LA IMPROCEDENCIA DE UN IMPUESTO, EL
DEBATE, LA MEMORIA Y LA HIPOCRESÍA
Hay veces que la política nos muestra el costado más lamentable de su
ejercicio, cuando la hipocresía reemplaza a los mandatos de la realidad. Ya
tiene sanción de Diputados la ley impulsada por Sergio Massa con el apoyo del
kirchnerismo, que buscó aplicarle al actual gobierno nacional uno de los tantos
golpes que viene propinándole incluso antes de que asumiera el poder.
Falta el paso por el Senado que con su aprobación sería ley la
eliminación del pago del impuesto a las ganancias para un considerable número
de argentinos que lo vienen tributando desde que el propio kirchnerismo lo
aplicara impiadosamente incluyendo a los jubilados, siendo gobierno y con
mayoría propia allá por el 2013.
Precisamente ese año, la recaudación representó el 19,5 por ciento de lo
que recibía la AFIP y no es cuestión ni momento de evaluar los destinos de
tamaña masa de dinero, a la luz de lo que se va conociendo casi diariamente al
descorrerse los velos que ocultaban a la corrupción.
Pese a protestas gremiales, el cristinismo defendía la imposición del
tributo que ni siquiera tuvo clemencia con los pasivos, aduciendo que lo
recaudado retornaba a los trabajadores en forma de subsidios y asignaciones
entre otros rubros, refirmando su negada práctica del asistencialismo en lugar
de generar genuinas fuentes de trabajo más allá del empleo público y la
vigencia del “ñoquiato”.
Así como Cicerón sostenía que
“lo mal ganado, mal y pronto se gasta”, Eurípides pensaba en voz alta al decir
que “las ganancias mal logradas reportan pérdidas”. Y al amparo y hechizo de
las asignaciones sin contraprestación laboral y los subsidios a la vagancia,
entre otros quebrantos se diluyó la cultura del trabajo sacrificando la
dignidad de su práctica, sumado al derroche de fondos cuyo destino aún permanece
en las penumbras.
En suma, lo que el modelo
nacional y popular aplicó a rajatabla y sin miramientos, ahora es un inmerecido
y confiscatorio pecado mortal que se abate sobre el pueblo argentino y hay que
eliminarlo por dañino a la sociedad… que ellos mismos empobrecieron.
De última y en homenaje a la
Democracia, el pueblo se ha manifestado a través de sus representantes, lo que
es absolutamente lícito aunque para muchos sea incomprensible la sinuosa
actitud asumida en tan corto tiempo entre una situación -la de 2013- y la
actualidad.
Con el ejercicio y la vigencia
de la trenza, el acuerdo, la convergencia, el pacto, la componenda o el título
que le quieran poner, se pretende superar un largo tiempo de hipocresía en que
el gobierno se negó a reconocer la improcedencia de hacer pagar un impuesto que
ahora siendo oposición descubren que es injusto.
Y como los mecanismos de esta
misma Democracia contemplan también la posibilidad del veto presidencial, desde
ahora los nostálgicos del que creían sería el poder eterno, recuerden quién
vetó la medida que le imponía al Estado pagar a los jubilados el 82 por ciento
móvil que les siguieron confiscando.
Gonio Ferrari
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