Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” nº 676 del 6 de junio de 2021 emitido en dúplex por la AM580 y la FM88.5 ambas dependientes de Radio Universidad Nacional de Córdoba.
Intolerancia desde el poder
LA PRETENSIÓN YA NO TAN OCULTA ES QUE EL
PERIODISMO APLAUDA EN LUGAR DE CRITICAR
En los tiempos actuales y en la
coyuntura de la pandemia mundialmente instalada y que se resiste tenazmente
mientras se retroalimenta con nuevas cepas, como esquivando a la ciencia
universal que le va siguiendo su evolución, es complicado el ejercicio de
informar por ciertos detalles que por fortuna, la gente viene comprendiendo,
evaluando y asumiendo una realidad que le pintan de mil formas y colores.
Y más complicado todavía es opinar por la enorme cantidad y entidad de los intereses que están en juego tanto políticos e ideológicos, aunque lo económico se sobrepone en trascendencia a cualquier otro que se interponga no tan sólo por aquello de “poderoso caballero es don dinero” sino que consolidado el tema financiero, todo lo demás por lo general tiene arreglo o en el peor de los casos, una reparación.
Y volviendo a eso de informar, desde el poder y como siempre, se pretende que el periodismo sea siempre portador de buenas noticias, especialmente aquellas que lo benefician, lo consolidan o contribuyen a su crecimiento no del periodismo y su ejercicio sino de “los ellos”, los dueños del poder, aunque sea cierto aquel viejo dicho periodístico tan contundente: “el avión que llega no es noticia”.
Así es que la crítica que puede ser interesada o bien intencionada se asume de acuerdo con el pensamiento y la inclinación de quienes mandan, lo que transforma a la misión periodística en un cierto riesgo frente a las interpretaciones que pudiera tener por parte de las cúpulas gobernantes.
Es cierto que los poderosos aún persisten en su costumbre de pensar y sostener que con dinero de por medio es casi un juego de niños comprar aplausos o premiar silencios mediáticos, maniobra a la que pocas veces se resisten quienes sostienen ser impermeables a las tentaciones y tratan de disimular su dependencia de opinión suavizando comentarios o endulzándolos con beneplácitos.
Es por todo esto que molesta sobremanera esa propensión por parte de los oficialismos, de inclinarse por creer que todos los formadores de opinión tienen un precio y que es casi una obligación mediática aplaudir por lo bueno que hacen y evitar eso de resaltar los errores que suelen resultar muy costosos a la hora de pagar su precio político, lo que se agrava a medida que se hace inminente una elección.
Desde sectores claramente identificados con el oficialismo se acusa a todo aquel periodista o medio que critique errores, acciones u omisiones en la lucha contra la pandemia, de estar cometiendo el pecado de la desinformación que es ciertamente perjudicial para los loables fines que se persiguen, cuando se trata de actos embusteros o deformados con relación a la realidad.
En una palabra, es como si para los gobiernos los errores propios no existieran, las culpas fueran siempre ajenas y anteriores y las equivocaciones son aisladas por imperio de circunstancias.
No es ser antipatriota sostener que muchas cosas se hicieron y se están haciendo mal, fuera de tiempo y sujetas a parches por improvisaciones emergentes.
No es ser destituyente seguir sosteniendo la existencia de privilegiados a la hora de recibir partidas de vacunas o turnos para las inmunizaciones, en cuanto a lo individual.
No es de mala leche pedir que ahora, ya, lo antes posible, se pongan en claro todas las dudas acerca de la compra de vacunas y las frustraciones registradas en ese campo, como los detalles de la asociación con Rusia para decir que somos uno de los pocos países que elabora una vacuna, cuando en muchos países se la rechaza, posiblemente por cuestiones puramente ideológicas que superan a las científicas que se poseen como antecedentes, o la carencia de ellos.
El periodismo sano, ejercido con plenitud de libertad no necesariamente está para aplaudir sino también para orientar, para señalar errores u omisiones siempre y cuando tal estilo de informar sea para beneficio comunitario y no para que los gobernantes se aplaudan entre ellos, porque lo peor es verlos cantarse loas para disimular o disminuir los efectos nocivos de los errores que se cometen pese a lo cual se los niega.
Los periodistas, si criticamos, vemos en la mayoría de los casos que si se hubieran tomado en cuenta ciertos detalles que se desnudan a través de los medios, distintos y positivos hubieran sido los resultados. Para que desde el poder terminen por entenderlo y respetarlo: no tenemos la obligación cívica ni profesional de aplaudir lo que se está haciendo mal…
Y no se pierdan este párrafo: “El periodismo es, sin duda, el mejor antídoto contra la desinformación, los silencios y las mentiras que, premeditadamente, generan movimientos interesados en el desequilibrio de las instituciones y de la sociedad. Intereses que se multiplican con igual rapidez que el propio coronavirus, generando una situación grave y confusa, dañina para todos los que la estamos padeciendo”.
Rotunda y reciente definición de Fernando de Yarza López-Madrazo, presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores.
Es para tener en cuenta y no olvidar…
Controversia desde el puerto
EL PORTEÑO EN LAS SIERRAS QUE SE CREE PÌCARO
SEGURO LLAMA “YACARÈ DE RÍO” A UNA ANGUILA
El curioso sainete se inició el
pasado martes a la mañana en la pantalla de C5N, un canal de abierto perfil
oficialista cercano al máximo poder nacional, cuando una moto con una cámara
del canal recorría la avenida Córdoba, tradicional calle ancha porteña.
Diego Iglesias, periodista de ese medio estaba en el estudio y comentó: “Es Córdoba, la avenida del mal. La avenida del infierno. Una avenida que de no existir, la Argentina seguro sería potencia. Pero lamentablemente, Córdoba existe”.
