18 de julio de 2021

S.L.B.: EL NUMERO 100.000 FUE UN EMBLEMA - JONATHAN VIALE EVOCA A SU PADRE, MAURO - LA POLICÍA Y "LOS PIRAÑAS" CON SU IMPUNIDAD - MÁS EMPLEADOS MUNICIPALES PARA MAQUILLAR LA CIUDAD - MEGACAUSA: SEMEJANZAS KAFKIANAS - DESBORDANTE PUBLICIDAD OFICIAL, PURA CAMPAÑA- NUESTRA INCONTROLABLE INFLACIÓN - ¿EXISTE ALGUNA NÓMINA DE ALTOS FUNCIONARIOS CONTAGIADOS?

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición nº 682 del domingo 18/07/21 emitido en dúplex por la AM580 y la FM88.5 ambas dependientes de la Universidad Nacional de Córdoba.

Midiendo la realidad
EL NÚMERO 100.000 MÁS QUE
UNA CIFRA FUE UN EMBLEMA
 
   El fatalismo -obligado fatalismo impuesto desde la llegada de la pandemia- nos llevaba a sumar conscientemente o no el número de víctimas fatales que los dueños de las estadísticas serias y de las otras, nos iban haciendo crecer el espanto, la angustia y el terror ante la llegada de un desconocido asesino.
   Por eso del ancestral y humano sentido del miedo íbamos siguiendo el crecimiento de las cifras y al principio pensar en un millar nos erizaba la piel, el número diez mil sonaba casi utópico pero cuando lo superamos, el pánico pareció multiplicarse en los rostros y en las desesperanzas.
   El término “vacuna” pasó a ser entonces ansioso sinónimo de salvación, la medicina apretó el acelerador de las esperas, los poderes políticos, científicos y económicos entraron a un común vértigo y hay que reconocer que fue una brisa de frescas expectativas que a veces nos llenaban de juguetitos los rostros.
   En aquellos momentos de colectivos temores pocos se inclinaban a pensar en privilegios a la hora de las vacunas, hasta que la realidad nos golpeó a traición demostrándonos que los abusadores de poder jamás cambiarían.
   Mire… Para no entrar en detalles enojosos que desde algunos sectores se esmerarían en descalificar, quiero que escuchen a un muchacho dolido por la muerte de su padre.
   Es Jonathan Viale, el hijo de mi colega Mauro, quien murió por Covid porque no llegó a tiempo a la inmunización pagando cara su actitud de no beneficiarse con un privilegio.
   Lo escuchemos…
El audio con la participación del periodista Jonathan Viale y el Sr. Presidente Dr. Alberto Fernández al que se hace referencia, puede ser encontrado en la columna respectiva, ubicada en el costado derecho de este blog, parte superior.
 
La TV mostró lo ya conocido…
LA INACCIÓN POLICIAL CON LOS “PIRAÑAS” ES
PELIGROSA  DEMOSTRACIÓN DE INDIFERENCIA
 
