Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del 15/03/20 emitido por la AM580 radio
dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba.
La pandemia tan temida…
AHORA
YA UBICADOS EN EL MUNDO COMO
PARTE DE UNA
ESTADÍSTICA DEL TERROR
Es como una vertiginosa película que estamos viendo y peor aún,
viviendo, eso de tomar conciencia que nos encontramos en el centro de una
pandemia impensada desde siempre, salvo algunas excepciones en los tiempos pasados
de la peste negra, la bubónica, la tuberculosis, la poliomielitis, el HIV y más
recientemente la gripe “A” de la que soy sobreviviente y puedo contarlo.
Esa fea sensación de desprotección o de indiferencia gubernamental no
por dudar del Estado protector, sino por tomar conciencia que ese mal, cuando
avanza, a cada instante que pasa se hace incontrolable por su despiadada
multiplicación y es como si fuera un demonio al que cada vez lo notamos menos
lejano y más cerca de nuestro propio espanto.
Interpreto personalmente que los argentinos en general somos demasiado
displicentes con nuestra salud, salvo los casos de aquellos que viven
pendientes de un estornudo, una tos, unas líneas de fiebre o un furibundo
ataque de hígado, aparte del permanente temor que inspira esa consecuencia de la
vida agitada y cada vez más exigente, que nos acerca al infarto o al maldito
ACV que es el estrés, ese que a veces imponen ciertos empresarios a sus
empleados.
Somos algo así como enemigos o apóstatas de la prevención en muchos
aspectos, pero más se nota con relación a nuestro cuidado físico: nos vacunamos
si sabemos que al vecino le tocó la desgracia o si un pariente fue a dar con su
humanidad a una sala de hospital y allí sí nos preocupamos.
Desconozco estadísticas acerca de vacunaciones después que superamos la
niñez y la juventud, que es cuando aumenta nuestra vulnerabilidad.
Ahora, sí, ahora, se está produciendo un fenómeno inédito entre nosotros
que es la preocupación llevada a positivos extremos, porque nada mejor que el
miedo o un buen julepe que nos sacuda las neuronas para despertar nuestra
autoestima; eso de querernos un poquito, eso de protegernos y de proteger a
nuestros afectos.
Sin caer en histerias colectivas o en actitudes tremendistas más allá de
lo que merece, debemos tomar conciencia de una realidad, que es la de haber
pasado a formar parte de las estadísticas mundiales de algo demasiado ominoso
por ser protagonistas y no meros testigos.
Existe en torno de estas situaciones para nada frecuentes, un sinnúmero
de charlatanes, vendedores de humo, sabihondos de café y suicidas que se suman
a los tocadores de oído y la decadencia de los que se sienten desahuciados o
abandonados a su mala suerte.
Lo mejor para estos casos como el que estamos viviendo es escuchar voces
autorizadas, definiciones científicas y consejos que nos ayuden y no chismes
que nos confundan.
Las especulaciones de conjuras internacionales, de operaciones
sicológicas de los chinos, de los rusos, de los yanquis, de los judíos, etc.
puede que filosófica e ideológicamente tengan algún asidero, pero la verdad es
una sola y esa es la realidad que nos agobia.
Sepamos enfrentarla con serenidad, con madurez y con sentido común, sin
caer a la pavada de la indiferencia por aquello de “a mí no me va a tocar” y
exijamos del Estado esa cuota de seriedad y ejecutividad imprescindibles para
enfrentar cualquier crisis.
Esto no es joda, si lo que se busca es simplificar el drama.
Puede que incluso, sin exagerar, estemos a las puertas de algo que en
los tiempos modernos, no hubiéramos ni siquiera imaginado como tema de una
película de terror.
¡Feliz cumple,
La Voz!
PIPA, “SCOTCH”, ANILLO CON UNA
BALA Y UN GRAN PAR DE HUEVOS
(Algunas veces no queda otra
vía que la escatológica si hay
que resaltar ciertos atributos)
Es probable que la implacable
historia de los tiempos califique a La
Voz del Interior como un símbolo en la defensa de los derechos populares,
aunque haya sectores reaccionarios que se inclinen por considerarlo en su
momento funcional al radicalismo, luego sumiso frente a la dictadura militar y
posteriormente como instrumento del grupo Clarín en la concentración de medios.
Pero nadie -absolutamente
nadie- puede negarle a La Voz su trascendencia a lo largo de los últimos 116
años para una provincia que le quedó chica promediando el siglo pasado, en los
tiempos probablemente más duros del devenir argentino, cuando los desencuentros
nos enfrentaron por las diferencias políticas que se alejaron de la democracia
para transformarse en rivalidades con tintes violentos, ahora añejas y casi
irreconciliables.
Le tocó a La Voz vivir
escenarios de crisis y de algunas bonanzas.
Fue el vehículo de inquietudes
sectoriales, difusor de cultura, heraldo de la realidad, sosteniendo a ultranza
su estilo antiamarillo que durante décadas prefirió la portada comercial por
encima de la importancia de cualquier acontecimiento, como en su momento lo
fueron dos guerras mundiales, muertes de pontífices y presidentes, acuerdos de
paz y las cotidianas novedades del cabotaje provinciano y de aquel oculto
interior del interior.
Víctima de persecuciones y
atentados, padeció uno de los más severos que recuerda la memoria nacional,
allá por enero del ’75 cuando militantes de la ultraderecha peronista (A.A.A.)
destrozaron la planta impresora de Alta Córdoba. Tras el cobarde ataque, el
personal se solidarizó no solo con la empresa sino en defensa de su fuente
laboral y emitió una valiente toma de posición en la que decía, entre otros
conceptos, que “No es una herida que nos duele sino una condecoración que nos
honra”.
Nada hizo por entonces el
gobierno isabelista para esclarecer el vandálico proceder de la banda
lopezreguista, pese a que al ministro del interior se le entregó un “dossier”
con datos que facilitarían el cometido de identificar, detener, juzgar y
encarcelar a los culpables.
Es probable que parcialice la
historia, porque al haber sido uno de sus protagonistas, tendré que soslayar
otros hechos salientes de los que se erigió en principal actor el diario que
hoy cumple 116 años de vigencia, pero por tratarse de un homenaje, lo quiero
centrar en la figura de quien fuera su director allá no tan lejos, en los años
de plomo y del desprecio; de la capucha y la amenaza; de la tortura y de los
adioses a la nada.
El ingeniero (“Lo único que
hice fue una escalera”, solía decir con su recóndito sentido del humor) Luis
Federico “El Payo” Remonda tuvo en sus manos y en la lucidez de su mente audaz
y comprometida con el respeto por la libertad, la enorme responsabilidad de
guiar al diario en circunstancias en que la opinión vivía alimentada y
condicionada por la violencia y las miserias, tanto de una vereda como de la
otra.
Agudo, sorprendente, creativo y
férreo defensor de su gente y de la tarea que cada uno cumplía, era una especie
de enorme y paternal techo protector de las vivencias hechas noticias, que
todos atesorábamos en la tarea diaria que desembrutecía y humanizaba con la
fraternal cordialidad de un amigo pese a los duros tiempos que compartíamos.
Por eso su calidad de símbolo
aunque fuera periodista instruido por la intuición propia de los elegidos que
más allá de los libros, los manuales y todas las bibliotecas que pudieran
referirse a la temática, fue un ardoroso paladín de la salvaje libertad de
pensar y de opinar, quijote urbano sin Sancho ni caballo pero distinguido, a la
vista, por la pipa y el “scotch” en mano, donde resaltaba un curioso anillo
coronado por una bala -y eso es parte de otra historia- que en principio le
estaba destinada.
El “Payo” Remonda nos dejó su
impronta de tutor de grandeza, de la grandeza que caracteriza a los apologistas
de la verdad; de los que hurgan en las entrañas del misterio hasta encontrar la
luz, tal como lo demostrara en tantas campañas periodísticas destinadas a
descorrer los velos de interesados ocultamientos.
Partió.
Pero dejó la simiente de su
generosidad que casi no se nota, porque no son muchos los que lo recuerdan como
arquetipo de al menos una buena parte de la grandeza que hoy, La Voz, conmemora
116 años de vida.
Al resto del título, eso que le
comenté al principio acerca del par de huevos, ¿es necesario explicarlo?
Nuevo “mangazo” a Kuwait
EL CORDOBESISMO SIGUE ESCALANDO EN
SU
CATEGORÍA DE DEUDOR EN DÓLARES
Hace un tiempo no muy lejano nuestro gobernador, uno de los gestores del
“cordobesismo” junto al malogrado “Gallego” de la Sota anduvo por el rico
emirato de Kuwait que vendría a ser una especie de Suiza del mundo árabe, en
gestiones para conseguir financiamiento destinado a obras tan trascendentes
como necesarias y pendientes para nuestra Córdoba tales como caminos, puentes,
viviendas y otros emprendimientos.
