Desgrabación de los
comentarios del periodista Gonio Ferrari
en su programa “Síganme los buenos”
emitido el 23 de febrero de 2014 por AM580 Radio Universidad de Córdoba
Que se vayan, que dejen de contaminar, que
no recibirán un peso de nuestra parte, que ellos nos tendrán que pagar una
fortuna …
Esta bravata no era vociferada contra algún
invasor, agente extranjero, delincuente internacional o traidor a la patria.
Estaba dirigida a Repsol después del desalojo que les impusiera el gobierno
nacional tras la reestatización de YPF.
Al final, les terminamos pagando cinco mil
millones de dólares.
Con razón, ahora en España, están de moda
los cuentos de argentinos.
¿IMPORTA CUÁNTO COBRAN?
Los argentinos tenemos un cúmulo de preocupaciones,
lógicas en tiempos de crisis que no todos reconocen y para eso están los que
transforman a los aumentos de precios en reacomodamiento, inflación en ajuste
monetario, cepo en defensa del peso o marginación y pobreza, en exclusión por
culpa de los poderes concentrados.
No es atinado ni oportuno cuestionar lo que
cobran desde la señora presidenta hacia abajo, en el gabinete ministerial y en
otros cargos de relevancia.
La gente debe entender que una jefa de
Estado necesita un sueldo acorde con sus altas responsabilidades de conducción,
lo mismo que su equipo de funcionarios que sacrifican sus actividades
particulares al optar por servir al país y a la sociedad.
En lo personal, estimo que tanto la señora
como sus más allegados colaboradores debieran cobrar por lo menos el doble de
lo que reciben, y disponer de esos dineros a su antojo, como cualquier hijo de
vecino puede hacerlo, incluso para operar con moneda extranjera.
De cualquier manera y más allá de las
posturas ideológicas de cada uno, bueno sería dejar de lado alguna recóndita hipocresía
en homenaje a la seriedad, porque quienes asumieron a su cargo funciones de tamaña responsabilidad, tienen la
obligación de recibir esa paga y más aún, sin que nadie tenga que
escandalizarse por ello.
Esto, siempre y cuando esas
responsabilidades se encaren con seriedad, ecuanimidad, desinterés personal,
patriotismo, sacrificio y sean ejercidas sin exclusiones, histerias ni
caprichos, para todos … y todas.
Al final de cuentas, tener la desdicha que
nuestros altos funcionarios del gobierno nacional cobren mucho menos que sus pares
latinoamericanos, al ver los patrimonios de los nuestros y lo que crecieron en
los últimos años, es para admirarlos.
Al menos, por su patriótico sentido del
ahorro.
EL NUEVO TRANSPORTE URBANO
Muchas veces las prisas políticas llevadas
por el camino cercano a la desesperación, suelen conducir a fracasos rotundos
en lo funcional, con un enorme perjuicio colectivo porque desnudan un peligroso
criterio basado en los apresuramientos.
No es para cuestionar la calidad o no del
nuevo esquema del transporte urbano, sino su puesta en marcha en un escenario
enrarecido por esa maligna confrontación de intereses, donde como es habitual,
el único perjudicado es el usuario, fundamental sostenedor del sistema.
Esa especie de unidad transitoria que en los
momentos de conveniencia reiteran la luna de miel entre empresarios y
dirigencia sindical, solo viene sirviendo para que con la renovada toma de
rehenes a los pasajeros, la tarifa se ajuste para beneficiar a los dueños y a
los trabajadores de la actividad, perjudicando siempre al pasajero.
La municipalidad, que es el poder
concedente, queda en medio del fuego cruzado de las presiones y sin otra
alternativa que ceder ante cada jaque mate que le plantean, en nombre de una
paz social demasiado frágil.
Se me ocurre que no es atinado remendar
ahora frente a inquietudes de los vecinos, cuando se debió consultar antes de diagramar
el esquema y aplicar un aumento de características casi salvajes para el
bolsillo de la gente.
Que los cambios mejoren el servicio es el
deseo de todos, para terminar de una vez con el reinado de la improvisación por
un lado y de la prepotencia por los otros dos costados de esta relación que por
lo general ofrece a sus víctimas, los pasajeros, soluciones perversas.
