26 de diciembre de 2021

S.L.B.: FESTEJOS E INCERTIDUMBRES FUERON PARTE DEL RITUAL NAVIDEÑO - CRASO ERROR SERÍA RELAJARSE EN LAS PREVENCIONES - ANTES DE DEBATIRLO ESTARIA APROBADO YA EL SISTEMA DOMICILIARIO DE EMPOBRECIMIENTO - A FAMILIARES DE PRESOS POR LA MEGACAUSA TAMBIÉN LES ROBARON - CALVARIO DE UNA MADRE QUE SE EMPECINA POR EXIGIR JUSTICIA: UN POLICÍA ASESINÓ A UNO DE SUS HIJOS, ETC.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 26/12/21 emitido en dúplex por la AM580 y FM88.5 ambas dependientes de Radio Universidad Nacional de Córdoba: 

Pasaron Nochebuena y Navidad
FESTEJOS  E  INCERTIDUMBRES, COMPONENTES
QUE FUERON PARTE DE LA FIESTA TRADICIONAL
 
          No fue una nochebuena ni una navidad como las de siempre, con la familia reunida en armonía y si había rispideces pendientes, era el mejor momento para superarlas entre brindis, pan dulce y otras menudencias que alegran el espíritu, aparte del festival de abrazos, el catálogo de las anécdotas de siempre y esa unión casi mágica que reaparece cada final de diciembre, sin dejar de lado al tío solterón que hay que depositar en su casa porque no está en condiciones de irse, ni de tenerse el pié.
   Toda la ceremonia familiar desarrollada en un pretendidamente escenario de tranquilidad y despreocupación, porque esa procesión que va por dentro de cualquiera de nosotros, no conseguía apagar las luces ni los alaridos de alarma que nos hacían llegar las últimas noticias del mundo con su agobiante contenido de desgracias, pestes, palabras hasta hace poco desconocidas como lo son los términos contagio, peligro, barbijo, vacuna, testeos, aislamiento, respirador mecánico y tantos otros que la realidad nos fue incorporando en el vocabulario cotidiano y en el centro del alma, allí donde se anidan los sufrimientos y los miedos aunque pretendamos negarlos mientras nos carcomen.
   Una Navidad distinta por eso del recrudecimiento de la peste, la aparición de un nuevo enemigo aunque menos dañino y letal que los anteriores pero tremendamente más contagioso que cualquiera de sus otros hermanos putativos que tanto dolor y luto esparcieran por el mundo.
    No son pocos los que creen aquello tan viejo que se tatúan en el corazón de “eso no me va a tocar a mí” hasta que les toca o afecta a cualquier cercanía parental o vecinal, que es lo que nos trae a una realidad que pretendemos disfrazar de optimismo y la mejor buena onda, que cada día cuestan más intentar su práctica y convicción.
   Escuchamos que en Inglaterra se dieron 130.000 casos en un día, otros 30 mil en España y por miles y miles en el resto del mundo y se nos estremecen hasta los pelitos de la nuca y es cuando recién tomamos en cuenta de nuestra propia fragilidad y exposición a la desgracia.
   Y nos aglomeramos para ofrecer nuestras narices al invasor hisopo, en muchos casos cagados de miedo hasta el pecho, pero sosteniendo hacerlo “por las dudas”…
   Por eso, cuando tomamos conciencia de lo que estamos viviendo, es cuando mejor debiéramos respetar los consejos de la ciencia, las imposiciones de encierro cuando no estén vestidas con esas bastardas ropas de las ideologías y los ya junados maquillajes de los intereses, tanto propios como ajenos y sus fatales consecuencias para la estabilidad del país.
   Que las angustias no nos arrastren a la desesperanza porque es mucho lo que está haciendo la ciencia universal para que nos salvemos, para que retomemos el camino de una normalidad que a ponchazos veníamos intentando recuperar.
   Para que eso ocurra, es imprescindible que estemos unidos, que dejemos de lado turbios intereses de cualquier índole y pensemos en consolidar la familia que es la base universal de la convivencia.
   Insistir en los odios, en las broncas y en toda manifestación que propenda a la desunión, es creadora de pánico que es el campo más fértil para que germine y crezca la desgracia.
 
