7 de junio de 2020

S.L.B.: DECLARACION DE PRINCIPIOS - LA "SETENTENA" SIGUE FIRME Y MUCHOS MERECEN ESTAR MEJOR GUARDADOS - EL PERIODISMO EN SU DÍA: LA PROFESIÓN MÁS INVADIDA - EN LA MEGACAUSA PERSISTEN MÁS INTERROGANTES QUE CERTEZAS - DURANTE LA CAMPAÑA PREELECTRORAL HABÍA VACUNAS. AHORA "ESTÁN EN FALTA" - LA CURIOSA JUBILACIÓN DE UN CUARTO DE MILLÓN DE PESOS - ¿CUÁNTO NOS SALDRÁ A LOS CONTRIBUYENTES LA DEUDA CONTRAÍA POR EL CORDOBESISMO?


Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición n° 624 del 7/6/20 emitido en dúplex por AM580 y la 88.5FM ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba.

Día del Periodista
CREO OPORTUNO, AL MENOS DE MI PARTE,
HACER  UNA  DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

   Cuando pasan los años y los kilos, porque lo único que adelgaza es la memoria, es que se nos viene a la cabeza y al área chica del alma el recuerdo de gente a la que debo agradecer, con pedido formal de perdón ante algún olvido en el que pudiera incurrir.
   A La Voz del Interior que me cobijó por más 20 años, al Dr. Carlos “Garó” Hairabedian quien de prepo me metió en la vieja e inexplicablemente inactiva Radio Municipal, a Carlos Revello que me recomendó al entonces Canal 11 de Buenos Aires hoy Telefé donde estuve 10 años, al amigo Eliseo Alvarez que me llevó al multimedio América, radio y TV por cable y luego abierto Canal 2,  y América por una década más, al “Gringo” Cognigni que me hizo integrar el plantel fundacional de “Hortensia”, al “Turco” Serbali que me hizo debutar en Canal 12, en tiempos de la televisión muda… a los Grimaut padre e hijo que me llevaron al diario La Razón por tantos años, al ingeniero Blaess quien me abrió las puertas y las cámaras de Canal 2, a los que tuve como compañeros en el informativo de la vieja LV3, a ese gran
hacedor de televisión como lo sigue siendo Jorge Zapata y también, imposibles de olvidar una especie de avanzados discípulos que con un empujoncito empezaron a caminar solos, como mi hijo Luciano, Matías Candoli, Leo Cavagni que es periodista aunque no ejerza, el niño Pablo Zélis, el “Larva” MIlich, Huguito Allende, “Charabón” Recalde, mi hermano Gustavo radicado en el Golfo Arabe quien estuvo años también en La Voz y algunos otros que ya partieron.
   Ellos también me enseñaron y algunos lo siguen haciendo…

Dos meses y medio eternos…
CONTINÚA EL ENCIERRO Y EN VERDAD, NO SON
POCOS LOS QUE MERECEN ESTAR GUARDADOS
   Casi diría que por naturaleza los argentinos y aún más los cordobeses que nos atribuimos la mayor picardía del país, tenemos esa especie de aureola contestataria que vendría a ser una de las banderas de la rebeldía y del disconformismo.
   Para colmo la realidad nos asesta cada golpe que si bien cada uno de ellos no es de nocáut, nos deja mal equilibrados, desorientados, angustiados y como obligados a pelear de cualquier manera con tal de subsistir y emerger de cada drama con la menor cantidad posible de heridas que después llevan su tiempo cicatrizar y no siempre cierran por completo.
   Debe ser por eso que a medida que transcurren los días son más quienes ya hartos del encierro impuesto se inclinan por la transgresión a las reglas. Y eso que la principal de ellas es la del respeto por quedarse en casa, por no salir, por limitarse a las compras básicas en cercanías o ante alguna emergencia seria y ni pensar en los asados con los amigos, la ida a la cancha, la milonga del sábado o la disipación que supone un inocente café en cualquier bar o como lo hemos visto en algunos barrios, el picadito en el potrero.
   Los sicólogos seguramente explican que las consecuencias del encierro son las angustias, temores ocultos, indefiniciones, voluntad doblegada, sentimientos todos que sin dudas asaltan a los internos de las cárceles y es por eso que muchos llegan a comprenderlos sin perdonarles las tropelías que hubieran perpetrado.
   Pero en este caso la situación es más delicada porque la violación de la cuarentena, o de la “setentena” como ahora debiéramos llamarla, conlleva el riesgo de contagio, con la emergente lógica de la prolongación del aislamiento, que más que social se agravaría por una especie de imprescindible privación de tan siquiera asomarse a la vereda, a despecho de los infaltables cultores de aquello que “Dios es argentino” y del “a mí no me va a tocar”.
   En resumen, cabe un llamado a la inteligencia de la gente, por aquello que el virus necesita especialmente de las aglomeraciones para multiplicarse y dañar a mansalva sin distinciones de ninguna clase.
   Entonces, si en la mentalidad mezquina de algunos prevalece esa creencia que se trata de acatamiento a un gobierno, que se quiten la máscara que les impide una percepción real de la situación y que, en defensa propia, de la salud de la familia y de la integridad de la sociedad de la que somos parte, cumplan con lo que la ciencia viene aconsejando: cuando hay que guardarse, lo mejor es no salir.
   Porque superada la pandemia, tendrán dos maneras de despertar, por así decirlo: una frente a un mundo que mucho habrá cambiado y la otra, de ver crecer el pasto desde abajo, lo que siempre ha sido igual para los habitantes de las tumbas.

