Desgrabación
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los
buenos” difundido en dúplex por AM580 y la FM88.5 ambas de Radio Universidad
Nacional de Córdoba, el 21/06/20.
Ayer fue el Día de la Bandera
DUELE QUE
PARA MUCHOS A LAS FIESTAS
PATRIAS LAS TOMEN
PARA LAVAR EL AUTO
Cuando
de símbolos patrios se habla, los argentinos no somos lo que se dice un
ejemplo, porque enarbolamos la bandera si la recibimos de regalo por alguna
promoción comercial, no cantamos el himno sino que hacemos playback y ponernos
una escarapela en el pecho es para muchos insensibles como si les violaran el
corazón.
Muchos argentinos harían un papelón si les
pidiéramos, simplemente, que hicieran tan sólo una somera descripción de
nuestro Escudo Nacional que es otro de los símbolos que se suman a la
argentinidad.
Esto no es un ataque de nacionalismo, sino
la enunciación de una realidad ya instalada en la sociedad, que por lo general
tratamos de pasar por alto cuando somos mayores, porque al hacer memoria
advertimos cuán poco se ocuparon quienes debieran hacerlo, de que sintiéramos
en el alma los colores celeste y blanco no únicamente en los días que
celebramos la Patria.
Los intentos de la escuela no siempre se
ajustan a una normativa, o no alcanzan. Es en el hogar donde se deben
fortalecer los lazos entre la persona y la Patria en la enseñanza diaria, en lo
cotidiano, en lo simple, para no llegar a lo que ahora vemos, que se considera
más a la bandera de un partido político o de un equipo de fútbol, que a la
enseña nacional.
Nuestra
bandera merece respeto y reverencia.
Y la mejor
manera de respetarla es ser fieles a los principios, preceptos, derechos y también obligaciones
que encierra en sus pliegues ese sagrado trozo de tela.
La Patria es
posiblemente como la familia: solo sentimos su valor cuando la perdemos.
Tampoco se
equivoca el pensador Jaime Barylko al sostener que “El abanderado tiene sentido
si se integra a todos los elementos simbólicos. Hoy, las fiestas patrias son
para lavar el auto”.
Si a veces,
duele ver esa indiferencia, que es la hermana menor de esa otra tortura a la
que muchos le llaman olvido.
Hay actitudes que lo llevan a pensar
¿A QUIÉN LE DESPEJARÍA EL CAMINO LA
CAIDA DE
VICENTÍN? LO DE
LATAM, A NUESTRA AEROLÍNEA
La cuestión es no caer en el tremendismo por estar complicados en varios
frentes ya que por una parte y muy importante, la pandemia no sólo nos afecta a
los argentinos sino que el desastre es mundial, lo que no deja de ser un
consuelo parcial.
A esto debemos sumarle lo de Vicentin y por qué no el derrape de Latam
aunque tampoco sería como para plantearnos un panorama apocalíptico mirando
hacia el futuro porque todo tiene solución menos morirse, al menos hasta que
alguien logre hacer efectiva la resurrección.
Lo de la enorme empresa santafesina tiene sus bemoles y es por eso que
circula por diversos andariveles de la actualidad nacional, tanto en el
político como en el económico por su enorme injerencia geográfica y en el
laboral porque significa un marcado riesgo para miles de trabajadores, más
ahora en estos tiempos en que la demanda de mano de obra no abunda y las
perspectivas en ese aspecto no son para nada positivas. El banderazo nacional
de ayer fue una muestra del humor social en tal aspecto.
Dejando de lado este enfoque que de ninguna manera pretende ser inteligente
sino más bien ajustado a la realidad que nos rodea, lo que más resalta en este
tema es el temor que ha implantado en buena parte de la sociedad una
perspectiva que en lo personal no creo que tenga mucha aceptación popular,
consistente en lo que muchos consideran como el primer tranco largo para
iniciar ese camino hacia la consolidación de esa costumbre izquierdosa de
quedarse con lo privado para que lo maneje un gobierno dispendioso como lo es
cualquier populismo, siempre con el dinero ajeno.
Un timbre de alarma disparó este muchacho sindicalista de los pilotos
aéreos, cuando se despachó con esa intención de sugerirle o indicarle al Sr.
