Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio
Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 12/3/17 emitido por AM580 Radio
Universidad de Córdoba.
A LOS ACUERDOS SUSCRIPTOS HAY QUE
PAGARLOS
Si la base del conflicto es el incumplimiento de su palabra y de su
compromiso, que ahora el gobierno provincial no venga a echarles la culpa a los
docentes ni a su dirigencia, porque no honrar un acuerdo suscripto, es una
manera poco elegante de mofarse del prójimo.
Cuando se firma a mediano plazo, queda siempre flotando en el aire que
más que una acción de buena voluntad, es una de las maneras más perversas de
patear el problema para más adelante y ganar tiempo.
Los gobernantes siempre tienen tiempo de sobra a la hora de las
promesas.
Y se ha dado el caso previsible de un nuevo año con irregular comienzo
del periodo lectivo, con la serie de secuelas que provoca esa falencia evitable
si en el ánimo del gobierno estuviera, realmente, la intención de hacer las
cosas bien.
Solucionar el problema de los maestros ya no se trata de una simple
cuestión salarial, sino que está de por medio la seriedad o la charlatanería de
quienes firmaron un compromiso y no lo cumplieron.
Pero la realidad, actualmente y siempre, estuvo y está empujada por las
premuras, las carencias y las injusticias.
Los únicos que ganan lo suficiente y a veces sin embargo se quejan, son
los funcionarios de quienes depende la aplicación de la sensibilidad social, un
atributo que por lo general se pierde después del juramento.
La biblia, los crucifijos, Dios y la Patria, pocas veces demandan los
incumplimientos.
LOS GORDOS CEGETISTAS Y UNA
CANTADA
INSTANCIA DEL OPERATIVO “HELICÓPTERO”
Era demasiado evidente desde
meses atrás que la desbandada conducción del remanente kirchnerismo, había
iniciado acciones en varios frentes -siempre apegados a la improvisación, como
cuando eran “el” modelo- con el propósito de socavar todo lo que fuera parte de
la gestión del gobierno nacional.
La suerte fue variada como por ejemplo con el “descubrimiento” del
asunto Panamá Papers que finalmente se desinfló en manos de la Justicia con su
dictamen exculpatorio.
Otros temas menores se
desdibujaron superados por la diaria revelación de algún hecho de
corrupción perpetrado en la última década, que han sido el eclipse de ese
delirio que los fanáticos no resignados a la derrota bautizaron en un alarde de
creatividad como “Operativo helicóptero”.
Todo lo sucio que contiene la mala política alimentada por la
frustración se puso en marcha y basta con auscultar en las redes sociales, de
qué manera los activistas otrora ñoquis, becarios o simplemente militantes por
convicción -los únicos merecedores de respeto- se lanzaron a la divulgación de
rumores tremendistas que afectaron a la economía y al escenario social de los
argentinos.
Y el movimiento obrero de raigambre peronista -columna vertebral del
movimiento justicialista- con los gordos como gastado
ariete recrearon “la gran
Ubaldini” iniciando sus agoreros anuncios de paralización, con el tiempo
suficiente como para que desde el gobierno fueran a negociar al pie.
Es una suerte y la memoria ayuda, que el pueblo aparte de sus banderías
políticas o enfoques ideológicos, advirtiera a fuerza de prepotencia sindical
que los paros no conducen a nada, salvo para los dirigentes que disfrazados de
combativos cuando son en su mayoría prósperos empresarios, consiguen
perpetuarse en la conducción y no es casual que existan casos de 25, 30 y 45
años de antigüedad con la sartén por el mango… y muchos mangos también.
Más allá de las justas razones que hayan tenido los docentes para
frustrar a varios millones de alumnos en su inicio de clases, la propia
inteligencia de los educadores debiera advertirles que esas medidas son
estériles; que sólo benefician a quienes los empujan porque ellos no dejan de
cobrar y que existen otros métodos enmarcados en el diálogo civilizado para
zanjar diferencias.