Hoy es el Día del Periodista
LO SOSTUVE Y AÚN LO SIGO SOSTENIENDO: EL
PERIODISMO ES LA PROFESIÓN MÁS  INVADIDA


   Es para rogar que a nadie se le ocurra pensar que son todas graciosas delicias, jaranas, trasnochadas y disipación integral y casi permanente las que jalonan la vida del periodista, al menos de aquellos amantes de la libertad y cultores del compromiso con la sociedad, rescatando una imagen de bohemia que décadas atrás supo rodear a nuestra actividad.
   En tal sentido -y la verdad sea dicha en otros también- es mucho lo que ha cambiado este ejercicio de informar y de opinar porque antes jugábamos carreritas contra el reloj gracias a la telefonía y ahora internet nos regala media hora de ventaja y lo mismo llega antes que nosotros.
   El resultado de tal progreso alucinante llevó nuestra profesión a cambiar en sus raices porque antes caminábamos las calles, nos colgábamos de los tranvías, viajábamos con el abono en los bondis y ahora las nuevas generaciones de colegas -salvo los “movileros- por lo general aplastan el cuerpo en cómodos sillones frente a un monitor de 32 pulgadas, teclean una palabra en Google y el progreso les sirve un plato de primera y variada calidad, a precio regalado y en menos de dos segundos y eso explica lo atildados que son ahora en el vestir contraponiendo a nuestra imagen del cansancio y el desaliño.
   La historia sigue cronicando que son las primeras víctimas de los autoritarios, de los dictadores, de los fanáticos fundamentalistas y de aquellos censores que los someten a barrotes o a mordazas. Muchas veces son, somos destinatarios de presiones de conciencia y de cobardes ataques callejeros en las manifestaciones masivas.
   Tambien suelen ser mártires en los conflictos armados que los muestran actuando en el frente, junto al máximo peligro.
   Entre nosotros, la genuina libertad de expresión no es ni ha sido la generosa concesión de ningún gobierno, sino el ejercicio de la tarea de informar y emitir opinión al amparo de la Constitución, de las leyes y del sentido ético.
   Los periodistas de ley no necesitamos que nadie nos indique lo que debemos decir o nos impongan lo que debemos callar, porque tenemos pensamiento y criterio propios y sabemos que mientras impere el respeto a los preceptos básicos y el pensar distinto no nos transforme en enemigos, no habrá sombras que perturben la certeza absoluta de libertad.
   Una libertad que no necesita padrinos ni leyes que la regulen, la condicionen o la impongan, porque el único reaseguro de gozarla radica en el simple respeto por la Constitución. Todo lo demás es inútil y disociante pirotecnia y bien sabemos, los periodistas, que formamos parte de una profesión impunemente invadida.
   Invadida por médicos, actores, deportistas, curas, rabinos, vedettes, manosantas, dietistas, funcionarios desocupados, pitonisas, empresarios, modelos, abogados, economistas, corredores de autos, políticos en decadencia, cocineros, vendedores de humo o mercaderes de grasa de serpiente. Son ellos, los invasores, quienes reivindican la vigencia discepoliana de la Biblia junto al calefón.
   La base moral es el mejor reaseguro para edificar desde allí la honestidad de informar, de opinar, de criticar o de aplaudir. Solamente quienes la poseen se sienten libres y están en condiciones de transmitir esa convicción de libertad que se fortalece día a día, solo en la fragua del trabajo y no a través de ese engendro al que supieron llamar “periodismo militante”, de donde surgía el falso y unilateral periodismo solamente interesado en imponer autoritariamente su ideología y el hermético discurso, por encima del sano y saludable disenso que es el mejor antídoto contra la censura.
   Porque si hablamos de ese ultrajante agravio, tengamos presente que tal metodología de amordazar, desde el fondo de la historia, ha sumido en el fracaso a todos aquellos a quienes quiso servir.
   Los periodistas nos hemos acostumbrado a respetar los silencios ajenos y a no desertar de los propios. Confucio supo sostener que “El silencio es un amigo que jamás traiciona”.
   El de hoy es un dia propicio para renovar íntimamente el sano compromiso de la honestidad a la hora de informar y los votos de hacer prevalecer la legítima e innegociable convicción en el momento de opinar.
     De mi parte sería injusto si omitiera un detalle: mi agradecimiento enorme a esta empresa, los Servicios de Radio y Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba, donde ejerzo este vicio con salvaje libertad, lo que es una expresión de respeto, por sobre todas las cosas, a nuestra Constitución Nacional.
   En síntesis, cumplimos con nuestra vocación de anoticiar a la sociedad sobre una realidad que no podemos modificar.
   Y somos poética y asexuadamente hablando, seres marinos que vivimos en tierra soñando con ser pájaros...