Cuidarse más que antes
UN CRASO ERROR SERÍA QUE SE
RELAJARAN LAS PREVENCIONES
 
   Hay que reconocer que no es poco todo lo que se ha venido haciendo en materia de ataque a la pandemia, aunque no sean pocos los argentinos que todavía abrigan dudas acerca de la implantación de los miedos que determinaron exagerados encierros, a la luz de las cifras de casos fatales que se fueron comparando con el correr de los días y el fortalecimiento universal de la peste que sacó a relucir a sus refuerzos a la hora de atacar con versiones hasta entonces desconocidas por la ciencia.
   De todas maneras y dejando de lado las interpretaciones y los análisis políticos, económicos e ideológicos que se motorizaron en pandemia, lo único ahora trascendente es trabajar y cuidarnos para no engrosar el número de casos fatales pese que tampoco ahora las estadísticas nos muestran en posiciones cómodas o envidiables.
   Lo de prevenir y es para tomarlo cabalmente por el término a utilizar, debe ser asumido sin exageraciones ni abusos, evitando los casos de testeos diarios por seguridad, miedo o capricho porque por cada hisopado de más, queda un potencial contagiado y contagiador del mal al margen y es un deber de todos respetar las preocupaciones del prójimo.
   Ese es un extremo de la situación para muchos sectores desesperante, en contraposición a otros despreocupados que más les quita el sueño que no haya fútbol de tribunas llenas o bailongos con multitudes de potenciales contagiantes o bares, birrerías y restaurantes donde se exigen cuidados que son lógicos.
   Uno de los aspectos más descuidados de la prevención, al menos de lo que se aprecia claramente en esta Córdoba sorprendente, es el transporte urbano de pasajeros, donde las unidades que pasan de vez en cuando y posibilitan que los pasajeros se multipliquen en las paradas, circulan atestadas con los usuarios encimados aunque en general se respeta el uso de barbijos y los choferes lo hacen respetar, lo que es plausible.
   Y no pretendan discutirme estos conceptos porque soy un frecuente usuario del servicio urbano de pasajeros, tanto en ómnibus como en trolebuses.
   Pero todos quieren viajar y parece que la Muni no controla nada o le pasan el cuarto, porque hay casos en que las demoras entre un coche y otro de la misma línea o de trolebuses, las demoras se extienden hasta 25 minutos o más y eso es tan absurdo como sanitariamente peligroso.
   Tantos inspectores que no se ven por las calles controlando el caos vehicular, bien pudieran ser destinados a fijarse en el servicio de transporte urbano porque la enorme mayoría de los cordobeses utiliza esos medios aunque sean caros e ineficientes.
   Está en juego la salud de un pueblo laborioso y no es posible que por imprevisión, trabas sindicales o lo que fuera, sigamos pagando por personal que debiera estar en el frente de batalla tanto como lo hacen los abnegados y sacrificados servidores de todo lo que tiene que ver con la salud, las campañas de vacunación y tareas conexas.
    Es hora de mandar a trabajar a todos aquellos que indirectamente, están tomándose muchas más vacaciones de las que merecen, por ser servidores públicos con el sueldo asegurado.
 
Ludopatía al alcance de todos
ANTES DE SESIONAR YA ESTARÍA APROBADO EL
SISTEMA  DOMICILIARIO  DE  EMPOBRECIMIENTO
 
