Desgrabación de los comentarios
del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición n° 624
del 7/6/20 emitido en dúplex por AM580 y la 88.5FM ambas de Radio Universidad
Nacional de Córdoba.
Día
del Periodista
CREO OPORTUNO, AL MENOS DE MI
PARTE,
HACER UNA
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
Cuando pasan los años y los kilos, porque lo único que
adelgaza es la memoria, es que se nos viene a la cabeza y al área chica del
alma el recuerdo de gente a la que debo agradecer, con pedido formal de perdón
ante algún olvido en el que pudiera incurrir.
A La Voz del Interior que me
cobijó por más 20 años, al Dr. Carlos “Garó” Hairabedian quien de prepo me
metió en la vieja e inexplicablemente inactiva Radio Municipal, a Carlos
Revello que me recomendó al entonces Canal 11 de Buenos Aires hoy Telefé donde
estuve 10 años, al amigo Eliseo Alvarez que me llevó al multimedio América,
radio y TV por cable y luego abierto Canal 2,
y América por una década más, al “Gringo” Cognigni que me hizo integrar
el plantel fundacional de “Hortensia”, al “Turco” Serbali que me hizo debutar
en Canal 12, en tiempos de la televisión muda… a los Grimaut padre e hijo que
me llevaron al diario La Razón por tantos años, al ingeniero Blaess quien me
abrió las puertas y las cámaras de Canal 2, a los que tuve como compañeros en
el informativo de la vieja LV3, a ese gran
Ellos también me enseñaron y
algunos lo siguen haciendo…
Dos meses y medio
eternos…
CONTINÚA EL ENCIERRO Y EN VERDAD, NO SON
POCOS LOS QUE MERECEN ESTAR GUARDADOS
Casi diría que por naturaleza
los argentinos y aún más los cordobeses que nos atribuimos la mayor picardía
del país, tenemos esa especie de aureola contestataria que vendría a ser una de
las banderas de la rebeldía y del disconformismo.
Para colmo la realidad nos
asesta cada golpe que si bien cada uno de ellos no es de nocáut, nos deja mal
equilibrados, desorientados, angustiados y como obligados a pelear de cualquier
manera con tal de subsistir y emerger de cada drama con la menor cantidad
posible de heridas que después llevan su tiempo cicatrizar y no siempre cierran
por completo.
Debe ser por eso que a medida
que transcurren los días son más quienes ya hartos del encierro impuesto se
inclinan por la transgresión a las reglas. Y eso que la principal de ellas es
la del respeto por quedarse en casa, por no salir, por limitarse a las compras
básicas en cercanías o ante alguna emergencia seria y ni pensar en los asados
con los amigos, la ida a la cancha, la milonga del sábado o la disipación que
supone un inocente café en cualquier bar o como lo hemos visto en algunos
barrios, el picadito en el potrero.
Los sicólogos seguramente
explican que las consecuencias del encierro son las angustias, temores ocultos,
indefiniciones, voluntad doblegada, sentimientos todos que sin dudas asaltan a
los internos de las cárceles y es por eso que muchos llegan a comprenderlos sin
perdonarles las tropelías que hubieran perpetrado.
Pero en este caso la situación
es más delicada porque la violación de la cuarentena, o de la “setentena” como
ahora debiéramos llamarla, conlleva el riesgo de contagio, con la emergente
lógica de la prolongación del aislamiento, que más que social se agravaría por
una especie de imprescindible privación de tan siquiera asomarse a la vereda, a
despecho de los infaltables cultores de aquello que “Dios es argentino” y del
“a mí no me va a tocar”.
En resumen, cabe un llamado a
la inteligencia de la gente, por aquello que el virus necesita especialmente de
las aglomeraciones para multiplicarse y dañar a mansalva sin distinciones de
ninguna clase.
Entonces, si en la mentalidad
mezquina de algunos prevalece esa creencia que se trata de acatamiento a un
gobierno, que se quiten la máscara que les impide una percepción real de la
situación y que, en defensa propia, de la salud de la familia y de la integridad
de la sociedad de la que somos parte, cumplan con lo que la ciencia viene
aconsejando: cuando hay que guardarse, lo mejor es no salir.