La Megacausa del Registro
MÁS DE UN INTERROGANTE EN ESTE
RESONANTE CASO A VECES OCULTO
   Pese a haber pretendido usar a la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba como ejemplo de lucha anticorrupción, una encuesta realizada a los ciudadanos cordobeses hace pocos años reveló que más de un 85 por ciento desconfiaba de la honestidad de los jueces y fiscales, cuestionándose la eficiencia, los favoritismos, la lentitud y la falta de garantías.
   Según aquel informe, los cordobeses veían a la Justicia sometida al poder político y sin compromiso para investigar la corrupción, siendo la falta de independencia la mayor queja tanto de ciudadanos como de letrados, focalizándose el reclamo en el fuero Anticorrupción que en todos sus años de existencia no realizó ninguna condena de peso. 
   La total ausencia en la causa del Registro de funcionarios de alto cargo sospechados, imputados, juzgados o condenados, haciéndose oídos sordos a las persistentes y repetidas acusaciones contra ellos, legitima la preocupación de los ciudadanos, aunque desde el Poder Judicial siempre se niegue cualquier dependencia y/o relación con el poder político.
   El enriquecimiento ilícito definido como incremento del patrimonio de un funcionario público, con significativo exceso respecto de sus ingresos legítimos durante sus funciones, pese a resistir la ecuación judicial de ganar y gastar, resulta evidente en muchos casos hasta para un alumno del nivel primario. Un patrón que no se corresponde con el de otros países donde se persigue, con sensata objetividad, a personas con dinero y poder. Los “de arriba”, en la causa del Registro, son invisibles, inimputables, (in)-carcelables,  (in)-juzgables, (im)-perseguibles, impunes. En consecuencia, en esta manifiesta y palpable desigualdad, lejos estamos de remover la corrupción.
Si la 2ª. dosis “está en falta…”
¿LA 1ª DOSIS DE LA VACUNA CONTRA LA NEUMONÍA
FUE ENTONCES PARTE  DE  LA CAMPAÑA POLÍTICA?
   No sería la primera vez que se utilizan argumentos que suelen ser arteros, si de consolidar una campaña proselitista se trata, cuando el exceso de actos demagógicos pasa a ser alimento corriente para saciar el apetito de los más desposeídos, de los marginados o de aquellos a quienes les asiste el derecho de gozar las bondades de un Estado protector no tan solo de su seguridad, de sus bienes y de la justicia y educación, sino lo que es sumamente trascendente, de su salud.
   No llamó la atención que promediando el año pasado, se pusiera en marcha un plan de vacunación anti neumonía, un mal que había sido letal para muchos cordobeses especialmente para los que superaron los 60 años de edad pasando a la condición de vulnerables y sujetos a prioridad en los centros de vacunación, que había en casi todos los hospitales y dispensarios de la ciudad y del interior.
   Se aplicaba la primera dosis y de acuerdo con las estimaciones de los epidemiólogos o entendidos en el tema, se imponía una segunda dosis que muchos llamaban “de refuerzo” para asegurarse la inmunización frente a tan dañino mal.
   Corrían febriles tiempos preelectorales y muchos estímulos se acentuaban frente a ese acontecimiento cívico que mostraba posibilidades ciertas para más de una corriente de pensamiento y así fue que entonces, las vacunas no escaseaban.
   Sin embargo no siempre las cosas se manejan con sentido social cuando prevalecen las ansias de poder que según comentan quienes lo poseen, tiene una especie de sensualidad y debe ser por eso que saciado ya el placer del triunfo, cayó en el olvido la lógica obligación de aplicar la segunda dosis a quienes habían sido beneficiarios de la primera, pero no es así el actual panorama.
   La vacuna hace meses no existe, dicen en los hospitales que la culpa es de la Nación que las retiene, no son pocos los que le asignan alguna conexión con un apriete para llegar a la total “armonización” y otros entendidos dicen que la verdad, es que no hay plata para pagarla.
   Y la APROSS que no es una obra social sino una administradora de servicios de salud, para que se aseguren activos y jubilados bajo lo que ellos mal le llaman protección, tienen que ir a una farmacia, pedirla, pagarla y ellos con su habitual generosidad se hacen cargo de una enormidad: el 30 por ciento para ese medicamento por el que hay que ponerse con 3.300 pesos.
   Un ofensivo absurdo y por allí se me ocurre pensar en cuántas vacunas, garantía de bienestar, de salud y vida para tantos cordobeses, se podrían aplicar, aunque fuera con parte de los 1.700 millones de pesos nuestros que se gastaron en publicidad oficial durante el 2019 y los 52 millones de pesos que el “cordobesismo” depositó estos últimos días en dos medios periodísticos muy cercanos a nuestros afectos.
   Y no hablo de las obras mal hechas o inoportunas, algunas de las cuales fue necesario rehacer a costos siderales.
   Hay burradas que ni en nombre de del ejercicio de la Democracia podemos llegar a comprender…
   Y menos a justificar.

