NADA SE HIZO MAL, SE HARÁ DE TODO Y
LA AMNESIA FUE GRAN PROTAGONISTA
Antes que nada y fundamentalmente, los cordobeses deben -debemos- tener
en cuenta que estamos en un año electoral que promete en muchos aspectos ser
vertiginoso, por su doble condición de ring dentro de los partidos o alianzas y
de pelea callejera con relación a las campañas proselitistas que desembocan en
las urnas.
La Unicameral, esa patrona de
estancia que desde años atrás se disfrazó de recinto para debates en los que
siempre se imponen los brazos enyesados de la obediencia debida hacia el otro
poder que se dice independiente, fue el escenario para un nuevo mitin como los
de antes con todo el folklore, presencias y ausencias y la formalidad que pasa
a un plano secundario para dar inicio al período de las sesiones.
Y habló el Sr. Gobernador casi 50 minutos durante los cuales fue
interrumpido por unas cuantas oleadas de aplausos y vítores de las barras
adictas que ocuparon los lugares más visibles con sus banderas, estandartes,
cartelería y consignas obviamente favorables mientras los otros, los de las
protestas y los reclamos, quedaron prolijamente -si cabe el término- confinados
en la calle por determinación policial.
No llamó la atención que por
tratarse de un acto institucional dentro de la campaña proselitista
(carísisima, que la pagamos todos y nos atosiga por radio y TV) el mandatario
provincial anunciara miles de casas, cientos de créditos, mejoras en toda la
provincia, redes de gas, atención médica integral, internet gratis en las
plazas, conectividad en todo el territorio, licencia para las madres
trabajadoras, creación de fuentes laborales, ventajas para la juventud, etc.,
etc., etc.
Bueno hubiera sido al menos un
cachito así de autocrítica, reconociendo entre otras cosas que en el marco de
una crisis pagamos la energía eléctrica más cara del país y que aumentará muy
por encima de la inflación como en el 2018, suministrada ciclotímicamente por
una empresa deficitaria que retribuye con “sueldos europeos” y premios “a la
eficiencia” a sus directivos.
Que se les escapó la tortuga
con la inseguridad pese a que se gastaron millones de pesos en equipamiento
tecnológico y numerosa incorporación de personal, pero se le pasó por alto que
los índices de delitos vienen aumentando brutalmente, como asimismo la
participación de policías en hechos delictivos y todo esto por lo inexplicable
de no haber estructurado y aplicado una política integral de seguridad,
creyendo que todo se solucionaba con remiendos y alguno que otro alejamiento
dentro de la cúpula azul.
Que ampliarán las atención médica
a los cordobeses pero no dijo por qué sobreviven, ni cuando desalojarán a las
ratas que se pasean por las salas de espera del Hospital de Niños o por qué no
tienen aire acondicionado algunas otras instalaciones del área salud. Nada se
escuchó del deplorable estado de varias escuelas, ni por qué reiteran en el receso
que para el próximo ciclo serán un modelo edilicio, lo que jamás ocurre.
Negó -y me pareció incorrecto
haberlo dicho para entusiasmar a su barra- que desde la Nación le hubieran
enviado buen dinero, cuando advertimos que ciertas fidelidades y apoyos como
todo en esta vida, nunca se consiguen gratis tanto de allá para aquí como de
aquí para allá. Ni una palabra de la abultada deuda provincial, en algunos
casos a casi dos décadas, que posiblemente la pague si consagra su eternidad en
el poder o se joderá quien tenga que afrontarla. Y eso de saltear para algún
otro momento los errores cometidos, aunque ni a eso apuntó, fue un silencio que
sirvió para cerrar una sintética imagen del discurso ante la Unicameral que así
bien puede calificarse como “de barricada” frente a una platea entrenada y
predispuesta al aplauso.
Varios pensaron -pensamos, la
verdad sea dicha- que tendría al menos palabras de humano consuelo para los
jubilados provinciales discriminados en el cobro de un bono anual, maniobra
consentida por los gremios que agrupan a empleados públicos de Córdoba. Es el sector
más vulnerable de la sociedad, que si bien sus mensualidades son superiores a
las de la Nación, eso es por haber aportado más y ahora deben resignarse a un
escamoteo de su legítimo 82 por ciento devenido en el 70 por milagro de una
alquimia matemática creada por una insensible maniobra de perversidad, frente a
la urgencia de recaudar con ningún sentido del ahorro ni del cuidado de los
fondos del Estado provincial.
Es probable que no sea el
último discurso del Cont. Schiaretti inaugurando un período de sesiones en la
Unicameral.
Y si le llegara a tocar otra
vez en el 2020, roguemos que lo haga con la convicción que la autocrítica no es
un acto de debilidad política ni de flaqueza ideológica sino una demostración
de grandeza cívica y de honestidad institucional.
Gonio Ferrari
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