Pero si todas esas acciones vienen impuestas desde el remanente “K”, con
lo que caen a lo que durante años ellos acusaron a su oposición de
“destituyente”, no hacen otra cosa que mostrar la hilacha de su falta de
argumentos válidos, sin dejar de reconocer la crisis reinante en muchos
segmentos de la sociedad que dejando de lado el pretexto de la herencia
recibida, es pasto de ansiedades e impaciencias que pretenden milagros que sólo
figuran en los catecismos.
La marcha de las CGT terminó en escándalo, porque los más exacerbados
activistas del kirchnerismo exigían a los dirigentes el anuncio con fecha
perentoria, algunos de un paro por 48 horas y otros la paralización del país
por tiempo indeterminado y eso ya fue demasiado: los nostálgicos del poder y la
rapiña consiguieron consolidar la lucha de pobres contra pobres; de obreros
contra obreros mientras los capitostes procuraban abandonar el bélico
escenario.
Como todo esto sin dudas forma parte del plan de hostigamiento contra el
poder central con claras metas alocadamente desestabilizadoras, es para pensar
que el “Operativo helicóptero” tuvo su primer aterrizaje de emergencia,
afortunadamente con pocos heridos y sin pérdida de vidas.
Lo peligroso y por lo vivido en el último año y medio, es esa ominosa
certeza -soy medio brujo y ya verán que lo dirá la historia en su momento-
basada en que los kirchneristas nunca, jamás, estuvieron preparados para
perder.
LA CIUDAD ALOCADA
Por momentos y lamentablemente con una frecuencia que se acrecienta con
el paso de los días, los cordobeses debimos acostumbrarnos a salir o a volver a
horas siempre no deseadas, porque nunca falta un obstáculo urbano que impida
cumplir con las pautas que el ciudadano elabora para cada día de sus
actividades.
Y como la autoridad pese a la flagrancia se rehúsa intervenir en el
falso nombre de ciertos derechos, permite alegremente que se vulneren otros
derechos, los de quienes sufren las tropelías de aquellos impunes que se
amparan en las pancartas, en la ilegal quema de neumáticos, en la malsana y
contaminante pirotecnia y en una Constitución que son los primeros en violar.
Las manifestaciones callejeras, más allá de la procedencia o justicia
del reclamo que las motiva, de alguna manera deben ser controladas en
salvaguarda de una mayoría de la sociedad que no está involucrada y sin embargo
es la que sufre las peores consecuencias.
Vemos diariamente y con asombro que el capricho o la impunidad de un
puñado de personas basta para transformar a la ciudad en un reino del caos,
donde el transporte urbano no sabe por dónde encarar y los pobres cordobeses
deambulan desorientados sin saber cómo llegar a sus destinos o volver a sus
casas.
La policía acompaña en una actitud de abierto encubrimiento la comisión
de los delitos apuntados, y la policía municipal va abriendo el camino hacia la
prolongación de cada protesta, sin importarle un pito el padecimiento de
quienes deben sufrirla sin comerla ni beberla.
Muchas veces se generan incidentes de exaltados ciudadanos que pretenden
quebrar los muros, por así llamarlos, que a veces conforman cinco o seis
encapuchados que al menos a la vista portan palos u otros elementos
contundentes.
Sería bueno que alguna vez y aunque fuera en forma leve, resultara
herido o tan sólo empujado un legislador o un concejal a quien le impidieran la
libre circulación y encarara pretendiendo pasar.
Allí si, seguramente se iniciaría una gestión legislativa que por ahora
tiene el signo de la indiferencia porque el daño es a otros y no a ninguno de
ellos.
Habiendo tantos lugares próximos al centro, es demencial la
concentración de multitudes o las convocatorias con escasa adhesión, vulnerando
los derechos de una mayoría que no participa.
Pero eso es tan cotidiano, que los cordobeses ahora lo sufrimos con
resignación.
Y eso es malo, porque cuando la paciencia se agota, los resultados
suelen ser dolorosos.
MEGACAUSA DEL REGISTRO
Las noticias actuales con respecto a la causa
del Registro continúan con las acusaciones cruzadas entre algunos imputados y
el Poder Judicial para determinar qué pasó con el dinero que en alguna ocasión
pudieron pagar para permanecer en libertad durante el proceso, garantía
constitucional que debió haberse respetado para todos.