Es lógico que sobrevuelen algunas dudas
UNA JUBILACIÓN OTORGADA EN TIEMPO RÉCORD
CON CONOCIMIENTO DEL RECORTE QUE SE VENÍA

   Es cierto que en los últimos tiempos con la tecnología alucinante que día a día nos sorprende, terminó con ciertas angustiantes demoras y los memoriosos deben recordar años atrás que, por ejemplo para llegar a tener teléfono, las demoras solían ser de dos o tres años, siempre y cuando hubiera una línea que pasara cerca y en el mismo rubro, aún resuenan en mis oídos esa letanía que a veces, cuando pedíamos una llamada a larga distancia con Villa Allende, o Carlos Paz o Alta Gracia, escuchábamos a la operadora con un impersonal “servicio condicional por líneas mal”.
   ¿Y cuánto demoraba la obtención de un pasaporte para poder viajar al exterior, así fuera a un país limítrofe? Supe ser víctima de una de esas demoras, que llegaban hasta los cuatro meses o más, hasta que algo se alivianó la espera cuando a esa documentación se la comenzaba a gestionar en Córdoba, pero casi inexcusablemente había que ir a Buenos Aires para activarla, allí donde Dios solamente atendía no mucho tiempo atrás, hasta que el barba puso sucursales a diestra y siniestra.
   Y si hablamos de jubilaciones, las vetustas maneras de gestionarlas debieron esperar la invasión de la modernidad para acortar las demoras y solían darse casos, y no pocos, que los candidatos a beneficiarios morían antes de verse favorecidos con el otorgamiento de esa beca para descansar, o de la pensión, que venía tramitando desde años atrás pese a que en algunos casos y como por entonces se decía, “una cuña” política solía generar milagros.
   ¡Cómo y cuánto han cambiado los tiempos!
   Las jubilaciones ordinarias ahora demandan una espera de pocos meses porque los cálculos no se hacen manualmente sino que existen sistemas que automáticamente los van actualizando a medida que transcurren los años.
   Sin embargo los ansiosos nunca se acaban, en su lógico apetito por gozar el beneficio cuando aún se pueden solazar de buena salud, posición económica estable u holgada y perspectivas de un futuro sin apremios económicos para él y para su descendencia y en algunos casos, para dos generaciones incluidas.
   Existe ahora, como en Mc Donald y en otros negocios de comidas rápidas, tanto chatarra como de las buenas, eso que la extranjerización y nuestro idilio con lo foráneo rotuló como “delívery” sin que muchos conozcan su auténtico significado.
   Y en Córdoba, con el apoyo que sin dudas le ofreciera esa corporación llamada “obediencia debida”, se dio un caso en las últimas horas de jubilación fulminante y jugosa, acerca de lo cual, para no caer en inexactitudes, debo requerir una rueda de auxilio como lo es mi amigo, especialista en derecho previsional y cuestiones de la tercera edad, el abogado oriundo de Saturnino María Laspiur, Dr. Héctor “Maco” Silvestro a quien tengo en línea…  
   El audio completo de la conversación entre el periodista Gonio Ferrari y el abogado Héctor “Maco” Silvestro está incluida en la columna correspondiente a esta edición n° 624 de “Síganme los buenos” en la parte superior de la columna a la derecha de este blog.

