EL “CONFLICTO CERO” NOS
RESULTA DEMASIADO CARO
Pagamos por una tranquilidad ficticia que puede llegar
a explotar cuando
los inconformes de siempre vuelvan
con sus exigencias aprovechando la debilidad del poder
La electricidad, el transporte
y los demás servicios por los cuales la ciudadanía tributa exageradamente por
exigencia y presión estatal pese a sus cíclicas deficiencias, hacen lógicamente
a la calidad de vida que merecemos los cordobeses.
Pero si nos atenemos a la
memoria más o menos reciente nos encontraremos con que la mayoría de los
motivos que llevaron a la inquietud social y sus explosiones, estuvieron
basados precisamente en las carencias o irregularidades de esos tres factores a
los que hacemos referencia. Porque caen cuatro gotas y la energía se corta
selectivamente en ciertos sectores, el transporte urbano de pasajeros muestra
sus grietas sempiternas y colapsan cloacas y desagues; los taxis desaparecen de
la escena, la policía no patrulla y las calles se transforman en ríos ni
siquiera navegables.

El último de los golpes arteros
fue el aumento en el precio del boleto urbano para una prestación pedorra que
los dueños del sistema manejan a su conveniencia: reducen frecuencias, esconden
unidades y lloran, lloran y lloran mientras con la sartén por el mango, operan
a su antojo al amparo de una deplorable impunidad que les otorga el poder
concedente que es la Municipalidad, apoyada por la mayoría numérica de ese
organismo de ediles levantadores de brazos, cuyos integrantes jamás suben a un
ómnibus o a un trolebús.
Con el servicio eléctrico
seguimos penando frente a la obsolescencia tecnológica que con su mera realidad
cotidiana, desmiente todos los discursos y los versos con los que se desgañitan
los candidatos en las vísperas comiciales, para después aplicar y sostener una
tarifa -la más elevada del país- cuya mayor parte se aplica a sueldos y una
bochornosa “bonificación por eficiencia” con sumas de seis dígitos para sus
directivos, como si ser eficientes no fuera un compromiso.
Ese es el panorama que
enfrentamos los cordobeses dejándonos esquilmar en nombre de
una paz social
mentirosa, porque en el interior de la gente se oculta una rebeldía alimentada
por la sinrazón y algo parecido al desprecio por el prójimo, en una actitud que
ha minado aquello tan sano que estaba vinculado con el sentido solidario entre
los vecinos y sus autoridades para enfrentar y superar las crisis.
El poder cree que haciéndonos
pagar a todos, evita asumir un costo político que en realidad se multiplica.
En pocas palabras, el poder no
quiere líos, manifestaciones populares, paros de transporte, cortes de calles,
ruidos de bombas y batucadas ni quema de cubiertas. Tampoco quiere que la
policía proteste como supiera hacerlo ni que mágicamente aparezcan colchones en
las bocas de tormenta o que de golpe y porrazo la Municipalidad se quede sin
vehículos operativos, que los semáforos dejen de funcionar o que se termine el
combustible de los patrulleros.
Quiere la paz social, el amor y
la inexistencia de conflictos.
Lo único y a la vez peligroso es que descuida a la gente, que le roba
bienestar y le reduce su agredida calidad de vida.
Y deja en el ambiente una latente
y acumulada pesadez que es para rogar no le apuren su despertar.
Gonio Ferrari
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado