19 de febrero de 2015

19F, el día después -----------

CALLES Y PLAZAS LLENAS
DE ELLOS Y DE NOSOTROS

 

¿Acaso servirá parafrasear a la Señora pidiendo
definiciones acerca de quienes son los “ellos” y
quienes los “nosotros”? Algo quedó demostrado
como eso de los gatos en las sombras que son
todos pardos y nadie es uno u otro u otro y uno.

 
    Los reduccionistas, como era de esperar, han centrado sus análisis en una especie de lucha por arriesgar número de asistentes a las concentraciones realizadas tanto en Capital Federal como en el interior del país y en ciudades extranjeras tales los casos de Tokyo, Sydney, París y algunas otras, como si se tratara de un campeonato de adhesiones o indiferencias.
    Es probable que la intención sea deliberadamente distractiva para quitarle a la masiva convocatoria su verdadero espíritu de pésame, homenaje, protesta y casi rebelión frente a un poder cargado de ceguera y soberbia, que desconoce la sana práctica de la autocrítica y pretende imponer su modelo abjurando de las correcciones de rumbo que necesita.
    Sin dudas los resultados de las últimas elecciones con su apreciable pérdida de votos, de nada sirvió al kirchnerismo para modificar una postura altanera y desafiante de la realidad como la que viene sosteniendo, empeñándose en mirar solo hacia adentro, cerrando los ojos frente a todo lo que se le plantee como adverso y apoyándose en aquel lejano y ahora devaluado 54 por ciento que lo consolidó en el mando.
    ¿Que al final era cierto lo de la politización de la marcha? ¡Por supuesto! Tan cierto como en su momento se politizó a la Justicia, se politizaron los derechos humanos, se politizaron el dolor y el luto, se politizó la economía, se politizó el deporte, se politizó el asistencialismo “compra votos” y tantas otras actividades de la vida ciudadana.
   Por eso es tan complicado, desde un plano neutral, saber ahora quienes son ellos y quienes nosotros, o quienes nosotros y quienes ellos, lo que de por sí es un planteo abiertamente discriminatorio porque todos debiéramos ser nosotros, unidos, codo a codo luchando por la grandeza del país y el bienestar propio y del prójimo.
   Es la hora del abrazo fraternal y no de la odiosa e impuesta separación.
   Porque en las masivas concentraciones de ayer no estuvimos nosotros y faltaron ellos, sino que todos pudimos sentirnos nosotros, si es que todos peleamos por el futuro sin marginar a nadie.
   Más que una expresión popular fue un clamor; un llamado de atención que merece la grandeza y la humildad de ser escuchado si es que aún subsisten esos valores en los centros del poder, encerrados en un sordo empecinamiento de atender los mensajes de los “ellos” ignorando a los “nosotros”.
   Y nosotros -quedó demostrado ayer- somos todos, incluidos los “ellos”.
Gonio Ferrari

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