No soy un experto en cuestiones de diplomacia internacional pero algo he
aprendido de aquellas tierras bendecidas por el oro negro, que las transformara
en potencias mundiales cuando originariamente eran sacrificados pescadores de
perlas en la profundidad del mar, desafiando entre otros peligros a los hambrientos
tiburones.
Bahh… en realidad ahora la modernidad gestó otro tipo de escualo, esos
que se instalan en las bolsas de valores desde donde más que sus propias
riquezas, suelen manejar el destino de muchos países.
A ciencia cierta no recuerdo si finalmente aquella gestión fue coronada
por el éxito que le permitiera al contador Schiaretti volver satisfecho del
arenoso territorio árabe, azotado por la guerra cuando lo invadiera Irán en el
final de la década del ’90 del siglo pasado y en cuya reconstrucción algo
aportara la rápida gestión de nuestro presidente de entonces, Carlos Saúl I de
Anillaco, con lo que las relaciones con ellos quedaron más que aceitadas.
Si aquellos dineros -algo así como 50 millones de dólares- llegaron o
no, si se aplicaron o no a los objetivos oportunamente consignados o no, es lo
de menos ya que lo trascendente es consignar que aquella amistad se vé que se
ha consolidado, porque poquitos días atrás un emisario de Schiaretti y en
nombre de nuestra provincia volvió a visitar Kuwait otra vez con idénticos propósitos
a los de la anterior incursión.
Es para rogar por el bien de todos nosotros y por nuestra calidad de
vida, que el resultado haya sido positivo y que en los plazos que supongo
previstos, los árabes cobren esa montaña de dólares que supieron facilitarnos
con su generosidad que seguramente es retribuida con los debidos intereses,
aclarando que esto de “debido” es del verbo deber y no alusión a nadie
recientemente liberado de los barrotes por algunas cuentitas pendientes, entre
otras cosas, vinculadas con la obra pública a nivel nacional.
Todo muy positivo, todo muy necesario para que sigamos progresando, pero
dentro de ese todo está la pregunta inevitable: ¿es necesario un nuevo
endeudamiento en dólares, cuando los compromisos asumidos por Córdoba son
cuantiosos y que según se comenta se vienen postergando sus efectivizaciones?
Es cuando con cierta lógica, debemos preguntarnos todos, si es que no
existen otras cruciales prioridades que atender, más allá de los lindos
caminos, los puentes y otras realizaciones que bien pueden esperar.
Queda demostrado que como siempre, los tiempos de los políticos y de la
gente, no son los mismos.
La Megacausa del Registro
SITUACIONES INSÓLITAS DENTRO DE UN
INEXPLICABLEMENTE LARGO PROCESO
Siguiendo el hilo de analizar las
particularidades de la justicia cordobesa en la causa del Registro de la
Propiedad de esta provincia, serían candidatos para un interesante debate
algunos escritos, como uno en el que un juez reconoce la inexistencia de
pruebas en contra de los imputados, aclarando que no hay testimonios en su
contra; otro en el que se acusó a alguien de apropiarse de un inmueble que era
de su legítima propiedad (por lo que después de juzgarlo y condenarlo se
lo devolvieron), aquellos en los que los sospechados nunca pisaron el lugar de
los hechos y otros más en los que se formaron “bandas” con personas que entre
ellas no se conocían.
Sin embargo en todos ellos, la decisión fue
la prisión.
Define la
Real Academia Española el término decisión como una resolución que
se toma en una cosa dudosa. Nuestros Códigos y la Constitución regulan con
claridad el camino de las resoluciones judiciales estableciendo para el
caso la prohibición de cualquier prisión por las dudas.
Por tanto, el razonamiento lógico no
permite entender el motivo causante de la prisión preventiva sistemática
decidida en la causa y dictada aún en ausencia de cualquier duda.
Resulta claro que no se ajusta ni a la
terminología ni al ordenamiento jurídico existente, por lo que sería
importante que el Poder Judicial pueda revisar lo actuado en la causa y que,
además, se avance en la investigación de otros culpables ya que si muchos de
estos imputados, encarcelados, y aún condenados, no fueron los enriquecidos
con las maniobras, continúa vigente la incertidumbre, sumada a la
injusticia, ¿sabe sobre quiénes? sobre los verdaderos responsables.