Porque superada la pandemia,
tendrán dos maneras de despertar, por así decirlo: una frente a un mundo que mucho
habrá cambiado y la otra, de ver crecer el pasto desde abajo, lo que siempre ha
sido igual para los habitantes de las tumbas.
Hoy es el Día del
Periodista
LO
SOSTUVE Y AÚN LO SIGO SOSTENIENDO: EL
PERIODISMO ES LA PROFESIÓN
MÁS INVADIDA
Es para rogar que a nadie se le ocurra
pensar que son todas graciosas delicias, jaranas, trasnochadas y disipación
integral y casi permanente las que jalonan la vida del periodista, al menos de
aquellos amantes de la libertad y cultores del compromiso con la sociedad,
rescatando una imagen de bohemia que décadas atrás supo rodear a nuestra
actividad.
En tal sentido -y la verdad sea dicha en
otros también- es mucho lo que ha cambiado este ejercicio de informar y de
opinar porque antes jugábamos carreritas contra el reloj gracias a la telefonía
y ahora internet nos regala media hora de ventaja y lo mismo llega antes que
nosotros.
El resultado de tal progreso alucinante
llevó nuestra profesión a cambiar en sus raices porque antes caminábamos las
calles, nos colgábamos de los tranvías, viajábamos con el abono en los bondis y
ahora las nuevas generaciones de colegas -salvo los “movileros- por lo general
aplastan el cuerpo en cómodos sillones frente a un monitor de 32 pulgadas,
teclean una palabra en Google y el progreso les sirve un plato de primera y
variada calidad, a precio regalado y en menos de dos segundos y eso explica lo
atildados que son ahora en el vestir contraponiendo a nuestra imagen del
cansancio y el desaliño.
La historia sigue cronicando que son las
primeras víctimas de los autoritarios, de los dictadores, de los fanáticos
fundamentalistas y de aquellos censores que los someten a barrotes o a
mordazas. Muchas veces son, somos destinatarios de presiones de conciencia y de
cobardes ataques callejeros en las manifestaciones masivas.
Tambien suelen ser mártires en los
conflictos armados que los muestran actuando en el frente, junto al máximo
peligro.
Entre nosotros, la genuina libertad de
expresión no es ni ha sido la generosa concesión de ningún gobierno, sino el
ejercicio de la tarea de informar y emitir opinión al amparo de la
Constitución, de las leyes y del sentido ético.
Los periodistas de ley no necesitamos que
nadie nos indique lo que debemos decir o nos impongan lo que debemos callar,
porque tenemos pensamiento y criterio propios y sabemos que mientras impere el
respeto a los preceptos básicos y el pensar distinto no nos transforme en
enemigos, no habrá sombras que perturben la certeza absoluta de libertad.
Una libertad que no necesita padrinos ni
leyes que la regulen, la condicionen o la impongan, porque el único reaseguro
de gozarla radica en el simple respeto por la Constitución. Todo lo demás es
inútil y disociante pirotecnia y bien sabemos, los periodistas, que formamos
parte de una profesión impunemente invadida.
Invadida por médicos, actores, deportistas,
curas, rabinos, vedettes, manosantas, dietistas, funcionarios desocupados,
pitonisas, empresarios, modelos, abogados, economistas, corredores de autos,
políticos en decadencia, cocineros, vendedores de humo o mercaderes de grasa de
serpiente. Son ellos, los invasores, quienes reivindican la vigencia
discepoliana de la Biblia junto al calefón.
La base moral es el mejor reaseguro para
edificar desde allí la honestidad de informar, de opinar, de criticar o de
aplaudir. Solamente quienes la poseen se sienten libres y están en condiciones
de transmitir esa convicción de libertad que se fortalece día a día, solo en la
fragua del trabajo y no a través de ese engendro al que supieron llamar
“periodismo militante”, de donde surgía el falso y unilateral periodismo
solamente interesado en imponer autoritariamente su ideología y el hermético
discurso, por encima del sano y saludable disenso que es el mejor antídoto
contra la censura.
Porque si hablamos de ese ultrajante
agravio, tengamos presente que tal metodología de amordazar, desde el fondo de
la historia, ha sumido en el fracaso a todos aquellos a quienes quiso servir.