Tales conceptos de Diego Iglesias fueron interpretados
como una chicana política, una ofensa, y varios diputados opositores cuestionaron a ese mal bicho. “Para C5N los cordobeses somos ‘la avenida del mal, la avenida del infierno’ y agrega que si no existiéramos ‘la Argentina sería potencia’. Así son: destilan odio y desprecio por el que piensa diferente. ¿Yo? ¡Más cordobesa que nunca!”, escribió en su cuenta de Twitter la diputada nacional por el PRO, la cordobesa Soher El Sukaria.
Por suerte el programa al que hacemos referencia lleva el título de “Mañanas argentinas”… Integrador si los hay…
Posteriormente este muchachito con pinta de cheto canchero y actitud sobradora explicó sus dichos que se refería a la provincia, aunque siempre con la alegoría sobre la avenida: “Más allá de mi posición ideológica, que la planteo con firmeza respecto a la avenida Córdoba. No le tengo miedo a los poderes fácticos, reales. Voy a seguir diciendo lo que pienso de Córdoba”, agregó en tono desafiante. Luego, otro conductor del canal agregó: “Existe y tiene carriles menos, reducidos, tanto de la derecha como de la izquierda”.
Tras la polémica iniciada por los dichos del periodista Iglesias sobre la avenida Córdoba, la legisladora El Sukaria redobló su apuesta al sostener que “Si fue un chiste, nadie lo entendió”, dijo la vicepresidenta del bloque PRO en la Cámara baja.
Hay tanto para decir del percudido y poco creativo humor porteño, que todavía recuerdo el robo descarado que en los programas de allá hacían del material de la revista “Hortensia” sin citar la fuente y divulgaban como propio.
Y si es por anécdotas que los pintan de cuerpo entero, recuerdo a un colega porteño que solía venir a descansar en la casa que los periodistas teníamos a la vera del lago San Roque -no sé si aún existe- y me refiero a la casa y no al lago, que una vez con toda seriedad y una piedra en la mano que había recogido en el patio, me preguntó “¿me la puedo llevar?”, lo que agrego al otro caso de que muchos porteños volvían ufanos a su puerto con una lata cerrada, del mismo formato que las actuales de birra, con una inscripción que decía “Genuino aire de las sierras cordobesas” y me consta que las exhibían ante sus amigos…
Y otra más, en un río, el porteño con su familia viendo al más pequeño de sus niños junto a una anguila que se acercó a sus pies, allí en el agua bajita, cuando era transparente, y fue que empezó a gritar: “Atento a todos… ¡saquen a los pibes, saquen a los pibes…! ¡Aquí hay un yacaré de río…!
Incunable, después de esa puta costumbre que tienen de pintar sus nombres en las sacrosantas piedras serranas que lucen su secular belleza y antigüedad, haberlos visto y filmado, cómo los charlaban algunos lugareños que les vendían, por así decirlo, un lugar en alguna montañita cercana al Uritorco, donde a una hora determinada podrían ver de cerca un ovni.
Tengo grabada en mi memoria la queja de uno de aquellos porteñitos que al verme junto a un camarógrafo mientras elaborada un informe turístico sobre las sierras, amargamente se quejaba al decirme “Mire maestro de qué manera me estafaron… Hace como cinco horas que estoy sentado, aplastando el orto, esperando por lo que pagué, y ni siquiera se asomó un Ovni… ¿A usted le parece que esa es manera de fomentar el turismo?
Y después, que un porteñito galancete juegue a ser pícaro con nosotros…
Eso sí que es una falta de respeto, que es un atropello a la razón.
Y si el tango lo dice…
Corrupción oculta
MALA IMAGEN SI LA POLICÍA PASA A SER
ANTRO DE SILENCIOS Y COMPLICIDADES
La policía no deja de ser una
corporación como lo son los abogados, los militares, los periodistas, los
políticos, los médicos y los exponentes de variadas profesiones u ocupaciones
como tampoco pueden negar que lo son los repuesteros, muebleros, madereros,
empleados públicos o empleadas domésticas y también los estudiantes y los
deportistas.
Y es lógico suponer para mal, que las corporaciones como tales son cerradas y ligadas a códigos no escritos pero por lo general respetados si de amparar a un colega en desgracia se trata,
Probablemente ese haya sido el talón de Aquiles en la policía de la Provincia de Córdoba a la luz de los numerosos actos de corrupción en que han sido descubiertos muchos de sus integrantes y no tan solo en las jerarquías más bajas, sino en importantes niveles de conducción como si se protegieran sin medir los riesgos ni el daño que gratuitamente se asesta a la sociedad.
El hecho de haberse descubierto que una alta jerarquía en la lucha contra el narcotráfico junto a su pareja están acusados de pertenecer a esa actividad tan despreciable como ilegal, refuerza la idea de la pudrición que subyace en el seno de la institución azul.
Que de nada o de muy poco sirvieron los promocionados cambios registrados desde la cabeza y que el aumento de la delincuencia es un fiel reflejo de la falta de conducción, de los errores cometidos y de las omisiones en cuanto a controlar y castigar la acción de los elementos indeseables que revistan en sus filas.
De poco han servido las costosísimas adquisiciones de equipos de comunicaciones, armamento, movilidad, etc. si el error permanece flotando en el personal, especialmente en las incorporaciones que se hicieron por apresuramiento y compromiso político o partidario, sin tomar estrictamente en cuenta antecedentes personales ni pericia en muchos aspectos que se requieren para la integridad funcional de un policía.
Entonces, señores y señora, es hora de mover las cachas con seriedad, prontitud e inteligencia, porque Córdoba ni los cordobeses merecemos estar dependiendo en cuanto a vidas y bienes, de una fuerza que día a día viene mostrando un marcado deterioro no tanto en su imagen sino en su operatividad, especialmente en lo atinente a la prevención del delito, rubro en el que el hampa y duelo decirlo, la viene superando con comodidad.
Ahora que el caso Blas Correa pasa a instancia de juicio renacen mis esperanzas de limpieza seria en la fuerza azul: una buena purga y no sólo un suave laxante.