De nada sirven tres días de gratuidad para
que la gente pasee sin boleto, cuando lo aconsejable era el cambio gradual para
evitar situaciones traumáticas, que en el curso de la semana laboral se
transforman en insuperables.
Pero es lo que hay, cuando la improvisación
derrota a lo que debe ser un manejo transparente de los servicios.
No todo es sumar ómnibus nuevos ni comprar
trolebuses.
MAS SOBRE LA
MEGACAUSA
Como es natural, suele ser complicado
satisfacer las expectativas de todos enfocando las cosas de manera equilibrada,
porque siempre habrá, gracias a Dios, gente conforme y de la otra.
Nuestra preocupación profesional por seguir
los pasos de la megacausa del Registro, no está encaminada a tildar a nadie de
inocente o de culpable: no soy defensor, fiscal, juez ni verdugo, pero me
molesta que un mecanismo de excepción como lo es la prisión preventiva, sea
aplicado por la justicia cordobesa como una norma en contravención a los
códigos y a lo establecido por encumbrados organismos internacionales.
Los testigos presentados en esta semana
repitieron la modalidad de la semana anterior, ya que ninguno sabía ni declaró
sobre los hechos que son motivo del juicio.
Un abogado defensor planteó esta
circunstancia al Tribunal, alegando el fiscal que los testimonios eran
pertinentes por constituír indicios.
Los testimonios consistieron en manifestar
cualquier cosa, independientemente de los hechos investigados, que el testigo
hubiera podido conocer, escuchar, intuír, sospechar, pensar, etc. acerca del
imputado, sin importar fecha o lugar, y que pudiera reputarlo o mostrarlo como
"malo", por lo que con algunos testimonios nos remontamos casi a las
épocas de la conquista.
En este escenario los "indicios"
son expresiones como: "no me consta, pero escuché decir que" o
"me dijo que le habían dicho..." sin saber ni de quien se
hablaba.
El Derecho Penal de Autor, que fuera
utilizado por el régimen nazi, intenta demostrar que el imputado es
una persona mala y como tal es responsable del delito.
Nuestro mandato constitucional es un Derecho Penal de acto o de hecho,
esto es, somos responsables y debemos ser juzgados por aquello que
hacemos, por hechos concretos que deben ser debidamente probados, y no
por chusmeríos o por los contactos que puedan figurar en las agendas de los
imputados.
El Derecho de Autor está fuera de nuestra ley, de la dignidad, del respeto y de
todo derecho humano, y en ese sentido, fue concluyente para los tiempos lo que
sostuviera el filósofo y médico John
Locke: “Donde quiera que la ley termine, comienza la tiranía”.
Y para la democracia eso es agregarle un
inédito peligro.
D’ELIA, EL PIQUETERO AFORTUNADO
Lo que les comentaba recién: cuando
aparecieron tiempo atrás los nombres de D’Elía, Castells y otros menos
notorios, debo confesar que fui parte de una corriente de simpatía, porque los
tomábamos como aggiornadas versiones de Robin Hood al advertir su compromiso en
la lucha por los desposeídos y marginados.
Los tiempos, el encuadre ideológico, la
avidez y la impunidad hicieron lo suyo para derrumbar imágenes y colocarlos en
las enfrentadas veredas de la pobreza y de una súbita prosperidad, todo en
nombre del sacrificio y la coherencia o de la verborragia y la prepotencia.
Castells estuvo preso, lo afeitaron
menoscaban su look original, le secuestraron el poncho, hizo una prolongada
huelga de hambre, se enfermó, lo internaron y cuando recuperó su maltratada
salud, volvió al ruedo pero con menos bríos que un caracol.
Hizo y hace la suya como opositor al modelo,
atiende un comedor comunitario y sigue firme y coherente en su postura.
Mientras todo esto sucedía, el bueno de
D’elía armó su propia fuerza de choque, golpeó a ciudadanos, intimidó a diestra
y siniestra, padeció curiosos ataques de amenacitis aguda y siempre tuvo de su
lado la consagración de una impunidad que le llovía, lógicamente como toda
lluvia, desde arriba, con excepción del bidet.
Cuestionó a la puta oligarquía, hasta que se
transformó en oligarca, aunque desconozco su orientación sexual.
