UNA MATERIA PENDIENTE, PESE
A LOS GASTOS DESMESURADOS
QUE DE POCO Y NADA SIRVIERON
Armamento sofisticado,
equipos de comunicaciones, personal que fue definido como “altamente
calificado”, anuncios rimbombantes, formaciones de presentación de nuevos
vehículos y otras incontables expresiones marketineras no lograron derrotar a
la irresuelta falta de una política integral de seguridad que termine con este
absurdo de ver a los honestos y decentes entre rejas y a los delincuentes
dominando las calles.
¿Cuántos patrulleros, motos,
bicicletas, camionetas y otros tipos de vehículos se incorporaron y poco
duraron? ¿Cuántos efectivos con escasa instrucción y poco entrenamiento
engrosaron las filas azules? ¿Se conoce el número real y no el oculto de la
cantidad de personal involucrado en hechos delictivos, a consecuencia de los
acomodos y las prisas?
Todo este escenario pinta sin
piedad un panorama que desalienta al más optimista porque es caer
inexorablemente a lo del principio: no habrá ningún progreso en materia de
seguridad, mientras no se instaure una política integral acerca de esa
problemática.
Basta ya de tomarnos como
cobayos ensayando teorías tan arcaicas como inútiles y varias veces coronadas
por estrepitosos fracasos.
Con las elecciones de octubre
puede iniciarse un camino que nos lleve a la concreción de ideas y métodos
superadores que terminen con la obsolescencia de criterios meramente
oficinescos para entrar al terreno operativo que es donde se empiezan a
fortalecer las garantías de seguridad y tranquilidad que tanto ansía la
población.
Empecinarse en mantener
decrépitos modelos, es lo que nos sigue sumiendo en la zozobra, el desencanto y
el cansancio moral.
Gonio Ferrari
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