La Megacausa del Registro
ACATAR IMPORTANTES FALLOS NO ES
CUESTIÓN DE OPINIONES PERSONALES
Hace unos años, y con motivo de
la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, la Corte Suprema de Justicia
de la Nación le ordenó al Tribunal Superior de Justicia de Córdoba flexibilizar
las prisiones preventivas, indicándole al máximo cuerpo cordobés que actuara
conforme a derecho, es decir a lo que manda la Constitución, con lo que quedó
claro que se estaba abusando de algo que debiera ser excepcional, que es el
principal argumento que nos sostiene en la cobertura periodística de este
asunto por más de una década y sin faltar ni en una sola edición.
Este fallo supremo vino a poner un broche a lo dictaminado previamente por otros organismos de reconocida y respetable opinión y trayectoria, que se habían expedido en igual sentido.
El tema no es cuestión de opiniones personales.
El reconocido jurista Jiménez de Asúa expresó con mucha claridad que la interpretación es un acto de conocimiento y no un acto de voluntad creadora de preceptos jurídicos, que se dirige a establecer aquello que fue establecido por la norma y no lo que el intérprete estime conveniente.
A la luz de este concepto, bastante fácil de entender aun para quienes no somos especialistas en la materia, resulta complejo asimilar las acciones/interpretaciones judiciales cordobesas en la causa del Registro, que convirtieron en regla la prisión preventiva, el encierro hasta el juicio, la culpabilidad hasta demostrar la inocencia, la condena anticipada, la comisión especial para juzgar y los juicios repetidos a las mismas personas.
Más que un acto de conocimiento, parecería una voluntad caprichosa y arbitraria, de la que habrá que "interpretar" la verdadera intencionalidad.
La vida, el derecho humano más
trascendente
ANTES EXAGERABAN CON 30.000 Y AHORA A UN PASO
DE LOS 80.000 SE PRETENDE MINIMIZAR EL HORROR
En cuestiones amplia e
históricamente conflictivas, el manejo de los números suele ser el camino que
lleva a la verdad descarnada, pese a la frialdad natural del método que es como
si deshumanizara la situación que se pone en duda.
Uno de los ejemplos más recientes lo constituye el número de víctimas fatales y desaparecidos durante los negros años de la dictadura que entronizó a Videla y otros secuaces en la cúpula del poder y la historia emergente de la que todos asumimos el papel de protagonistas, y es uno de los detalles que forma parte de la actual grieta entre los argentinos.
Las dudas son enormes por una vereda y por la otra, hasta el punto que desde la legalidad y como fruto de una memorable investigación que culminó con el informe titulado “Nunca más” sostiene el denominado “Informe Sábato”, un balance provisional de 8.960 desaparecidos forzosos durante la dictadura aunque Amnistía Internacional estimó en los ‘80 que el número de víctimas superaba las 15.000, mientras que las Madres de Plaza de Mayo siempre hablaron de no menos de 30.000 entre muertos y desaparecidos.
En 2003, el exdictador Reynaldo Bignone, comentó en un reportaje que “nuestro presidente [Néstor Kirchner] habla de 30.000, pero sólo fueron 8.000, de los cuales 1500 bajo el gobierno de ellos, los peronistas” con lo que se fortalecían las dudas, incluyendo el caso del exfuncionario Darío Lopérfido, que cuando era ministro de Cultura porteño opinó que “en Argentina no hubo 30.000 desaparecidos” sino que “se arregló ese número en una mesa cerrada para conseguir subsidios”, lo que despertó una amarga polémica.
Graciela Fernández Meijide recordó en un reportaje que en los gobiernos kirchneristas se dio como oficial el número de 30.000 desaparecidos, pero que la CONADEP solo pudo comprobar 7.954 casos.
“Pasaron los años, se acabó el miedo", supo comentar Graciela Fernández Meijide, miembro de la Conadep: ¿Me van a decir que hay 20.000 familias que no han denunciado la desaparición de un miembro?”.
En realidad, todos estos antecedentes son para refrescar memorias acerca del manejo de números que se practica entre nosotros en casos tan especiales y de resonancia mundial.
Y es inevitable que ahora preguntemos: ¿son reales las cifras que diariamente se divulgan desde el poder acerca de contagiados, internados en terapia intensiva y casos de fatales desenlaces? ¿Puede que exista una manipulación de esas estadísticas a lo mejor con el ánimo de no aumentar el actual estado de zozobra acerca del futuro inmediato? ¿Es acaso un mecanismo para mantener el estado de encierro mientras en otras áreas de la vida nacional se instrumentan severas medidas en procura de recuperar la desquiciada economía?
A comienzos de la pandemia íbamos sumando de a poco y ahora lo hacemos de a miles, mientras siguen faltando las vacunas aunque desde el poder lo nieguen, en el marco de una curiosa aplicación de las prioridades para inmunizar.
Se pensó al comienzo, más allá de aquella desafortunada explicación del científico GGG, que el virus era algo así como una gripe y era difícil por la distancia, que llegara a nosotros, que a lo sumo con un par de meses de quedarnos en casa superaríamos la situación y resulta que ahora estamos en los primeros puestos mundiales en cuanto a contagios por habitante, muertes en el mismo escenario y colapso de las disponibilidades de camas para internaciones en terapia intensiva.
Mientras, el escenario de la economía es una historia de rumbo incierto con exponencial aumento del costo de vida, la desocupación y los quebrantos no tan sólo de empresas y comercios sino de miles y miles de hogares que se incorporan al estado de indigencia.
Procuremos ahora no apresurarnos en el juicio y la condena, papeles que sin dudas asumirán la memoria y la historia en su momento, sin dejar de lado los cuantiosos intereses que están en danza con el tema de la fabricación de vacunas y su venta mundial.
La dura e incontrastable realidad nos indica que Argentina llora alrededor de 80 mil muertos en una escalada que cada día que pasa nos aumentan el espanto y la incertidumbre, mientras vemos que en otras geografías a las que descalificábamos por su accionar restándole valor científico, están siendo encaminadas hacia la normalización de su vida.