   Todo indica que los responsables -o irresponsables en este caso- de la seguridad de los cordobeses, estuvieran esperando el escándalo mediático, para reaccionar como siempre tardíamente frente a una situación que es imposible que desconocieran, si es que no existieran dudas acerca de la existencia de sectores urbanos copados por la delincuencia que se ampara en una impunidad que por omisión de acciones sostenidas y eficientes, el poder les viene obsequiando desde hace tiempo; demasiado tiempo…
   Fue necesario que un canal local de televisión, divulgara el video que filmara un vecino documentando un ataque salvaje a los automovilistas ocasionales en un sector de la periferia, para que pocas horas después desataran por una parte el márketing con un tardío despliegue de efectivos, que lógicamente sólo sirvieron para documentar esa medida sin sentido por lo ineficaz de su ausencia cuando sabiendo que era y sigue siendo una zona caliente, nadie se ocupó de prevenir.
   Y casi en simultaneo el laxante de siempre que determinó el retiro de un jefe zonal, pero sin siquiera tirarle las orejas a la escala de mandos hacia arriba, que es de donde deben partir las directivas que jerárquicamente bajan desde la jefatura, los ministerios de seguridad y de gobierno y llegan a la mismísima gobernación, por compartir la responsabilidad de la inacción.
   Señales en cuanto a la presencia y la acción son las que sobran y es imposible -quiero reiterar el término: imposible- que se desconozcan desde las cúpulas policial y superiores, porque basta con que le pregunten a los habitantes de cualquier barrio donde los hampones mandan, para tener las mismas respuestas que de antemano ya conocen desde el poder.
   Es un escándalo la manera con la que se desenvuelven los operadores del narcomenudeo en sitios que pocos ignoran acerca de quienes, dónde, qué “merca”, a cuánto se cotiza y de qué manera se accede a cualquier hora, especialmente entre viernes y domingos.
   Las consignas de efectivos y patrulleros que atornillan inmóviles en lugares previsibles, sólo sirven para ahuyentar delincuentes en cien metros a la redonda, cuando lo que se impone es una política integral de seguridad que no se puede aplicar, porque el personal ingresante en los últimos tiempos no está preparado ni profesionalizado como lo imponen las complejas circunstancias de inseguridad total que padecemos.
   Es el panorama de siempre: reflotar actitudes preventivas pasajeras mientras dure la conmoción, para regresar luego a las ausencias de siempre, manera de actuar tan junada por el hampa que la aprovecha en perjuicio de quienes pagan -pagamos- elevados tributos que según sostienen desde el poder, sirven para asegurarnos una mejor calidad de vida.
   Si a eso de vivir con el corazón en la boca, las angustias de sabernos amenazados desde las sombras y con la certeza de haber sido abandonados por quienes debieran ampararnos, se le puede llamar “calidad de vida”, es que estamos más cerca del manicomio que de la salud mental.
 
Sumando problemas…
CRECE LA PLANTA DE PERSONAL JUNTO A
LA DEUDA  MUNICIPAL  CON  LOS VECINOS
 
   Siempre se sostuvo o mejor dicho la realidad lo fue sosteniendo, que en cada cambio de conducción del Palacio 6 de Julio, las autoridades entrantes se veían en figurillas para mantener al caudal de empleados que hiciera ingresar la administración saliente, hubiera sido o no del mismo signo partidario.
   Por eso debe ser que la nómina de personal crece desmesuradamente, lo que más se advierte frente a la poca eficiencia en la prestación de diversos servicios que bien pagan los vecinos a través de elevados aranceles tributarios.
   Chochera aparte en la conducción del poderoso y conflictivo gremio que los nuclea, porque visto desde otro ángulo, el problema de la superpoblación de empleados, en la misma medida aumenta el número de cotizantes mensuales a través de los descuentos de cuotas que van a engrosar las arcas sindicales.
   Una exagerada proporción del presupuesto comunal se asigna al rubro salarial, quedando en descubierto entre otros destinos la financiación municipal de la obra pública, que si ahora se concreta es por la ayuda de la provincia o de partidas nacionales, siempre y cuando Córdoba ciudad se allane al alineamiento con aquellos otros niveles de gobierno, lo que se simplifica cuando coinciden las corrientes ideológicas o partidarias. Y no hablemos del endeudamiento externo.
   Lo que desorienta, molesta e indigna al contribuyente es que por la ausencia de personal de planta debida a conflictos, paros o retenciones de servicios, para el cumplimiento de cometidos esenciales se haga necesario acudir a ciertas tercerizaciones, lo que significa un daño para las arcas comunales que deben pagar sumas fuera de programa, porque el plantel estable no las realiza.
   Hemos venido sufriendo desde bastante tiempo ese estado de conflicto permanente y saltarín impuesto por el SUOEM y a esa acción despiadada contra sus propios vecinos, la vemos en los resultados del caos urbano, de las cloacas reventadas y de tantas otras falencias que se observan y degradan la calidad de vida en una ciudad tan bella como la nuestra.
 