   Es absolutamente entendible que el juego legal manejado por organismos estatales es una importante fuente de trabajo de la que viven miles de argentinos y en el caso particular de Córdoba, son numerosas las agencias que se mantienen con la quiniela, el quini 6, el loto, el brinco y todas las otras variantes de sorteos que se llevan a cabo incluso en Capital Federal y en otras provincias.
   La lotería aporta lo suyo, aunque llama la atención que desde el poder se justifique ese aliento a la ludopatía con el argumento que los fondos emergentes del juego se destinan a la tarea social, cuando la realidad ha demostrado que sólo un mísero 6 por ciento va a parar a los necesitados y el resto enriquece a otros sectores, que por eso se interesan en la abolición del juego clandestino porque les resta clientela.
   Es como si nadie tomara en cuenta los daños emergentes e irreversibles que provoca la ludopatía en la destrucción de hogares, en el empobrecimiento de sus llamémosles pacientes, en el endeudamiento de la vivienda, salvo esos casos tan aislados de golpes de suerte que enriquecen a diez o veinte argentinos en un año, ganadores de acumulaciones de premios en sorteos semanales.
   A la vista de tal panorama, es para suponer y sin necesidad de entrar en sospechas que surgen por sí solas, que los intereses por manejar esa actividad tan dinámica deben ser enormes, hasta el punto de pasar por alto todo lo que pueda parecerse a la sensibilidad social y al fortalecimiento del sentido solidario bien entendido.
   Posibilitar que se hagan apuestan “on line” desde la casa abre un impensado como peligroso panorama de enardecimiento del vicio, sin contar en lo que puede suceder con la incontrolable participación de menores en las apuestas, aunque se instrumenten métodos y artilugios que crean impedirlo.
   Por otra parte, bien se sabe que cuando la pobreza comienza a dar avisos de presencia en el ser humano, una de las alternativas más buscadas para superar esa angustia existencial es la timba, que por lo general aporta soluciones diametralmente opuestas a las pretendidas, porque en muchos casos la solución no llega a ser la recuperación sino la pérdida de lo poco que se tenga, incluyendo, por desesperación la propia vida.
   Si el Estado no toma en cuenta esos riesgos es porque tal posición nos llevaría a una sospecha ineludible, más tomando en cuenta el desmedido interés y la prisa de algunos sectores políticos por ver concretado ese proyecto de la timba instalada en cada casa, sin necesidad de pagar empleados y con una banca que arregla sus mecanismos para no perder jamás.
   Ahora, cuando recrudece el festival de las dudas, es cuando alguien encumbrado en este poder provincial proclive a los ominosos silencios, haga escuchar su voz y su posición en defensa de la salud de la gente, la integridad de la familia y del hogar y no de la prosperidad de quienes están tan apresurados, que virtualmente dan al negocio como ya cerrado y en marcha.
   Eso no es aceptable en un país y en una provincia que pretenden ser tomados con seriedad.
 
La Megacausa del Registro
NO  TODO ES JUSTO O ASÍ  LO  PARECE EN
CADA NAVIDAD: AÚN QUEDAN INJUSTICIAS
 
   Dice el diccionario, al que nos obligan a consultar con demasiada frecuencia y confieso que lo hago con placer y renovada curiosidad, que robar es tomar lo ajeno con violencia o por la fuerza. Hace varios años familiares de presos en la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba escribieron en una carta: 
   “Sentimos que nos han robado. Con el uso de la fuerza pública, en el nombre de la Justicia, y en total violación a nuestras garantías constitucionales y todo derecho humano, quienes están a cargo de este proceso nos han robado. Nos han robado la Navidad, la dicha de estar en familia, la alegría de compartir, las ilusiones de nuestros hijos, la esperanza de un mundo mejor”. 
   Rezaba la misiva más adelante: “Nos han hecho sentir en un estado de total indefensión arrancando a un miembro de nuestra familia y manteniéndolo en encierro (la sistemática prisión preventiva) con razones poco claras y alejadas de las leyes”.
   Lo leído suena bastante grave. Tanto así que encontró eco en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, organismos de Derechos como el CELS, el SERPAJ, de Adolfo Pérez Esquivel y la Organización de las Naciones Unidas, quienes después de estudiar la situación, determinaron que las prisiones aplicadas eran arbitrarias y por lo tanto, injustas. 
   La carta continúa pidiendo: “En esta Nochebuena, acompañados por un Niño que hace 2021 años nació en la humildad de un pesebre, huyendo también de las injusticias de turno, pedimos paz y justicia que iluminen las mentes y corazones de quienes tienen en sus manos la inmensa responsabilidad de administrarla”.  
   Aunque hubo personas absueltas, después de años de inmerecido encierro, otros aún agotan su voz reclamando revisión de infundadas condenas y muchos perdieron la vida esperando una Justicia que nunca llegó.
   Un pedido de Navidad que aún espera respuesta en los tribunales cordobeses. 
 