Ya es tarde para que vuelva a repetir aquello de las improvisaciones, los remiendos y las indecisiones, pero es bueno a veces recordar cosas que sucedieron no en el siglo pasado sino hace alrededor de un año, nada más que hace un año, que por la vigencia de los archivos se nos permite aplicarnos, si, una vacuna contra la amnesia y es bueno lo que decía entonces el Sr. Presidente de la Nación refiriéndose a la situación y sus proyecciones.
Lo escuchemos…
El audio completo de un minuto escaso con las palabras del Sr. Presidente de la Nación, abogado penalista Dr. Alberto Fernández, puede ser escuchado buscándolo en el segmento respectivo, ubicado en la parte superior de la columna, a la derecha de este blog.
Un 40 por ciento sin plan de
lucha
SIN PARITARIAS Y CON PARCIAL ABANDONO DE TAREAS LEGISLADORES NACIONALES SE AUMENTARON DIETAS
Debe ser espectacular y
sorprendente para cualquier sacrificado trabajador, de la actividad que a cada
uno le toque en suerte, saber que de buenas a primeras, sin sufrimientos, sin
apelar a piquetes, sin presionar al sindicato, sin dejar de cobrar por los días
no trabajados y sin existir de por medio un paro salvaje con vandalismo
incluido, que de buenas a primeras te enterás que te aumentaron el sueldo y
otras gangas en un 40 por ciento.
Es para pensar íntimamente: “vivo en un país y en una situación irreal” como para ser parte de un sueño y no querer despertar jamás y en el caso de hacerlo, volver a ese vano intento de regresar al sueño y seguir con la misma historia hasta el final y no me diga que nunca le ocurrió algo parecido.
Esa seguramente habrá sido la reacción de muchos legisladores nacionales a quienes el estado derrochón y a la sombra de la pandemia, les habría entregado a cada uno la enormidad de un incremento salarial que de ninguna manera sería exiguo como en la mayoría de los casos actuales, sino más bien exagerado para “el dolce far niente” de los últimos tiempos en la comodidad hogareña y para un par de días a la semana.
Esas son las desventajas del vulgo sudoroso y sacrificado, que obligado por las circunstancias y los compromisos contraídos -familiares y del rubro que nos podamos imaginar- que ahora anda penando porque todo aumenta, las mercaderías que dicen se mantienen en sus precios no existen, la provincia y la muni están emperrados en cobrar impuestos atrasados porque se la gastaron a buena parte de sus presupuestos en boludeces no prioritarias y en meterse en deudas dolarizadas que pagará Mongo.
Y en el medio de este despelote socioeconómico quieren vendernos que la inflación escasamente superò los 4 puntos cuando la realidad nos cachetea para que reaccionemos frente a esa embustera manera de tratarnos, como si fuéramos una privilegiada sociedad de imbéciles que todo lo creemos, nos resignamos y a la hora de votar por lo general nos inclinamos a la comodidad de la amnesia pensando que todo pasa y las crisis también.
Lejos quedó aquel viejo y sustentado dicho de entonces, cuando el “Potro” Juan Domingo sostenía que “en la nueva Argentina, los únicos privilegiados son los niños” y hay que entenderlo: aquellos niños en muchos aspectos madurativos de la sociedad no se actualizaron y siguen gozando ahora de la antigua bonanza aunque hayan crecido sus cuerpos, pero al corazón y a sus almas los tienen adormecidos mientras duermen en colchones confortables y se abrigan con edredones de plumas.
Y después hay muchos que dicen que aquí, pese a las diferencias, somos todos iguales…
¿Alguien tiene memoria de haber recibido, de un solo saque, el 40 por ciento de aumento?
Los únicos que pueden dar respuesta afirmativa son la carne, los impuestos, los medicamentos, los combustibles en ese caso en cuotas y los servicios en general.
Estoy dispuesto a recibir reclamos en tal sentido…
7 de Junio, en homenaje a Mariano Moreno
MAÑANA ES EL DÍA QUE CELEBRAMOS
NUESTRA CONDICIÓN DE PERIODISTAS
Mañana se conmemora el Dia del
Periodista, instituido en recordación de un nuevo aniversario de la aparición
de La Gazeta de Buenos Ayres, inspirada por Mariano Moreno, primera expresión
criolla de acuñar ideas en libertad, con el nacimiento de la Patria. La
institución de esta fecha surgió en Córdoba durante el gobierno de Amadeo
Sabattini, cuando en 1938 deliberó aquí el Primer Congreso Nacional de
Periodistas, en cuyo seno nació la iniciativa.
Intentando simplificar algo parecido a una definición, el periodista es hilo conductor entre el suceso y su estado público. El periodista de raza no es fiscal, defensor, juez ni verdugo y solo muestra una realidad, a veces descarnada, que no puede modificar y es asimismo un inductor de la toma de conciencia y orientador de opiniones; es quien hurga e indaga; es quien parte de la crítica para ayudar a construir. Pero no son todas delicias las que jalonan la vida del periodista, al menos de aquellos amantes de la libertad.
Son las primeras víctimas de los autoritarios, de los dictadores y de aquellos que los someten a barrotes o a mordazas. Muchas veces son destinatarios de presiones de conciencia. Son también víctimas en los conflictos armados que los muestran actuando en el frente, junto al máximo peligro.
Entre nosotros, la libertad de expresión no es ni ha sido la graciosa concesión de ningún gobierno, sino el ejercicio de la tarea periodística al amparo de la Constitución, de las leyes y del sentido ético y los periodistas de ley no necesitamos que nadie nos indique lo que debemos decir o nos impongan lo que debemos callar, porque tenemos pensamiento y criterio propios, siempre que por la pauta publicitaria o por conservar el puesto no vendamos nuestra honestidad. Los periodistas de Córdoba sabemos que mientras impere el respeto a los preceptos básicos, y el pensar distinto no nos transforme en enemigos, no habrá sombras que perturben la certeza absoluta de libertad. Una libertad que no necesita padrinos ni leyes que la regulen, la condicionen o la impongan, porque el único reaseguro de gozarla radica en el simple e innegociable respeto por la Constitución y todo lo demás es inútil y disociante pirotecnia.