Megacausa del Registro
HAY  SEMEJANZAS  KAFKIANAS
QUE NOS LLEVAN AL ASOMBRO
 
   Alguien tenía que haber calumniado a “Josef K” pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo. Preguntó por qué y le respondieron que no estaban autorizados a decírselo, que el proceso se acababa de iniciar y que conocería todo en el momento oportuno. 
   Un domingo debió acudir para la instrucción procesal de su causa frente a una comisión investigadora. Alguien le dijo que el tribunal disponía de todos los medios coercitivos y los podía aplicar automáticamente. También le aconsejaron hacer la confesión como única posibilidad de escapar a tal situación.
   Un asesor supo contarle que el tribunal, cuando acusaba, estaba convencido de la culpa del señalado y que era muy difícil disuadirlos.  Le señaló que al final, encontraba un comportamiento culpable donde antes no había nada. 
   El relato que acabo de leer pertenece a la obra “El proceso” de Kafka, escrita en el año 1914, pero podríamos reemplazar el nombre “Josef K” por el de tantas y tantos acusados en la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba sin que pierda en absoluto nada de actualidad. El parecido es tristemente asombroso: la pérdida de la libertad sin causa, la culpabilidad preestablecida, el proceso en manos de una comisión especial, la sugerencia de aceptar los cargos. 
   En un momento el autor expresa al juez que sin ninguna duda detrás de las manifestaciones del tribunal, detrás de la detención y del interrogatorio, se encuentra una gran organización. Y pregunta: ¿cuál es el sentido de esta organización, señores, que se dedica a detener a personas inocentes y a incoar procedimientos absurdos? En la causa de la que nos ocupamos desde hace más de una década sin erigirnos en fiscales, defensores, jueces o verdugos, como en la otra, es un interrogante que todavía espera respuesta. 
 
¿Difusión de actos de gobierno?
LA PUBLICIDAD OFICIAL ES UN DESEMBOZADO
COMPONENTE DE LA CAMPAÑA PROSELITISTA
 
   Desde tiempos solamente inscriptos en la memoria de los puntillosamente catalogados como privilegiados testigos del devenir histórico, se fortaleció aquella costumbre -para muchos saludable- de disponer de las arcas del Estado que somos todos para solventar la campaña proselitista o parte de ella.
   En esa actitud cayeron todas las corrientes de pensamiento casi sin que existieran excepciones al escudarse en eso que le llamaron “difusión de las obras de gobierno” lo que en realidad era lisa y llanamente promoción de los candidatos con miras a elecciones más o menos inmediatas.
   El problema radica en que esos cuantiosos fondos -hablamos de millones de pesos y no es para nada una exageración- en lugar de asignarse a tareas y realizaciones en beneficio de la comunidad, sirven para posicionar y en la mayoría de los casos para agrandar la imagen de algún ignoto candidato, precisamente en este año electoral tan lleno de alternativas, dilaciones y situaciones anormales que no permiten la certeza de la realización de los actos comiciales, siempre pendientes como en toda actividad, del desenvolvimiento de la pandemia y el ataque para superarla en salvaguarda de la salud pública, que es uno de los destinos que, precisamente, se debiera asignar a esos fondos que de ninguna manera son del gobierno, sino del pueblo, del Estado, de la gente…
   Parece mentira o en el peor de los casos, situación ridícula la que se plantea con referencia a los enormes gastos publicitarios, que muchas veces con solo hacer números frente a la convicción que las matemáticas con su precisión no engañan a nadie, que terminamos por convencernos que se gasta más en promocionar una obra que lo que demanda su realización.
   No pidan ejemplos con relación a esta afirmación porque sobran y todos los conocemos, como así también los emprendimientos que no revisten ninguna utilidad y sólo sirven para el lucimiento de quien o quienes tienen la ocurrencia de plantearlo como una necesidad.
   Las obras de gobierno, pensándolo con la cabeza y no con los piés, tienen su auténtica promoción cuando demuestran que se concretan como beneficio y no como gasto por aquello de lo que cuesta vale.
   Seguir abusando de la publicidad intensiva, diaria, cansadora, puede también ser síntoma de inseguridad por parte de quien la encarga y la decreta, frente a los sondeos de opinión que rondan por la sociedad en estos momentos.
   Roguemos que prevalezcan el buen criterio y la sensibilidad de los gobernantes, para aquellos que la tienen, y transformen esos gastos del dinero de todos nosotros, en realizaciones que nos beneficien a los ciudadanos y no tan sólo a ellos.
   Las obras de gobierno, cuando lucen con auténtico brillo propio, bien vale aplaudirlas sin que nos empujen a odiarlas ya sea por lo onerosas o inoportunas.
 
