25 de febrero de 2014

DieGol y Víctor Hugo - DIOS LOS CRIA Y EL COMANDANTE LOS AMONTONA






La bolivariana causa chavista ya tiene un nuevo soldado, en este caso un sanmartiniano que por convicción ideológica o por vocación mercenaria ingresó a otro ejército y a lo mejor dejó el uniforme original, colgado en la percha del ejército para el que tantas victorias y satisfacciones cosechó.
   Como futbolista, claro.
   No como modelo de oposición al narcotráfico ni ejemplo para una juventud que lo idolatró por la magia de su zurda (me refiero al pié de ese lado) y lo ascendió a general de la pelota, mariscal de la gambeta y embajador mundial del gol.
   Se le perdonó la “mano de Dios” porque fue contra los ingleses, se le tolera su paternal estilo abandónico y su propensión a tocar, embarazar y buscar nuevas emociones en su maratón de cosificar a la mujer de turno.
   Está bien. No me peguen que soy el Gonio.
   Por eso quiero dejar a salvo lo único que nos sirvió para enorgullecernos de él, pelear por su buen nombre y su gamba excepcional, pero en su condición exclusiva de futbolista, manejador de un cuero redondo lleno de ilusiones compartidas con millones de argentinos, al paso de todos los gobiernos de los que Diego fue oficialista casi sin excepción.
   Ya es un soldado de camisa roja y charreteras “sponsoreadas”, una con el recuerdo de SU comandante venezolano y la otra con las siglas CFK 2015 que no estoy seguro habrán de caer atractivas a mucha gente, incluyendo a los simpatizantes y seguidores del kirchnerismo más puro y auténtico.
   Es como tenerlo a Schoklender encargado de las finanzas o a Jorge Corona como ministro de Educación.
   Puede que lo haya hecho por necesidad, porque si resulta caro mantener un matrimonio, imaginemos lo que será hacerlo con dos, tres o los que vayan a seguir apareciendo en forma de divorcio.
   Será comentarista deportivo y político de acuerdo con lo que adelantó y tendrá como ladero a ese agradable y metafórico relator, por muchos envidiado no por su cercanía con el poder, sino por lo que le pagan.
   Maradona rezó una encendida oración cívica al anunciar en Caracas la firma del contrato que lo ligaba a la televisión y al gobierno de Venezuela, para la transmisión del Mundial de Fútbol.
   Víctor Hugo Morales, con inusual cautela, se inclinó por la prudencia del respetuoso silencio, al menos en las noticias e imágenes que llegaron a mi conocimiento.
   Diego el ídolo, el único, el irreemplazable, el irrepetible, el endiosado mundialmente, el padrillo universal, el agobiado por la frula, el que nos hizo delirar con su endiablada manera de divertirse con un fútbol, hizo lo único que le faltaba: meterse de milico.
   Y para colmo, en la legión extranjera.
                                                                                              Gonio Ferrari

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