Bien sabemos los periodistas, que formamos parte de una profesión invadida.
Invadida por médicos, deportistas, curas, rabinos, vedettes, manosantas, dietistas, funcionarios, actores, actrices, travestis, pitonisas, empresarios, modelos, abogados, economistas, corredores de autos, políticos en decadencia o cocineros.
Son ellos, los invasores, los que reivindican la vigencia discepoleana de la biblia junto al calefón, porque la base moral y profesional es el mejor reaseguro para edificar desde allí la honestidad de informar, de opinar, de criticar o de aplaudir.
Solamente quienes la poseen se sienten libres y están en condiciones de transmitir esa convicción de libertad que se fortalece día a día, solo en la fragua del trabajo y no en las filas de los partidos políticos, o en ese nuevo engendro que se dio en llamar periodismo militante, de donde surge el falso profesionalismo solamente interesado y fogoneado para imponer autoritariamente su ideología y el discurso único, por encima del sano equilibrio y del saludable disenso.
Renueva entonces su vigencia la cita del genial Goethe, cuando sostuvo que “Solo es digno de libertad aquel que sabe conquistarla cada día”.
LA PRETENSIÓN YA NO TAN OCULTA ES QUE EL
PERIODISMO APLAUDA EN LUGAR DE CRITICAR
Y más complicado todavía es opinar por la enorme cantidad y entidad de los intereses que están en juego tanto políticos e ideológicos, aunque lo económico se sobrepone en trascendencia a cualquier otro que se interponga no tan sólo por aquello de “poderoso caballero es don dinero” sino que consolidado el tema financiero, todo lo demás por lo general tiene arreglo o en el peor de los casos, una reparación.
Y volviendo a eso de informar, desde el poder y como siempre, se pretende que el periodismo sea siempre portador de buenas noticias, especialmente aquellas que lo benefician, lo consolidan o contribuyen a su crecimiento no del periodismo y su ejercicio sino de “los ellos”, los dueños del poder, aunque sea cierto aquel viejo dicho periodístico tan contundente: “el avión que llega no es noticia”.
Así es que la crítica que puede ser interesada o bien intencionada se asume de acuerdo con el pensamiento y la inclinación de quienes mandan, lo que transforma a la misión periodística en un cierto riesgo frente a las interpretaciones que pudiera tener por parte de las cúpulas gobernantes.
Es cierto que los poderosos aún persisten en su costumbre de pensar y sostener que con dinero de por medio es casi un juego de niños comprar aplausos o premiar silencios mediáticos, maniobra a la que pocas veces se resisten quienes sostienen ser impermeables a las tentaciones y tratan de disimular su dependencia de opinión suavizando comentarios o endulzándolos con beneplácitos.
Es por todo esto que molesta sobremanera esa propensión por parte de los oficialismos, de inclinarse por creer que todos los formadores de opinión tienen un precio y que es casi una obligación mediática aplaudir por lo bueno que hacen y evitar eso de resaltar los errores que suelen resultar muy costosos a la hora de pagar su precio político, lo que se agrava a medida que se hace inminente una elección.
Desde sectores claramente identificados con el oficialismo se acusa a todo aquel periodista o medio que critique errores, acciones u omisiones en la lucha contra la pandemia, de estar cometiendo el pecado de la desinformación que es ciertamente perjudicial para los loables fines que se persiguen, cuando se trata de actos embusteros o deformados con relación a la realidad.
En una palabra, es como si para los gobiernos los errores propios no existieran, las culpas fueran siempre ajenas y anteriores y las equivocaciones son aisladas por imperio de circunstancias.
No es ser antipatriota sostener que muchas cosas se hicieron y se están haciendo mal, fuera de tiempo y sujetas a parches por improvisaciones emergentes.
No es ser destituyente seguir sosteniendo la existencia de privilegiados a la hora de recibir partidas de vacunas o turnos para las inmunizaciones, en cuanto a lo individual.
No es de mala leche pedir que ahora, ya, lo antes posible, se pongan en claro todas las dudas acerca de la compra de vacunas y las frustraciones registradas en ese campo, como los detalles de la asociación con Rusia para decir que somos uno de los pocos países que elabora una vacuna, cuando en muchos países se la rechaza, posiblemente por cuestiones puramente ideológicas que superan a las científicas que se poseen como antecedentes, o la carencia de ellos.
El periodismo sano, ejercido con plenitud de libertad no necesariamente está para aplaudir sino también para orientar, para señalar errores u omisiones siempre y cuando tal estilo de informar sea para beneficio comunitario y no para que los gobernantes se aplaudan entre ellos, porque lo peor es verlos cantarse loas para disimular o disminuir los efectos nocivos de los errores que se cometen pese a lo cual se los niega.
Los periodistas, si criticamos, vemos en la mayoría de los casos que si se hubieran tomado en cuenta ciertos detalles que se desnudan a través de los medios, distintos y positivos hubieran sido los resultados. Para que desde el poder terminen por entenderlo y respetarlo: no tenemos la obligación cívica ni profesional de aplaudir lo que se está haciendo mal…
Y no se pierdan este párrafo: “El periodismo es, sin duda, el mejor antídoto contra la desinformación, los silencios y las mentiras que, premeditadamente, generan movimientos interesados en el desequilibrio de las instituciones y de la sociedad. Intereses que se multiplican con igual rapidez que el propio coronavirus, generando una situación grave y confusa, dañina para todos los que la estamos padeciendo”.
Rotunda y reciente definición de Fernando de Yarza López-Madrazo, presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores.