Presidente que no le permita a lo que pueda quedar de Latam que se lleve sus
aviones que por ahora reposan en aeropuertos argentinos, aunque creo que sólo
en el Aeroparque porteño y en la aeroestación de Ezeiza.
Y todo esto, una menesunda de situaciones al parecer aisladas pero que
tienen un objetivo común como parte de aquella premisa de “ir o venir por todo”
que el asunto tendrá dos actos determinantes de lo que puede suceder de aquí a
poco tiempo; la sesión en Diputados y luego la del Senado, para las cuales los
panoramas son algo distintos pero la salida puede ser una o tal vez dos o tres.
El gobierno tiene mayoría en
Diputados con lo que esa etapa sería superada y luego
entre los senadores habrá
que discutirlo y en serio porque allí la cuestión numérica es distinta como
distintas son las situaciones acerca de los representantes provinciales.
Y dejando de lado cualquier especulación de las muchas que andan
rodando, es para seguir de cerca el desempeño de los representantes cordobeses,
sobre todo los del oficialismo, sin olvidar la recíproca -no me equivoqué- dije
recíproca necesidad de buena relación que existe, más allá de la conveniencia
mutua, entre el Dr. Fernández y el Contador Schiaretti.
Entonces llegados a ese punto y no es por esquivarle a una definición
porque dentro de mi actividad el futurismo y la adivinación no forman parte de
mi costumbre, lo mejor sería esperar, más que nada porque resuelvan como
resuelvan este manoseado tema de Vicentin, sin dudas su destino final será la
Justicia.
Habrá que ver si habrá normalización, quiebra, estatización,
intervención o simple y llana expropiación y mientras tanto, sólo queda esperar
sin apresuramientos ni presiones, de las tantas que hay desde cada uno de los
sectores involucrados.
En consecuencia, roguemos que tanto en eso como en el tema Latam, habrá
que aguardar, pero sin olvidar un detalle: la recuperación de Aerolíneas Argentinas
que tan aplaudida lo fue en su momento, todavía nos duele y la justicia
internacional nos viene obligando a pagar millones de dólares de reparación a
quienes la perdieron.
Aquí, mientras tanto, fue el mecanismo del que se valiera el
kirchnerismo para el pago de favores políticos a La Cámpora, cuyos militantes
manejaron la empresa aérea más que como tal, para emplearla como rentable fuente
de trabajo que la transformó dentro del mundo en la empresa de esa actividad
con mayor número de empleados por cada avión.
Roguemos que en todos los casos triunfen dos elementos imprescindibles:
el buen tino y la Justicia.
Y los cordobeses, históricos cultores del humor en su creatividad,
creación y elaboración, viven dando ejemplos de tal vocación transformada en
conducta y a propósito, encontramos algo del “Flaco” Pailos quien a veces suele
utilizar palabrejas para muchos inoportunas pero que la gracia que lo acompaña
lo libera de rechazo. Nada mejor entonces que escucharlo, porque es realmente
divertido;
La participación de Pailos está registrada en el audio integral de esta
edición de “Síganme los buenos” que puede ser consultada en el segmento
respectivo encabezando la columna de la derecha de este blog.
Hoy es el día de los
papis
NO TODOS IMAGINAN LA MAGIA QUE ENCIERRA
ESA PRIMERA VEZ QUE
UN HIJO TE LLAMA PAPÁ
No hagamos de la
paternidad una simple cuestión de números, pero si encaramos para ese lado,
veamos un caso emblemático, aunque no sé si es imitable al menos en nuestra
geografía latinoamericana.
Un fornido y rubicundo ruso, sacrificado
y madrugador granjero de ocupación, Igor Vassilet de nombre, le produjo a su
esposa -además era la única mujer que habitaba en esas lejanías allá por 1816-
nada menos que 27 embarazos:16 fueron de mellizos, 7 de trillizos y 4 de cuatrillizos,
para llegar a una descendencia de 69 hijos.
La señora rusa estuvo
embarazada 20 años y 3 meses de su vida y el resignado Igor se pasó nada menos
que 1.080 días en cuarentena, que
contándolos seguidos equivaldrían a tres años ¡tres años! de obligada y
dudosa abstinencia sexual y de respetuosa y poco creíble castidad.
