Palabras
de Winston Churchill:“La juventud ordinariamente
está
por libertad y reformas; la madurez, por la transacción
razonable;
la senectud, por la estabilidad y el reposo. Esta
progresión
normal es de izquierda a derecha y es frecuente
de
extrema izquierda a extrema derecha”. ¡Sabio el viejito!
El
título de este comentario pertenece a Juan Pablo II y la “bajada”
al noble ex premier británico que de política el hombre del eterno
“puro” algo conocía. He preferido en esta materia no formular
definiciones propias porque sería una irrespetuosidad intelectual
ponerme a la par -aunque muy por debajo- del pensamiento de estos
grandes de la historia.
Sin
embargo a la hora de escuchar tantas incoherencias y bobadas con
relación a la política, se me despierta ese recóndito indio que
todos llevamos adentro, al entender y sostener que política hay en
todos los ámbitos ciudadanos.
Porque
aunque neciamente se lo niegue hay política en la religión, en las
empresas, en el deporte, en el arte, en el cine, en las etnias, en la
literatura, en las cárceles, en el contrabando, en el narcotráfico,
en la prostitución, en la ludopatía, en el humor, en todas las
manifestaciones ya sean o no populares o ya sean legales o no.
Que
nadie se asombre entonces si hay política (que no es lo mismo que
partidismo) en una marcha pacíficamente concebida, en homenaje a la
memoria de un malogrado Fiscal de la República cuya dudosa muerte ni
siquiera motivó luto ni condolencias desde lo más encumbrado del
poder nacional.
Y
a esa deuda la quiere pagar uniéndose, un importante porcentaje de
la sociedad argentina.
En
buena hora que exista también allí la política porque es uno de
los brazos más maravillosos de la democracia, especialmente cuando
las instituciones corren peligro de daño o fragmentación como
resultado de la intromisión del angurriento partidismo pretendiendo
desplazar a la honorabilidad de la política.
Anuncian
que será en silencio, sin pancartas ni consignas sectoriales.
La
Sra. Presidenta, en un acto de generosidad más efectista que
política, regaló a los mentores del 18F el silencio, quedándose
con la alegría de sus proclamados logros y sin caer al pecado de
sincericidio a la hora de la siempre ausente autocrítica.
Sin
embargo, es dudosa la calidad de ese regalo, porque al silencio, la
Sra. Presidenta y los máximos exponentes del Modelo Nacional &
Popular S.A. ya lo habían usado prolijamente desde que su mandamás
en seguridad le avisó en primicia que al día siguiente, no estaría
en el Congreso quien aportaría pruebas a una delicada y comprometida
denuncia.
Resumiendo,
no es decoroso ni elegante aceptar silencios de segunda mano,
regalados después de un uso tan intensivo como patético e
incomprensible.
La
Sra. es dueña de pregonar que “nosotros nos quedamos con el canto,
con la alegría y a ellos les dejamos el silencio; siempre les gustó
el silencio, porque no tienen nada que decir o porque no pueden decir
lo que piensan”.
Después
de tan sesuda definición, a la hora de rendir cuentas con la
conciencia, cada quien sabe qué uso -digno y respetuoso o innoble y
repugnante- le dio a sus propios silencios.
Gonio
Ferrari
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