El legítimo conflicto económico, sin
embargo, no acalla ni suprime el verdadero reclamo de los familiares que aún
permanecen en busca de respuestas y reparación por los verdaderos daños, esos
que son irrecuperables y no indemnizables, como lo son la destrucción de
la familia, de la salud, del honor y de la vida misma de muchas personas.
Estos reclamos, que han sido merecedores de
dictámenes nacionales e internacionales de organizaciones que imparcialmente
han participado en el tema, sólo han sido motivo de noticias en forma aislada,
en ocasión de alguna manifestación en la vía pública.
Además, en contraste con la pomposa
publicidad que informa las condenas, poco se dice de que la mayoría no son
adinerados y que en muchísimas ocasiones no se ha encontrado ningún dinero ni
gasto que no fuera proveniente de su trabajo común.
Tampoco se cuestiona el hecho que en
semejantes negociados no haya funcionarios ni políticos acusados y como
frutilla del postre, hay casos concretos de imputados absueltos después de
pasar casi tres años presos, a quienes las noticias y los medios -salvo nuestro
caso- “olvidaron” mencionar.
Reclamar justicia y buscarla, más allá de
los límites temporales que la ley imponga por acuerdos humanos, será siempre
legítimo e imprescriptible, fundamentalmente cuando el desafío es, además,
terminar con la impunidad de los culpables.
INFLACIÓN Y POBREZA SIGUEN EN ALZA
Casi no son necesarias las estadísticas o los informes mensuales con relación
a la inflación y a la pobreza, que divulgan tanto el gobierno como las consultoras
privadas y también desde la actual oposición que por si no se recuerda, solía
dibujar sus números de tal manera que en un tiempo pretendieron que creyéramos
estar viviendo mejor que en Alemania o que en Australia, por citar sólo dos
ejemplos.
Y resulta que ahora, cuando desde un año a esta parte esos números
muestran una realidad que los argentinos corroboramos al visitar el
supermercado, subir a un transporte, encender la estufa o pagar un impuesto, se
levantan voces de repudio por lo incontenible del incremento en ambos aspectos
de la vida argentina.
¿Hay inflación? Por supuesto que existe; que ha pasado a formar parte de
nuestra habitualidad y no hay milagro que la suavice a menos que coincidan
distintos factores de la economía, en la tarea patriótica de contribuir a una
mejor calidad de vida de todos.
Pero los egoísmos son tan enormes e incurables, que desde el sector
empresario se empeñan en formar precios a través de las intermediaciones
siempre ociosas y una sobrevaloración de las utilidades, en desmedro de la
miseria que por lo general recibe la base, el segmento realmente sacrificado y
productivo.
Y como ejemplo, baste la leche si tenemos en cuenta lo que recibe el
tambero por litro y lo que cuesta ese litro tras su paso por la tecnología y
colocado en el exhibidor para su venta al consumidor.
¿En cuántas veces se multiplica el valor original?
Es ridículo y penoso advertir que los productores muchas veces son pasto
de la quiebra mientras los empresarios del sector no se sienten afectados
porque son los dueños que cuando lo necesitan, van haciendo más alto el colchón
que resguarda sus intereses y su futuro.
También es muy cierto que la inflación genera pobreza y por eso no vale
la pena ahondar en el tema porque una desgracia es consecuencia de la otra.
Mientras desde el Gobierno no se instrumenten medidas de corte popular,
no populista, para frenar la escalada, seguiremos padeciendo antes, durante y
después de conocer las cifras de inflación y pobreza que se divulgan.
Lo cierto es que un país tan rico como lo es el nuestro, tenga que
incorporar a su vocabulario cotidiano esa maldita palabra que ninguno de los
últimos gobiernos se encargó de desterrar: inflación, madre de la pobreza.
No es para consuelo, pero se me antoja que la reacción popular es
distinta cuando recibe un honesto panorama de la realidad, ajustado a lo
cotidiano, y no dibujado ni maquillado con malicia y perversidad.
Conocer la verdad, posibilita un diagnóstico correcto y una aplicación
adecuada de los remedios, dejando de lado aquella gastada demagogia de vender
una imagen de solidez económica y mágicas perspectivas que terminan en lamentos
y acusaciones.
