Desgrabación de los comentarios del
periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 16/10/16
emitido por AM580 Radio Universidad de Córdoba.
EL
DIA DE ELLA, LA MAMÁ
En un día como hoy, quiero limitarme a
volver sobre mis pasos, en una especie de oración o rezo que cada año reitero,
en homenaje al más grande de los seres que es la Mamá.
Debo reconocer, por coherencia en mi manera
de pensar con la forma de actuar, que es medio como improcedente limitar a un
día, el reconocimiento eterno y permanente que merecen las mamás.
Pero así son las reglas del juego y del
consumo, lo que no impide que en materia de homenajes, lo concentremos, si, en
un día al año.
Y quiero comenzarlo, memoria de por medio,
recordando el final de unos hermosos versos de Isidoro Blastein.
“Adiós Mamá.
Hasta pronto.
Trázame un sendero con tu voz
y
una estela luminosa con tu gesto,
resérvame una gruta de ternura
y
guárdame un lugar en tu regazo.
Yo
llegaré hasta ti de cuando en cuando
a conversar
contigo sentado en las estrellas.”
¿Por qué será que teniendo tanto para decir
de ella las palabras nunca alcanzan?
¿Por qué será que el cariño, la admiración,
la ternura, su vocación por el sacrificio, el respeto, la lucha, el refugio o
el amparo sirvan para sintetizarla?
¿Por qué una caricia, una lágrima, una
mirada o un recuerdo basten para que tengamos la certeza casi absoluta y
milagrosa de su presencia?
Ella sabe, porque así lo siente, que el
compromiso y la entrega son parte vital de su atávica dedicación protectora.
Sabemos, y ella también lo sabe, que a la
hora de estar junto a nosotros no existen los enojos, las barreras, las
penitencias ni las distancias.
Es la que nos regala el mágico prodigio de
la vida, nos quita los miedos, espanta las sombras, comprende lo incomprensible
y ahuyenta nuestras penas.
Nada interesa si es casada o soltera, viuda
o divorciada.
Sus méritos como esposa, concubina o como le
quieran llamar poco importan, porque esa mujer, por encima de cualquier vetusto
rótulo convencional, es Mamá.
Y si abrumados por la angustia, buscamos un
motivo que nos devuelva la alegría de vivir, más que a nosotros, en nosotros la
encontramos a ella, así la tengamos o no.
San Agustín sostenía que la muerte de la
madre es el primer gran dolor que tenemos que pasar sin ella.
Ese es el insondable sortilegio de su amor,
porque con ella tal sentimiento está más allá de lo terrenal; de lo explicable.
Podemos conocerla o no, pero estoy
convencido que aquellos que no la conocen, lo mismo respiran por ella y miran
por sus ojos.
Siempre está y estará allí peleando por
nosotros, cuidándonos, guiándonos, llevándonos de SU mano.
Siempre cerca.
En la dicha y en la desgracia; en la risa y
en el llanto.
Presente.
Siempre nuestra y nosotros de ella, aunque
no la veamos volver y pensemos que nos
está esperando.
Siempre… siempre.
LA
LIMOSNA PLÁSTICA
Uno de los aspectos más
cuestionados durante los gobiernos kirchneristas fue su marcado apego al
asistencialismo, casi como reemplazante de la mano de obra productiva al menos
para las estadísticas donde los “planeros” aparecían mágicamente como
trabajadores.
Esa enfervorizada manera de asegurarse votos fue uno de los
factores que deterioró seriamente a la cultura del trabajo, reemplazada por el
facilismo y la dádiva que los beneficiarios recibían sin ningún compromiso de
contraprestación como se aplica en muchos otros países, de levantar escuelas,
arreglar rutas, limpiar plazas, barrer hospitales u otras tareas que tienen el
objetivo de dignificar con esfuerzo lo que se cobra.
Esos planes que durante
más de una década asumieron la dimensión y la práctica de becas a la vagancia,
hirieron casi de muerte a la actividad laboral e hicieron elevar los índices de
desocupación y desindustrialización, aunque los nostálgicos detractores de la
autocrítica aún se apeguen a las mentirosas estadísticas que se dibujaban para
mostrar al mundo una falsa imagen de bienestar y prosperidad.
Basta con hacer mención a los índices de pobreza, ocultos
durante casi tres años, después de mentir que en Argentina había menos
indigentes que en Alemania y ahora, sincerada la estadística en ese rubro, era
para pensar que la lucha contra la pobreza, en todo el territorio nacional,
sería frontal, inteligente y creativa, como para propiciar fuentes de trabajo que
nos recuperen de las ruinas como Estado y devuelvan al proletariado la dignidad
de la transpiración y el sacrificio.
Sin embargo el apremio de los relojes y las bravatas
permanentes de la columna vertebral del justicialismo que es la dirigencia
gremial, mostró las uñas de su férrea oposición y fue creando un ambiente
propicio para el inconformismo primero, la protesta después y la amenaza de
paralizaciones y otras reacciones más violentas como consecuencia de lo
anterior, motorizadas desde los sectores kirchneristas menos resignados a los
cambios que se imponen si lo que buscamos es la hazaña o el milagro de crecer
desde los escombros.
Llegamos a pensar que el clientelismo era una etapa
superada en la Argentina del cambio, pero la realidad a fuerza de cimbronazos
nos demostró que esa práctica, lejos de haber pasado a ser un reprobable
recuerdo, ahora goza de una absurda e inmerecida lozanía: el gobierno nacional
ayudará con 150 pesos por barba al gobierno del cordobesismo que pondrá 450 y
30 los almaceneros, para sostener y aplicar un sistema destinado a familias
sumergidas en la indigencia.
Y adecuándose -sí, en este caso- a los mandatos de la
modernidad, esta especie de vacuna contra el
malestar de diciembre ya tiene el plástico formato de la tarjeta de crédito,
aunque no hay que pagarla sino pedirla y merecerla para comprar alimentos por
valor de 600 pesos para casi 70 mil familias ubicadas bajo el nivel de
indigencia.
La presentación formal de esta novedad, que entrará a regir
el 1 de noviembre, estuvo a cargo del propio Juan Schiaretti y según la
información oficial, el primer mandatario provincial en un alarde de innovación
en materia de discursos dijo entre otras cosas que "Es
una vergüenza la pobreza. El país se desintegró durante la dictadura. Se rompió
el tejido social. El Estado debe liderar el combate contra la pobreza. El empleo es el único
remedio para la pobreza", agregó el gobernador y afirmó que,
con la tarjeta social, se acaba el "clientelismo".
¡Cosas vederes Sancho! diría el Quijote y ¡cosas
escuchares, Pancho! decimos por nuestra parte.
Desde el ’83 hasta nuestros días han transcurrido ¡33 años!
y ningún gobierno ha sido capaz de recomponer aquel deteriorado tejido social.
El clientelismo jamás se terminará mientras los gobernantes
persistan en su malsana costumbre de congraciarse con los sectores postergados
buscando siempre un rédito, como en este caso es calmar los ánimos populares en
creciente exaltación frente a la proximidad de las fiestas de fin de año,
corriendo el riesgo que suceda lo de siempre: el funcionamiento de un maldito
mercado negro que transforme ese valor de 600 pesos en 400 o menos pesos en
efectivo, reprobable mecanismo con abundancia de cultores y oportunistas.
Y si es
cierta su sesuda afirmación que “el empleo es el único remedio para la
pobreza”, ¿por qué en lugar de la limosna plástica no se opta por la creación
de fuentes de trabajo que no sean solo de empleos administrativos estatales?
Hay muchas maneras de alentar emprendimientos
productivos para pequeños grupos y ese dinero -41 millones de pesos- del que se
dispondrá mensualmente bien puede aplicarse a una gestión que aparte de ser
generadora de mano de obra, sirva para hacer recuperar dos valores que si se
han perdido: la cultura del trabajo y la dignidad de la ocupación, del esfuerzo
y del sacrificio.
Ese sí, y no la continuidad del clientelismo populista,
debiera ser el objetivo que el gobierno tiene la obligación de alentar.
Porque de vagancia rentada disfrazada de “sensibilidad social”,
los argentinos ya estamos hartos.
NUESTRA
SELECCIÓN PAPELONERA
Después del mal paso ante Perú con un magro
empate y luego el tropiezo como local ante Paraguay, es como para empezar a
preocuparse con miras al futuro de nuestra selección nacional de fútbol y sus
posibilidades para clasificar a las instancias finales de Rusia 2018.
Tenemos, por lejos, al equipo más caro del
mundo, con el mejor jugador del mundo y ahora estamos rogando si las cosas no
cambian, que en el repechaje nos toque algún equipo fácil como para superarlo.
Hay muchas preguntas que nos hacemos,
posiblemente desde la ignorancia, como por ejemplo, ¿por qué los jugadores
rinden superlativamente en sus equipos europeos y en la selección es como si
tuvieran botines de plomo?
¿Por qué en muchos casos hay una actitud
displicente hacia el adversario y de abierta antipatía con el hincha, a quien
hasta le niegan un gesto, una sonrisa y ni pensar en un autógrafo o una selfie,
salvo contadísimas y honrosas excepciones?
¿Es que acaso en la Selección Nacional no
cobran y juegan gratis?
Para el equipo que nos representa ante el
mundo, cada uno de los jugadores es una muestra de fragilidad que no tienen en
sus escuadras donde cobran millones de euros o de dólares, porque con ver
algunas estadísticas, caemos en cuenta que son muchas más las lesiones que
acusan jugando con la celeste y blanca que para cualquiera otra camiseta.
Debe ser como ahora se ha puesto de moda
calificar, que es una simple cuestión de actitud.
¿Actitud de qué?
Con lo que le cuestan al Estado -y a eso lo
pagamos todos- estos señores del fútbol debieran asumir el honor de
representarnos con algo de altura, con mucho de sacrificio y como un compromiso
con más de 40 millones de argentinos que desde hace tiempo necesitamos ganar en
algo, y no tan solo en inflación, en pobreza o en corrupción.
Sería apropiado dejar de lado la discusión
si con Messi es un equipo y sin Messi una murga, porque las estadísticas en tal
sentido son concluyentes y lapidarias: sin Messi estamos para un campeonato de
casados contra solteros.
¿Por qué estamos así?
Se me ocurre pensar que aparte de
representar una imagen del país, de su situación, de la crisis y de todo lo
vivido, nuestros jugadores son una especie de reyezuelos que tiempo atrás
hipnotizaron a millones de argentinos, pero que ese hechizo se termina,
digámoslo así. por falta de huevos.
No es solo una cuestión de hombría o de
coraje frente al adversario, sino de respeto hacia quienes y pese a todo, los
seguimos alentando.
EMPEORA
EL TRANSPORTE URBANO
A esta altura de las cosas, me parece que sería inútil exigirles a las
autoridades municipales que ejercieran el control que las ordenanzas les mandan,
con relación al cumplimiento o no, del servicio de transporte de pasajeros en
la ciudad.
La verdad sea dicha, había mostrado una
saludable mejoría con la incorporación de nuevas unidades, con el respeto por
las frecuencias, por la prestación en general.
Pero últimamente todo eso se derrumbó y la
prueba más simple y cotidiana está en al menos, la duplicación de los tiempos de espera, documentada en las
extensas colas de usuarios que deben someterse a la tortura de aguardar que los
señores empresarios se dignen a cumplir con los ,pliegos que firmaron y que
tantas ganancias les aportan.
Porque no me vengan con que pierden plata,
porque si así fuera, tontos no son y se mandarían a mudar e invertirían en
algún otro emprendimiento rentable…
Es más o menos como los dueños de taxis que
lloran miserias pero cada chapa tiene un costo –aunque digan que no se venden-
que triplica o más el valor del vehículo.
Basta con planillar el paso de distintas
líneas, al azar y sin muchas pretensiones técnicas, en cualquier parada del
centro, de Alberdi, en Alta Córdoba, San Vicente o en el Cerro de las Rosas,
para llegar a la convicción que los servicios se han restringido, en el mejor
de los casos, a la mitad.
Los empresarios de la FETAP son los dueños
del transporte de Córdoba desde hace años, y cuando parecía que alguien estaba
midiéndolos para ponerles el cascabel, resulta que en una insolidaria
demostración de poder, están demostrando que la manija sigue siendo de ellos.
Su mejor cómplice y socio en las ganancias,
no es otro que el poder concedente, o sea nuestra Municipalidad, que hace como
muchos, la del perro que lo están…
¡Buehh! Mejor lo dejemos así.
LA
MEGACAUSA DEL REGISTRO
La Justicia cordobesa ha hecho de la
causa del Registro de la Propiedad una entidad completamente versátil.
Ya hemos demostrado que con ella es posible
cocinar, cosechar, ofertar, negociar y sabe Dios cuántas cosas más, y entrando
en el campo de la ciencia, bien apta es para un estudio en el que se formule
como hipótesis que
la prisión preventiva aplicada en la causa alcanza niveles récords, superando
cifras nacionales e internacionales y contrariando los estándares mundiales de
derechos humanos.
La metodología se
centrará en la determinación de número de causas y de imputados, cantidad de
imputados con prisión preventiva, duración de esa medida y personal a cargo de
tal decisión.
Los resultados arrojarán
que más del 70 por ciento de los imputados han sido encarcelados sin
juicio, con prisiones preventivas que se extendieron por 3 años en
más del 90 por ciento de los casos y que fueron decididas el ciento
por ciento por una única comisión especial a cargo.