Ahora pide la pena de muerte para un
opositor venezolano, en un arranque de delirium tremens que seguramente tiene
su origen en los padecimientos económicos por los que atraviesa su familia.
Todos sus hijos -me comentaron que son cinco
en total- dependen del Estado y el más bajo de sus sueldos es de 25.000 pesos
mensuales, lo que le posibilita a este patriota vivir en una casita que se
puede conocer por Internet si es que a usted lo acosa la curiosidad.
Su propuesta de paredón para alguien que
piensa distinto me exime de mayores consideraciones, porque es preferible
utilizar el espacio con buena música, como siempre.
Y para terminar con esto del protegido
D’Elia, una cosa es hacerse un lugar en la historia y otra, muy distinta, es
ser un peligroso personaje de historieta.
DOLOR FISICO, INSULTO A LA DIGNIDAD
¿Por qué será que el tormento físico es lo
más invalidante para el ser humano? No es casual que los desalmados y los
tiranos lo apliquen a quienes se oponen a sus designios o como manera de
arrancar confesiones a través de la sangre, del padecimiento y del miedo a que
se prolongue el calvario.
Es probable que el paralelo sea exagerado,
pero se hace difícil restarle dramatismo al sufrimiento de quienes por su
carencia de recursos o de cobertura médica, están condenados a la indignidad
del dolor, porque el negocio de los medicamentos carece de cualquier virtud que
se parezca a la sensibilidad social.
El deterioro que provoca cualquier
enfermedad suele ser controlado por la enorme gama de específicos que integran
nuestro vademecum, posiblemente el más amplio del planeta. Y han sido los
laboratorios -especialmente multinacionales- las empresas que más han lucrado
en nuestro país, transformado a veces en campo experimental de compuestos
prohibidos en el resto del mundo.
Los laboratorios que operan en Argentina, a
más de su indudable poderío económico, en muchas ocasiones y con distintos
gobiernos han impuesto sus criterios científicos y sus caprichos políticos,
modificando leyes y haciéndolas adecuar a sus intereses. Viene al caso recordar
como ejemplo, la dura lucha del ex Presidente don Arturo Illia en ese sentido.
Sin embargo esos laboratorios cuentan con un
condicionante de la situación que les posibilita lucrar desmedidamente con la
inocultable complicidad de un poder que permite todos los excesos, en nombre de
la salud de la población. Y es así que encontramos situaciones absurdas como
los márgenes inverosímiles de utilidades que se advierten al cotejar el costo
de un producto con su precio final.
Eso lleva a los laboratorios a tomar de
rehenes a los médicos, en muchos casos seducidos tras la imposición de las
muestras gratis, por invitaciones a congresos de dudoso nivel científico que
son más viajes de turismo que encuentros donde se debata la problemática
específica. Esas muestras no son gratuitas, porque el paciente las paga con
creces cuando el sistema le impone su compra y utilización, de la que depende
la recuperación de la salud que es parte fundamental del bienestar.
Especular con el dolor de la gente; con la
desgracia de la enfermedad y sus secuelas, es una vil acción que debe terminar
sin que esto signifique el quebranto de nadie ni el riesgo de perder fuentes
laborales, que son las amenazas constantes de los especuladores de siempre, que
por curiosas razones suelen estar estrechamente vinculados con los círculos del
poder donde se toman decisiones.
El gobierno nacional se ha encaminado a terminar
con el despiadado abuso empresario, estableciendo precios reales a miles de
medicamentos, los más utilizados de la farmacopea nacional y que debido al
descontrol habían alcanzado precios astronómicos sobre todo para el bolsillo de
los más vulnerables.
Era hora y resulta oportuno destacar que una
posición firme al respecto terminará con este perverso camino de impunidades
que por la indiferencia oficial, venían transitando a sus anchas los
laboratorios, fortaleciendo frente al dolor una cruel manera de imponer precios
aprovechándose de las angustias ajenas.
Si los laboratorios ya acostumbrados a
especular con la desesperación del prójimo, embolsar fortunas y consolidar un
romance de mutua conveniencia con los profesionales de la salud, amenazan con
irse a otro país, no les pongamos trabas porque la oferta empresaria es variada
como para elegir lo mejor, y terminar con esa salvaje costumbre de imponer
métodos reprobables, que transforman un bien social como es el medicamento, en
un artículo suntuario.