Es como con la inseguridad: si nos quieren convencer que no es tanta y
que sólo se trata de una sensación, existe una tendencia a bajar los brazos y
ceder en los resguardos, la prevención y la desconfianza.
Es allí, en ese momento, que te afanan.
Y si esto no es cierto, les pido por favor que me disculpen…
EL ESTADIO KEMPES A LA DERIVA
Cuando miramos el almanaque y caemos en cuenta que por casi 90 días no
hubo actividad en el estadio Kempes, la realidad nos empuja a pensar que esa
prolongada pausa de nada sirvió, no sirvieron los métodos aplicados en la pretendida
reparación, o no sirven los profesionales a quienes les encargaron la tarea de
recuperarlo para lo que fue construido, que son el fútbol, el rugby, el
atletismo y algunas otras disciplinas que no ocasionan daños a su estructura.
Con tal temperamento distractivo, es probable que sea obligatorio
internar por demencia a
quienes en su momento se les ocurriera alquilar el
predio para recitales con el montaje de pesados escenarios en el centro del
campo y lo más grave e incomprensible, que un par de veces al menos le hayan
echado camionadas de tierra y arena y fabricado lagunitas para que rujan los
motores de los poderosos autos de rally.
Como si no tuviéramos caminos para escenificar ese espectáculo, uno de
los comprobadamente más dañinos para el medio ambiente, pero que mueve
demasiado dinero -demasiado- como para dejarlo escapar de la ciudad.
Ahora son los lamentos que nos cuestan millones de pesos, los mismos
millones de pesos que se llevaron quienes le vendieron la idea al gobierno, que
así nos conocerían en todo el mundo y todo el mundo hablaría de Córdoba.
Objetivo conseguido: hablan de Córdoba por la malsana ocurrencia de
destruir algo que fue edificado para actividades específicas y no tan
abiertamente delirantes y nocivas.
Pregúntenle a cualquier cordobés, si previamente lo hubieran sometido a
consulta popular, cuáles hubieran sido los resultados de la compulsa en lo que
el pueblo tiene el derecho de opinar porque es un bien propio y no del
gobierno, de una empresa mediática o de los que viven del rugir de los motores.
En este caso como en muchos otros, prevalecieron la prepotencia y la
angurria del gobierno provincial, al que no le inquietan los costos de la
reparación del Estadio Kempes.
Total, de alguna manera los pagaremos con impuestos.
SINCERIDAD Y PEDIDO DE AUXILIO AL
CAMPO
Un sector de la comunidad que invariablemente gana cada batalla que
libra con la economía nacional, porque tiene la suficiente espalda como para
resistir temporales y una ideología basada únicamente en las utilidades, más
que en el sentido solidario con sus semejantes.
Recordemos que en la Sociedad Rural -de ella estamos hablando- se han
dado las situaciones más emblemáticas en cuanto a la adhesión o el repudio a
quienes gobiernan, en una histórica demostración de la concentración de poder
que representa esa entidad.
Porque el hombre de campo; el laburante madrugador, el de manos
encallecidas por el trabajo, el del rostro quemado por todos los soles y todas
las heladas, es el verdadero artífice de la producción en cualquier lejanía
rural, y no los panzones ejemplares de una casta que con apellidos ilustres o
no, son los verdaderos dueños de la economía argentina, de su triunfo o del
desastre.
El gesto de reconocer la situación ya es un signo positivo porque es
como si se hubiera agotado aquello de la pesada herencia como pretexto a lo
poco que ha cambiado con Cambiemos, lo que suena a chiste.
Pero no son un chiste las bombas de tiempo que quedaron diseminadas en
distintos sectores emparentados con nuestra economía, ahora más inclinados a
las viejas técnicas del fragote y el golpe, temerosos de un nuevo desencanto en
las urnas.
Macri lo sabe y ha pedido al campo que lo
ayude y considero que no es una medida de falsa humildad, sino que está basada
en sus conocimientos como empresario: está luchando con los de su mismo palo,
con sus mismas mañas, con el mismo manejo de los tiempos y eso no deja de ser
una ventaja.
Solo basta que se produzca el milagro de un ataque de racionalidad y
patriotismo por parte de quienes por llevar una vida acomodada, piensan que eso
es eterno.
Es eterno cuando se consolida hacia abajo, hacia la gente, y no como
desde hace tiempo que se agranda hacia arriba, donde menos se lo necesita.
Es tiempo de definiciones y rogamos que no se dilaten.
La salud de la República no merece vivir eternamente en terapia
intensiva.
FEMINISTAS, PELEAR CONTRA UN FANTASMA
Tengo en lo personal una
alta estima por la inteligencia femenina
aunque hay ocasiones en que muchas de ellas se esmeran en crear situaciones que
llevan a la duda acerca de ese concepto, porque el feminismo exacerbado es tan
pernicioso para la sociedad como lo es cualquier expresión de machismo que en
honor a la verdad, tiene sus adeptos y practicantes.
Aquel drama del siglo pasado en el que
murieron calcinadas 129 mujeres, lo que originó -detalle más o detalle menos-
la instauración del 8 de marzo como Dia Internacional de la Mujer Trabajadora
al principio y después se le quitó la última palabra, fue utilizado por dos
corrientes inconexas: la que reivindica la condición femenina y esa otra, que
la aprovecha comercialmente.
Pero hay una tercera tendencia: su descarado
aprovechamiento político.
Y como uno de los componentes de la
personalidad de la mujer es la candidez que algunos llaman inocencia (jamás
confundirla con la debilidad) no sorprende que en las marchas convocadas por
cualquier motivo que requiera protesta, concurren representantes de todas estas
inclinaciones o simpatías.
Por eso no es bueno generalizar y meter en
la misma bolsa a las correctas con las dañinas, a las románticas con las
insensibles o a las pacifistas con las violentas: hay de todo y por eso de todo
se ve y se escucha, desde la sana creatividad hasta la evitable ofensa.
En Buenos Aires frente a la Catedral
Metropolitana allí donde doña Hebe mandó no hace mucho tiempo sus huestes a
orinar y algo más, incluyendo su altar mayor, las ultras volvieron al
estropicio de las pintadas, fogatas y otras expresiones de violencia contra la
Iglesia y como siempre la policía en lugar de impedir esos estragos permitió
que se perpetraran y luego se ocuparon de disolver a la turba.
Las mujeres, muchas identificadas como
proabortistas, reclamaron contra la violencia de género, la cultura patriarcal,
la discriminación, la desigualdad de género y el pedido de justicia por las
víctimas de femicidios. La movilización porteña convocada entre otros por el
colectivo Ni Una Menos, había colmado la avenida de Mayo al clamor de "Se
va acabar, se va acabar, esta cultura patriarcal" y el mensaje partidista
e ideológico representado con “Macri basura, vos sos la dictadura” y “Sí se
puede, hacerle un paro a Macri, se lo hicimos las mujeres”.
En
Córdoba sucedió otro tanto frente a la Iglesia de Santo Domingo, monumento
histórico -para la ley, intocable- que recibió daños y pintadas para colmo, con
horrores de ortografía y se robaron un crucifijo metálico lo que en alguna
medida contribuye, sin descalificarla, a restar seriedad a la marcha que fue en
parte un directo ataque a la Iglesia Católica y por añadidura a la conducción
política nacional, dado el tenor de algunos carteles y pancartas.
Es penoso porque todo indica que desde el
sector de ellas han olvidado el martirio y muerte de curas como Angelelli,
Longueville, Murias, los palotinos Leaden, Kelly, Dufau, el seminarista
Barletti y algún otro que cayera por predicar y luchar contra las injusticias y
las desigualdades.
Es por todos estos argumentos que me permito
tomar como propios unos conceptos de mi colega periodista, el abogado Daniel
Gentile, quien comentó: “El patriarcado tiene para el feminismo la ventaja de
no existir. La confrontación puede prolongarse tanto como la lucha contra un
fantasma, pues hace rato que hombres y mujeres somos iguales ante la ley”.
Que en la práctica y al respecto existan
algunas carencias, no justifican el daño, la agresión ni la ofensa.
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