Ignacio L, un respetado vecino
de Alta Córdoba, en 25 años de matrimonio con la misma mujer, tuvo un solo
hijo.
Sin embargo, es tan padre como
lo fue Igor.
Opto en este día especial por
hablar como hijo y la verdad prefiero que sean mis hijos los que en su momento hablen
de mí y espero que sean benevolentes y sinceros, más allá de la enorme
admiración que siento por ellos.
Mi Viejo el “Coco” era un
peleador de la vida, ferviente adicto al laburo y fue guarda de tranvía, boletero
en el hipódromo, empleado contable en la vieja Casa Vives, se casó con la Celia,
santiagueña de ojazos negros, tuvieron cuatro vándalos y en lo que hoy sería
una segunda versión de la juventud se murió a los 42 años, siendo administrador
del actual Hospital Córdoba.
Era sobre todo un buen tipo,
peronista de los de antes, de Perón; respetuoso, decente y de muy buen humor y
la verdad, no pude gozarlo tantos años como hubiera querido.
Ahora prefiero extrañarlo y
atesorar en la memoria al tipo vital, risueño, enérgico, ejemplar en el
trabajo, buscando siempre alguna ocupación extra como si el día tuviera 30
horas y olvidarme lo doloroso que suele ser a veces el ejercicio y la práctica
de la nostalgia, aunque no sea malo extrañar o llorar al que se fue, porque siempre
es mejor recordarlo vivo, y como ejemplo.
Y si ahora lo tiene cerca ¿qué
quiere que le diga si ya lo está pensando? Abrácelo, béselo, apriételo, hágale
crujir suavemente los huesos, despéinelo si todavía no es pelado y dígale solamente
esa breve, deslumbrante y seductora palabrita: Papá…Y aunque no le regale nada
y solamente lo acompañe, lo mire y lo escuche, no se imagina lo mágico, mágico
de verdad, que es escucharla.
Es cierto que cualquier día
puede ser el Día del Padre.
Pero le cambio el almanaque
entero por ese instante único, inolvidable y sorprendente, cuando tu hijo, tu
hija, por primera vez te dice papá…
Megacausa del Registro
NI LA
PANDEMIA Y EL ENCIERRO HAN
LOGRADO INMOVILIZARLA COMO TEMA
Si la Justicia del próximo siglo se aventurara a revisar el accionar
institucional pasado, es probable que se horrorice con la prisión preventiva
abusiva de la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba y con la más
elemental sensatez determine que un compañero de trabajo no es un cómplice, que
un contacto de teléfono no es un socio, que una secretaria no es una partícipe,
ni un vendedor de celular es otro delincuente.
Que una banda no se constituye por Resolución Fiscal y que los delitos
se prueban y no se decretan. La conocida parábola del trigo y la
cizaña enseña que un buen cosechador debe aprender a diferenciar ambas plantas
si desea no perder la cosecha ni envenenarse.
En la vida, los trabajadores responsables y honestos se mezclan con
los que no lo son y la Justicia Penal debe tener la habilidad de discernir
entre culpables e inocentes. Nuestro sistema penal condena actos, no
contactos. No son culpables los conocidos del que cometió el delito.
Sin embargo, en esta causa, no se sabe si por falta de habilidad, por
comodidad o por qué razón, la cadena de contactos de cualquier imputado es el
frágil criterio con el que se cosechan trigo y cizaña, rellenando una inmensa
bolsa de condenas indiscriminadas.
Lo certero es que tal mezcla espanta la credibilidad y oculta a
los beneficiados.
Todos estos argumentos sirven para sostener alrededor de este caso que
sin una buena zaranda, honesta y sin compromisos políticos ni obediencias
debidas, jamás conoceremos la verdad, ni veremos presos a los verdaderos
culpables.
¿Existe una vocación por dañar?
EL VANDALISMO URBANO SE
FORTALECIÓ
AL AMPARO DE
LA IMPUNIDAD QUE GOZA
No es la primera vez que al
fijar posición frente a los hechos de violencia que se registran en Córdoba, en
el marco de algunos conflictos sindicales, sostenemos desde este espacio que si
alguien, cualquier vecino de la ciudad, dañara un automóvil estacionado o
circulando, rompiera una vidriera o atacara a cualquier persona en estas
hipotéticas circunstancias y a la vista de un policía, iría a parar primero al
calabozo y luego debería responder por su actitud agresiva ante la Justicia.
Esto en cuanto a lo que debiera
ocurrir, pero la realidad nos viene mostrando una peligrosa y nociva
indiferencia de la autoridad para enfrentar ese tipo de episodios. Y no es tan
sólo el gremio de los municipales, cuyos dirigentes ahora sostienen que los
pendencieros nada tienen que ver con ellos o como las veces que ocurrió con
manifestantes de Luz y Fuerza o de la UTA y de otras organizaciones sindicales
que destruyeron a mansalva el mobiliario urbano, quemaron añosos árboles en la
mismísima Plaza San Martin, rompieron vidrieras, abusaron de la peligrosa
pirotecnia que está expresamente prohibida y enrarecieron el aire ciudadano con
la estridencia de sus bombas.
Y vale repetirlo que todos
estos actos muchas veces se perpetraron a la vista de la autoridad, que ridículamente
ofició de inmóvil, ciego, sordo y mudo testigo y sin actuar para evitarlo ni
para reprimirlo, porque no tenían orden judicial o de sus superiores para
hacerlo.
¿En qué rincón de la
intolerancia se escondió el respeto por los bienes particulares y por los de
todos los cordobeses que después tendremos que pagar más impuestos para reparar
los daños mientras sus causantes gozan inmerecida libertad?
A cualquiera que aquí se le
ocurriera revelarse y vandalizar, sabe que gozará de la suficiente impunidad
como para transformarse en un dañino energúmeno que se caga en la prudencia con
la que debiera actuar y en el respeto por sus semejantes, y nos preguntamos
entonces si será por eso que la ciudadanía en lugar de acompañar a las demandas
gremiales por más justas que ellas sean, se inclina por el repudio y el rechazo
a esas malsanas costumbres.
Si se aplicara realmente a cada
organización de la actividad que fuera, gremial, política, deportiva o
cualquier otra, la sanción monetaria por los daños causados para repararlos,
distinto sería todo porque no hay víscera más sensible del cuerpo humano que el
bolsillo, aunque sea dinero dulce de los enormes montos de que dispone la dirigencia
para solventar las movilizaciones.
Pero nada pasará en beneficio
de la tranquilidad ciudadana, mientras la Justicia siga con su pachorrienta
indiferencia y las fuerzas mal llamadas del orden se limiten a ser espectadores
del daño y de la violencia.
Los vecinos de esta ciudad no
merecemos que el poder se desentienda de estas graves situaciones, pero a la
hora de apretarnos con más y más onerosos impuestos que desde las altas esferas
se reclame la sensibilidad del ciudadano.
En cualquier
comunidad organizada los daños se cobran y se obligan a pagar salvo en el
escenario cordobés y por penosa omisión, donde la indemnidad los alienta.
Estatales y privados con idéntico sufrimiento
CORDOBA SUPER ENDEUDADA
¡Y EN DÓLARES!
VIVIRÁ HORAS DIFÍCILES PARA PAGAR
SALARIOS
Si en las últimas horas el dólar registró una suba, es de imaginar la
crispación que habrá provocado en el gobierno de la provincia y más aún en el
equipo que maneja o desmaneja nuestra economía, porque cada puntito que sube,
aumenta de manera considerable el endeudamiento del “cordobesismo”, desde el
momento que se decidiera operar con créditos internacionales para equilibrar los
números provinciales.
Uno de los recursos que se dejara trascender en medio de la pandemia que
todo lo apantalla, llegó justo en el peor mes del año, cuando se debe afrontar
el pago del medio aguinaldo que siempre se liquidó a mediados de julio, cuando
la realidad si no me equivoco, indica que debe abonarse en el último día hábil
de junio.