Realmente, hay cuestiones que desorientan a
cualquiera…
Los cordobeses sufrimos
EN LA MUNICIPALIDAD CRECEN MÁS LAS
SOMBRAS Y LAS DUDAS QUE LAS OBRAS
Si mal no recuerdo, tiempo atrás desde la Municipalidad de Córdoba se
llegó a decir o al menos hubo oficialmente un anuncio que la planta de Bajo Grande
estaba en vías de modernización, con lo que el tema del saneamiento ambiental
estaba asegurado por un largo tiempo.
Pero resulta que ahora se ha detectado que esa planta no depura nada y
empacha al rio que llega hasta Ansenuza con una concentración de mierda que
desearíamos regalarles a nuestro peores enemigos.
Algo pasó con los dineros destinados a lo que se anunciaba como obra
fundamental para recuperar la ofendida salubridad de quienes habitamos esta
ciudad mediterránea, castigada sin misericordia por distintas administraciones
municipales que consiguieron empobrecer el ambiente, contaminar las redes
cloacales hasta el máximo tolerable, viciar el aire y condenarnos a ciertas
iniquidades impropias de los tiempos que vivimos y peor aún, de los elevados
impuestos que debemos oblar, los que en las mayoría van a parar a las plantas
de personal con las que muchas veces suelen saciarse los apetitos de las
conducciones y las militancias políticas.
Y cada uno que accede al sillón mayor de la ciudad se desgañita en
promesas, en amenazas de investigaciones de lo no hecho que proclaman hacer
como siempre “hasta las últimas consecuencias” y “caiga quien caiga”, todo lo
que el tiempo y los propios errores llevan al fracaso dejando ese verserío para
los archivos y los memoriosos y ofendidos cordobeses.
La administración mestrista hizo algunas cosas como ocuparse de obras
que no se ven tales como desagues y red cloacal, pero pasó por alto otros
agudos problemas urbanos que nos angustian desde siempre.
El muchacho nuevo mientras se hacen denuncias de escasa operatividad y
equivocada gestión anterior, ha puesto el acento en las cosas que se ven, como
por ejemplo podemos citar el bacheo callejero que suaviza la enorme cantidad de
aljibes o sea que son más grandes que los pozos, las luces que no están porque
no las ponen o porque las vandalizan los atorrantes que necesitan tinieblas
para eso que le llaman “trabajar” y otros aspectos de la vida corriente de los
cordobeses.
Es hora que se terminen de azuzar y casi ofrecerse puñetes por lo que
vienen encontrando como sorpresas que no lo son tanto y se pongan a laburar en
serio en cuestiones gravísimas y pendientes como la basura -que sirvió para
crear un imperio sindical y una eterna mugre ciudadana- sin descuidar al
transporte, enriquecedor de foráneos que viven amagando con irse pero se quedan
para seguir embolsando utilidades, con lo que endurecen sus pretensiones y
caprichos, siempre satisfechos desde el poder.
En pocas palabras y para no aburrir siempre con lo mismo, déjense de
joder, pónganse a trabajar en serio y si quieren pelear, cítense en algún lugar
donde solos, puedan aburrirse de darse trompadones.
Los cordobeses necesitamos que antes o después de eso, se ocupen de
laburar…
Dos temas que quitan el sueño
EL
RIESGO PAÍS Y LA INFLACIÓN, PARTE
DEL PADECIMIENTO DE LOS ARGENTINOS
Eso de vivir pendientes del índice del riesgo país fue una actitud que
consolidaron las oposiciones a los distintos últimos gobiernos, como arma para
cimentar su descontento y motorizar protestas con base digamos científica, de
que las cosas no se estaban haciendo bien o que la gestión era desacertada.
Ese termómetro no podía ni puede ser manejado interiormente como lo
pueden ser los índices de inflación, de desocupación y de otras variables de la
economía o de la política, acerca de lo cual es mucho lo que se puede comentar
si recordamos la muchas veces grosera, torpe y exagerada manipulación estatal
de la que eran objeto las cifras reales y como consecuencia, víctima toda la
ciudadanía hasta el punto de haberse transformado durante bastante tiempo en
interesados dibujos, o armas para apuntalar la demagogia.
Ocurre algo patéticamente risueño en los últimos tiempos, como por
ejemplo cuando la administración macrista el riesgo país se ubicaba arriba de
los dos mil puntos, una parafernalia de quejas, acusaciones y amenazas de
helicóptero partían de la que era oposición y ahora que es gobierno, con ese
índice que se ubica por encima de los 3.200 el silencio es tan ominoso como
evidente.