Para colmo, en dólares
¿CUÁNTO  NOS  SALDRÁ  A LOS  CONTRIBUYENTES LA ENORME DEUDA CONTRAÍDA POR EL CORDOBESISMO?


   En realidad y sabiendo tomarle el pulso a nuestra economía nacional y popular, no debe ser muy complicado trazarse un panorama de lo que puede llegar a ocurrir con nuestra vapuleada economía, castigada y endulzada cíclicamente por los desastres o por las buenas cosechas que tiempo atrás solían ser la salvación.
   Naturalmente los doctores en ciencias económicas, los contadores y los otros especialistas nos llevan a los ciudadanos comunes, una ventaja sideral, por lo que solemos confiar en sus pronósticos.
   Y así nos está yendo, dejando de lado los efectos principalísimos más que colaterales, que está dejando la pandemia que nos abruma, nos condiciona y nos achata aunque el manejo que está haciendo sobre ella el poder central es más aceptable que reprobable, salvo el descontrol del conurbano bonaerense confiado a un niño con menos calle que Venecia pero especialista en tirarle muertos a sus vecinos de la Capital y viceversa con Larreta.
   Pasemos ahora a Córdoba, esta Córdoba bendecida por el clima, por el fervor de su gente, por las ansias de progresar, por todo lo positivo que tiene para lucir y hacer cáscara ante el resto del país, que ahora, vaya sorpresa más dolorosa que el virus, está mostrando las pústulas de su pus contenido y que representa un elevado compromiso para las futuras generaciones, porque los antecedentes que arrastra vienen desde casi la segunda fundación a la que ciertos optimistas le llamaron “cordobesismo”.
   No quiero molestar a un tipo que conoce al dedillo la situación, cuánto estamos en rojo y las oscuras perspectivas que nos acechan, porque me van a saltar a la yugular acusándome de desestabilizar a través de un vecinalista como el Dr. Aurelio García Elorrio, quien se la viene cantando al gobierno pero el eco no es el que supongo espera este legislador.
   Estamos hasta las manos con compromisos, gravemente acentuada la situación por tratarse de deuda contraída en dólares, cuando el verde andaba más o menos por los 20 pesos o algo parecido, pero a los acreedores les importa un soto a cuánto haya trepado, porque lo mismo hay que pagarlo.
   Quiero hacerlo breve: ¿Tiene el gobierno provincial, aparte de recontra endeudarse con el poder central y quedar a su capricho, alguna otra alternativa que esa que asoma, tenebrosa y amenazante?
   Es muy simple: me refiero a un aumento de los impuestos, a la revalorización de propiedades urbanas y rurales y echar mano a toda aquella contribución popular que sirva para sumar, y no para cancelar, sino para solamente cumplir con los intereses de esa deuda.
   ¿Y quién pagará el total?
   Siempre nosotros…
   Seguramente para las próximas elecciones, será la única vez que los actuales cultores del “cordobesismo” estarán rogando perder…

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