Y entonces, nada mejor que apelar al viejo y dilatador recurso del pago
en cuotas que aparte de ser una ofensa al trabajador estatal, lleva a los
privados a operar de la misma manera porque si el ejemplo viene de arriba, como
vulgarmente y no tanto se dice, a llorar al campito.
Entre nosotros el problema será doble porque idéntico temperamento
pueden asumir con el personal de la provincia como con el plantel municipal, ya
cascoteado por una serie de medidas que los afectan. Y otro de los sectores,
distinguido por su vulnerabilidad y su debilidad en cuanto al poder de protesta
es el de los jubilados: no tienen seguro el cobro de junio como debe ser y en
consecuencia, menos el de su medio aguinaldo.
Es la consecuencia medianamente prevista para aquellos que no fueron
escuchados cuando el festival de deuda dolarizada parecía no tener fin, que se
contraía bajo el mensaje de la cantidad de obras que se realizaban, cuando en
realidad hay que reconocerlas en homenaje al progreso, como debiera reconocer
el poder provincial que a muchas de ellas las pagamos más de tres veces, que
otras aún muestran deficiencias y algunas que de ninguna manera pueden
inscribirse en eso que se llama prioridades.
Es cuando Córdoba corre el riesgo cierto de tener que aceptar la
imposición del gobierno nacional a quien se recurrirá como previsible y ávida
rueda de auxilio lo que tiene su precio a veces demasiado elevado, aumentar aún
más la presión tributaria, crear nuevos impuestos, elevar el costo de los
servicios y otras maneras que puedan servirle para achicar el toco de deuda que
engorda día a día.
Con las jubilaciones ya se hizo, al igual que con otros recortes salvo
algunas conocidas como odiosas excepciones y en un comentario que hoy aparece
en La Voz, el titular de la Unicameral explica su verdad acerca del tema
jubilatorio cargando la mayoría de las culpas al radicalismo cuando fuera
gobierno en su momento.
Casi que es posible agregar a todas esas otras expresiones de amnesia
parcial y dirigida, porque nada dice de la enorme cantidad de beneficios que
otorgara en su momento el “cordobesismo” en sus inicios, sin que mediaran los
aportes necesarios aplicando el archiconocido mecanismo de la demagogia
electoralista.
Así están las cosas y no es cómodo eso de saber que sobre nuestras
cabezas pende la carga de lo que estamos debiendo, razón por la cual el poder
primero cumple con los de afuera y después con quienes ponemos el hombro por
nuestra Córdoba.
Y no son pocos los que con poder, en sus hombros todavía tienen los
plásticos de fábrica…
Incumplimiento y rebelión
MÁS ALLÁ DE LA IMAGEN QUE SUGIERE, NO
DEBE SER
TAN SENCILLO ESO DE RETROCEDER EN
CHANCLETAS
Dicho sea en pocas palabras, la ciclotimia evidenciada en el manejo de
situaciones conflictivas como lo vienen siendo entre otras esa desesperación
por el apoderamiento -casos Vicentín y Latam por ejemplo- muestran con claridad
y sin maquillajes la desorientación, la improvisación y la vocación por el
parche y el remiendo, estilo de gestión que se venía insinuando y que aún ahora
incluso desde el poder, muchos se empeñan por esconder.
Estas apreciaciones tienen que ver con lo que viene sucediendo en el
nivel nacional acerca del manejo de la grave situación en que se encuentran con
relación al coronavirus y sus consecuencias, tanto la capital federal como la
provincia de Buenos Aires donde el crecimiento de casos, lejos de amesetarse,
viene creciendo sostenidamente.
Ya poco convencen las diarias declaraciones de esa pareja de funcionarios
que aparentan estar en correctas relaciones como lo son Rodriguez Larreta y el
joven Kiciloff, de las que a veces participa más que nada para anunciar la
prolongación de la actual “noventena” que se acerca vertiginosamente a transformarse
en un centenar de días sometidos a la presión de los encierros, libertades y
nuevos confinamientos, el Sr. Presidente Fernández.
En Córdoba al menos la situación aparenta ser distinta, aunque por eso
de la cercanía, más se advierte en la sociedad ese creciente ejercicio de la
rebeldía, por llamar de alguna manera a la ansiedad y la imprudencia y mucho de
inconsciencia.