Estas cifras contrastan con la ya alta y
criticada tasa de prisión preventiva de Argentina que ronda el 50 por ciento y
con los números mundiales que oscilan entre el 30 y 60 según los países.
La conclusión es
que en todos los casos la causa del Registro supera ampliamente los
índices de encierro, contrariando los estándares que establecen su uso
corto y excepcional, por lo que la hipótesis se ve confirmada.
Queda pendiente un análisis mucho más
complejo y esclarecedor: dilucidar los motivos del dictado de esta prisión
abusiva, determinar las causas de tan mediática creación y conocer los nombres
de sus beneficiarios.
Un verdadero desafío que por fin y a no
dudarlo, será Justicia.
ACAMPE
POLICIAL Y PENITENCIARIO
En cualquier
lucha contra la indiferencia del poder el costo es siempre elevado y para colmo
se multiplica cuando el silencio alcanza a la legión mediática, por lo general
adscripta a la obediencia debida que le impone su majestad la pauta
publicitaria oficial. Y más en este caso porque “el gancho” para cobrar los
avisos del gobierno que pagamos todos, en definitiva, lo pone precisamente el
autor de la maquiavélica ingeniería matemática que sepultó al 82 por ciento y
al equitativo espíritu de las jubilaciones.
Los
policías y penitenciarios retirados que hace más de un mes acampan en la
céntrica y emblemática plaza San Martín de nuestra ciudad, contra la opinión de
mucha gente, no están allí en demanda de aumentos en sus mensualidades, sino
para que se cumpla la esencia de las leyes jubilatorias que debieran ampararlos
y que el Estado provincial interpreta y aplica de tal manera, que ha generado
injustas postergaciones por una parte y disminuciones de haberes por otra.
Tampoco están allí en una silenciosa protesta
demandando la integración de un sindicato, sino luchando a su ordenada manera
porque jamás fueron representados, informados o instruidos acerca de sus
derechos como trabajadores de la seguridad, salvo un epidérmico conocimiento
sobre la ley 8024, ahora desplazada.
O sea que
el mensaje y la lucha pacífica está dirigida también a los policías en actividad
reclamándoles por su mezquindad, para que se capaciten e instruyan sobre cuáles
son sus derechos, porque actualmente los retirados en este año cobran
normalmente, quienes lo hicieron en 2014 y 2015 sufren una merma del 20 por
ciento, los que dejaron la fuerza entre 2009 y 2013 perciben cifras cercanas al
65 por ciento y los retirados antiguos, es decir anteriores a 2009 cobran el 53
por ciento con relación al personal en
actividad.
El poder sigue
aplicando también en ese ámbito la política del caprichoso remiendo y del
parche indignante porque entre otras maniobras -maquilladas como legales-
implementa índices sectoriales de actualización, dejando de lado el respeto por
el artículo 88 de la ley 8024, prohíbe trabajar en forma independiente salvo profesiones
colegiadas, elude la aplicación del artículo 92 de movilidad del haber de
retiro especial, todo lo cual implica una pérdida del haber del 10 por ciento
anual.
Con leyes y
decretos posteriores modifica la relación, siempre en beneficio de las
comprometidas arcas del Estado, incluyendo al decreto 194 rotulado como
“aumento para retirados” que, según se comenta, ni siquiera salió publicado en
el Boletín Oficial ni se conoce el origen de un porcentaje del 21,99 que se
supone es un índice de actualización sectorial que lo aleja de aplicar la
escala que establece, precisamente, la ley 8024.
Son tantos
los manoseos perpetrados por esta especie de alquimia de números, que la peor
consecuencia es haber sumergido en la ignorancia de la realidad, a quienes más
debieran conocer con relación a sus derechos, especialmente por el respeto que
se les debe en su condición de servidores durante tantos años y aportantes a un
sistema que con el tiempo se transformó en pernicioso.
Los
policías y penitenciarios retirados mantienen su estado de abierta crítica y
reproche hacia las autoridades provinciales y de manera especial dirigidas al
Ministerio de Finanzas -a cargo ahora de quien durante tantos años
instrumentara todas las medidas que los afectan- y a la titular de la Caja de
Jubilaciones de la Provincia, que es el organismo ejecutor, esperando de esos
altos funcionarios que están al servicio del pueblo y no a su propio servicio,
que los reciban para plantearles una realidad que desde el poder no ignoran,
con el objetivo de encontrar los canales pacíficos que lleven a una solución
real y no declamada, como tantas veces ocurrió.