Es para tener en cuenta y no olvidar…
EL PORTEÑO EN LAS SIERRAS QUE SE CREE PÌCARO
SEGURO LLAMA “YACARÈ DE RÍO” A UNA ANGUILA
Diego Iglesias, periodista de ese medio estaba en el estudio y comentó: “Es Córdoba, la avenida del mal. La avenida del infierno. Una avenida que de no existir, la Argentina seguro sería potencia. Pero lamentablemente, Córdoba existe”.
Tales conceptos de Diego Iglesias fueron interpretados
como una chicana política, una ofensa, y varios diputados opositores cuestionaron a ese mal bicho. “Para C5N los cordobeses somos ‘la avenida del mal, la avenida del infierno’ y agrega que si no existiéramos ‘la Argentina sería potencia’. Así son: destilan odio y desprecio por el que piensa diferente. ¿Yo? ¡Más cordobesa que nunca!”, escribió en su cuenta de Twitter la diputada nacional por el PRO, la cordobesa Soher El Sukaria.
Por suerte el programa al que hacemos referencia lleva el título de “Mañanas argentinas”… Integrador si los hay…
Posteriormente este muchachito con pinta de cheto canchero y actitud sobradora explicó sus dichos que se refería a la provincia, aunque siempre con la alegoría sobre la avenida: “Más allá de mi posición ideológica, que la planteo con firmeza respecto a la avenida Córdoba. No le tengo miedo a los poderes fácticos, reales. Voy a seguir diciendo lo que pienso de Córdoba”, agregó en tono desafiante. Luego, otro conductor del canal agregó: “Existe y tiene carriles menos, reducidos, tanto de la derecha como de la izquierda”.
Tras la polémica iniciada por los dichos del periodista Iglesias sobre la avenida Córdoba, la legisladora El Sukaria redobló su apuesta al sostener que “Si fue un chiste, nadie lo entendió”, dijo la vicepresidenta del bloque PRO en la Cámara baja.
Hay tanto para decir del percudido y poco creativo humor porteño, que todavía recuerdo el robo descarado que en los programas de allá hacían del material de la revista “Hortensia” sin citar la fuente y divulgaban como propio.
Y si es por anécdotas que los pintan de cuerpo entero, recuerdo a un colega porteño que solía venir a descansar en la casa que los periodistas teníamos a la vera del lago San Roque -no sé si aún existe- y me refiero a la casa y no al lago, que una vez con toda seriedad y una piedra en la mano que había recogido en el patio, me preguntó “¿me la puedo llevar?”, lo que agrego al otro caso de que muchos porteños volvían ufanos a su puerto con una lata cerrada, del mismo formato que las actuales de birra, con una inscripción que decía “Genuino aire de las sierras cordobesas” y me consta que las exhibían ante sus amigos…
Y otra más, en un río, el porteño con su familia viendo al más pequeño de sus niños junto a una anguila que se acercó a sus pies, allí en el agua bajita, cuando era transparente, y fue que empezó a gritar: “Atento a todos… ¡saquen a los pibes, saquen a los pibes…! ¡Aquí hay un yacaré de río…!
Incunable, después de esa puta costumbre que tienen de pintar sus nombres en las sacrosantas piedras serranas que lucen su secular belleza y antigüedad, haberlos visto y filmado, cómo los charlaban algunos lugareños que les vendían, por así decirlo, un lugar en alguna montañita cercana al Uritorco, donde a una hora determinada podrían ver de cerca un ovni.
Tengo grabada en mi memoria la queja de uno de aquellos porteñitos que al verme junto a un camarógrafo mientras elaborada un informe turístico sobre las sierras, amargamente se quejaba al decirme “Mire maestro de qué manera me estafaron… Hace como cinco horas que estoy sentado, aplastando el orto, esperando por lo que pagué, y ni siquiera se asomó un Ovni… ¿A usted le parece que esa es manera de fomentar el turismo?
Y después, que un porteñito galancete juegue a ser pícaro con nosotros…
Eso sí que es una falta de respeto, que es un atropello a la razón.
Y si el tango lo dice…
MALA IMAGEN SI LA POLICÍA PASA A SER
ANTRO DE SILENCIOS Y COMPLICIDADES
Y es lógico suponer para mal, que las corporaciones como tales son cerradas y ligadas a códigos no escritos pero por lo general respetados si de amparar a un colega en desgracia se trata,
Probablemente ese haya sido el talón de Aquiles en la policía de la Provincia de Córdoba a la luz de los numerosos actos de corrupción en que han sido descubiertos muchos de sus integrantes y no tan solo en las jerarquías más bajas, sino en importantes niveles de conducción como si se protegieran sin medir los riesgos ni el daño que gratuitamente se asesta a la sociedad.
El hecho de haberse descubierto que una alta jerarquía en la lucha contra el narcotráfico junto a su pareja están acusados de pertenecer a esa actividad tan despreciable como ilegal, refuerza la idea de la pudrición que subyace en el seno de la institución azul.
Que de nada o de muy poco sirvieron los promocionados cambios registrados desde la cabeza y que el aumento de la delincuencia es un fiel reflejo de la falta de conducción, de los errores cometidos y de las omisiones en cuanto a controlar y castigar la acción de los elementos indeseables que revistan en sus filas.
De poco han servido las costosísimas adquisiciones de equipos de comunicaciones, armamento, movilidad, etc. si el error permanece flotando en el personal, especialmente en las incorporaciones que se hicieron por apresuramiento y compromiso político o partidario, sin tomar estrictamente en cuenta antecedentes personales ni pericia en muchos aspectos que se requieren para la integridad funcional de un policía.
Entonces, señores y señora, es hora de mover las cachas con seriedad, prontitud e inteligencia, porque Córdoba ni los cordobeses merecemos estar dependiendo en cuanto a vidas y bienes, de una fuerza que día a día viene mostrando un marcado deterioro no tanto en su imagen sino en su operatividad, especialmente en lo atinente a la prevención del delito, rubro en el que el hampa y duelo decirlo, la viene superando con comodidad.