Los periodistas nos hemos acostumbrado a
respetar los silencios ajenos y a no desertar de los propios. Confucio supo
sostener que “El silencio es un amigo que jamás traiciona”.
El de hoy es un dia propicio para renovar
íntimamente el sano compromiso de la honestidad a la hora de informar y los
votos de hacer prevalecer la legítima e innegociable convicción en el momento
de opinar.
De mi parte sería injusto si omitiera un
detalle: mi agradecimiento enorme a esta empresa, los Servicios de Radio y
Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba, donde ejerzo este vicio con
salvaje libertad, lo que es una expresión de respeto, por sobre todas las
cosas, a nuestra Constitución Nacional.
En síntesis, cumplimos con nuestra vocación
de anoticiar a la sociedad sobre una realidad que no podemos modificar.
Y somos poética y asexuadamente hablando,
seres marinos que vivimos en tierra soñando con ser pájaros...
La Megacausa del
Registro
MÁS DE UN INTERROGANTE EN ESTE
RESONANTE CASO A VECES OCULTO
Pese a haber pretendido usar a la causa del
Registro de la Propiedad de Córdoba como ejemplo de lucha anticorrupción, una
encuesta realizada a los ciudadanos cordobeses hace pocos años reveló que más
de un 85 por ciento desconfiaba de la honestidad de los jueces y fiscales,
cuestionándose la eficiencia, los favoritismos, la lentitud y la falta de
garantías.
Según aquel informe, los cordobeses veían a
la Justicia sometida al poder político y sin compromiso para investigar la
corrupción, siendo la falta de independencia la mayor queja tanto de ciudadanos
como de letrados, focalizándose el reclamo en el fuero Anticorrupción que
en todos sus años de existencia no realizó ninguna condena de peso.
La total ausencia en la causa del Registro
de funcionarios de alto cargo sospechados, imputados, juzgados o condenados,
haciéndose oídos sordos a las persistentes y repetidas acusaciones contra
ellos, legitima la preocupación de los ciudadanos, aunque desde el Poder
Judicial siempre se niegue cualquier dependencia y/o relación con el poder
político.
El enriquecimiento
ilícito definido como incremento del patrimonio de un funcionario público,
con significativo exceso respecto de sus ingresos legítimos durante sus
funciones, pese a resistir la ecuación judicial de ganar y gastar, resulta
evidente en muchos casos hasta para un alumno del nivel primario.
Un patrón que no se corresponde con el de otros países donde se persigue,
con sensata objetividad, a personas con dinero y poder. Los “de arriba”, en la
causa del Registro, son invisibles, inimputables, (in)-carcelables,
(in)-juzgables, (im)-perseguibles, impunes. En consecuencia, en esta
manifiesta y palpable desigualdad, lejos estamos de remover la corrupción.
Si la 2ª. dosis “está en falta…”
¿LA 1ª DOSIS DE LA
VACUNA CONTRA LA NEUMONÍA
FUE ENTONCES PARTE DE LA
CAMPAÑA POLÍTICA?
No sería la primera
vez que se utilizan argumentos que suelen ser arteros, si de consolidar una
campaña proselitista se trata, cuando el exceso de actos demagógicos pasa a ser
alimento corriente para saciar el apetito de los más desposeídos, de los
marginados o de aquellos a quienes les asiste el derecho de gozar las bondades
de un Estado protector no tan solo de su seguridad, de sus bienes y de la
justicia y educación, sino lo que es sumamente trascendente, de su salud.
No llamó la atención que promediando el año
pasado, se pusiera en marcha un plan de vacunación anti neumonía, un mal que
había sido letal para muchos cordobeses especialmente para los que superaron
los 60 años de edad pasando a la condición de vulnerables y sujetos a prioridad
en los centros de vacunación, que había en casi todos los hospitales y
dispensarios de la ciudad y del interior.
Se aplicaba la primera dosis y de acuerdo
con las estimaciones de los epidemiólogos o entendidos en el tema, se imponía
una segunda dosis que muchos llamaban “de refuerzo” para asegurarse la
inmunización frente a tan dañino mal.