Otro tanto ocurre con la inflación, que sin dudas antes de tomar estado
público pasea por las entrañas del Indec
donde recibe más que maquillaje, un tratamiento que para el común de los ciudadanos
se aproxima más a la burla que a la realidad que estamos viviendo,
especialmente de permanente remarcación de precios tanto en productos como en
servicios, impuestos, y en otros rubros igualmente sensibles.
Es probable que la última información de 2 puntos de inflación durante
el reciente mes de febrero sea técnicamente acertada, pero lo cotidiano, el
gasto diario del argentino medio viene gritando que se trata de una mentira
para nada piadosa, porque los incrementos son muy superiores en cualquier
rubro, menos en la cotización, por citar algún ejemplo, de las hélices para
helicópteros, del nabo hibrido de las Bahamas, del ácido muriático o las
canillas de bronce para lavatorios.
Ese silencio al que acabo de aludir con relación al riesgo país se lo
busca minimizar con el argumento que sus “dibujantes” son los acreedores
insaciables, cuando en realidad es un índice de la confianza que como país,
como sociedad y como gobierno, tenemos para mostrar frente al mundo o sea que
la confianza que pueden tener en nosotros es cada día más mezquina y es por eso
que como en la vida común y corriente cuando en el banco no confían en vos,
tenés que ir a parar a los usureros.
Llegará el día y roguemos no demore, en que recuperemos la sinceridad
interior desde arriba especialmente, porque cuando nos mienten bajamos los
brazos, dejamos de creer y nos resignamos a la malaria.
En plano fácil para entender y aplicable a todos los casos, es como cuando
desde el poder te dicen que la inseguridad es una sensación, entonces bajás la
guardia y los choros hacen cola para asaltarte.
Ni más ni menos…
Discursos, bla-bla, etc.
LAS PROMESAS Y LOS INTENTOS NO HAN
SERVIDO PARA QUE BAJEN LOS PRECIOS
Gozó las mieles del aplauso
generalizado aquel anuncio algo tardío frente a la escalada de incrementos en
el valor de venta de todas las mercaderías, de la implantación de un sistema,
le llamemos así, basado en “precios cuidados” que se aplicaría en todo el país
en los productos básicos de la alimentación especialmente, con severo control
por parte del Estado para evitar las avivadas de siempre de aquellos que
incluso se sirven de las carencias ajenas, en injusto beneficio propio.
En varios supermercados se instalaron los carteles indicadores y los
productos fueron apareciendo con algo de pereza, cuando en realidad lo que se
necesitaba era el impacto de la medida rápida que al menos en parte
recompusiera la economía hogareña y se alcanzara aquella promesa -vana como la
mayoría de las promesas políticas- de la heladera llena, aparte de los cubitos.
La mayoría de los supermercados medianos y pequeños fue recibiendo en
cuentagotas el sistema de esos precios que de cuidados poco tenían, porque la
mayoría de los negocios barriales allí donde se aprovisiona la mayoría de la
gente por comodidad o porque se volvió al uso de la”libreta” del fiado hasta el
día del cobro de sueldo, o sea a corto plazo.
Mientras tanto aparte de esa lista de mercadería alcanzada por el límite
de su precio, los restantes productos eran y son objeto de remarcaciones al
menos semanales y en algunos casos, llegan a ser diarias, desvirtuando aquella
intención inicial de compartir en alguna medida el sacrificio de la gente.
No en vano el Presidente de la Nación debió tirarles las orejas -por así
decirlo- a los empresarios formadores de precios, por los evidentes excesos en
los que incurrían dejando de lado todo lo que pudiera parecerse a la
sensibilidad social o el sentido de la solidaridad.
Vale reiterarlo tomando en cuenta y respetando la calidad política del
autor, recordando lo que instrumentara Perón desde la Presidencia de la Nación
cuando advirtió que se desmadraba el mediano equilibrio que por entonces promediando
el siglo pasado, existía entre costos y precios de los artículos ya desde
entonces llamados de primera necesidad.
Se promulgó la Ley contra el Agio y la Especulación, con severos y
permanentes controles que al detectar violación de esa ley, clausuraban de
inmediato el comercio, secuestraban la mercadería y encarcelaban a los
comerciantes responsables de esas maniobras.
Y si esos comerciantes eran extranjeros, lisa y llanamente se decretaba
su expulsión del país.
Es por una de las razones de estricta justicia que alguna vez extraño a
Perón.
Y párrafo aparte para esos pícaros que para colmo se ponen en evidencia,
colocando carteles que dicen “recibimos la tarjeta alimentaria”.
Nada de curioso tendría eso, pero estoy hablando de negocios dedicados a
la venta de zapatillas de marca y de las otras…
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