Ahora que el caso Blas Correa pasa a instancia de juicio renacen mis esperanzas de limpieza seria en la fuerza azul: una buena purga y no sólo un suave laxante.
ACATAR IMPORTANTES FALLOS NO ES
CUESTIÓN DE OPINIONES PERSONALES
Este fallo supremo vino a poner un broche a lo dictaminado previamente por otros organismos de reconocida y respetable opinión y trayectoria, que se habían expedido en igual sentido.
El tema no es cuestión de opiniones personales.
El reconocido jurista Jiménez de Asúa expresó con mucha claridad que la interpretación es un acto de conocimiento y no un acto de voluntad creadora de preceptos jurídicos, que se dirige a establecer aquello que fue establecido por la norma y no lo que el intérprete estime conveniente.
A la luz de este concepto, bastante fácil de entender aun para quienes no somos especialistas en la materia, resulta complejo asimilar las acciones/interpretaciones judiciales cordobesas en la causa del Registro, que convirtieron en regla la prisión preventiva, el encierro hasta el juicio, la culpabilidad hasta demostrar la inocencia, la condena anticipada, la comisión especial para juzgar y los juicios repetidos a las mismas personas.
Más que un acto de conocimiento, parecería una voluntad caprichosa y arbitraria, de la que habrá que "interpretar" la verdadera intencionalidad.
ANTES EXAGERABAN CON 30.000 Y AHORA A UN PASO
DE LOS 80.000 SE PRETENDE MINIMIZAR EL HORROR
Uno de los ejemplos más recientes lo constituye el número de víctimas fatales y desaparecidos durante los negros años de la dictadura que entronizó a Videla y otros secuaces en la cúpula del poder y la historia emergente de la que todos asumimos el papel de protagonistas, y es uno de los detalles que forma parte de la actual grieta entre los argentinos.
Las dudas son enormes por una vereda y por la otra, hasta el punto que desde la legalidad y como fruto de una memorable investigación que culminó con el informe titulado “Nunca más” sostiene el denominado “Informe Sábato”, un balance provisional de 8.960 desaparecidos forzosos durante la dictadura aunque Amnistía Internacional estimó en los ‘80 que el número de víctimas superaba las 15.000, mientras que las Madres de Plaza de Mayo siempre hablaron de no menos de 30.000 entre muertos y desaparecidos.
En 2003, el exdictador Reynaldo Bignone, comentó en un reportaje que “nuestro presidente [Néstor Kirchner] habla de 30.000, pero sólo fueron 8.000, de los cuales 1500 bajo el gobierno de ellos, los peronistas” con lo que se fortalecían las dudas, incluyendo el caso del exfuncionario Darío Lopérfido, que cuando era ministro de Cultura porteño opinó que “en Argentina no hubo 30.000 desaparecidos” sino que “se arregló ese número en una mesa cerrada para conseguir subsidios”, lo que despertó una amarga polémica.
Graciela Fernández Meijide recordó en un reportaje que en los gobiernos kirchneristas se dio como oficial el número de 30.000 desaparecidos, pero que la CONADEP solo pudo comprobar 7.954 casos.
“Pasaron los años, se acabó el miedo", supo comentar Graciela Fernández Meijide, miembro de la Conadep: ¿Me van a decir que hay 20.000 familias que no han denunciado la desaparición de un miembro?”.
En realidad, todos estos antecedentes son para refrescar memorias acerca del manejo de números que se practica entre nosotros en casos tan especiales y de resonancia mundial.
Y es inevitable que ahora preguntemos: ¿son reales las cifras que diariamente se divulgan desde el poder acerca de contagiados, internados en terapia intensiva y casos de fatales desenlaces? ¿Puede que exista una manipulación de esas estadísticas a lo mejor con el ánimo de no aumentar el actual estado de zozobra acerca del futuro inmediato? ¿Es acaso un mecanismo para mantener el estado de encierro mientras en otras áreas de la vida nacional se instrumentan severas medidas en procura de recuperar la desquiciada economía?
A comienzos de la pandemia íbamos sumando de a poco y ahora lo hacemos de a miles, mientras siguen faltando las vacunas aunque desde el poder lo nieguen, en el marco de una curiosa aplicación de las prioridades para inmunizar.
Se pensó al comienzo, más allá de aquella desafortunada explicación del científico GGG, que el virus era algo así como una gripe y era difícil por la distancia, que llegara a nosotros, que a lo sumo con un par de meses de quedarnos en casa superaríamos la situación y resulta que ahora estamos en los primeros puestos mundiales en cuanto a contagios por habitante, muertes en el mismo escenario y colapso de las disponibilidades de camas para internaciones en terapia intensiva.
Mientras, el escenario de la economía es una historia de rumbo incierto con exponencial aumento del costo de vida, la desocupación y los quebrantos no tan sólo de empresas y comercios sino de miles y miles de hogares que se incorporan al estado de indigencia.
Procuremos ahora no apresurarnos en el juicio y la condena, papeles que sin dudas asumirán la memoria y la historia en su momento, sin dejar de lado los cuantiosos intereses que están en danza con el tema de la fabricación de vacunas y su venta mundial.
La dura e incontrastable realidad nos indica que Argentina llora alrededor de 80 mil muertos en una escalada que cada día que pasa nos aumentan el espanto y la incertidumbre, mientras vemos que en otras geografías a las que descalificábamos por su accionar restándole valor científico, están siendo encaminadas hacia la normalización de su vida.
Ya es tarde para que vuelva a repetir aquello de las improvisaciones, los remiendos y las indecisiones, pero es bueno a veces recordar cosas que sucedieron no en el siglo pasado sino hace alrededor de un año, nada más que hace un año, que por la vigencia de los archivos se nos permite aplicarnos, si, una vacuna contra la amnesia y es bueno lo que decía entonces el Sr. Presidente de la Nación refiriéndose a la situación y sus proyecciones.