La
situación se puede apreciar desde distintos ángulos, pero todas las líneas
conducen a una sola certeza: se está menoscabando la ya deteriorada validez del
acuerdo tácito de los gobernantes con la gente, que es el de escuchar sus
quejas y sus problemas, sin especulaciones ni odiosos condicionamientos.
Se trata, de última, de una simple cuestión de respeto al prójimo.
Porque allí en la plaza, nadie piensa en rendirse.
Se trata, de última, de una simple cuestión de respeto al prójimo.
Porque allí en la plaza, nadie piensa en rendirse.
ANDREÍTA
SIGUE LLORANDO
A aquella blonda y enrulada mocosita que
enternecía a la audiencia desde los televisores con imágenes en blanco y negro,
décadas atrás y luego en colores, no se le puede negar su calidad artística
porque caeríamos a una tremenda injusticia.
Méritos le sobraron hasta que los almanaques
la alejaron de la niñez, se hizo cantante de las buenas en el país y lejos de
nosotros, tuvo su agitada vida social hasta que llegó a los tiempos del reposo,
para gozar las mieles de la fama conseguida y de los ahorros atesorados.
Ya en los tiempos actuales desde algunos
sectores la tenían registrada como asesora de la Sra. Que Ahora Quiere Volver
en cuanto a mohines, lagrimeo y gestualidad, lo que se llama en buen romance
arte escénico en apoyo de la capacidad oratoria, aunque ahora Andreíta del Boca
diga que no eran amigas.
El tema es que se ha develado que hay
demasiado dinero de por medio y es preciso poner ciertos detalles en claro,
porque 35 millones de pesos, o más según se comenta, no son fáciles de
esconder, salvo que usted se llame Lázaro Baez o sea monjita medio trucha en un
convento legal.
Es la suma que le asignó quien sería su
socio, padrino o cómplice, el generoso Julio De Vido que desde su ministerio de
Planificación Federal trianguló esa cifra con una universidad -la de San
Martín, donde los “K” habían montado una especie de IBOPE paralela- e implementó una compra sin concurso y floja
de papeles.
Era para hacer una novela que nadie vio ni
escuchó, con actores que dicen haber cobrado mucho menos que lo anunciado y
prometido.
Complicada la situación, especialmente para
esta señora ex niña prodigio que tanta admiración despertó en sus años de
esplendor escénico, ahora abrumada por su decadencia artística, con dinero del
Estado se vacunó contra la desmemoria y el olvido.
Porque ahora si, y con 35 millones de
razones, se hizo acreedora al diploma de inolvidable.
QUE
ES LA LEALTAD PERONISTA
Las imágenes amarillentas de octubre del 45
nos muestran el fervor de la gente por su líder, los pies hinchados por la
caminata metidos allí, en el agua de las fuentes de la Plaza de Mayo y el grito
que nacía desde el fondo de cada pecho, y es como si nos invadiera una especie
de nostálgica admiración.
Digo admiración por el compromiso, por la
convicción, por la lucha inicial contra una oligarquía terrateniente y de nariz
parada, esa casta que viajaba anualmente a Europa llevando su propia vaca en el
barco para asegurarse la leche.
Aquellos trabajadores de rostros y cuerpos
cansados por la explotación, bolsillos
exhaustos, esperanzas adormecidas y derechos vulnerados fueron los que marcaron
el rumbo hacia el milagro de la redención.
Ellos, y nadie más, deben quedar en la
historia como los forjadores de la lealtad: lealtad a sus principios, lealtad a
su lucha, lealtad a su propio sacrificio.
Es preferible que los hombres merecedores de
lealtad, sean más merecedores de respeto.
Los argentinos a veces alteramos y
devaluamos los conceptos y algunos quieren hacernos creer que los hombres son
más importantes que las instituciones, o que la Patria misma.
Ese deporte nacional de endiosar ha llevado
a la desilusión de muchos, porque fabricamos dioses de cartón con alma
demagógica y mentirosa.
La lealtad debe ser hacia los principios
honorables, hacia la ética, hacia la honestidad, hacia la sana cultura del
trabajo, del esfuerzo y del compromiso con la sociedad.
No es bueno, porque poco dura, ser leales al
bolsón, al subsidio, a la beca indigna, ni a ninguna dádiva.
Lealtad, es el cumplimiento de lo estipulado
por las leyes de la fidelidad, del honor y de la hombría de bien.
Lo contrario es solo politiquería, y no precisamente
barata.
Porque siempre, eterna e invariablemente nos
lo recuerda la historia, nos ha salido demasiado cara.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado