3 de mayo de 2020

S.L.B.: HOY, DÍA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN - PASÓ EL DÍA DEL TRABAJADOR - UNA PELIGROSA SUBVERSIÓN DE VALORES - LA MEGACAUSA DEL REGISTRO SIGUE SU CURSO - LA CULPA NO ES DE LOS JUBILADOS - LOS PRECIOS Y LA LEY, TOMADOS "PARA LA JODA" - MEDICOS CUBANOS: TEMA ADORMECIDO, ETC.


Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición n° 619, emitido el 3 de mayo de 2020 en dúplex por AM580 y la FM88.5 ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba.

No es un regalo. Es la Ley
HOY ES  EL DIA  MUNDIAL DE 
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
   Suele ser un argumento de los gobiernos autoritarios, sostener que le otorga a los medios periodísticos y por ende a la ciudadanía, el beneficio o la gracia de poder decir lo que se les antoje.
   La necedad está en que ningún gobierno debiera asumir esa temeraria potestad, porque la verdad sea dicha, es un derecho consagrado en nuestra Constitución Nacional y es básico en los genuinos sistemas democráticos.
   Si desde el poder se pregona la generosidad de dejarnos opinar o hablar a los periodistas, es cuando más se esconde la censura disfrazada de varias sutiles maneras, como son el condicionamiento económico a través de la pauta publicitaria, la discriminación a la hora de informar o el perverso y tan aplicado sistema de premios y castigos.
   Existe entre nosotros y ya es conocida por su práctica habitual, la malsana costumbre gubernamental de suponer que con la onerosa y por lo general inoportuna publicidad oficial que la maquillan como difusión de los actos de gobierno, lo que en definitiva es un disfraz de promoción partidaria, se compran aplausos.
   O que con los montos exagerados que se destinan a los medios de mayor audiencia, se pagan silencios.
   Finalmente ambas posturas son dos de las visiones que nos aporta esa insuperable vocación por la hipocresía que caracteriza a muchos de los malos políticos, y más aún cuando manejan eso tan sensual que es el poder.
   Después de todo, el hecho de sentirse salvajemente libre está en cada uno de nosotros, con una sutil diferencia: los que tomamos esa actitud como una forma de vida, y los grises que al quedar bien con Dios y con Satanás, creen que transmiten una imagen de libertad.
   Y tomemos en cuenta, sobre todo por recientes declaraciones presidenciales, que el periodismo independiente nunca coincidió con aquella vieja costumbre de aceptar como válidas, esas excusas que pretenden cubrir errores propios cargándole culpas a quienes las difunden, creyendo evitar ser encubridores de situaciones anormales.
   Antes era contra los medios no alineados ideológicamente con el poder y ahora la preocupación los asalta desde las redes sociales con su vertiginosa modalidad, aunque cabe reconocer que se cometen algunos excesos.
   Es como esos desubicados que cuando les llegan las cédulas de notificación por un embargo, se la agarran con el cartero…

El Día del Trabajador
UN AÑO MÁS CON EL TRABAJO SUMIDO
EN UN INQUIETO  MAR DE  CONFLICTOS

   Pasó el día nuestro, de los que por convicción y alta responsabilidad hemos abrazado desde décadas atrás la cultura del trabajo, que no deja de ser una innegociable actitud frente a la vida que nos enaltece ante la sociedad.
   Y no es tanto para festejar, sino para evocar en el respeto a los mártires de Chicago y su sacrificio, al entregar sus vidas en la lucha por reivindicaciones que por aquellos años eran una de las tantas utopías para el reinado del capitalismo.
   Como siempre y en casi todo el mundo, la celebración del día del trabajo, o del trabajador, fue motivo para reuniones multitudinarias como los casos de La Habana, Moscú y la inestable Caracas por ejemplo, o entre nosotros con la sagrada expresión del locro, cuyos efectos se advierten recién por la noche o entrada la madrugada, cuando es común que en los casos de los matrimonios, se produzcan ruidosos y momentáneos divorcios o despavoridos abandonos del lecho.  
  Quiero de paso ofrecer un humilde reconocimiento a todos los dirigentes sindicales que ofrendaron buena parte de sus vidas -y algunos la vida misma-  en la diaria fragua de la lucha gremial, sin claudicaciones ni privilegios. 
  A los que siguieron siendo ejemplo de fervor laboral en su trabajo cotidiano y no vivieron prendidos a la licencia sindical, en cuyo nombre se cometen tantos abusos.
  Quiero eximir de este reconocimiento, por estrictas cuestiones de justicia, a los que se sirven de su condición de dirigentes en provecho propio, de sus familiares, de los amigos y de las amigas, porque no merecen figurar en el cuadro de honor de los honestos.
  Quiero, en definitiva, valorar el esfuerzo de tantos hombres y mujeres que se dignifican laburando, sacrificando su descanso, buscando siempre algo más para hacer; para sentirse útiles, para saberse capaces, que es la manera más maravillosa de sentirnos libres.   
  El actual marco referencial no es el mejor, con el preocupante número de desocupados reflejado en las estadísticas, el deterioro del salario en su poder de compra, los aumentos en mercaderías y servicios y una inflación agazapada pero ahora no escondida ni negada, que nos castiga sin misericordia.
   Por otra parte las becas a la vagancia (algunos les llamaban y les llaman planes o subsidios) no hicieron otra cosa que robar la poca dignidad que les quedaba a muchos argentinos, que preferían eso: la dádiva en lugar de transpirar, precisamente para dignificar y adecentar lo que cobraban como ñoquis.
   Debemos reconocer también la culpa de muchas empresas, que cuentan con dos curiosos mecanismos destinados a la reducción de sus planteles: las tecnologías aplicadas a mansalva y la injuria del pago en negro, no para beneficiar al trabajador, sino como otra manera de evadir tributos.  
  Seguramente con la madurez democrática que pese a todo aún no hemos alcanzado, llegará el momento en que la sinceridad se coloque por encima de la especulación.
Y se haga carne en los argentinos aquello que sostenía Ghandi: “Dios ha creado al hombre para que gane su sustento trabajando, y ha dicho que aquel que come sin trabajar, es un ladrón”.
   Y ese viejito de sencilla y eterna vestimenta blanca, algo sabía de sacrificios…

La suelta de presos
EL MUNDO DEL REVÉS: ELLOS ESTÁN
SUELTOS Y NOSOTROS ENTRE REJAS
  Cuando se escriba la historia de aquí a varios años si la pandemia permite la preservación de la raza humana y no haya un energúmeno que prohíba pensar, recordar y hablar, los memoriosos evocarán en los diarios digitales si es que no fueron reemplazados por ondas mentales, que fue un tal Aimée Boudou quien hizo la punta cuando aún no era noticia aquello del riesgo del hacinamiento, la edad superior a los 60 años, tener tos, algo de fiebre, no distinguir ciertos olores o estornudar sin cubrirse y eran términos comunes y corrientes el barbijo, el aislamiento social obligatorio o hacer la de Pilatos por lo menos tres veces al día.
   Es muy difícil que el pueblo Argentino olvide aquella noche patria del 25 de mayo de 1973 cuando quien acababa de asumir como ministro de Justicia Esteban Righi, cumpliendo directivas del flamante Presidente, ungido por el voto popular, el odontólogo Héctor “El Tío” Cámpora, en el penal de Devoto abrieron las celdas para que una masa de presidiarios se tomara como se dice “las de Villadiego”, de lo que fueron beneficiarios algunos montoneros y erpianos, estafadores, criminales, violadores y una gama indiscriminada de delincuentes que incluyó a un personaje internacional.
   Desde algunos sectores políticos con marcada ideología izquierdosa se tomó dicho acto como una reivindicación de la libertad, una libertad no merecida pero aplicada al fin, pero dejemos este costado anecdótico para volver raudamente a la realidad de los tiempos actuales.
   La alergia a los barrotes de muchos procesados y algunos condenados por hechos de corrupción y delitos mayores  perpetrados en épocas recientes, que contaba con la humana comprensión de un sector del gobierno actual a nivel nacional, se me ocurre que fue el factor que movió a instrumentar un desenlace parecido, pero sin apresuramientos, bien pensado y sin aparentes apremios, salvo la desesperación de muchos de esos penados a quienes la Justicia se les venía encima, aunque algunes pudieron esquivarla o dilatarla.
   A los pretextos de la edad, la falta de sentencia firme y la seguridad que no se transformarían en prófugos, fue reforzada por un factor hasta pocos meses antes impensado: el riesgo de contagio masivo en los penales donde estaban alojados.
   Pensar que un microorganismo como el virus corona pueda tener tamaño poder, llegaron a comprenderlo cuando sumaron ese peligro a la demanda de una urgente liberación que los transformaría en delincuentes de peligros relativos, pero acomodados libremente en sus casas y sin usar la pulsera electrónica porque no había cantidad suficiente para instalárselas a todos.
   Llovieron los pedidos de los penados, la proliferación mediática de sus abogados, las controversias y las interpretaciones del beneficio y toda la menesunda que nos podamos imaginar.
   Muy simple, porque como en todos los casos que se otorgan beneficios, nunca faltan los colados en la fila que con caras de “yo no fui” acceden al sector de los beneficiarios pese a ser violadores, homicidas o autores de otros delitos aberrantes cumpliendo condenas superiores a los ocho años o más. Ningún “bebé de pecho”.
   En pocas palabras, algo parecido a un viva la joda, hasta que las autoridades cayeron en cuenta que tal desmesura no había caído simpática y antes de un sonoro cacerolazo, sartenazo y tarrazo popular y nacional, optaron por rever todo lo actuado y prometer que en cuanto a las libertades no se registrarían equivocaciones.
   Lo malo fue que en ese tiempo perdido, más de un delincuente a las pocas horas ya había vuelto a su costumbre de robar, otros a balear y algunos, creo que un solo caso, a matar y si me equivoqué pido disculpas. Pero a un violador se le permitió vivir a pocas cuadras de la ahora mujer que siendo menor, fue su víctima.
   Aunque disculpas, formalmente y con seriedad creíble, debieran pedir todos los capitostes que quisieron hacer pensar que salvaban vidas a delincuentes condenados porque no había derecho a que murieran en las cárceles, sin tomar en cuenta que las víctimas de esos indeseables no gozaron de los beneficios de una democracia y un sentido de la libertad pésimamente entendidos.
  Ahora volver atrás, será para que la Justicia en su majestad no padezca un nuevo embate de aquellos que a toda costa procuran consagrar su impunidad.
   A una certeza irrebatible arribamos cuando fuimos advirtiendo que la inseguridad dejaba de ser esa sensación que pretendían vendernos desde el poder, porque precisamente con la consagración de esa impunidad, llegamos a la ominosa realidad que los delincuentes estaban libres y los decentes entre rejas.

La Megacausa del Registro
EL ENCIERRO CON POCO FUNDAMENTO ES
MAS  QUE  SIEMPRE CONDENA ANTICIPADA
   Las curiosidades de nuestra lengua permiten que mientras las palabras prisión y cárcel son sinónimos como lugares de encierro y privación de la libertad, sus términos derivados, prisionero y carcelero, son totalmente opuestos.
   La Real Academia Española define como “prisionero” a quien en campaña cae en poder del enemigo, o a la persona que está presa generalmente por causas que no son delito, y como “carcelero” a quien cuida la cárcel, literalmente a uno y otro lado de la reja. A la luz de estas definiciones podríamos considerar a los detenidos en la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba como prisioneros, por cuanto al no haber sido juzgados y conservar el estado de inocencia, no existe certeza de que hayan cometido delitos.
   Del otro lado, la condición de carcelero podría asignarse a los funcionarios judiciales que integran la comisión especial, que con su persistente  afán de dictar y mantener las prolongadas prisiones preventivas, cuidan que nadie salga de la cárcel. 
   Paradójicamente en las últimas semanas, a este pertinaz encierro se ha contrapuesto la veloz liberación de numerosos presos comunes, en muchos casos condenados y no siempre inofensivos, con precarios controles, excusándose en la pandemia, el hacinamiento como si fuera novedad y en otros pretextos poco sustentables.
   Recordando que en la causa del Registro abundaron condenas anticipadas, condenas por íntima convicción y hasta condenas a quienes fueron víctimas de los estafadores, la actual compasión y generosidad judicial para con los otros, confirma que en dicha causa queda bastante verdad para recuperar de abajo de la alfombra.
   La escoba deberá ser de respetable tamaño.

Endeudamiento provincial
SI LOS JUBILADOS NO TIENEN LA CULPA ¿POR
QUÉ NUEVAMENTE SE ENSAÑAN  CON  ELLOS?

   Antes que alguien diga nada porque en realidad el achique a los jubilados es hacia los que más ganan, y el escalonamiento de los pagos es -a todas luces una falsa excusa- para que no se amontonen en los bancos, lo negro del panorama es que tales medidas son una especie de anestésico antes que los empalen de aquí en adelante hasta que la provincia pueda salir, si es que sale, del brutal endeudamiento dolarizado al que la llevaron los cráneos de las finanzas que siguen alimentando la ominosa bola de nieve que día a día aumenta en velocidad y volumen.
   Que el banco equis de los yanquis aplica tasas bajas, que los otros bancos europeos son amigablemente generosos, que los árabes nos otorgaron plazos amplios y años de gracia, son detalles que colisionan con un argumento irrebatible en lo que son las finanzas internacionales: los yanquis, los europeos, los árabes y cualquier otro banco próximo o lejano, en su momento querrán cobrar y allí quiero ver a los dibujadores -que no es lo mismo que dibujantes- jugando con números verdes, caramelos en los frascos o extensiones de compromisos para que los afronten nuestros bisnietos, porque los nietos ya están hasta las manos en deudas.
   Ese mismo estilo de la alquimia perversa que hizo creer a los viejos que cobraban el 82 por ciento, manipulando números aunque lo hicieran según explican, dentro de la ley, es lo que nos viene llevando al abismo del que sólo podrá sacarnos, emisión e inflación de por medio, la ayuda del tesoro nacional siempre y cuando -quisiera que jamás ocurriera- nuestra Caja de Jubilaciones armonizara con el nivel nacional, donde la mayoría de los que malsanamente llaman “beneficiarios” cobran mensualidades que no alcanzan a superar ni a la mitad a la ya desactualizada línea de pobreza.
   Algunos podrán pensar que frente a la encrucijada de la coyuntura pandémica, la generosa actitud del Sr. Gobernador fue esa, la de donar parte de su sueldo, aunque más allá del acto de desprendimiento, estuvo esa manera especial de marcar la cancha, estableciendo al menos por cuatro meses el techo que alcanzarían en sus haberes los integrantes de la planta política, sin contar como siempre viene ocurriendo con la aplicación de idéntico criterio a la Justicia ni a los actuales becarios de la Unicameral.
   Los haberes de los pasivos provinciales no es que sean elevados, sino que sus aportantes contribuyeron con mayores porcentajes a lo largo de los años, pero no son culpables de la indiscriminada manchancha de beneficios que instrumentara el Estado provincial a hombres y mujeres que en su vida aportaron un mísero peso a las arcas siempre sedientas de la Caja de Jubilaciones.
   El pago de favores políticos y esa maldita costumbre de comprar votos y poder con dinero ajeno, han sido la sangrienta pandemia encerrada en una Caja de Jubilaciones que en un tiempo fuera modelo, hasta que la demagogia y su aplicación echaran por tierra a esos justos blasones.
   Una provincia con sus números en rojo, no es bueno que apele al dinero de quienes se esforzaron por años y años, en lugar de equilibrar sus desajustes achicando el Estado y limitando tantos gastos en autobombo y en obras que de ninguna manera eran prioritarias.
   Que no sea éste el comienzo de una escalada mensual de injurias a quienes menos las merecen.
   Ya los han hecho sufrir bastante.
   Porque la mentira también es una tortura.
  
Si los controlaran…
¿QUIÉNES PERSISTEN  EN  TOMAR A
BROMA A LOS PRECIOS Y A LA LEY?
   Recuerdo patente de años atrás -no tanto es el tiempo que ha transcurrido- cuando generaba ciertas expectativas en distintos ámbitos de la actividad ciudadana, conocer los índices de inflación que se anunciarían oficialmente con origen en el Indec.
   La credibilidad en dicho organismo estatal fue decayendo porque la realidad, lo cotidiano, aportaban cifras que poco tenían que ver con los dibujos que prolijamente y a veces no tanto, producían los cerebros políticamente alimentados que se encargaban de esa tarea.
   Resumiendo, en los últimos tiempos de la vigencia de aquel estilo mentiroso y artero, la gente pasó a tomarlos más a risa que a indicadores idóneos para la toma de decisiones, mientras los precios en todos los órdenes aumentaban desmesuradamente pero las cifras del Indec indicaban otra cosa muy diferente, obviamente hacia abajo.
   No se puede todavía establecer si durante el macrismo los números que se daban a conocer de la inflación fueron rigurosamente reales y sinceros, pero siendo elevados se buscó -a decir de las autoridades de entonces- privilegiar la sinceridad por encima del engaño que en nada ayudaba a frenar la creciente inflación.
   Dejando de lado la transición, los dimes y diretes, las posiciones enfrentadas, los argumentos contrapuestos, las técnicas de medición diferentes y todos los argumentos que me puedan exhibir, el sostener que la inflación de marzo fue tan exigua, derrumbó el poco respeto que nunca el Indec se preocupó en recuperar.
   Pero no obstante, aparecieron los salvadores de bolsillos ajenos -los propios ya están a salvo- con sus fórmulas mágicas para evitar el incremento de los precios y así pomposamente nacieron los precios cuidados y otros artilugios que perseguían idéntico fin.
   De nada sirvieron, porque el propio Estado se encargó de aumentar productos básicos en materia de servicios como el agua, el gas, la electricidad, los otros combustibles, la carga impositiva, etc. a niveles para muchos inalcanzables. A nadie se le ocurrió la simpleza de recrear el viejo método peronista que aplicaba la Ley del Agio y la Especulación por considerarla anticuada, mientras que con la modernidad cada día vienen deshilachando un poco más los bolsillos de los argentinos.
   En Córdoba hasta se permite a la empresa eléctrica aplicar recargos a las facturas que no llegaron en tiempo y forma a los usuarios por problemas de la EPEC y de su correo contratado, pero no de los vecinos.
   Así las cosas, es complicado pensar que podamos alguna vez recuperar la estabilidad entre precios y salarios por una razón demasiado simple y elemental: los salarios están bajo severo control mientras que los empresarios y los comerciantes, con los precios, hacen lo que quieren.
   Y no hay nadie que se los impida…

¿El tema está firme?
DESORIENTA A LA SOCIEDAD UNA CIERTA
PERPLEJIDAD ACERCA DE  LOS CUBANOS
   Fue un asunto tan meneado que finalmente es como si el tiempo se estuviera encargando de diluirlo, más que posiblemente por el rechazo que generó especialmente en la comunidad científica, esa especie de “invasión” de ¿médicos? cubanos propiciada por el Estado nacional, so pretexto de su imprescindible presencia para darnos una mano en la tarea de enfrentar a la pandemia.
   No es cuestión de pensar que los argentinos somos un pueblo desagradecido o indiferente y rechazamos por rechazar la supuesta ayuda humanitaria que vendrían a darnos desde el país caribeño, pero cuando los rumores de ciertos detalles pasan a formar parte de los comentarios habituales de la sociedad, alguna atención es preciso prestarles aunque más no sea por darle lugar a una humana actitud de curiosidad.
   Casi como por arte no de magia sino de prudencia, para no seguir dándole manija a una situación acerca de la cual poco se informó oficialmente, la trascendencia mediática que alcanzó el tema de los supuestos especialistas cubanos fue aplacándose hasta llegar a un estatus muy cercano al silencio. O será tal vez que el avance de la pandemia contribuyó a licuar un aspecto que para la gente no representa la trascendencia que algunos sectores cargados de ideologías buscaron asignarle.
   Y para no seguir sumando leña a una hoguera que tiene más cenizas que llamas, pude leer la atractiva oferta o mejor le llamemos patriótico ofrecimiento de un ciudadano argentino, cordobés, calificado galeno especialista en cardiología, quien públicamente se ofreció a integrar un tribunal científico que tuviera a su cargo evaluar y revalidar, si se daba el caso, la sabiduría profesional que desde afuera se atribuía a la legión que tendría más de medio millar de integrantes.
   La verdad, el tema se diluyó y no encontré respuesta por la afirmativa o no, de la generosa oferta de nuestro médico comprovinciano. En una de esas, no existía tal calidad profesional o desde el poder habrán asumido que teniendo tantos miles de médicos egresados de nuestras calificadas universidades, debiéramos contar con un exceso de postulantes para la lucha contra el virus.
   Somos en el mundo el segundo país en cantidad de médicos por habitante, después de Italia, y parece que mucha gente aún no se enteró de tamaño orgullo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Su comentario será valorado