Conversamos con Soledad Laciar
EL CALVARIO DE UNA MADRE QUIEN PESE
A TODO SE EMPECINA EN EXIGIR JUSTICIA
 
   En la madrugada del 6 de agosto del año pasado, o sea 2021, los cabos Lucas Gómez de 35 años y Javier Catriel Alarcón de 31 estaban en un puesto suponemos que para control frente al instituto Pablo Pizzurno, en el sector sur de nuestra ciudad y desde allí dispararon al menos cinco veces contra un Fiat Argo en el que viajaban cinco jóvenes, sólo porque el conductor no frenó o se abatató ante la seña policial.
   En el ataque cobarde y artero, murió Blas Correa un joven de 17 años, a consecuencia de un balazo que le ingresó por la espalda.
   El policía Gómez nunca debió estar allí, armado en la calle porque pesaba sobre él una acusación de encubrimiento de un violador serial de La Calera, Leandro Castañares, condenado luego a 15 años de cárcel por seis ataques sexuales.
   Alarcón tampoco estaba limpio porque fue imputado en 2013 por lesiones leves y privación ilegítima de la libertad, tras ser denunciado por un remisero quien acusó a ese policía y a su dupla, en un control de la Policía Caminera entre Pilar y Río Segundo, de maltratarlo y llevarlo detenido. La pasajera del remise, testigo independiente de este caso, resultó clave con su testimonio para la imputación.
   Por el asesinato de Blas Correa también fueron detenidas la oficial principal Yamila Martínez y la agente Wanda Esquivel, por los delitos de incumplimiento de funcionario público. Martínez obtuvo el permiso de prisión domiciliaria por tener un hijo pequeño. Mientras que Esquivel fue detenida y declaró que recibió la orden de plantar un arma para desviar de esa manera el curso de la investigación.
   El jefe de mayor graduación imputado es el comisario mayor retirado Gonzalo Cumplido, quien al momento del crimen de Blas era el jefe de la zona sur de la división Seguridad Capital de la Policía de Córdoba, acusado por la supuesta comisión del delito de violación de los deberes de funcionario público.
   Eran tantas las evidencias de responsabilidad oficial en este penoso caso, pero nadie del gobierno dio la cara ni se hizo presente en la casa de la madre del joven tan vilmente asesinado.
   Unos días antes del cruel episodio, el gobernador Juan Schiaretti en un escenario oficial de plácemes, fotos y expresiones de felicidad compartidas, recibió en su despacho al actor Guillermo Francella y a un director de cine, quienes llegaron a Córdoba a filmar una película para Netflix.
    “La bienvenida que hemos tenido ha sido fantástica, súper profesional, nos dieron absolutamente todo y son sumamente cálidos, yo estoy feliz”, comentó el director de cine Carnevale y el intendente de Córdoba, Martín Llaryora, también se encaramó al éxito y los visitó en el set de filmación de la plaza San Martín.
   Por aquellos días, apesadumbrada, Sole Laciar penaba porque según lo expresara “Cómo puede ser que nadie se haya dignado a tocar mi puerta, y darme alguna explicación de por qué ocurrió lo que ocurrió. Cómo puede ser que haya pedido que mi gobernador me mire a los ojos y me explique qué clase de gente nos cuida que asesinaron a mi hijo y no conforme con eso, intentaron ensuciarlo”, reclamó Soledad Laciar en un reportaje.
   Queda demostrado, dolorosamente, que para cierto alto nivel de funcionarios, es más positivo y aconsejable cholulear que asumir responsabilidades, visitar a las víctimas de hechos de los que son responsables por su autoridad y pedir disculpas, lo que revela el costado mugriento de la mala e insensible política.
   Tantas cosas hay para pensar, para decir, para exigir con relación a ese asesinato, pero nada mejor que conversarlo con esa Madre, Sole, que no aflojó ni un momento en su lucha tenaz contra la maldita indiferencia del poder. (Com. Telef.)
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El audio íntegro con las duras y sentidas declaraciones de Soledad Laciar, la madre del adolescente asesinado por un efectivo de la policía cordobesa que no estaba autorizado a portar armas ni patrullar las calles, puede ser consultado en el sitio respectivo, ubicado en la parte superior de la columna a la derecha de este blog.
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 El periodista Gonio Ferrari concluyó la entrevista telefónica con los conceptos que están a continuación: “Hay actitudes, ausencias y silencios que me torturan por lo inhumanas y demostrativas de una marcada insensibilidad frente al dolor ajeno, y más de una Madre que no encuentra todas las respuestas que el poder le sigue debiendo.
   Y quiero recordar la sabiduría de Goethe, quien me guía con eso que “Sólo es digno de libertad aquel que sabe conquistarla cada día”, para citarlo en otro de sus geniales conceptos: “El que es un miserable no deja de ser miserable en carroza, a caballo o a pié. Por eso no creo nunca a ningún miserable, ni en el arrepentimiento, de ningún miserable”.
   Y si no alcanza con esa sapiencia acerca del género humano, todavía me queda el Mahatma Gandhi: “Si quieren saber cuánto vale la vida de un hombre, pregúntensenlo a su madre”. Pese a todo, que los inexplicablemente silenciosos tengan un venturoso 2022, si es que la conciencia, ese juez inapelable e insobornable, no les pasa factura…
 