Estamos mal pero vamos peor…
DIFÍCIL RECUPERAR  EL  EQUILIBRIO DE NUESTRA
ECONOMÍA CON UNA INFLACIÓN INCONTROLABLE
 
   Debo aclarar una vez más que no soy ni por lejos experto en economía, no tengo idea de los manejos de mercados, menos aún de operaciones con moneda extranjera, me agobia como a cualquier hijo de vecino la presión tributaria en algunos casos inhumana, pero al menos por intuición y desde el alma puedo hablar de una situación como la nuestra, que la inflación la transforma en insuperable para la gente pero de buena rentabilidad para ciertos sectores de la sociedad incluyendo a quienes viven de la política.
   No soy keynesiano, tampoco admiro a Cavallo, ni a Lopez Murphy ni Prat Gray y tantos otros, pero mi fuente es la casi cotidiana visita de compras al supermercado de mi barrio, lo que me aporta antecedentes como para juzgar con cierto conocimiento la agobiante situación que vivimos al menos los asalariados o ya retirados de las lides obreras y acogido a eso que exageran en llamar “el jubileo de la vida”.
   Y dentro de este panorama que para muchos es desolador, me viene a la mente una pregunta que cuando la formulé en distintos ámbitos, jamás recogí una respuesta que pudiera haber catalogado como inteligente, técnica o al menos como consuelo y es la siguiente: ¿Por qué siendo un país tan rico como el nuestro estamos obligados a tamañas penurias?
   Vemos a nuestros hermanos sudamericanos como los paraguayos, chilenos, bolivianos o uruguayos que se florean con una inflación anual que a veces llega a los dos dígitos, mientras nosotros los alcanzamos en menos de tres meses, con la diferencia que ellos, a vuelo de pájaro, no poseen ni por cerca nuestro caudal de riquezas.
   Tienen más o menos dominado el gasto público por lo que conozco, la desocupación no es un drama y los índices de pobreza son manejables a diferencia de nuestras estadísticas, que nos hicieron conocer que en uno de lo que fuera dentro de los países ricos del mundo, la vanguardia dentro de los cinco primeros, la pobreza aqueja a la mitad o más de sus habitantes.
   Me tocó hace tiempo conversar con un alto dirigente del gobierno en el mundo árabe, quien conocía de nuestro país más que muchos argentinos y puso cara de asombro cuando le comenté mi orgullo de estar conversando con uno de los responsables de conducir a uno de los países más ricos del planeta.
   Con ese rictus de misterio que suelen mostrar los árabes, me dijo que ellos no eran tan ricos y que los ricos éramos nosotros, porque ellos sacaban un galón de petróleo y tenían que esperar que la Naturaleza les renovara ese recurso una punta de décadas, mientras que nosotros matábamos 200 mil terneros y en menos de un año ese recurso ya había sido renovado por millones de vacas en los campos
   Hizo una pausa con un silencio que me pareció estudiado y me sorprendió aunque no tanto al explicarme: mire… lo que nos diferencia es que aquí, nosotros, tenemos administradores, y ustedes, con toda esa riqueza, tienen políticos no todos buenos.
   La verdad, creo que en ese momento recibí el diploma de economista…
   Ahora les confieso que había estado ilustrándome acerca de la inflación indomable que nos agobia, pero juro que al recordar aquel episodio en tan lejanas y áridas tierras, opté por dejarle ese complejo tema a los que saben.
   Pero pese a todo lo que dicen saber, no recuerdo que alguno, alguna vez, haya podido domar a ese monstruo que minuto a minuto nos viene robando el progreso, el bienestar, la salud y hasta la honestidad que estamos obligados a lucir.
   No se me ocurre otra manera de mencionar a la inflación.
 