Corrían febriles tiempos preelectorales y
muchos estímulos se acentuaban frente a ese acontecimiento cívico que mostraba
posibilidades ciertas para más de una corriente de pensamiento y así fue que
entonces, las vacunas no escaseaban.
Sin embargo no siempre las cosas se manejan
con sentido social cuando prevalecen las ansias de poder que según comentan
quienes lo poseen, tiene una especie de sensualidad y debe ser por eso que
saciado ya el placer del triunfo, cayó en el olvido la lógica obligación de aplicar
la segunda dosis a quienes habían sido beneficiarios de la primera, pero no es
así el actual panorama.
La vacuna hace meses no existe, dicen en los
hospitales que la culpa es de la Nación que las retiene, no son pocos los que
le asignan alguna conexión con un apriete para llegar a la total “armonización”
y otros entendidos dicen que la verdad, es que no hay plata para pagarla.
Y la APROSS que no es una obra social sino
una administradora de servicios de salud, para que se aseguren activos y
jubilados bajo lo que ellos mal le llaman protección, tienen que ir a una
farmacia, pedirla, pagarla y ellos con su habitual generosidad se hacen cargo
de una enormidad: el 30 por ciento para ese medicamento por el que hay que
ponerse con 3.300 pesos.
Un ofensivo absurdo y por allí se me ocurre
pensar en cuántas vacunas, garantía de bienestar, de salud y vida para tantos
cordobeses, se podrían aplicar, aunque fuera con parte de los 1.700 millones de
pesos nuestros que se gastaron en publicidad oficial durante el 2019 y los 52
millones de pesos que el “cordobesismo” depositó estos últimos días en dos
medios periodísticos muy cercanos a nuestros afectos.
Y no hablo de las obras mal hechas o
inoportunas, algunas de las cuales fue necesario rehacer a costos siderales.
Hay burradas que ni en nombre de del
ejercicio de la Democracia podemos llegar a comprender…
Y menos a justificar.
Es lógico que sobrevuelen algunas dudas
UNA JUBILACIÓN
OTORGADA EN TIEMPO RÉCORD
CON CONOCIMIENTO DEL
RECORTE QUE SE VENÍA
Es cierto que en los últimos tiempos con la
tecnología alucinante que día a día nos sorprende, terminó con ciertas
angustiantes demoras y los memoriosos deben recordar años atrás que, por
ejemplo para llegar a tener teléfono, las demoras solían ser de dos o tres
años, siempre y cuando hubiera una línea que pasara cerca y en el mismo rubro,
aún resuenan en mis oídos esa letanía que a veces, cuando pedíamos una llamada
a larga distancia con Villa Allende, o Carlos Paz o Alta Gracia, escuchábamos a
la operadora con un impersonal “servicio condicional por líneas mal”.
¿Y cuánto demoraba la obtención de un
pasaporte para poder viajar al exterior, así fuera a un país limítrofe? Supe
ser víctima de una de esas demoras, que llegaban hasta los cuatro meses o más,
hasta que algo se alivianó la espera cuando a esa documentación se la comenzaba
a gestionar en Córdoba, pero casi inexcusablemente había que ir a Buenos Aires
para activarla, allí donde Dios solamente atendía no mucho tiempo atrás, hasta
que el barba puso sucursales a diestra y siniestra.
Y si hablamos de jubilaciones, las vetustas
maneras de gestionarlas debieron esperar la invasión de la modernidad para
acortar las demoras y solían darse casos, y no pocos, que los candidatos a
beneficiarios morían antes de verse favorecidos con el otorgamiento de esa beca
para descansar, o de la pensión, que venía tramitando desde años atrás pese a
que en algunos casos y como por entonces se decía, “una cuña” política solía
generar milagros.
¡Cómo y cuánto han cambiado los tiempos!
Las jubilaciones ordinarias ahora demandan
una espera de pocos meses porque los cálculos no se hacen manualmente sino que
existen sistemas que automáticamente los van actualizando a medida que
transcurren los años.