Y si somos rigurosos en la evaluación, es porque no hay rigor en los
controles, como tampoco existe el criterio de supervivencia en todos los casos
que vemos de violaciones al aislamiento, que después arrastran consecuencias
impredecibles porque se agiganta el peligro de regresar a etapas superadas, por
la buena acción que viene desplegando el gobierno en materia de salud, pero con
aplazo acerca de la efectividad de los que debieran ser controles ineludibles,
de manera especial en los barrios marginales donde el deporte, las salidas, los
paseos y otras transgresiones han pasado a ocupar una habitualidad de sumo
riesgo.
Duele ver los retrocesos, y eso se refleja en el sufrimiento de la
gente.
Mientras no haya mayor respeto por los encierros forzados, la peste
seguirá saltando de barrio en barrio; de localidad en localidad como un aviso,
por ahora, que la situación puede llegar a ser incontrolable.
Y eso, lo miremos sinceramente, sería un desastre.
¿Fríos eran los de antes?
EL SR. INVIERNO
DEBERÁ ESPERAR EN LA
PUERTA DEL
CALENDARIO, HASTA QUE EL
OCRE Y TIBIO
OTOÑO LE PERMITA PASAR
Mi termostato lógicamente no funciona como
en sus mejores épocas y todavía no me hizo sentir el rigor de una helada.
Así y todo, el invierno viene sin aviso
aunque precedido por temperaturas agradables, salvo algunos días que
presagiaron el frío inminente, durante ese clásico, eterno y único otoño que
por fortuna gozamos los cordobeses.
El invierno tiene para muchos un encanto
particular y para otros, muchos también, la incomodidad de tanta ropa encima,
la amenaza pandémica que se fortalece con el frío, el peligro de la clásica
gripe, las narices húmedas, la molestia de la escarcha en las veredas y la
espera del ómnibus que ya venimos sufriendo con un servicio más que precario.
Y ahora vemos que se presentan problemas
iguales o más graves que en ese otro extremo del calendario, porque con el
termómetro en baja el voltaje de 220 adelgaza y daña, mientras aumentan el
consumo y el costo de la electricidad que entre nosotros es la más cara del
país.
En consecuencia, los culpables de esos
problemas somos los usuarios que
sostenemos el sistema porque consumimos en exceso, y no los dueños de la
energía que gastan la recaudación en obras que anuncian, a veces colocan la
piedra fundamental, lo publicitan a diestra y siniestra pero que jamás
alcanzan.
Y vemos con pena y mucho de impotencia que
la historieta anual se repite: en verano los acondicionadores de aire son coautores
en asociación ilícita con ventiladores y heladeras, mientras que en invierno la
responsabilidad por el deficiente servicio se la endilgan a las estufas, los
caloventores y los calefactores pero más que a nadie, a los enganchados…
Resumiendo, la culpa es nuestra y jamás de
la imprevisión de ellos, que bien se ocupan de cobrar sumas suculentas por una
eficiencia que no tienen, pero se olvidan de equiparse para enfrentar algo tan
previsible como el calor del verano o el frío del invierno a lo que se agrega
que no nos respetan como usuarios, porque tienen la soberbia del monopolio.
No quiero ni siquiera rozar el tema de una
eventual privatización de la EPEC, sino a su modernización tecnológica y a su
despolitización, para que alguna vez sea eficiente y con tarifas accesibles, y
no con los absurdos excesos actuales. Tercerizaron la lectura de medidores y se
dan casos de facturaciones exageradas por la simple razón que sin dudas se
apela a la estimación burda y no a la lectura como antes se hacía.
A la empresa poco le importa cobrar la
energía más cara del país, porque tienen más de tres millones de rehenes que
religiosamente pagan los caprichos de los inoperantes.
Resumiendo, porque pagamos nosotros y ellos
jamás pagaron ni un mísero kilovatio al precio “corriente” pese a que ese, es
el más económico de los privilegios.
Lamentablemente en los últimos tiempos, la
llegada del Sr. Invierno ha sido como levantar el telón para vivir y ser parte
de una escena o de un drama que no es ningún estreno: ya lo sufrimos demasiadas
veces…
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