¿Hay nómina de funcionarios contagiados?
NO DEBIERAN EXISTIR DUDAS EN CUANTO A PONER
LA VIDA POR ENCIMA  DE  CUALQUIER OTRO VALOR
 
   La verdad en estos últimos tiempos, venimos advirtiendo con pena pero más con sorpresa, que los relojes cambiaron su ritmo como les comentaba la semana anterior, lo que hace que las situaciones se aceleren, se retarden o desaparezcan dentro del vértigo obligado en el que nos ha sumergido esta pandemia.
  Tanto como para llegar al terrible vaticinio de un año atrás, cuando la situación más apremiaba por la falta de fechas ciertas para la aparición de la milagrosa vacuna, y la desesperanza era el sentimiento más dominante en la sociedad mundial. lo que nos empujaba a pensar que había llegado el momento del “sálvese quien pueda”.
   Y desde el poder, sin que esto signifique centrar la opinión en nuestras autoridades, se adoptaron medidas de diversa índole desde las posibles, pasando por los paliativos y llegando a la convicción que todos, indefectiblemente alguna vez, nos contagiaríamos.
   Fue el momento en que comenzaron a aparecer y en ciertos casos a mostrar su propia impudicia, el accionar de los desalmados que por ostentar o detentar un cargo de cierta jerarquía, instrumentaron la existencia y la permanencia de bolsones de inhumana corrupción como lo fueron -aunque seguramente algunos subsisten- aquellos vacunatorios para privilegiados, o acciones no grupales que lo mismo logran la milagrosa seguridad de la inmunización.
   Dejaron atrás las prioridades, mezclaron los segmentos etarios, marginaron a quienes consideraban descartables, impusieron cepos y restricciones pero no faltaron ni faltan los privilegiados a quienes les importa un pomo la suerte de sus semejantes.
   Esto suele ocurrir cuando existe falta de autoridad o se llega al otro extremo, que todos y todas creen tenerla.
   La pandemia, está visto que no perdona las improvisaciones ni las omisiones y se ensaña lógicamente con los más desprotegidos, pero eso parece no importarle a muchos de los cultores de aquel que creíamos utópico “sálvese quien pueda” porque nos prometieron también que todos nos salvaríamos.
   En consecuencias, bueno sería que con base científica y no política ni ideológica encontráramos la manera de salvarnos todos dentro de un orden con fundamentos ciertos y no con presunciones o cálculos interesados.
   Aquello de la solidaridad pasó a ser un vetusto recuerdo de años dorados, cuando el amor por el prójimo era un sentimiento llevado a la práctica pero ahora sería necesario transformarlo en obligación.
   Rescato, porque es una obligación cívica, el sacrificio, el compromiso, el apego al peligro y la superación del miedo que vienen demostrando los auténticos integrantes de los equipos de salud, desde los que barren los pisos de las clìnicas, sanatorios, vacunatorios y dispensarios, hasta el más encumbrado de los científicos.
   Ellos, por lo que hicieron y están haciendo, merecen aquella prioridad de salvarse…
   Y hablando de salvarse, ¿se recuerda si se divulgó alguna nómina de funcionarios que se hubieron contagiado?

 

 

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