Sin embargo los ansiosos nunca se acaban, en
su lógico apetito por gozar el beneficio cuando aún se pueden solazar de buena
salud, posición económica estable u holgada y perspectivas de un futuro sin
apremios económicos para él y para su descendencia y en algunos casos, para dos
generaciones incluidas.
Existe ahora, como en Mc Donald y en otros
negocios de comidas rápidas, tanto chatarra como de las buenas, eso que la
extranjerización y nuestro idilio con lo foráneo rotuló como “delívery” sin que
muchos conozcan su auténtico significado.
Y en Córdoba, con el apoyo que sin dudas le
ofreciera esa corporación llamada “obediencia debida”, se dio un caso en las
últimas horas de jubilación fulminante y jugosa, acerca de lo cual, para no
caer en inexactitudes, debo requerir una rueda de auxilio como lo es mi amigo,
especialista en derecho previsional y cuestiones de la tercera edad, el abogado
oriundo de Saturnino María Laspiur, Dr. Héctor “Maco” Silvestro a quien tengo
en línea…
El
audio completo de la conversación entre el periodista Gonio Ferrari y el
abogado Héctor “Maco” Silvestro está incluida en la columna correspondiente a
esta edición n° 624 de “Síganme los buenos” en la parte superior de la columna
a la derecha de este blog.
Para colmo, en dólares
¿CUÁNTO NOS
SALDRÁ A LOS CONTRIBUYENTES LA ENORME DEUDA
CONTRAÍDA POR EL CORDOBESISMO?
En realidad y sabiendo tomarle el pulso a
nuestra economía nacional y popular, no debe ser muy complicado trazarse un
panorama de lo que puede llegar a ocurrir con nuestra vapuleada economía,
castigada y endulzada cíclicamente por los desastres o por las buenas cosechas
que tiempo atrás solían ser la salvación.
Naturalmente los doctores en ciencias
económicas, los contadores y los otros especialistas nos llevan a los
ciudadanos comunes, una ventaja sideral, por lo que solemos confiar en sus
pronósticos.
Y así nos está yendo, dejando de lado los
efectos principalísimos más que colaterales, que está dejando la pandemia que
nos abruma, nos condiciona y nos achata aunque el manejo que está haciendo
sobre ella el poder central es más aceptable que reprobable, salvo el
descontrol del conurbano bonaerense confiado a un niño con menos calle que
Venecia pero especialista en tirarle muertos a sus vecinos de la Capital y
viceversa con Larreta.
Pasemos ahora a Córdoba, esta Córdoba bendecida
por el clima, por el fervor de su gente, por las ansias de progresar, por todo
lo positivo que tiene para lucir y hacer cáscara ante el resto del país, que
ahora, vaya sorpresa más dolorosa que el virus, está mostrando las pústulas de
su pus contenido y que representa un elevado compromiso para las futuras
generaciones, porque los antecedentes que arrastra vienen desde casi la segunda
fundación a la que ciertos optimistas le llamaron “cordobesismo”.
No quiero molestar a un tipo que conoce al
dedillo la situación, cuánto estamos en rojo y las oscuras perspectivas que nos
acechan, porque me van a saltar a la yugular acusándome de desestabilizar a
través de un vecinalista como el Dr. Aurelio García Elorrio, quien se la viene
cantando al gobierno pero el eco no es el que supongo espera este legislador.
Estamos hasta las manos con compromisos,
gravemente acentuada la situación por tratarse de deuda contraída en dólares,
cuando el verde andaba más o menos por los 20 pesos o algo parecido, pero a los
acreedores les importa un soto a cuánto haya trepado, porque lo mismo hay que
pagarlo.
Quiero hacerlo breve: ¿Tiene el gobierno
provincial, aparte de recontra endeudarse con el poder central y quedar a su
capricho, alguna otra alternativa que esa que asoma, tenebrosa y amenazante?
Es muy simple: me refiero a un aumento de
los impuestos, a la revalorización de propiedades urbanas y rurales y echar
mano a toda aquella contribución popular que sirva para sumar, y no para
cancelar, sino para solamente cumplir con los intereses de esa deuda.
¿Y quién pagará el total?
Siempre nosotros…
Seguramente para las próximas elecciones, será
la única vez que los actuales cultores del “cordobesismo” estarán rogando
perder…
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