el Día del Camarógrafo, en homenaje a la memoria de nuestro compatriota Leonardo Henrichsen, quien pasó a la historia como “el camarógrafo que filmó su muerte”, mientras trabajaba como corresponsal en Chile de Radio Televisión Sueca cubriendo el “Tanquetazo” (la primera demostración militar de fuerza contra el gobierno de Salvador Allende), y fue baleado a una cuadra del Palacio de La Moneda, en la capital trasandina, por un efectivo del ejército partícipe del alzamiento. 
   Henrichsen documentó su propio fusilamiento.
   Puedo exhibir alguna experiencia mínima como practicante de la cámara, pero bastante intensa en cuanto a estar junto a ellos, seguirlos de cerca, a ser parte menor de su sacrificio, de su responsabilidad profesional por mostrar la realidad.
   Frecuentes e indefensas víctimas de los violentos que sienten vulnerada su impunidad; de los matones profesionales que ensucian el espíritu de cualquier protesta popular; de los funcionarios corruptos sorprendidos en falta y de todo marginal acostumbrado a la indemnidad y la protección que les regala el poder; destinatarios de la selectiva ceguera judicial que los desampara…
   ¿Qué sería de los ultra famosos periodistas de la televisión mundial, sin los camarógrafos?
   La tarea de esos carteludos de la pantalla chica quedaría reducida al vacío de un  relato, como para estimular la imaginación del ávido  televidente.
   Viene entonces la pregunta para todos los que mandan, o dicen llevar las riendas y los destinos de la televisión argentina: ¿por qué se oculta la identidad de los camarógrafos y solo se resalta la tarea del periodista, tanto en lo cotidiano como en las grandes notas?
   ¿Por qué el gremio que proclama la demagogia de cobijarlos no exige trato igualitario, que termine con esa odiosa discriminación profesional?
   ¿Es que los periodistas  temen regalar una parte de su protagonismo que es el alimento de la notoriedad a la que muchos le llaman “fama” y viven de ella y para ella?
   Más allá de las cuestiones afectivas que me unen fraternalmente a estos empecinados ladrones de instantes irrepetibles, quiero saludarlos con un abrazo y decirles que por encima de su dedicación, de que siempre están más cerca del peligro que nosotros, los admiro por su valentía y su nivel de compromiso con las imágenes, que son la verdad irrefutable.
   Porque al relato, al bla-bla, al “chamuyo” honesto o no, certero o no, lo manejamos nosotros.
   En el rincón positivo de las entrañas del alma debe pesar la certeza de saber que las imágenes nunca, nunca mienten.
   A lo mejor es por eso que cariñosamente los envidio un poquito.

Gonio Ferrari
Periodista casi en reposo


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