Lo escuchemos…
El audio completo de un minuto escaso con las palabras del Sr. Presidente de la Nación, abogado penalista Dr. Alberto Fernández, puede ser escuchado buscándolo en el segmento respectivo, ubicado en la parte superior de la columna, a la derecha de este blog.
SIN PARITARIAS Y CON PARCIAL ABANDONO DE TAREAS LEGISLADORES NACIONALES SE AUMENTARON DIETAS
Es para pensar íntimamente: “vivo en un país y en una situación irreal” como para ser parte de un sueño y no querer despertar jamás y en el caso de hacerlo, volver a ese vano intento de regresar al sueño y seguir con la misma historia hasta el final y no me diga que nunca le ocurrió algo parecido.
Esa seguramente habrá sido la reacción de muchos legisladores nacionales a quienes el estado derrochón y a la sombra de la pandemia, les habría entregado a cada uno la enormidad de un incremento salarial que de ninguna manera sería exiguo como en la mayoría de los casos actuales, sino más bien exagerado para “el dolce far niente” de los últimos tiempos en la comodidad hogareña y para un par de días a la semana.
Esas son las desventajas del vulgo sudoroso y sacrificado, que obligado por las circunstancias y los compromisos contraídos -familiares y del rubro que nos podamos imaginar- que ahora anda penando porque todo aumenta, las mercaderías que dicen se mantienen en sus precios no existen, la provincia y la muni están emperrados en cobrar impuestos atrasados porque se la gastaron a buena parte de sus presupuestos en boludeces no prioritarias y en meterse en deudas dolarizadas que pagará Mongo.
Y en el medio de este despelote socioeconómico quieren vendernos que la inflación escasamente superò los 4 puntos cuando la realidad nos cachetea para que reaccionemos frente a esa embustera manera de tratarnos, como si fuéramos una privilegiada sociedad de imbéciles que todo lo creemos, nos resignamos y a la hora de votar por lo general nos inclinamos a la comodidad de la amnesia pensando que todo pasa y las crisis también.
Lejos quedó aquel viejo y sustentado dicho de entonces, cuando el “Potro” Juan Domingo sostenía que “en la nueva Argentina, los únicos privilegiados son los niños” y hay que entenderlo: aquellos niños en muchos aspectos madurativos de la sociedad no se actualizaron y siguen gozando ahora de la antigua bonanza aunque hayan crecido sus cuerpos, pero al corazón y a sus almas los tienen adormecidos mientras duermen en colchones confortables y se abrigan con edredones de plumas.
Y después hay muchos que dicen que aquí, pese a las diferencias, somos todos iguales…
¿Alguien tiene memoria de haber recibido, de un solo saque, el 40 por ciento de aumento?
Los únicos que pueden dar respuesta afirmativa son la carne, los impuestos, los medicamentos, los combustibles en ese caso en cuotas y los servicios en general.
Estoy dispuesto a recibir reclamos en tal sentido…
MAÑANA ES EL DÍA QUE CELEBRAMOS
NUESTRA CONDICIÓN DE PERIODISTAS
Intentando simplificar algo parecido a una definición, el periodista es hilo conductor entre el suceso y su estado público. El periodista de raza no es fiscal, defensor, juez ni verdugo y solo muestra una realidad, a veces descarnada, que no puede modificar y es asimismo un inductor de la toma de conciencia y orientador de opiniones; es quien hurga e indaga; es quien parte de la crítica para ayudar a construir. Pero no son todas delicias las que jalonan la vida del periodista, al menos de aquellos amantes de la libertad.
Son las primeras víctimas de los autoritarios, de los dictadores y de aquellos que los someten a barrotes o a mordazas. Muchas veces son destinatarios de presiones de conciencia. Son también víctimas en los conflictos armados que los muestran actuando en el frente, junto al máximo peligro.
Entre nosotros, la libertad de expresión no es ni ha sido la graciosa concesión de ningún gobierno, sino el ejercicio de la tarea periodística al amparo de la Constitución, de las leyes y del sentido ético y los periodistas de ley no necesitamos que nadie nos indique lo que debemos decir o nos impongan lo que debemos callar, porque tenemos pensamiento y criterio propios, siempre que por la pauta publicitaria o por conservar el puesto no vendamos nuestra honestidad. Los periodistas de Córdoba sabemos que mientras impere el respeto a los preceptos básicos, y el pensar distinto no nos transforme en enemigos, no habrá sombras que perturben la certeza absoluta de libertad. Una libertad que no necesita padrinos ni leyes que la regulen, la condicionen o la impongan, porque el único reaseguro de gozarla radica en el simple e innegociable respeto por la Constitución y todo lo demás es inútil y disociante pirotecnia.
Bien sabemos los periodistas, que formamos parte de una profesión invadida.
Invadida por médicos, deportistas, curas, rabinos, vedettes, manosantas, dietistas, funcionarios, actores, actrices, travestis, pitonisas, empresarios, modelos, abogados, economistas, corredores de autos, políticos en decadencia o cocineros.
Son ellos, los invasores, los que reivindican la vigencia discepoleana de la biblia junto al calefón, porque la base moral y profesional es el mejor reaseguro para edificar desde allí la honestidad de informar, de opinar, de criticar o de aplaudir.
Solamente quienes la poseen se sienten libres y están en condiciones de transmitir esa convicción de libertad que se fortalece día a día, solo en la fragua del trabajo y no en las filas de los partidos políticos, o en ese nuevo engendro que se dio en llamar periodismo militante, de donde surge el falso profesionalismo solamente interesado y fogoneado para imponer autoritariamente su ideología y el discurso único, por encima del sano equilibrio y del saludable disenso.
Renueva entonces su vigencia la cita del genial Goethe, cuando sostuvo que “Solo es digno de libertad aquel que sabe conquistarla cada día”.
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