Porque la salud no debe ser un privilegio de
nadie, sino la merecida calidad de vida al alcance de todos.
La salud es también un derecho humano
fundamental.
MISTERIO
FINANCIERO
Son tantos los elementos que componen el
complicado mundo del dinero que las intrigas, la avidez, las envidias, la
ilegalidad y otras miserias humanas
pasan a ser moneda corriente, todo en nombre de tener siempre más y más sin
importar cómo lograrlo.
Gente que sabe de finanzas, me explicaba que
las mesas de dinero son el resultado de las complicaciones legales que existen
para operar en los bancos autorizados, porque el dinero es demasiado caro a la
hora de los préstamos y los créditos, y penosamente devaluado cuando hablamos
de depósitos a plazo fijo.
La posibilidad de lavar efectivo alcanzado
no siempre dentro de la legalidad, es otro de los atractivos de esas empresas
que no hacen preguntas acerca del origen y son celosas custodias, mientras
subsisten, de la identidad de sus inversores.
Después de todo eso no es problema: la
imprescindible y emblemática existencia de los testaferros y prestanombres,
facilita transacciones anónimas y la propiedad de los valores se arregla por
cuerda separada mediante acuerdos privados, debidamente homologados.
Así me contaron que es la cosa y por eso a
nadie sorprendería conocer las identidades reales de quienes confían su dinero
en esas organizaciones, porque estaríamos frente a una melange de hombres de
negocios, funcionarios públicos, profesionales, deportistas, entidades de
dudosa trayectoria, usureros y por qué no, periodistas.
Es tan enorme la masa de valores que se
acumulan, que al primer cimbrón leve le sobreviene un terremoto, como ahora ha
sucedido con una financiera local.
Las cosas están en manos de la justicia con
dos hechos salientes como ejes: la dudosa muerte de una persona y la apresurada
y aparente huída de otra ligada a la primera.
Los días que se vienen, se los puedo
asegurar, serán pródigos en sorpresas.
O en revelaciones que no sorprenderán a
nadie.
DE LA SOTA ,
SEP Y LOS AUMENTOS
Es lógico: cualquier empleado público, por
eso de la igualdad ante la ley, tiene el derecho a un salario cuya base sea el
que gana la policía, logrado después de su tolerada y costosa sedición que impuso
un caos inédito en Córdoba.
La dirigencia del Sindicato de Empleados
Públicos cerró un acuerdo por un aumento equis pero los docentes no se dejaron
seducir por los espejitos y las piedritas de colores, porque un 28 por ciento
sobre 8.000 es una cosa, y el mismo porcentaje sobre 4.000 es la mitad.
Y como es costumbre incorporada al
cordobesismo, ya se avizora que peligra el comienzo de clases, como si alguna
otra vez en los últimos años hubiera sido distinto.
Los números en la provincia crecen
aceleradamente, si nos referimos a la deuda que se sigue acumulando pese a la
despiadada presión tributaria, la tasa vial a los combustibles y otros
rebusques, mientras vemos con mucho de bronca que esos dineros solo vuelven
parcialmente con algún camino, boletos gratuitos y otras maneras de ir juntando
votos, frente a la estrepitosa caída de imagen, emergente del desastre
provincial de diciembre.
Tomemos en cuenta, a la hora de la demanda
salarial, que la depreciación de la moneda aplica un lógico menoscabo que se
acrecienta mes a mes, y se siente de manera especial y contra los números
oficiales, cada vez que pasamos por la caja del supermercado.
No se trata de simplismo, sino de realidad.
Los empleados públicos merecen un aumento, y
en torno de esa cuestión hay un tema pendiente, porque si la situación es tan
floreciente como la pintan desde El Panal, o el gigantesco rallador de queso si
así prefiere llamarlo, no debiera tardar el Dr. de la Sota en terminar con esa
injuria a los jubilados de actualizarles el haber seis meses después que los
cobran los activos y los viejos reciben monedas.
Eso no se llama iliquidez; es un descarado
agravio a quienes merecen consideración, mimos y respeto.
Es, más que nada, un desprecio.
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