Bonus track:
Abusos incontrolables
LOS PRECIOS DESENFRENADOS ¿POR
DESESPERACIÓN  O  POR  ANGURRIA?
 
   Uno por allí no alcanza a entender a los productores de materia prima, a los industriales y a los comerciantes que más cerca están del consumidor, porque como si fueran ajenos entre ellos pese a todo lo que los une, se pelean echándose culpas que todos debieran compartir porque son los artífices de toda la actividad comercial y los patrones del consumo aunque el Estado siga pretendiendo sobrevivir exprimiéndolos con obligaciones tributarias a cambio de muy poco.
   Pero pareciera que los intereses que los animan son tan poderosos que están por encima de la lógica, del entendimiento, de la solidaridad social, del respeto por la pobreza y del acatamientio a las leyes que pretenden imponerles límites cuando bien sabemos que esa si, como en la TV, es una misión imposible.
   Es así que somos parte del sufrimiento de la gente sin recursos ni posibilidades de sobrevivir, porque ya ni siquiera los planes sociales alcanzan, en cierta medida por su mal uso por parte de los beneficiarios y por otra, culpa de la angurria comercial que ha transformado esas tarjetas sociales en elemento de virtuales casos de usura, porque no son aislados los casos en que entregan 100 pesos en moneda corriente y reciben el doble, o sea 200 de lo depositado en los plásticos.
   Es claro que para que eso ocurra deben existir dos partes de acuerdo, aunque la más débil por necesidad o por vicio es la que siempre pierde.
   Distinto sería si desde el poder se implementaran controles severos, estrictos e innegociables para terminar con esas prácticas inhumanas y ofensivas hacia los que menos tienen.
   En estos últimos tiempos y a lo mejor para hacerse un colchón que amortigue los efectos de alguna futura limitación en los precios, esos valores se incrementaron en porcentajes superiores al 100, lo que se advierte de manera especial en la indumentaria, como si los responsables de ese ramo pretendieran recuperar lo no ganado y cubrirse de lo que se viene, si seguimos así descapitalizándonos y con un dinero que hora tras hora disminuye su valor de compra.
   Sea como fuere, son tiempos de respeto más que nada no tanto por los màrgenes gananciales de los productos a la venta, sino por respeto a quienes no tienen la fortuna del ahorro o de las inversiones exitosas que son para los elegidos.
   Porque ellos, los indigentes que aumentan permanentemente en su número, son los más afectados por una desgracia que sin embargo, está enriqueciendo a muchos que no lo merecen.

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